La medicina tradicional se fundamenta en la antropología médica, una subdisciplina de la antropología social que, desde finales del siglo XIX, ha evolucionado para reconocer que la salud, la enfermedad y la atención no son fenómenos universales ni biológicamente neutrales, sino construcciones culturales profundamente arraigadas en creencias, símbolos y prácticas sociales. Esta perspectiva entiende la salud como un espacio simbólico donde convergen lenguaje, emociones, representaciones colectivas y comportamientos, todos mediados por la cultura. Dentro de este marco, destacan dos enfoques: la etnomedicina, que estudia sistemas médicos no occidentales —especialmente con componentes mágico-religiosos—, y la antropología médica interpretativa, impulsada por Arthur Kleinman, que enfatiza que la enfermedad es una experiencia cultural interpretada y compartida entre pacientes y sanadores.  Un sistema médico, según esta visión, integra saberes, técnicas (como el uso de plantas o rituales), actores especializados (curanderos, parteras, hierberos, etc.) y un contexto cultural específico. La medicina tradicional, en este sentido, es un sistema coherente basado en la cosmovisión de cada pueblo, que busca restablecer el equilibrio entre lo físico, lo social y lo espiritual. En los Andes, por ejemplo, el curanderismo quechua se expresa mediante rituales y ofrendas a fuerzas de la naturaleza divinizadas, como los Apus o la Pachamama, y se lleva a cabo en espacios específicos de venta de insumos rituales que funcionan como nodos culturales donde se articulan saberes, objetos y actores sociales.  Estudios empíricos en América Latina y, en particular, en el Perú, confirman la vigencia de estas prácticas. Investigaciones en regiones como Arequipa, Huancavelica, Puno y Cusco muestran que la medicina tradicional sigue siendo una alternativa principal de atención en salud, tanto en zonas rurales como urbanas. Su persistencia se explica por su accesibilidad económica y geográfica, su coherencia con la identidad cultural y, en muchos casos, por la discriminación percibida en el sistema biomédico. Aunque existe una coexistencia entre medicina tradicional y occidental, los avances en políticas interculturales en salud son limitados y desiguales.

Sobre la revista

La Revista SITUA, órgano de difusión científica en aspectos de Salud  de la Universidad  Nacional San Antonio Abad del Cusco Perú , cuyo primer número salido el año 1993 nació como respuesta a la necesidad de docentes y alumnos de difundir sus ideas, experiencias, planteamientos y discusión alternativas de nuestros problemas regionales de salud. Actualizando  su reglamento a la normatividad internacional  y dando nueva estructura organizativa. 

La Revista SITUA se encuentra indizada  en Crossref.

eISSN: 1609-7262  ISSN: 1028-2203

Número actual

Vol. 27 Núm. 3 (2024): SITUA
SITUA Vol 27 N° 3  2024

“Durante el mes de enero  hacían ayuno y penitencia en el Cápac Raymi Camay Quilla” 

“En el mes de febrero Pausar Atún Pucy era el mes de las húmedas o lluvias, mes de las flores y gran humedades el que se usaba calzones. Se realizaba sacrificios a las Uacas y a los dioses Uacabilca, lugares sagrados que estaban en los cerros más altos y nevados.Era tiempo de aguas  y  llovía mucho por cuyo motivo  había abundancia de verduras, sobre todo yuyo y fruta verde. Como escaseaban los alimentos se veían obligados a comer estos produciéndose enfermedades graves del estomago, como diarreas que ocasionaban la muerte especialmente de los ancianos, ancianas y niños. No solo por comer esta comida y fruta verde, sino también porque con el hambre todo el mal humor del cuerpo se juntaba con el vapor de la tierra abundante en ese tiempo.”

 “En el mes de marzo Pacha pucuy. Los alimentos comenzaban a madurar ya tenían que comer por que empezaban a alimentarse con papas tiernas, yuyo, papa, maíz tierno, michca sara y abundante yuyos maduros que ya no hacían daño ni enfermaban.Tambien en marzo Atún Almoray Quilla  el gran mes de la cosecha cosecha    y almacenamiento de los alimentos.” 

LA NUEVA CRONICA Y BUEN GOBIERNO ESCRITA POR DON FELIPE HUAMAN POMA DE AYALA  1614

Publicado: 2025-01-17
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EDITORIAL . 

La medicina tradicional se fundamenta en la antropología médica, una subdisciplina de la antropología social que, desde finales del siglo XIX, ha evolucionado para reconocer que la salud, la enfermedad y la atención no son fenómenos universales ni biológicamente neutrales, sino construcciones culturales profundamente arraigadas en creencias, símbolos y prácticas sociales. Esta perspectiva entiende la salud como un espacio simbólico donde convergen lenguaje, emociones, representaciones colectivas y comportamientos, todos mediados por la cultura. Dentro de este marco, destacan dos enfoques: la etnomedicina, que estudia sistemas médicos no occidentales —especialmente con componentes mágico-religiosos—, y la antropología médica interpretativa, impulsada por Arthur Kleinman, que enfatiza que la enfermedad es una experiencia cultural interpretada y compartida entre pacientes y sanadores. Un sistema médico, según esta visión, integra saberes, técnicas (como el uso de plantas o rituales), actores especializados (curanderos, parteras, hierberos, etc.) y un contexto cultural específico. La medicina tradicional, en este sentido, es un sistema coherente basado en la cosmovisión de cada pueblo, que busca restablecer el equilibrio entre lo físico, lo social y lo espiritual. En los Andes, por ejemplo, el curanderismo quechua se expresa mediante rituales y ofrendas a fuerzas de la naturaleza divinizadas, como los Apus o la Pachamama, y se lleva a cabo en espacios específicos de venta de insumos rituales que funcionan como nodos culturales donde se articulan saberes, objetos y actores sociales. Estudios empíricos en América Latina y, en particular, en el Perú, confirman la vigencia de estas prácticas. Investigaciones en regiones como Arequipa, Huancavelica, Puno y Cusco muestran que la medicina tradicional sigue siendo una alternativa principal de atención en salud, tanto en zonas rurales como urbanas. Su persistencia se explica por su accesibilidad económica y geográfica, su coherencia con la identidad cultural y, en muchos casos, por la discriminación percibida en el sistema biomédico. Aunque existe una coexistencia entre medicina tradicional y occidental, los avances en políticas interculturales en salud son limitados y desiguales.

 Manuel Montoya Lizárraga MD ID TM

 Editor