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Entrevista a Martín Agudelo Ramírez
Revista
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Magíster en Derecho Procesal por la Universidad de Medellín. Doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia
Bolivariana y Doctor en Derechos Humanos por la Universidad de Salamanca. Profesor universitario
en las áreas de Derechos Humanos, Derecho Procesal y Filosofía del Derecho. Magistrado del Tribunal Su-
perior de Medellín y Director de Cine, destacando entre sus producciones «Tríptico de una dama extraviada»,
«Samuel: un guardián ante el espejo», y su más reciente largometraje: «Sara, la fuerza del mar».
Imagen cinematográfica de los Imagen cinematográfica de los
magistrados como modelos deónticosmagistrados como modelos deónticos
Entrevista a Martín Agudelo RamírezEntrevista a Martín Agudelo Ramírez[[**]]
Revista de Derecho YACHAQ N.° 13
Centro de Investigación de los Estudiantes de Derecho (CIED)
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
ISSN: 2707-1197 (en linea)
ISSN: 1817-597X (impresa)
Fecha de recepción: 23/10/2021
Fecha de aceptación: 23/01/2022
[pp. 301-305]
En sus argumentos de cción, ¿Qué imagen
representa el cine respecto de la realidad?
El cine es un espejo excepcional de la rea-
lidad, un espacio que, como lo señala Žižek, a
partir del film Matrix, hace que se contemple
«la realidad que hay en la misma ilusión». Son
las «las ficciones», como lo señala el pensa-
dor esloveno, las que permiten «estructurar
nuestra realidad». El mundo de hoy necesi-
ta del cine para entender mejor la vida; si se
quiere comprender mejor los límites, miedos
y esperanzas presentes en las personas, la
ficción posibilita que el espectador se desnu-
de y emprenda un viaje especial por infinitos
mundos atravesados por múltiples hendijas
presentes en las relaciones humanas.
El cine es un arte envolvente. En Cine-
ma Paradiso, Alfredo, el operador de la sala
de cine del pueblo le dice al niño que «la vida
no es como las películas, es más dura y di-
fícil»; no obstante, los argumentos de ficción
se sirven de los materiales de la vida para que
el cine pueda inventarse a sí mismo y pueda
estremecernos; captamos la realidad y con un
proceso hermenéutico exponemos múltiples
miradas sobre la vida; hay una tarea construc-
tiva sobre la realidad captada desde el «arte
de las apariencias».
Se trata de abordar una ficción que termi-
na siendo más real que la propia realidad. De
esta forma, la ficción se sitúa en un nivel subli-
me; no es la mera realidad cruda, sino realidad
transformada por la conciencia y el sentimien-
to. Algo mágico se abre paso a través de un
arte envolvente que ha llegado para quedarse
definitivamente en nuestras vidas.
Pese a las crisis provocadas desde las
culturas mediáticas y a los riesgos propios de
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la superficialidad reinante en las sociedades
contemporáneas, vale la pena arriesgar, arro-
jándonos hacia el séptimo arte, y desde allí cre-
cer con ayuda de los procesos interpretativos
sobre captación y construcción de sentido de la
realidad. Como lo señala el pensador argentino
Feinmann, «pase lo que pase, y aun si lo que
pasa es peor, siempre nos quedará el cine».
De acuerdo a las películas que vio a lo
largo de su carrera y su vida, ¿Podría des-
cribirnos las principales características
que tiene un juez en el cine? ¿Estas pelí-
culas contribuyeron en su formación ética
como magistrado?
El cine judicial es bastante teatral y el uni-
verso físico que lo alberga ha captado durante
varios años mi atención. Cada juicio permite
abrir el telón para poner en evidencia la vida
humana. Las pasiones humanas se desatan y
unas reglas, ya sean legales o jurisprudencia-
les, son evocadas para tratar de resolver dile-
mas y conflictos humanos. En medio de ellos,
hay un hombre, un tercero ajeno llamado a
decidir. Ese es el juez, un ser que en el cine
ha sido mostrado en dos direcciones: en unos
casos como un árbitro imparcial y otros como
un sujeto juez autoritario, interventor constan-
te durante el desarrollo del proceso, e incluso
como un sujeto parcial.
El primer tipo de juez es el que participa
en un estrado como un tercero que escucha
a las partes del litigio y luego lo resuelve con
apoyo en los argumentos que estas presentan
y en las pruebas que se le allegan. En esta di-
rección encontramos un árbitro que tiene bási-
camente un papel de receptor en la etapa de
instrucción y alegaciones; el juez solo adquie-
re un papel protagónico a la hora de fallar, ya
sea que esté o no acompañado de jurado. La
mayoría de películas en esta línea nos vienen
de Europa y Norteamérica; hay poco en el cine
latinoamericano en esta primera perspectiva.
Encuentro en esas películas demasiadas au-
sencias del juez tropos o director que quere-
mos y deseamos en nuestras comunidades,
comprometidos con fines, como los del Estado
social de derecho. Eso es lo que encuentro,
en principio, en ese tipo de cine; si bien pue-
de mostrarnos a un buen juez, sin tachas en lo
moral, que hace respetar su independencia e
imparcialidad, no interviene activamente en la
relación procesal; no revela poderes de direc-
ción técnica y material para asegurar fines pú-
blicos que deben estar presentes en el proce-
so. Películas en este sentido, en los procesos
dispositivos y adversariales, por regla general,
dan mayor protagonismo a las partes y a sus
apoderados.
Aunque la decisión judicial sea la correc-
ta, en ese tipo de juez hallamos a un árbitro, no
propiamente a un funcionario comprometido
con la igualdad material de las partes, más allá
de la mera igualdad formal. Eso es lo que nos
ha entregado tradicionalmente el cine. Puede
ser que el juez acierte en la decisión, pero es la
parte la que finalmente direcciona hacia dónde
debe inclinarse la demanda. Como ejemplos
puedo recomendar estas películas: Larry Flint,
The wrong man, Inherit the Wind, Philadelphia,
The Veredict, The Rainmaker y Erin Brockovich.
En cuanto al segundo tipo de funcionarios
judiciales, el cine nos ha ilustrado sobre sujetos
autoritarios y parciales, insertos en un aparato
burocrático, muchos de ellos con prácticas co-
rruptas. Por ejemplo, en Midnight Express el de-
recho al debido proceso de Billy Halles se niega
íntegramente. Se advierten jueces desprovistos
de independencia e imparcialidad, y dispuestos
a sacrificar el derecho de defensa o contradic-
ción de los reos. Otro ejemplo para destacar es
la película J’accuse de Roman Polanski del año
2019, en la que se enseña cómo la decisión ju-
dicial es el resultado de políticas mezquinas que
revelan un entramado de corrupción.
Cuando seguimos en El Secreto de sus
ojos los pasos de Benjamín Espósito, un em-
pleado de un juzgado penal que durante varios
años percibió que el sistema judicial se venía
desmoronando y sin capacidad suficiente para
resolver los conflictos humanos. Espósito quie-
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re escribir sobre un pasado en el que la justi-
cia institucional está cooptada por el poder; la
justicia por mano propia se impone. Películas
como la de Campanella ayudan a confrontar
la cruda realidad con el plano de lo ideal, con
nuestros sueños y anhelos sobre lo que debe
ser, a partir del estremecimiento que nos pro-
duce saber de la vida de un hombre malograda
a causa de una justicia desquiciada.
La película The Judge, dirigida por David
Dobkin, nos plantea un desafío enorme sobre
la misión del juzgador. Un juez es puesto en el
banquillo de los acusados; se trata de un hom-
bre forjado en la tradición de las reglas y que
ahora esas mismas normas serán la base para
que él también sea juzgado. La aplicación de
ley (o jurisprudencia) que es la tarea básica de
los jueces no significa decisión justa y conforme
con la verdad; ahora el turno de ser juzgado le
toca a quien otrora fue el aplicador del derecho.
Las anteriores miradas sobre el juez me
han inquietado bastante. En los últimos años
he pretendido realizar obras audiovisuales que
expresan varios de esos dilemas que he tenido
durante el ejercicio de mi profesión como juez.
Sé que el juez es la figura central del derecho
como bien lo explica el maestro italiano Fran-
cesco Carnelutti. No obstante, en los últimos
años estamos pasando en distintos lugares del
Orbe por momentos difíciles debido a diferen-
tes motivos: morosidad, ausencias de institu-
cionalidad en varios lugares, corrupción, fallas
en la independencia e imparcialidad, etc. En-
cuestas, estadísticas, reportajes van dejando
huella de la pérdida de credibilidad en la jus-
ticia. Hay que actuar: no solo los jueces, tam-
bién todas las personas que participen en el
escenario judicial.
Vale preguntar: ¿cuándo el juez hace lo
que es debido? Este ha sido el impulso fun-
damental para contar historias y poderlas di-
[1]
Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=tzYaVOXqD9E
[2]
Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=kuPjoxS2M6Q&t=8s
rigir. Con ellas trato de aportar a la institución
a la que he prestado servicio por tantos años
y, también, socializar con muchos el material
que he creado para cuestionar y generar más
conciencia de nuestro hacer. «Punto 8 Audio-
visual» y el realizador Andrés Ricaurte me han
ayudado en este caminar; el solo material au-
diovisual sirve como recurso pedagógico.
Una pasión me ha permitido trabajar
como realizador audiovisual, labor a la que de-
dico mis tiempos libres, ya que mi oficio central
es el de ser juez. Tres de mis obras de ficción
se vinculan con la justicia y el juez: Tríptico de
una dama extraviada[1], Un guardián ante el es-
pejo[2], y próximamente se estrenará mi pelícu-
la Sara, la fuerza del mar. Los invito a que las
vean, las estudien, cometen y critiquen. Todas
ellas tienen en común al juez como el persona-
je central del conflicto.
Bajo inuencia del cine comercial, para el
ciudadano común ¿El juez norteamerica-
no es un paradigma ético y moral del juez
latinoamericano? ¿Hasta qué punto nos
sirve el cine norteamericano para hablar
de modelos de juez?
Los principales referentes fílmicos que
encontramos, como ya lo expresé, aún en lo
moral, son los norteamericanos y europeos;
pero, son los primeros los que de forma pre-
ferente han sido presentados como paradig-
máticos, sobre todo en nuestros países. Lo
entendemos por la cantidad de películas que se
hacen en Estados Unidos. Pero es importante
que entendamos las estructuras judiciales y las
dinámicas propias de los procesos, en muchos
aspectos, significativas, a lo que se suma las dis-
tancias que se presentan sobre las normas de
derecho sustantivo a aplicar. Es por estos mo-
tivos que es imprescindible que en Iberoamé-
rica hagamos más películas sobre cine judicial
y que respondan a nuestros propios contextos.
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Sé que hay trabajos importantes para destacar,
pero hay mucho por hacer. Faltan películas en
las que se presente al buen juez, a un ser que
sea un referente de sujeto virtuoso.
En la película «el juicio de los 7 de Chica-
go[3] «, se observa una clara parcialidad
del juez a cargo (Julius Homan) a favor
del Estado. En este sentido, ¿cree usted
que el contexto político inuye en la deci-
sión de un magistrado y este factor pueda
superar los juicios y formación moral del
mismo? ¿Observó algún acontecimiento
así en su carrera?
, comparto la afirmación que se hace
antes de la cuestión. Una de las amenazas
más peligrosas para asegurar la independen-
cia e imparcialidad judicial, ambos principios y
garantías básicas de la jurisdicción, es la politi-
zación de la justicia. La película The Trial of the
Chicago 7 es una muestra clara sobre justicia
condicionada por la política de turno; hay justi-
cia en riesgo por los intereses del poder. El juez
Julius Hoffman no tenía garantías suficientes;
siendo en el debido proceso está en grave ries-
go y sus contenidos terminan solo promesas
de existencia de un debate procesal limpio y
que en su desarrollo se va desdibujando.
En mi carrera como juez, uno de mis prin-
cipales retos ha sido el de hacer que mis ac-
ciones, en el día a día, contribuyan a que la co-
munidad crea en el proceso judicial; es este un
verdadero instrumento de civilidad y de cons-
trucción de una sociedad decente, dispositivo
efectivo para la superación de la violencia. Pero
requerimos de un compromiso cada vez mayor
por las libertades fundamentales; son ellas, an-
tes que la letra menuda de la ley, las que le van
a permitir a la justicia como institución recupe-
rar buena parte de la credibilidad que ha perdi-
do, en especial en los países de Iberoamérica.
[3]
Disponible en:
https://www.netflix.com/pe/title/81043755
¿Qué películas nos recomendaría en rela-
ción al tema? ¿Por qué?
Hay una película argentina que me hace
pensar mucho en la labor del juez, así la re-
flexión se haga por fuera del estrado judicial.
Me refiero a Tesis sobre un homicidio; se las re-
comiendo. Un profesor y un estudiante discu-
ten sobre la relación entre el juez y la ley; en el
filme se plantea el inconveniente de creer que
lo legal es lo justo; la película nos hace pensar
en la ley como expresión del poder y en los
inconvenientes de concebir al juez como un
mero aplicador de la ley. La película cuestiona
la idea de creer que en los procesos judiciales
se diga que «son los detalles los que terminan
por inclinar la balanza». Esto no puede ser re-
gla absoluta para el juez, no puede serlo por-
que los límites propios de la condición humana
y las obsesiones pueden dejar sin piso premi-
sas como estas.
Una segunda película que les recomien-
do es La estrategia del caracol. El filme colom-
biano muestra la tragedia de la distancia que
se da entre la dignidad como valor y la justicia
como institución; un juez parcial hace que la
comunidad deje de creer en las soluciones que
frente a los conflictos se ofrecen en los despa-
chos judiciales. La confianza en los procesos
se pierde; aunque hay un mensaje de esperan-
za que nos brinda Jacinto, uno de los prota-
gonistas de la película: resulta más importante
creer en los hombres.
Finalmente, recomiendo The Trial, El Pro-
ceso, de Orson Wells, es una obra clara para
comprender sobre cómo un proceso judicial
puede convertirse en una pesadilla, en un ins-
trumento de negación de libertades por culpa
de un mundo burocrático y corrupto, atrapado
en medio del papel acumulado de trámites ab-
surdos y dilatados; es el drama del justiciable
en medio de una sociedad indiferente. No hay
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posibilidad para la justicia en unos tribunales
que son meros aplicadores de leyes. En el fil-
me se muestra que un sistema judicial corrupto
y cooptado por el poder termina por sacrificar
a los justiciables, víctimas que caen bajo el se-
ñorío de una justicia enrarecida y ciega, que
excluye la realidad individual. El mundo ofici-
nesco de hombres corrientes se impone. Todo
está perdido en un «universo» que «ha sido
condenado a la locura».
Muchas gracias.