185
Samuel, un juez penitente al servicio de Mestófeles, Iustitia y Verité
Revista
YACHAQ
•
N
.º
12
El retrato psicológico de Samuel está
siendo cazado por la realidad cultural, que,
en muchas ocasiones, tal como lo hicieron
los presocráticos y los platónicos, ha trata-
do de recrear el orden cósmico a partir de
un ejercicio de mímesis, imitación. Lo que
observaron los distintos filósofos y pensado-
res del derecho fue que en el cosmos cada
astro ocupa su lugar, y al hacerlo desarro-
lla una función específica para que todo se
mantenga en un perfecto equilibrio. Es por
lo anterior que se observó, en el desarrollo
de las funciones sociales desde los defenso-
res griegos hasta los abogados contempo-
ráneos, que los letrados llevan a cabo una
función que les ha sido asignada y que na-
die más desempeña dentro de las diferentes
civilizaciones. Precisamente por ello debían
tener una serie de deberes que los hiciera
comportarse de manera virtuosa de cara a
los conocimientos, al lenguaje y las habili-
dades que adquieren en el transcurso de sus
estudios y de su vida profesional.
¿Cuál es el rol de los letrados en de-
recho dentro de una sociedad? Repartir. El
abogado y el magistrado reparten bienes y
servicios mediante un ejercicio de justicia
distributiva y justicia correctiva, tal como lo
anota Aristóteles (siglo IV a. C., 2014), en su
libro Ética para Nicómaco.
El texto de este ensayo no tiene por ob-
jeto ahondar en la definición de justicia para
Aristóteles y para distintos filósofos del dere-
cho, pero busca dar cuenta de que el griego
logró percibir que los letrados debían tener
unas pautas de conducta. Pautas que en-
cuentran su razón de ser en que la justicia
es la más grande de las virtudes. El letrado,
entonces, es el hombre que más feliz puede
hacer a su polis, a su urbe o a su patria. Una
virtud es un buen hábito que sirve para elegir
lo que es excelente o lo que haría el hombre
prudente en cada caso concreto de acuerdo
con el justo medio. Aristóteles, como afirma
Bazán (2010), quería dar cuenta de que «(…)
este hábito sólo se aprende mediante la prác-
tica, lo que equivale a afirmar que se aprende a
ser justo, practicando la justicia, siendo justo».
El letrado jamás está incrustado por sí
mismo y en absoluta soledad dentro de la rea-
lidad social. La justicia «(…) no es una virtud
absoluta y puramente individual; es relativa a
un tercero, y esto es lo que hace que las más
veces se la tenga por la más importante de las
virtudes» (Bazán, 2010). Hay deberes impues-
tos a los jueces y abogados porque el hombre
es un ser voluble, sometido a sus pasiones y
a sus intereses ¿Cómo confiar la tarea de dis-
tribuir en justicia a la conciencia de hombres
que puede usar su conocimiento cual sofistas
para su propio beneficio? No, no es posible. El
hombre inventó reglas del deber ser hipotéti-
cas para regular «la existencia en coexistencia»
(Solano, 2018), y el abogado no está exento de
cumplir dicha serie de reglas y pautas propias
de la profesión por el hecho de ser quien com-
parte techo, mesa y lecho con ellas.
Samuel, por consiguiente, debería ser el
hombre más feliz en toda la faz del mundo.
Pero sucede todo lo contrario. Samuel es un
juez penitente al más puro estilo de La Caída
de Albert Camus (1956/2013): «Todos somos
casos excepcionales. ¡Todos queremos apelar
a algo! Cada cual pretende ser inocente a toda
costa, aunque para ello sea menester acusar al
género humano y al cielo» (p. 24).
Entre aquellos que acusaron al género
humano y al cielo se encuentra el homónimo
del juez penitente de Un guardián ante el espe-
jo, Samuel, profeta y último juez de Israel. Ya
que este fue juez, sacerdote, guardián y ungió
a Saúl y David como Reyes de Israel, algunos
exegetas bíblicos han encumbrado su vida
como una de las más importantes y relevantes
del Antiguo Testamento. Es importante traer a
colación al Samuel bíblico para hacer un pe-
queño y minucioso paralelo entre ambos jue-
ces. La Biblia Hebraica ha descrito a los jueces
como israelíes de gran sabiduría y pericia que
desempeñaba tres tipos de funciones: en pri-
mer lugar, hacían de gobernador, en segundo