● Good morning your honor –expresé para empezar, cuando me dieron el uso de la palabra.
● Por favor, tenga el placer de expresarse en castellano en este recinto de justicia ¿O requiere de
asistencia de un intérprete? Es su derecho –dijo el señor octogenario que había llenado la silla
del trono de la Sala, alguien al parecer con más ego que el demandante.
● Excuse me, deme por feivour unous segundous –sacando mi celular del bolsillo, le indique al
mismo– translate to spanish in real time, respondiéndome el aparato “ok” al instante.
● Now, ahora, probando… much better –intente empezar otra vez, siendo la voz emitida por mi
celular– Buenos días, su señoría, hoy hemos venido hasta aquí para reflejar la importancia que
tenemos sobre este tipo de asuntos…
Continué con el discurso por cerca de media hora, siempre pensando en las oficinas en
California, en mi esposa e hijos, que por descuido de un abogado, tuve que dejar por unos días y venir
al Perú. Quizás lo único que valió la pena de presentarme aquí fue que me invitaron a palacio de
gobierno para una condecoración, me nombraron ciudadano notable de la ciudad, instalé un par de
antenas de Internet cerca a Lima para un par de colegios públicos y, finalmente, probé esa cosa tan
deliciosa llamada ceviche. Pensaba también, menos mal que para esta hora ya se ha pasado el efecto
de los pisco sour de ayer. So good. Bueno, con este calor, sudas hasta lo que comiste cuando tenías
cinco años, es inevitable.
● … Y es por eso que, su señoría, cada solicitud es atendida de forma personalizada y está
justificada en aras de proteger intereses de toda la comunidad –iba concluyendo– y espero que
mi presencia aquí, ante usted, el demandante y toda esta distinguida gente notable de vuestro
país, haga eco de la relevancia que le damos a todos y cada uno de ustedes como usuarios del
servicio que provee mi compañía.
Entonces, el demandante empezó a aplaudir.
● Señor Mejía, ¿Quiere usted una multa por faltar el respeto a este Juzgado? –le increpó el Juez.
● No, señor Magistrado, pero esa declaración ha sido propia de un gerente o, por ser pura mentira,
de un político –expresó exaltadamente el demandante, quien estaba ya de pie moviendo la mano
como si condujera una orquesta– pero el punto es que nada de lo hoy dicho, le quita la
obligación a este extranjero de tener que pagarme los 300 mil dólares por daños al vulnerar mi
libertad de expresión.
● What the hell is he talking about? –me sorprendí– so sorry –le di un golpe a mi teléfono y
repetí– ¿De qué está hablando este señor?
● En teoría, el Señor Mejía tiene razón –volteó y me dirigió la palabra el Juez– se ha presentado
evidencia suficiente que demuestra que su empresa no sólo borró lo que el demandante dijo,
sino que su cuenta fue bloqueada por treinta (30) días, impidiéndole trabajar y comunicarse
con su familia y amistades.
● Pero, mister Judge, se infringieron las normas comunitarias –atine a decirle– el trato hacia cada
usuario es igual, lo que dijo y el momento en que lo dijo fue muy grave, fue un fake news, una
mentira, un bulo.
Revista YACHAQ Nº 15
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Javier André Murillo Chávez