Clausewitz: La guerra en esencia y la intensidad de la política
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Revista
YACHAQ
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más, asimismo, en la consecución de ciertos
objetivos políticos es que el objetivo militar en-
cuentra su mayor motivante, pues una guerra
desprovista de un interés político potente no es
más que una demostración de fuerza.
Puede armarse que acorde a lo visto en
«De la Guerra», la política es fundamentalmen-
te conicto, y que las vías de resolución de este
pueden ser muchas, siendo la guerra una de
más. Sin embargo, la particularidad de la gue-
rra reside en que emplea la estrategia —es de-
cir los combates— para la consecución de sus
objetivos, incorporando a la inteligencia política
todo lo que es propio a la aplicación de la fuer-
za, como lo es ciertas apreciaciones tácticas
sobre el terreno, los elementos del ejército y
así; igualmente, al pasar todos estos intereses
al plano militar, Clausewitz ha sido más que bri-
llante en advertir que la guerra también posee
sus propias características, y que es preciso
conocerlas si es que se aspira a utilizarla como
un medio de la política. En consecuencia, un
comandante militar en un campo de batalla es,
por momentos, también un jefe de Estado.
¿Es entonces justo armar que Clausewitz
fue alguien que demostró la inutilidad de la di-
plomacia? Para nada. Al contrario, si la política
es un conicto de intereses que potencialmente
puede escalar a una guerra, lo regular parece
ser siempre la diplomacia, siendo la antesala a
cualquier conicto intenso que implique la fuer-
za, y, por lo tanto, el verdadero estadío al que
debería aspirarse a tramitar pacícamente los
conictos entre unidades políticas. La guerra
real es cruenta y dolorosa, el miedo que causa,
así como su destrucción, es en sí misma causa
de disuasión, cosa que no debería pasarse por
alto aun cuando se sostenga que el núcleo de
la teoría de Clausewitz es la tendencia inheren-
te a escalar la guerra a los extremos con el n
de liquidarla pronto (Kaldor, 2010).
Las alianzas son en sí mismas un tipo de
conicto, se agrupan con el n de proteger in-
tereses en común con la potencial defensa de
estos a través de, incluso, el uso de la fuerza.
Así las cosas, no habría que ir muy lejos para
comprender que, tras cualquier intención hos-
til, se debe sopesar cuál es el orden actual de
las cosas, dado que este tiende constantemen-
te hacia un equilibrio explicado por el deseo e
intensión de los Estado por mantener las cosas
en un estado de orden relativamente pacíco.
Como indica Clausewitz:
Si no fuera por ese esfuerzo común en pro
del mantenimiento del status quo, nunca hu-
biera sido posible que varios Estados civili-
zados coexistieran pacícamente a lo largo
de un periodo de tiempo; habrían acabado
fusionándose en único Estado. El hecho de
que Europa, tal y como la conocemos, haya
existido durante más de mil años, solo pue-
de explicarse por la acción de estos intere-
ses generales. (Clausewitz, 2010, p. 309)
La guerra no ha dejado de ser un recurso
de ciertas circunstancias, una herramienta útil
para ciertos momentos, un belicismo inconteni-
ble no parece nada plausible en el orden prác-
tico de las cosas, así como de igual manera un
pacismo cándido y antimilitarista no deja de
ser cierto ensueño utópico. El equilibrio entre
estados se mantiene a través del miedo mutuo
y del cálculo de la potencial destrucción que
acarrea el combate, la guerra, propiamente ha-
blando, no existe si el que recibe las acciones
hostiles no se deende, dado que, si el ata-
cante no encuentra resistencia, propiamente
no hubo colisión ni de fuerzas ni de combate.
De manera que la preparación para la guerra
cobra actualidad inmediata en cuanto se com-
prende que el orden depende muchas veces
tanto de un interés por mantener el mismo,
como por el miedo a la guerra. Por paradójico
que parezca, mientras exista política, la guerra
es una posibilidad real, y mientras así sea, la
guerra misma y la preparación para esta, opera
como un elemento de disuasión, en este senti-
do, Clausewitz es un claro ejemplo de adherir-
se a la idea de equilibrio de poderes a nivel de
la relaciones internacionales.