El Antoniano
130 /
junio
2015
60
ECONOMÍA
BIDIMENSIONAL
DOS
PARADIGMA S
DE META ECONOMÍ A COMPARADOS:
E L
ANDINO TRADICIONA L
Y E L
CR
ISTIANO MEDI E
VAL
Jua n va n
Kess e
l
1
RESUMEN
La
místic a cristian a medie val
y
l a
correspondiente
Ec onomí a
de
la Salud
son
comparada s
con
la
cosmovis ión
(o
Pac h a viv e ncia )
andina y
la
correspondiente
econ omí a
de
crianza .
Se
demuestra
la afinida d
del
paradigm a
cristiano
medieva l
de
la E c onomí a Sa cramenta l
de
l a
Salud
— ESS ,
y del
paradig ma
andino de
la E conom ía
de
Crianz a
de
l a Vid a
ECV.
1. Hipótesis
l.
Se reconoce una
estructura
similar
(entre
la teología
y
la mís tica
cristiana
mediev al,
por un
lado,
y
la mitología
y
la
Pach avivencia andina
contemporánea por
otro) cuando hacemos un
aná
lisis
comparati vo
entre:
La
fe en el Corpus
Christi Mysticum
que
es
la m atriz
de
la Econoa
Sacramental
de
la Salud ESS,
y
La
fe en
la Pachama m a
que es
la matriz
de
la Economía
de
Crianza
de
la Vi d a
EC
V
.
2.
Esto
es
válido
tanto por el concepto de
la economía global
(como mega–sistema
único),
como
también
por el esfuerzo
indivi dual
del
cristi ano
en su
vida ética
y
litúrgica
con que crea su
acti vidad
económica
concreta
de
producción
y consumo, de
valores materiales
y espirituales.
3.
La Economía Sacr amental
de
la Sal ud
se
orienta
a su
Valor Supremo:
‘la
Salud’,
llama da también: Plenitud
de
Gr acia, la
Glori a, la Vida Ete rna, la pleni tud
de vida
divina infundi da, Visio beatific a,
Beatitudo,
Visión be afica, Dios,
etc.
4.
La Sal ud:
como punto
f
inal
del proceso
persona
l
del
cristiano
y como punto
f
inal
del
proceso
colectivo
en
Jesucri sto,
proyectado
escatológicamen te
en el Retorno de Cristo,
el
juicio
fin a
l
y
‘la
Nueva
Creaci ón
Espi r
itual’
(o:
‘el
Nuevo
Jerusalén
que
baja
del Cielo’).
5.
La Economía
de
Crianza
de
la Vi da
se
orienta
a su
val or ximo:
‘la Vida’
(
pero:
vida
de
la Pachama ma
como
mega
organismo,
que emerge y aparece en
cada
ser
viviente:
sea de
la ‘comuni dad’
d
e
los
wak’a s,
sea de
la sall qa
o mundo
silv estre,
sea de
l
a
comunidad humana,
los runa).
2. Introducción: Meta–economía
Anteri orment e
hemos
explica do
2
que el
objeti vo
de
la activid ad económic a
del
andi no
es
la crian za
de
la vid a
como
pro ducció n
de supremo
valo r,
un valor
bidimensi ona l
que es
ma teria l
y
espi ritua l
a
la
vez. Su
sistem a tecnológic o tambié n
es
empírico simbólico ,
basado en una
tecnologí a empíric a sui generi s
y en
continuo s rituale s
de
producció n
para
la
Pachama ma. Señ alamo s
que el concepto
andin o
de economía es un concepto
bidimensi onal ,
y en lo que
sigu e
lo
analiz amo s
en
continu a compar ación
con
el concepto occidental.
Explic aremo s
que en
la co smovi sió n
y
la
teolo a cristi ana medie val nació
el
pens amient o
europeo de
la
economía
1
Soci ólog o
de
l
Desarroll o
por
Institu t
des
Haute s Etude s
de
l'Amériqu e latin e
(IHEAL ) París .
Doctor en
Sociologí a
por
la
Universida d Católi ca
de
Holand a (1980).
Docente en
Soci ologí a
del
De sarroll o y Antropol oa Andin a
en
la Uni versida d
de
Antofaga sta
e
Iquiqu e Chile .
Docente en
la Universida d Libr e
de
Amsterda m
—Holanda.
2
En: Van Kesse l, Jua n y Cutip a, Jua n
de
Dio s (1994) . Cria r la Vida : Agronomí a andina . Santiago :
Vivarium.
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Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
como
sistem a
de
generaci ón
y
di s
tribución
de
Vid a Divin a: la ‘Ec onomí a Sa
cramen t
al
de
la Salud . Lo an alizam os
con
Schillebeeck x
y lo
com paramos
con el
concepto
andin o
de
la
econoa como
Cria nza
de
la
Vid a
.
Finalmente
se nos
explica
que en
la
economía política colo nial
del Cuzco
sobre vivió
el
pensamie nto cristiano
medieval
(Burns)
y que en el
pensamiento
económico
del runa quedó
viva la
conciencia
Pacha
céntrica
de su
identid ad
(su
‘conciencia
natura
l’,
Esterm ann).
El
enfoque
de nuestro tema pide una
refle xión
prev
ia
sobre
la meta economía
y
los
presupuestos
metafí sicos (mitol ógicos, teológico s)
del
cambia nte
concepto de ‘economía’.
Es nece sari o introd ucir
desde
un
princi pio
y tomar en cuenta este término
(met aeconomí a),
para entender el
concepto
tradiciona l an dino
de economía:
ya que para el
andino , la
economía no es
una
activ ida d
autónoma,
separad a
e
indepen diente
de otras actividades,
no
económic as,
como el
juego , la religi ón,
la
fie sta ,
el deporte o
la política .
Economía
y
tecnolo a producti va
son para el andino:
la Cri anz a
de
la Vi d a
y el Saber
cri arla .
Por
eso
abarc a
l
a
vid a
en todas sus formas,
dimensi ones
y
as pectos : la vi da
del runa,
de
la sall q a
y de los wak’as.
Lo
que
llamamos
“economí a
tiene, en el
mundo
and ino, sus raí ces,
su razón y su
sentido
final (digam os:
su filos ofía’)
f
uera
del
área
espe fica
de
la economía
y
fuera
de las
leyes supue stamente ‘autónomas’
del
mercado, de
la oferta
y demanda, de los
recursos y
l
a
prod uctividad. Su
razón está
e
n
los valores
y normas de un
niv e
l
más
allá
de
la economí a:
el
ni vel
de
la met aeconomía
y
la mitologí a. La idea
de una economía
autónoma
sería impo sible, insana
y
fue ra
de
luga r, se ría ‘ex –céntric a’, se gún J.
Estermann.
Agrega
que
‘el indi viduo concebi do
como ser
particular
y autónomo es para el
pensamiento andino algo sin
lugar
(utópico), sin fun damento (an árquic o)
y sin
centro
ni
corazón
(excéntrico)’. En
su
ensayo
titul ado: Elementos
para
la
reivin dicación
del
pensamiento
colonizado”
este autor
señala
unos
principios
del
pensamiento andino originario
que dan
soporte a
la tesis
de
la
conciencia
meta
económica
del
andino
cuando
considera
su
acti vidad económica
como
crian za
de
la vid a.
Son
los princi pios
de
(1) la
relacio nalid ad
de
todo ser y todo acontecer;
(2) la Pacha
—el
unive rso,
el cosmos—
como
sistema ético;
y
(3) la conciencia
natu ral
del hombre andino
3
.
En
el concepto del
andi no, la
‘economía’,
lejos
de ser un saber autónomo y encerrado
en
mi smo,
está
inserta da
en su
cosmov
isión
(más bien:
en su
Pacha –
viven cia). La Pacha
es
e
l
mega –organi smo
global, viv o,
del que todo ser
natura
l
forma
parte y el runa
también.
L
a
acti vidad
económica
es
considerada
‘Crianza de
la
Vi da’
de
aquel meg aorganismo
y de todas
sus
partes, y
estas abarcan
su
fam ilia
y su
casa,
su
chac ra
y su entorno total.
De
ah
í
que su
economía
está normada
por
principios éticos
como
(1) la
complement aried ad, (2) la reci procid ad, (3
)
la
concepción
cíclica
del tiempo y
(4) la
corresponde ncia
y
tran sición
entre
micro
y
macrocosmos. Entre
tanto,
la
economía
moderna,
liber al,
se ha
‘liber ado’
de
la
tutela
metafí sica,
de
la religi ón
y
la ética,
y
se
mueve
en
forma independien te al
compás
de
la
demanda y
oferta
en el mercado.
En
el
mundo
occi dental
moderno,
‘economía’
es
una
ciencia posi tiva
y una actividad
autónoma,
propia
de
la
empresa y del
h
omo
oeconomicu s. Fijémonos bien
en esta
3
Para evita r
un aparente
y mal ubicad o
homenajea una moda
pasa jera ,
no
escribimo s aquí : del
hombre
andin o
y de
la
muje r andina ”
o:
“e l
hombre y
la muje r andino/a , sin o
si
mplemente
“e l
hombre
andin o”
como
tradu cció n
de
j
aque
o runa.
Aqu í val e
una nota de
la antropo visió n andina . Est e
“hombre
andino
es
mach o
y hembra;
masculin o y feminin o. Jaqu e
(o en
quechua : runa)
signifi ca
precisamente :
hombre
y muje r. Jaques a
es:
hacerse jaque ;
hacerse gente,
deveni r
un ser humano
completo) . Trabajar, produci r,
es
concebid o
en el mundo
andin o
como
cria r la vida y
se
refier e al
esfuerz o mancomunad o
de
hombre
y muje r y
éstos
actúa n
en
tinka ,
un concepto
exclisi vament e andin o
que
expres a
una
mutualida d
en
equilibri o
tenso y
rtil.
El Antoniano
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Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
disco rdancia
de
conteni dos
a
l
habl ar
de
“economía”
o de
“tecnología”
cuando
tratamos
de
l
a
rea lidad
andina.
Por otra parte
señalamos
una curiosa
concor dancia
entre
(a)
el
pensamiento,
o
paradigma, andino
a propósito de
la
economía
y
(b)
el
paradigma
eur
opeo
mediev a
l
de
la escolá stica, radicada
en
la
teología
de
San Pablo
y
la filo s
ofía
ari stotélico tomí stica: la cri stología
y
la
esca tología
de
San Pablo
(+10 – 64 DC), el
hilemor fismo
de
Aristóteles
(384 – 322
A
C)
y
la e scolá stica
de Thomas de Aquino
(1224/5 – 1274/5) con su concepto global
La Economí a
de
Crianza
de
la Vid a
se
orienta
a su valor
ximo:
‘l a Vi d a’
(pero:
vid a
de
la
Pachamama
como mega–organismo,
que emerge y aparece
en
cada
ser
viviente :
sea
en
wak’a s, sallq’a s
y runas.
del saber y
la sabi duría
que es
positi vo
y
especul ativo,
materia
l
y
es piritu al, sico
y
metafí sico,
cuerpo y
alma,
como el ser
humano
mismo
y –lo que
deja marca
con
su
jer arquía incluyente
de todos
los
valores,
espi rituales
y
ma teriale s. Este
pensamiento
teológico filosófico
mueve
la vida religio sa
y
ética, cultur al, social
y
económica
de Europa
en
la
época media.
En
ambos
paradig mas,
el
andino
y el
occident almedie val, la economía
y los
elementos
económicos
están ordenados en
una
jerarqu ía única, unive rsal
y
trasc
ende
ntal
de
valores
y normas.
Los
elementos
materiales
son
controlados
y normados por
saberes y
valores
de
mayor categoría;
e
n
última instanci a,
por el concepto
religioso
del
mundo ysu
máximo valo r. Para
el cristiano
mediev a
l
el
ximo val or
es:
‘Dios ,
o
L
a
Vida Eter na
por
alca nzar;
para el
andi no
es
l
a
Vida
de
la Pacha
por
criar
en todo.
En
ambas
culturas,
un tratado sobre
la economía
no
puede
prescin dir
de una introducción
‘meta económica’, llámese
f
ilosófic a
,
metafí sica
o mitológica.
3.
La
economía andina tradicional
Toda
activid ad
del
andino,
sea económica,
soci al, religi osa
o
artí stica,
sea
la
boral,
dom éstica, festiva,
de
crianza
o de
educaci ón,
en su concepto se trata siempre
de
‘Cri ar la Vi d a’. El
valor económico
centra
l
para el
andi no
es
l
a
vida,
y
l
a
vida tal
como el
andi no la experimenta
y
la concibe, la vida
en
todas
sus for mas: vida humana
y
animal,
v i
da
veget ativa
y
es piritu al, la activid ad
de los
muertos y del
clim a,
y aun
la vida
de los
cerros,
las a guas, la tie rra m isma, la vida
del
unive rso mi smo, llamada Mad re
Tierra,
Pachama ma. La vida
es una y
múltiple,
que
aparece en
sus
tres
dominio s: la vida
de los
wak’a s, la vi da
de
l
a
nat ural eza silv estre
(
la
sall qa)
y
la vi da
de
los humanos (incluso
los
difuntos). El ayllu andino,
su
territorialid ad,
es
un
universo vivo
que comprende tres
comunid ades: wak’ a,
sall q’a
y runa.
La
meta
fina l
de
la activid ad económic a
no es
increment ar
o
acumula r capitale s y
poder, sino
cria r una suma q kawsa y (un a vida
dulce,
armo niosa , vigor osa) y
es
criar, vig oriza r
esta
vid a
en buena
armoní a. Signo s del
sumaq
kawsa y son : una crecient e felicid ad,
bienestar,
segu rida d, una armo nía socia l y cósmic a
cada
vez más comple ta y duradera, siend o
éste el
camin o para increment arse el presti gio,
la
fuerza y la sat isfac cn
de
l
os
seres y
comunid ades implicad as.
Economía,
produccn,
signific a la
regener ación del
sumaq
kawsa y
(en
la chacr a, y
de
ah í
en
la
fa
milia
huma na y
en
l
a
comunidad humana) . Es
por
eso que
aparecen
en
el discurs o
tecnogico
andino término s
como:
siembra,
procreación,
gest ación , nacimiento , crianza,
cosecha.
El Antoniano
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Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
3.1.
La
Vida
La vida
es el
valor
supremo para el
andi n
o;
pero todo ser
natu ral ‘vi ve
y tiene
personalidad
como
l
os
humanos:
l
os
seres
de
fauna
y
f l
ora,
y
también las piedras
de
l
campo, el
agua
de
los ríos; los
cerros ylos
fenómenos
climático s, sol, luna
y
estrella s.
L
a
Pachama ma
es
la M adre univ ersal,
l
a
que da
vida
a todos estos seres y
los c ría. E l
runa en
su
chacra
es
‘el partero
de
la nue va vi da
que
allí
nace; es partero y
criador,
a
ejemplo
y
por
encargo
de
l
a
Madre Criadora
universa l
.
Y
el runa
también
se
deja criar
por
ellos
y
por
Ell a. El agricultor
sabe que después de
la
cos echa la Tierra
debe
descansar,
para que
‘la Virgina’
se recupere después de
parir
los
seres que le han de
alime ntar:
‘la
madre
papa’,
l
a
mama oca,
la
mama
quinua,
l
a
mama
sara (la
madre
mz)... Sabe
abonar
l
a
tierra
de su
chacra
y sabe
aliment arla
con sus
ofr endas: la wilanc ha
o el
simple pago
a
la
T
ierr a
’.
Igualmente
hace el pastor
andino
con su
‘chac racon patas ’,
su
ganado,
de
la
que
cos echa la
l
ana,
la
carne,
l
a
grasa... La Vida
es
el
val or último
y
xim o: Vida
compartida,
unive rsal, recibida
como
regalo
por
gozar
y
como tarea por
cria r, comp artir
y transmitir;
la Vida
armoniosa
que se
desa rrolla
en el
diálogo
y el
reg alo gratuito
y
recíproco
entre
humanos y
también
para con
l
os
seres vivos
de
l
a chac ra,
de
l
a naturaleza,
y de
l
a
comunid ad
de
las wak’a s, las di
vin i
dades
andi nas. La Vida
es Una y
univ ersal,
de modo
que
la sabia crian za
de
los cultivos
afecta
posi tivam ente la crianza
de
los hijos,
y el
aborto
afecta
a
l
a
vida
de
la cha cra:
trae
la
gran izada
que
acaba
con
l
os
cu
lt i
vos.
Esto
nos suene
cas
i
como
‘la
comunión
de los
santos
,
recit ada
en el Credo, o
Símbolo
de
los
apóstoles.
E l
respeto por
la Vid a,
su
crian za
con
cariñ o
y
dedicació n
es, en resumen,
la
máxim a
de
la étic a andi na.
De esto se
ocupa el
agric ulto r,
el pastor, el pescador
andi no
y
tambié n la
madre y dueña de
cas a,
el curandero y el
yatir i,
el
rit u
alis t
a
andi no. El
minero, el
albañil ,
el
comercia nte
de
la
f
eria ,
el transportista
andino ,
todos los actores
económico s
del
mundo
andino ,
igu a
l
que
la
madre y dua
de
ca sa
demuestran, en su momento, el
agr adecimiento ,
mediante un pequ
eño
ritua l
de
producción ,
una
pal abra
o
un
gesto
simbólico ,
una
detall ada
ceremonia
andin a
o una
fiest a
que acompa sus
labore s. És tas
son
percibi das
como
‘cria n
za
de
la Vi d a’ ,
una
Vi da comp artid a
entre
todos, una
Vid a recibid a
de
la
Madre
Tierr a
que hace que todos los seres
naturale s
son sus
hijo s
y que entre ellos
son hermanos.
3.2.
La
crianza de la vida
Los
términos y conceptos de
la
economía
andin a
tienen un alcance
meta económic o
y
religios o
porque,
si
bien son
origina rios
del ambiente
biológico ,
están
carga dos
del
s
ignifica d
o
meta económic o
y
religios o
de
la Vid a
que
se
culti va
y
la
sumaq
kawsa y
que se cría.
Con el respeto
a
l
val or religio so
de toda
vid a obser vamo s
que el
cicl o
económico
andi no
es el
resulta do
de tres ciclos
biológico s
que
integr an
el
si s
tema
ecomico
andino . Esto s
tres
ciclo s
son:
1.
El
ciclo ganade ro: gestar, parir, criar
y
beneficia r, llam ado “co secha” (la
economía
pastor
il).
2.
El ciclo clim ático, vegetati vo
y
a
grícol a
:
sembrar, brotar, crecer,
florecer,
echar
semilla
y
cosec har (la economía
agrícola).
3.
El ciclo v ital
humano:
nacer, criarse,
casarse (jaqisiñ a),
generar y
cr iar
hijos,
madura r,
morir para renacer en
la
descen dencia (la economía
doméstica).
El sis tema
económico
andino log ra integr a
r
en un modelo
único las exigenci as y
las
necesidades,
l
as
oportunidades
y
l
as
recip rocida des
que ofrecen estos tres ciclos
biológicos, consider ados
en su conjunto
como una
mi sma vida
que brota de
la
Madre
Tierra,
que es
compartida
por todos y que
se
desarrolla
como un mega–cuerpo
El Antoniano
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64
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
orgánico
en
reci procid ad soli daria
y con un
mismo ritmo
vit a
l.
En
resumen:
El
pensamie nto
económico
andi no
parte de
la alegoría
de
la
vida
biológica. Sus
conceptos
básicos
se han
desarroll ado
como parte de una
cos
movi s
ión
y una
pachaviv encia basadas
en el concepto
de un mundo
vivo
y un
organismo
universal
único,
el mundo como
megaorganismo
o
megacuerpo.
De este modo se
logró
un
sistema
económico
d
e
producción distribución consumo –reproduc
ción
que ha
sido capaz
de
criar,
vigorizar,
asegurar
y
reproducir
‘la
buena
vid a
—sumaq
kawsay
del
andino/ de la andina
y
de su mundo.
E n
el pens amient o
medieval
de
la
meta–economía,
no
solamente
con
pla ta y
oro se
adquiere biene s espirituale s
a
la Ig les ia,
o con ofrendas
precios as
a
los
Santos.
Tamb n
se
pagab a
por
bienes
y servici os
materiales
con recursos.
4.
La
economía
cristiana
medieval
En
lo que
sigue comp aramos
este
concepto
andino
de
la comunión
univer s
al
de
Vida
de
la Pacha
con un concepto
bíblico
de
la com unión uni v
ersa
l
de
Vida
Divina,
defini do
en el
dogma
de
la ‘C omunión
de los
Santos ,
que
fluye
por todo el ‘Cuerpo
Místico’
del que
Cristo
es
la
Cabeza y los
cristia nos
son
los miembros vivos. Esta Vida
Divina
se genera y se
dist ribuye
—en
términos
de
la teología me dieval
y
moderna— en
la ‘Eco noa Sacramen tal
de
la Sal u d (ESS)
en el contexto de
la
‘Histo r
ia
unive rsal
de
la salud’. El cristi ano
que en su
bauti smo recibió
de
Jesucris to
esta
Vida
divin a,
ha de
criarla también,
y en esto
consi ste
su
vida
de cristiano.
Para tal efecto
exponemos el concepto
teológico medie val
de
la ESS, según
Santo
Tomás de
Aquino
y
según
su
alumno,
el
doménico
Eduardo Schillebeeck x:
un
concepto
igualmente
bid
imension a
l
en que
la
dist ribución
de
la Vida Divina
representa el
val or
supremo por
ad quiri r. Si
sabemos
qu
e
con
la seculari zación
de
la cultu ra
occidental
el concepto moderno de
la economía
—sea
cap ital ista,
sea
marxista —
es un concepto
científico, uni dimen sional
y
libera do
de
‘la
tutela met afísic a’,
veremos
también
cómo se
produjo el
divorcio
entre
las
dimensiones
materia
l
y
esp
iritu a
l
en el concepto antiguo
de
la eco nomía
y
cuál
ha
sido
su efecto para
la inte rpret ación
de
Tomás
de
Aquino
que
ofrece Schillebeeckx.
4.1.
La
economía benedictina del ora
et
labora
La mís tica propia
de
la
orden de los
benedictino s, fundada
en el año 529, dio
comienzo
a una
nueva
economía
bidimensi onal, concebida
desde
la
cosmo visión religiosa
de
Euro pa
medieval.
Ora et
labo ra:
en este
lema resumía
San
Beni to, fundador
de esta
primera
orden
religio sa
de
la Iglesia Católica Romana
—la
única
en
los siguientes
500 años—
la
regla
para
sus monas terios. Las centenas
de
convent os
de
bene dictinos, bajo
los
estímulos
de
Ca rlomagno (742(?)
– 814) y
sus sucesores repartidos
a
través
de toda
Europa
durante
los siglos IX al XI I, fueron al
mismo
tiempo
las hacie ndas
modelos que
crearon y
divulgaron la cultura
agrícola
europea
mediev a
l.
El lema
ora et
labo ra
resume el concepto
de
la eco nomía
y
la tecnolo gía
de
la
cristi andad
mediev a
l
y da prueba de una
tecnología bidimensi onal (em pírica
y
simbólic a)
y una
economía
bid
imension a
l:
El Antoniano
130 /
junio
2015
65
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
positiva
(de
la pro ducción
y consumo de
bienes
y
ser vicios),
a
la
vez que
es
piritu a
l
(de
la salud teológic a). El
o
ra
se
refiere
a
la
oración litúrgica
de
los mon jes
con que
estaban
ocupados durante cuatro horas
dia rias,
o más, y a
sus celebracio nes
litú rgicas
aten didas
por
los decenas
de
miles
d
e
inq u
il i
nos
l
aic o
s;
el
...lab ora” abar ca,
aparte
de
las labores agr opecua rias, también
el
traba jo intelectual
y todas
las
industrias
case ras
de
los mon jes
y de
sus inquilino s, la
poblaci ón campe sina
en
gene ral.
L
a
difere ncia
entre el
“ora
...
y el
ritual
andino
de
producción,
está en que
la
oración
litúrg ica alabanza
a
Dios
que
trans f
ormab
a
también las lab ores
en
alaba nza’
elevaba
la tecnolo gía
y
la economía hacia
alturas
espi rituale s;
en
cambio,
el
ritual andino
es un
ritual sac rificial
de
reci procid ad
y
canje
que
mov iliza ba las fuerzas espir itua les
a
fav or
de
la Cr ianza
de
l
a
Vida, V ida
de
la Pacha
y
la
Chacra,
l
a
casa
y
la
f
ami lia.
En
las ciuda des medie vale s
de Europa
encontramos los
gremio s artes anale s
de
car pintero s, alb añiles ,
tejedores y muchos
otros más, que eran organizaciones
rel
ig i
osas ,
a
la
vez que
l
abora l
es.
L
a
protección
celesti a
l
ase gura da
por el culto
religios o
de su Santo
garantiz aba
la
segu rida d
y el buen éxito de sus esfuerzos
labore s. Estimulad os
por
la s
f
iest a
s
patro nale s San José apoya ba
y
guiaba
a los
car pintero s, Sa n Elo y insp irab a
y
protegía
a
los
plate ros
4
xic o
el
pa rticula rism o
en el
pat rocini o profesio nal
es
visibl e
en
W
illiam
Spr atlin g,
celebrado como Santo Patrono
de los
plater os
de
Taxc o.
V
er:
<http://www.conaculta.gob.mx/saladepre
nsa/2004/
18ago /
plate r
ia
.
htm
>
pa rticula rism o
en el
patr ocini o
celesti a
l
del
traba jo originari o
de en
Es paña ,
donde se
cobijab an
los
grupo s labor ales
y
sociale s
en
la s co fradías ,
como se observa en las
cofr adía s sevill ana s
en el
sigl o
X
VI,
prototipo de
las cof ra as
coloniales
americanos.
Todas
las clase s socia les,
en
sus
div erso s oficios , integraba n
l
as
hermandades de
penitencia :
los
Veinticuatr o
y
Jura dos celebrtab an
el Cristo
de
Sa n Agustí n
o del Santo
Crucifijo ;
los
magistr ados
y
letrados
en nuestro Padre
Jesú s
de
la Pasi ón;
los nobles en Nuestra
Sora de
la Concepción , la
de
Regin a
y
la
de
la Antigü a;
los
comercia ntes
en
la
V
eracr
uz;
los negros en el Cristo de
la
Fundación ;
los
estudiante s
en las
Negacione s
y
grim as
de
San
Pedro; los
mulato s
con el
Ecc e
Homo de San
Ildef onso ;
los medidores de
la
Alhóndiga
en
la Ent rad a
en
Jeru salén ;
con el
Cri s
to
de
la E xpir ació n iba n
los
plate ros;
los
toneleros, en Ntra. Señora de
la L uz ;
los
alfar eros
y
marineros acompa ban
a
la
Virge n
de
la Es trella ;
los panaderos se
agrup aban
en torno
al Prendimiento ,
etc...
V
er:>
.
Las pre ciosa s ofre nda s
de
o
ro,
plat a
y
vestuar io
para
e
l
Santo,
f l
ores y
cera,
músic a, bail e
y
comida ,
eran el pago
indis pens abl e
para
asegur arse
de
la
protección y
col aboraci ón
del Patrono
celesti al. Apart e
de los gremios
artesa nales ,
l
os
agr icu ltor es fes teja ban
a
San
Is i
dro,
l
os
ganaderos
a
Sa n M arco ,
l
os
cazadores a San
Egbert o,
los melificadores
a
San Am bros io,
los
transp ortis tas
a San
Cristoba l.
Hasta
l
os
enfermeros y
l
os
militare s
de
las cruz ada s form aba n
ór
denes
religio sos
como los
Templa rios
5
,
y
la
orden
milita r
de
Malt a
6
como
variante s
y
exten siones
del ora et
labor a
de los
Benedictinos . E l
culto a los santos patrones
expresab a
un concepto
espi rituali sta
de
la
economía:
la mism a acti vida d labor al,
la
obra del Santo en
vi da,
era
continuad a
por
sus
agremi ados , as í
lo
creía n
los cristianos
4
En méjic o,
el
Sant o
Patrono de
los joyero s
y
plater os
es
Sa n Felip e
de
Jesús ; ver:
<http://www.oremosjuntos.com/
Santoral L
atin o
/
San F
elipeJesu s
.
htm l
>
5
La
Orden del
Templ e fue
una orden
medieva l
de
carácte r religio so
y
milita r na cida
de
la primer a cruzad a y fundad a
en Jerusalén
en 1118.
En sus ini cios
su
denominaci ón
oficia l fu e
Orden de
los
Pobres
Caballero s
de
Crist o (Paupere s Conmilitone s
Christi);
s
tarde
fueron conocidos
comúnmente como
Caballer os templario s
o
Caballero s
del
Templo
de
Salo món
(Milite s
Templi
Salom onis) , denomina ción surgid a tras instal arse
en el
antigu o templ o
de Salomón.
6
La
Orden de
los Caballer os
del
Hospita l
de
Sa n
J
uan
de
Jerusalén ,
desde 1530
llam ada La
Orden de
Malta” ,
pero
fundad a
en
Palestin a
en el
sigl o XI , fu e
primerouna orden
hospitalari a par a la atenci ón
de
los hospitale s
de
peregrin os
a
Jerusa lén),
pero
tomó pronto
car ácte r milita r
en su
luch a contr a los musulmanes ,
en el marco de
la s
Cruzadas.
El Antoniano
130 /
junio
2015
66
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
E l
culto
religios o patrona l
era fundamental
para
la ac tiv ida d la b oral ,
para el sistema
productivo
y para
la
economía
medieva l
en
general;
y
hast a
hoy
día, la s
f i
estas
patronales
no han
desapare cido
del
mundo
andino
7
. La
promesa, o “manda”
como
pr áctic a reli gios a
popular en los
ps es andi nos
es otra
expresión
de
l
concepto de una economía
bidimensional que perdura desde el
catolicismo
primo rdia l
de
la
coloni a
l
predicado
por los
misione ros españoles
y
q
ue
indud ablement e
fue
acogid o
e
“E l
paradigm a medieva l
se
encuentra
cristalizad o
en
la
Summ a Theol ogic a,
obra
magn a
de
Tomás
de
Aquino.”
interpretado por los
indígena s
conforme su
propia
ritualida d agrari a
y su tecnología
agr aria simbólic a
y
bidimen sional .
Como
un aspecto más en el proceso de
mesti z
aje
y
cholific ació n;
el término es
d
e
Bourricaud
8
,
En
el
pensamiento medieval
de
la
meta
economía,
no
solamente
con
plata
y oro
se
adquiere bienes espirituales
a
la
Igl esia,
o con
ofrendas preciosas
a
l
os
Santos.
También
se
pag aba
por
bienes
y servicios
materi ales
con recursos
espiritu ales.
L
a
hist oria
de
las cruzadas
lo
ilustra
con
abundancia.
1.
En
1096
9
el
Papa
Urbano
II
fue
el
primero en
fin anciar los altísimos costos
de
la
primera Cruzada
y remuneraba
los
esfuerzos
de
sus combatiente spere grinos
con
indulgenci as
10
.
2.
En
1207
11
el
Papa Inocencio
I II
solicitó
al Rey Felipe Aug usto
de
Francia
que
mandara
un
ejército extermin ador
a
l
Sur
de
Franc ia
para
acabar
con
los
Catharistas
porque no se
habían convertido
con
la
prédica
de
los donico s. Y
le ofreció
indulgenci as muy simila res
a
los conce didos
a
los cabal leros
de
las
cruzadas.
3.
En
1506, el
Papa Julio II
inició la
const rucción
de
la basílica
de
San
pedro y del
pal acio
del
Vatic ano
y para
financi ar
los
altí simos
costos
publicó
una
indulgencia
a
quien colaborara
con su
limosna
en
la
const rucción
de
las
obras.
El Papa
L
eón
X
renovó
dicha indulgencia
en 1514.
Notemos
bien
que
los
abusos
12
y
tráf i
co
de
indulgencias fueron
uno de
los
motivos
por
los cuales
L
utero se enfrentó con
la
7
Est e
concepto
sobreviv e
no
solament e
en
la religi osida d popula r andin a sin o tambié n
en
la teol o a
de
fond o
que
resp alda
la
doctrin a
s
ocia
l
de
la Iglesi a Católi ca:
esta
dice
que el
signifi cad o
del
traba jo, sl valo r espiritua l
y
la vocaci ón
del
trabajado r
están en
el
trabaj o
humano
complet a la
obra
divin a
de
la creaci ón
del mundo.
8
Bourricau d, Françoi s.
¿Cholifi cació n?
en:
Mato s Ma r, Jo.
E l indi o y
el poder en el Perú.
LIM A :
Moncloa–Campod onico;
1970,
pp. 183–198.
9
Armstron g,
2001, c.4.
10
En la doctrin a católica , la indulgenci a
da
la remisi ón
de
la
pena
tempora l correspondient e
a pecados
ya
perdonados, con que se
exime
de penas de
carácte r espiritua l
que de otro modo
los fiele s purgaría n lueg o
de
la
muerte en el purgatorio.
11
Armstron g,
2001, c.9.
12
Lo
que
suscitó
el
malesta r
en
Alem ania fu e
el
permis o
otorgado a
Albert o
de
Brandeburg o para predica r la mis ma
indulgencia,
solament e
que con otros
fines . E l
arzobisp o habí a contraíd o
una
copio sa
deuda con
los cono cido s banquer os Függe r
que le
había n adelantad o
dinero
para
poder hacerse de una tercera
diócesi s, Maguncia .
E l
dispositi vo idead o para salda r la
deuda fue
que
la mita d
de
las limo sna s rec ogida s
en
la predica cn
de
la indulgenci a iría n
a
parar
a
manos
de
los banqueros , y la
otra mitad
irí a
a
las arca s
de
la Cámar a Apo stólica . Este
hecho,
sumad o
a una
teologí a torcid a
sobre
los efe ctos
de
la indulgenci a
en los
muertos (se
decí a
en
la predi caci ón popula r
“No
bie n
cae
la
li
mosna
en el
cestill o
el
alma sale
del
purgat orio”) , inflamó
a toda
Alemania.
El Antoniano
130 /
junio
2015
67
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
Iglesia Católic a.
Por
la oposici ón
misma
visualiz amos los prime ros vestigios
de
una
idea nueva
y moderna de
la eco nomía, ya
n
o
bidimensi onal, sino exclusi vamente material
y
terrenal, y en todo separado de
la ESS.
Ésta
res pondía al principio
del
sola fides
con que
el
cristi ano adquiría los benefici os
de
la
sal vación
merecido por el
sac rificio
de
Jesucri sto
en
la
Cruz.
4.2. Tomás de Aquino
Según Santo
Tomás de
Aquino, citado
en
Eduardo Schillebeeck x, “la
verdadera
economía (univer sal
y
t
ras
cendenta
l)
es
la
Econoa Sacramen tal
de
la
Salud”.
Evoc amos aquí
el
pensamiento
cr
isti a
no
mediev a
l
en su
fase ma dura
y
clásic a,
porque
en él
encontramos
con más
niti dez
el
parangón
del
pensamiento mitológico
andino
centrado en
la Pacha
como el
mega –
organi smo vivo
que
incluye
en un solo
ayllu
un iversal
a
las
tres
comunidades
y todos
sus
componentes
vivos:
runa,
wak’a
y
sall q
’a
.
El
pa radigma
mediev a
l
se encuentra
crist aliza do
en
la Summa Theol ogic a,
obra
magna
de
Tomás de Aquino.
En
esta obra, el
filóso fo reca pitula
y
ordena todos
los sist emas par ticular es
del
pensar
medie val: teología, filoso fía,
cie n
cias
posi tiva s,
en un
meg asistema
inclusivo,
coherente y
perfectamen te
jerarquizado,
que es
la exp resión
de
la pe rfecta
orientación
del
uni verso espiritu al,
humano,
anim a
l,
veget ativo
y
mineral unive rso llamado
la
Creaci ón”
y esta
orient ación
es
hacia
su
Creador.
Esto
no es un mero ejercicio
académico, sino
el modelo
étic oreligio so
de
la vi da
del
cristi ano
de
la
época.
En
esta
cosmo visión
el
cristi ano
encuentra
la
perfecta
integración jera rquiza da
de todos
los
valores:
religio sos, éticos, psicol ógicos,
sociales,
económicos, estético s,
artísticos,
tecnológicos
Todos ordenados
hacia
el
Valor
Supremo por
alc anzar,
que es Dios.
Aquí,
el
Valor
Supremo es un valor
esca tológico
por
alca nzar in ext remis
a través
de toda una
vida cristia na sacra m en tal.
El
V
alor
Supremo tiene
varios
nombres:
‘la Vida
Etern a’, ‘el De scan so Eterno’, ‘el
Descanso
en
Dios , ‘la Salvaci ón (del alma)’, ‘la
Glor
ia’,
‘la Sal ud’,
etc., y en
los rminos
doctos
d
e
Aquino: Visio beatific a, la
eterna visión
místic a, contem plati va
de
Dios. La Vida
Eterna
—premio para toda una
vida cristi a
na
sac r
ament a
l
correcta— tiene en
la
cosmovisión andina
su
parangón
en
la
Vida
de
la Pacha
de siempre,
Vi da
por criar,
vigo rizar
y hacer
brill ar,
no en el más
all á
,
sino
en
la Pacha
de
siempre:
el
ayll u.
Tomás
de
Aquino desarrolla
su ‘Economía
Sacr amental
de
la Sal ud (ESS)
cuando trata
de
la H isto ria
de
la Salud’, centr ada
en
la
Pascua
de
l
Señor, esto es: su
pasión,
m
uert
e
y
resurrecció n. Es ta Historia
de
la Salud
fue
iniciada
en
la Creación
del mundo (Gn 1–3)
y
culmin a
en
la
Nueva Creación
representada en el
Jerusalén
Celesti a
l
que ha
de aparecer con
la segunda venida
de
Jesucri sto (c f.
Ap).
Otro
detalle
de
los paradigmas
por
comparar es
la vi sión
del tiempo. Donde
la
perce pción
del
tiempoPacha
es
multi cíclica
y
coinci dente
con el
ciclo
meteorológico
anual, encontr amos
en
la visión cristiana
del
tiempo un solo
mega –ciclo
que
va
desde
la
Creaci ón
y el
Paraíso
T
errena
l
hasta
el
Fin
del
Mundo
y el
Paraíso Celestia l, pasando
por
la
figura
de
Jesuc risto,
que
baja
del
Cielo
y
luego asciende
a
Dios
(esto es:
‘la
Encar nación
(o
Humani zación)
del
Verbo’
y
la ‘Di viniz ación
del Hombre’ tocado por
Jes ucristo
y su
sacramento).
Esta vis ión
de
l
tiempo como
meg aciclo único
produjo en
Occidente una
percepción histórica
y
li n
eal
del tiempo
j
unto
a
la ética
comprometedora
de
la Histo ria
de
la Salud, unive rsal
y
persona
l;
y en
tiempos
modernos con una
ética sim ila r,
ahora
secular izada
pero no
menos
desa fiante,
del
Progre so’ (y
no se
pregunta: ¿Progreso,
a dónde?).
4.3.
Schillebe eckx
y la economía
sacramental de la salud
Eduard o Schillebeeck x, principa l teólog o
del
Concili o Vatican o
I I
(1960–1963),
analiz ó
y
sistemati zó
en
form a magi stra l la
teología
fundamenta l
de
Santo Tos
de Aquino,
El Antoniano
130 /
junio
2015
68
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
resumi da
en
la ‘Histo ria
de
la Salud y la
Economí a
de
la Sal ud
13
. En su s
momentos
extremos esta
‘Hi s
toria
se expone en términos
mitológico s. La cre ació n del
hombre
y su
caída
en
el
pecado
consti tuye n el inici o y
caracteriz a
n
la condic n human a
como un estado de
desg raci a y culpa , conden a y
muerte
(ver :
Gn 1
– 3).
Su fina l
mitológic a
se
proyecta
en
la
vuelta
de
Jesuc risto
en
Glori a y
Poder
para
proclamar
el juici o
fin a
l
de
la humani dad
que ha de separar
a
los cristi ano s fiele s
de
los infieles .
L
os
primeros
son
hijos
de
Dios
que en su bautismo
recibiero n el germe n
de
la Vid a Divin a,
Eterna.
Los infiele s
siempre
son
presos
de
Satanás
y
Señalamo s una
marcada
similit ud
entre
el
concepto
d
e
la
‘Comun ión
de
los Santos
y
el
concepto
andin o
de
l
mega
organism o
viv o
la
Pacha
en
el
que participan todos
los
seres
vivo s
de runa,
sallq a y
wak’s.
destinado s
a
la Muert e Etern a (el infierno) .
A
los
prime ros, Jesucri sto
ha de
intr oducirlo s
en
la
Glori a (ve r Ap
21 22).
El
centro y
la bis agra
de
la Hi storia
de
la
Salud la forma
el
Jesús his tórico,
reconocido
hijo
de
Dios,
con su
misión centr ada
en su
pasn,
muerte y
resurrecció n.
El
si g
nifica d
o
es:
‘El
V
erbo
(Dios)
se
hizo
Carne
(h
umano)’
para
recapit ular
l
a huma nidad
condenada y
divini zarla
nuevamentecomo en su estado
de
gr acia ori ginal
en el
paraíso.
Por
la
f
e
en
Jes ús
y
la ma rca
de
los sacram entos,
el
hombre
se sal va’,
es
decir:
el contacto
vivi ficante
con
Jesús ( sea Jes ucristo
histórico,
sea el
Cristo místico, resuci tado) incluye
a los
humanos
en este
deve nir
de
la
‘Nueva
Creaci ón’,
el
llam ado
Jerus a
lén Celesti a
l’,
que es
la exp resión
de
la Sal ud,
o
la
Vida
Etern a’. La historia unive rsal
de
la Sal ud
se
reali za
y se repite en
cada
ser humano,
llamado
a
la
f
e
y
los sacra mentos,
por cuanto
éstos
incorpo ran
a
los humanos
como
miembros vivos
del Cuerpo
Místico
d
e
Jesucri sto
y
les tra nsmiten la Vida Divina
de
‘la
Cabeza’
del
‘Cuerp o
(Jesuc risto), Vida
que se
desa rrolla
y se
fo rtifica
por una vida
llevada seg ún las ense ñanzas
de
J
esús
y
alimentada continuamente
por sus
sacra mentos. Ésta
es en breves
palabras
l
a
‘Histo ria
de
la
Salud’.
4.3.1.
La
comunión de los santos
Aunque
muchos
fieles
lo
ignor an,
el
dogma cristi ano
de
‘la
Comunión de los
Santos’ significa la circul ación
de
la Vida
Divina
entre
la
Cabeza del Cuerpo Místico
(Jesucristo)
y
sus miembros (los santos
y los
cristi anos).
De este modo
cada
cristiano
pa rticipa
en el mérito de
Jesucris to
y de los
demás
sant os
y
cristia nos.
Podemos
interp retar la circulaci ón
del mérito y de
la
Vida Divina (reali zada
en
la Euc aristía
y
la
comunión sacramental)
en
los rmi nos
de
la
Econoa Sacramen tal
de
la Salud,
como:
‘dist ribución
de
la Vida D ivin a, Valor
Supremo
generado media nte
el
sacrificio
de Jesucristo
en el
Cal vario’. En
efecto, de
la doctrina
del
‘Cuerpo
Mí stico
de
Cristo’
y de
la
‘Comunión
de
los Santos , la
Economía
Sacr amental
de
la Sal ud
es una economía
altamente soli daria
y
comunit aria. La Vida
de
gracia
es una
sola
y es totalmente compartida
entre todos
los miembros
del Cuerpo
unidos
a
la
Cabeza,
J
esuc
rist o
.
Señal amos
una
marc ada similitud
entre el
concepto de
la ‘Comunión
de
los Santos’
y
el concepto
andino
del mega–organismo
13
Schillebee ckx, Edwar d (1952 ) Christu s
en
Zijn sacramentel e heilsec onomi e [Crist o y
su
economía sacramenta l
de salud].
Antwerpen . En:
Obras. 2.
Ide m Christu s
en
Zijn sacramentel e genadebemiddelin g [Crist o y
su
medianí a sacramenta l
de
la
gracia] . En :
Obras. 2.
El Antoniano
130 /
junio
2015
69
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
vivo la Pach a
en el que
partici pan
todos
los
seres
vivos
de runa,
sall q’a
y wak’s.
4.3.2.
La
historia de la salud
A continuación,
tanto Tomás de Aquino
como su intérprete
Schillebeeck x,
exponen
que
la Histo ria
de
la Salud
se
reali za
en
la
‘Economía Sacramen tal
de
la Salud’,
tanto a
nivel
de
la his toria humana unive rsal
como a
nivel
de
la his toria perso nal
del
cristi ano.
Esta
historia
es, en breves
palabr as,
el proceso de
la gene ración
y
dist ribución
de
los
F
rutos
de
la Sal v
ac n
adquiridos
por Jesucristo
median te
su muerte en
cru z. Estos
frutos’
son
La Vida
Etern a
mostrada
antici padamente
en
la Resur rección
de
Jesucri sto
del
sepulcro,
pero
también
en
la
Vida cele stial
que
goz an Ma ría (‘la
Virgen
Asun ta’),
l
os
santos
y
las almas bendi tas
y que
es
la mi sma Vida Divina
de Jesucristo.
Es muy car acterís tico
que
Schillebeeckx
en
su
La
Econoa Sacr amental
de
la Sal ud
ya
no
trata
de una
economía bidimensional
(que
serí a: ma terial espi ritual), tal
como lo
hizo
su
maestro, Tomás de
Aquino, sino
que se
limita
a
des arroll ar la dimensión
es
piritu a
l,
aunque
sin recha zar
que
la
economía
moderna está
relacio nada
con
la Hi storia
de
la Sal ud
y con
la ‘Economía Sacr amental
de
la
Salud’. El
amor
stico hacia Jes ucristo
se
muestra
en una
vida
sen las
enseñanzas
de
Jesuc risto’
y sólo este amor hace
operativos
a
los sacram entos vita les.
L
a
suge rencia
es que en el tratado de
la
Teología Moral
este amor
místico
sería
tratado y
desglo sado
en
términos
del
fiel
cumplimiento
de
la Ley
de
Dios
en el diario
vivi r,
per
sona
l
y
social,
lo que
inclu ye la
acti vidad económica
del
cristi ano. Ya
no
vemos cómo
la activid ad
del
h
omo
economicus
y de
la
empresa
económica
se
integr an
en
la Econ oa
de
la
Salud.
Schillebeecks define la Histo ria
de
la
Salud
llam ada también “la
Obra de
la Sal v
ación
de
Jesuc risto ,
centro y
bisagra
de esta
‘Histo ria’
como un proceso histórico
unive rsal
que se repite a
ni vel indivi dual
po
r
el
Espíritu Santo
(de
Pentecostés)
en que se
acti va
el
Pneuma (la operación
del Espíritu
Santo)
de
los sacramentos.
La Salud
se logra
por una
vi da
de
libre
empeño del
h
ombre,
lleva da
por una
gracia cristi ana
específica,
como
particip ación
a
la plenitud
de
gracia
de
Jesucri sto mismo,
con
quien
entramos en
contacto median te la Economía
Sacramental
de
la Salud’” (Schillebeccks
1952: 5).
T
al
conducta humana
se
regula
por una moral
que es
cristológica
y
teocéntrica (Ide m:
4).
Por
la conducta cri stiana apoyada
en los
sacramentos
se tiene acceso
a
l
valor
supremo de
la
v
erdadera
econoa’, la
Salud. Ésta comienza aquí
en
la tier ra,
en
bautismo
y
vida
de
grac ia cristia na,
y se
manifie sta
en
plenitud
cuando cae
la
‘envoltu ra
del cuerpo;
cuando
el mundo
desaparece y el
Reino
de
Dios
aparece en
plenitud’ (Ap
20–21).
En rminos teológicos
se
concibe la
Histo ria
de
la Salud
como el
ciclo
de
Dios
en
Cris to (‘el ciclo
de Salida–Retorno
(Exitu s
Reditu s)’)
estructura do
en estas
fa
ses:
Creaci ón (Exitu s), Asunción origin a
l
en
Gracia
(de
Adán ), Caída
en pecado,
Redención
por
Jes ucristo
y su
Media n
ía
sac r
ament a
l
de
la Gracia (el Reditu s;
Idem:
3s.). La Med ianía sacram ental
de
l
a
Grac ia,
se
expone
suce sivame nte
en
los tratados
de
la
Cris tología
(que es base de)
la
Eclesiología
(sien do la I glesia
conside rada
como ‘Cuerpo
Místico
de
Cristo’
y
proto sacramento’)
y
finalmen te los sacr amentos,
que son
las
siete
fuentes
de
Salud
que emanan del
proto
sacramento.
Los sacramentos
son:
viae
ad
beatitu dinem (‘caminos
a
la
f
elicida d
’),
son
los órg anos últimos
de
la Salud
por los
que el hombre
alcanza
su
destino
y
a
se
reali za formalmente
el
Reditus (Ide m:
6).
De
ahí la definición
de
la Econoa
Sacramental
de
la Salud
como
‘el
retorno de
las
criaturas
racio nales hacia Dios : redit us
rationalium
creat urarum in
Deum
(Ide m:
6).
4.3.3.
La
Economía Sacramental de la
Salud
Finalmente
encontramos
la definición
de
la
Econoa Sacramen tal
de
la Salud
en
términos teológicos precisos:
dispensatio
El Antoniano
130 /
junio
2015
70
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
divin ae salu tis
ex merito
divini
Salvatoris,
victima
pro
mundi sal ute: La distribución
d
e
la Sal ud di vina origina da
en el mérito del
divino Salv ador (Je sucris to), víctima
para
la
Salud
del
Mundo ”.
Podemos
resumir la
per spectiva teológica
de
la
Economía
Sacr amental
de
la Sal ud, según
Schillebeeckx
y su
interpretación
de Tomás de
Aquino
en
estos
término s: La Economía Sacr amental
d
e
la Sal ud
se encuentra en
la
perspectiva
magna
del
Reditus
de toda
la cre acn
hacia
Dios.
Pero
Cristo,
Cabeza de
l
a
Igl esia,
es
e
l
proto sacramento, tal
como lo enseña
también la litera tura pat stica,
por lo que el
La
deuda
de
Adá n y
de
l
hombre pecador
está sujeta
a
una economía
de
satisfaccn
de
la culpa . El mit o
del
pecado de
Adán ense ña
que
la deud a con trd a
por An
se
pag a
con
el trab ajo
su
frido
,
los dolores
de parto
y
la
muerte.”
Reditus
del hombre y de toda
la creación
se
hace
posible. (Ide m:
16s.).
Recapit ulamos
lo
ante rior: La
actividad
sal ufera
de
Jesuc risto con sider a: la
pro duccn efecti va
de
la Salud ce ntra da
en
la Pasc ua
del Señor y su
dis tribución
entre los
humanos,
centrada
en
la activ idad
sal u
tí f
era
de
la com unidad eclesial viva,
que es Cuerpo
Místico
de
Jesucristo
y
protosacramento
de
Salud. En la comuni dad
ecle sial ‘la
Iglesia’–
se
realiza
para
los crist ianos
l
a
actividad
sal vífica
de
Jesuc risto, encar nado,
glorific a
do
y
sacrific ado,
muerto y
resucitado.
L
a
acti vidad ‘económica’
de
los cristianos
para
ad quirir la Salud
es de
recepti v
idad
acti va
en
la celebr ación
de
los
sacramentos.
Pero
¿cu á
l
es
la continuid ad
entre
las
dos
‘economía s
:
la
es
piritu a
l
y
la m aterial? Y
¿cuál es
la oposici ón
y el
enlace
entre
ambas?
L
a
Sal ud (la G rac ia div ina, la Vida
divina,
l
os
bienes cele stiale s, bienes eterno s)
se contrapone a
los bienes terren ales,
como
el
Esp íritu
a
la
Carne.
La vida
eterna del
cristia no
está
radi cada
en su
vida mortal
y en
el buen uso de
los bienes
materiales,
perecederos;
la economía
de
la salud
radica
en
la economía
de
los bie nes ma teriale s.
L
a
pregunta
se hace:
si
se
trata
de una
so
la
economía
(bi d
imension a
l)
o de dos
economías (unidimensionales);
de una sola
economía bipolar
y
jerarqui zada,
o de dos
economías autónomas
y en constante
oposición. Tomás
de
Aquino
percibe
indudablemente
una
sola economía
marcada
con
la mi sma uni dad hile morfí stica’
que
la
unid ad
de cuerpo y
alma
de
la
persona
humana
y que es
de
cuerpo y alma’.
Schillebeeckx sin negar
a su maestro–
considera
en
sus libr os solamente la
Econoa Sacramen tal
(E spiritu al)
de
la
Salud,
y
de ja la
otra a
la con sider ación
de los
economist as,
pecando
así por sile ncio’
ante
el fenómeno moderno de una
economía
de
mercado: que es
ma teriali sta,
autónoma y
unidimensional.
4.4.
La liturg ia
católica
¿Continuidad
entre
las
dos
dimensiones
de
la eco nomía
u
oposición
entre
las
dos partes
de una
economía
‘pa rtida’? Los
textos
litúrgicos
de
la
I
glesia
católica
son ambiguos
en este aspecto, y
sus o raciones
oficiales
sugie ren alternati vamente ambas visione s.
En
sus rmul as, los bienes materi ales’
y ‘los
bienes celesti ales’
representan dos
economía s,
ora
opuestas
y/o incompatibles,
ora jerarquizadas:
1.
Oposición
entre
los ‘bienes
materiales
bienes celesti ales:
Oremos
:
Señor Dios
Nuestro y Padre
Celestia l:
da nos
usar
los
bienes terrenales
de
tal
manera que no
perdamos
los bienes celesti ales,
p
or
Jesucristo,
tu
Hijo
y nuestro Señor, que
El Antoniano
130 /
junio
2015
71
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
contigo vive
y
reina
en
unión
con el
Espíritu Santo
y es
Dios,
por
los siglos
de
los siglos .
Amén .
2.
Continuid ad, enlace
y
jerarquía
entre las
dos
economías
y entre
los
respectivos
‘bienes materiales
y
bienes
celestiales’:
Orem
os:
Señor
Dios
Nuestro y Padre
Celesti al:
da nos
usar los bienes
terrenales
de
tal
manera que
adquiram os los
bienes
celesti ales,
por
Jes ucrist o,
tu
Hi jo
y
nuestro Señor, que
contigo vive
y
reina
en
unión
con el
Espíritu Santo
y es
Dios,
por
los siglos
de
los siglos .
Amén .
4.5.
La
deuda
En la economía
moderna y
cap
itali s
ta
aparece, aparte de
los
conceptos de escasez
y
carencia
de
bienes necesarios, también
el
concepto de
la
deuda, esto es:
una
obligación
económica combin ada
con
la
carencia
de
recu rsos. Las
deudas conducen
al fra caso
de
l
a
empresa y a
l
a
bancarrota:
e
l
endeudado desaparece
simplemente
del
proscenio
económico
(el
mercado).
En la
Econoa Sacramen tal
de
la Salud
se trata de
una deuda
moral
ante
Dios, acarreada
por el
pecado.
El
término más común es ‘culpa’,
que
indica
que el humano es responsable
por
la carencia
del mérito
divino deriv ado
de
la Pasc ua
de
Cristo. En la
Economía
Sacr amental
de
la Sal ud la cul pa
tiene
p
or
per spectiv a: la
condena
divina
y
la
Muerte
Etern a,
es
decir: el
I
nfierno’.
En la economía andi na
de crianza
encontramos la situación
de estar
fallando
en
la oblig ación
de
practic ar reci procid ad
con
ofrendas
y
regal os. Ina Rösing
lo llama
Opfers chuld [‘endeu damiento
r
itual’],
término que
indica
este
desequilibrio
en que
el runa ha
incurrido
ante
sus
wak’as
perjudica ndo
la V ida
en
cualquier
forma.
Siempre
se deben
ofrendas
o
‘pagos
a las
div inida des, las almas, los
humanos
(ayni s).
L
a
flojera
y
mal traba jo
(no
conforme
a
la
tradición)
son
relacio nes desequilibr adas
y no
atendidas,
que
fa lta arr eglar
para que
la
V i
da
flore zca
y
brille
plenamente. Este
endeud amiento afecta
a
la vida mism a: la
deteriora (daño en
la chacr a),
por pestes,
problem as climá ticos,
por
enfermed ades
y
pérdidas
en el
gan ado, mala
suerte,
enferme dades
en
la familia,
accidentes.
4.6.
El
pago de la deuda
La
deuda de
Adán
y del hombre pecador
está
suje ta
a una
economía
de
satisf acción
de
la culp a. El
mito del pecado de
Adán
enseña
que
la
deuda
contraída
por
Adán
se
paga
con
el
tra bajo sufrido,
l
os
dolores de parto y
la
muerte (Gn 3).
El
mito del pecado
orig
inal
enseña
también la solid arid ad
del género
humano en el pecado y en
la deu da/culp a.
L
a
inter vención
de
Jesucris to, sacri ficado
en
reempl azo
por el mundo pecador (‘Cordero
de
Dio s,
que
quita los
pecados del
mundo…’)
y
llam ado también ‘el
Segundo
Adá n
(2 Co 5: 17), enseña
la so lidar idad
del
género humano en
la Economía
de
la
Salud
recuperada en Cristo.
sicamente la
deuda es
pagada
con el
sac rificio
de
Jesucris to.
Pero el humilde
suf rimiento
del pecador
arrepentido (y
del
santo),
en
unión
con el
sacrificio
de Cristo,
vale
como
complemento expiatorio:
tanto
para él
mismo,
como para
los
demás
miembros
del Cuerpo
Místico
de Cristo.
4.7.
El
divorcio de los dos mundos y sus
economías
El
concepto del
‘trab ajo’ ejem plifica
mejor
la uni dad bidimensi onal
de
la economía
en
la
cosmovi sión escol ástica. Tomás
de Aquino
definió principios éticos
que ordenan
la
acti vidad económica
y el
trabajo
en
rel ación
a
valores nomate riales
y
superiores.
El
producto de
la acti vidad
económica, la
riqueza,
es
para
subsist ir
y
compartir’,
para
‘ay udar al nece sitad o’,
para
hacer
el
bien
’,
‘conseguir
perdón de
los peca dos’
y ‘hacer
obras de
penite ncia’. En cambio,
en
la
teología
de
Juan Cal vino
(1509 1564) ya
se
ha roto esta
unida d. Economía
y trabajo
pertenecen
al ‘mundo mundano’
y son
destinados al fuego (del
fin
del
mundo”,
y/o
del
infierno).
No tienen nada que ver con
la
vida espi ritual
del hombre
predestinado
a
la
Vida Eterna.
Ciertamente el
trabajo
tiene una
El Antoniano
130 /
junio
2015
72
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
norma
ética,
debe ser
‘honesto
y
s
acri f
icado’,
pero no
ayuda
para
conseguir
perdón,
o
acumul ar
mérito ante Dios.
Este
concepto de
trabajo,
además de
la
tendencia
de
postergar sistemátic amente
el
goce de
los bienes
generados,
ma rca la
‘ética
prote stante’, estimula
el
bienest ar
y
la
acumul ación
de
riqueza. Biene star
y riquezas
no tienen
ningún interés
ante
Dios
y no son
recurso para
conse guir
perdón de los
pecados o
inscripción
en el
‘Libro
de
la Vida’
(la predesti nación
a
la Vida Beatí fica).
L
os
bienes materiales
y
los bienes
espirituales
(celesti ales)
pertenecen a dos mundos
disti ntos
e
incom patible s:
lo mundano y lo
espi ritual (del Espí ritu Sant o). Sin
embargo,
bienestar
y
riq uezas ma teriales (ganadas
po
r
traba jo
honesto y
sacrificado)
son un signo
de
la bene volencia
de
Dios
para con sus
elegid os: los predestinados
a
la Vida. Para
el
protestantismo observamos
l
a
separación
de
la vi da
del cuerpo y
la
del
alm a,
y
la
separación total
de
los
valores
correspondientes:
‘El
hombre
carnal’
es del mundo
actu a
l
en
que se
manejan los bienes materi ales
que
están todos
‘destinados al fuego’;
tiene
una
vida tem poral (la
muerte; el
fin
del
mundo);
el que
vive ‘según la Car ne’
está
destinados al fuego
del Infierno.
‘El
hombre
es
piritu a
l’:
‘los escogi dos
y
separad os
del
mundo’,
son
des tinad os al
Jerus alén celesti al,
esp
iritu a
l
(la Vi da
Eterna
en el más
allá ). La
riquez
a
de
es
te
mundo’,
producto de
la
actividad
económica
está
‘de stina da al
f
uego’.
L
a
doctrina cal vinista
de
los
dos mundos
incomp atibles
es
deri vada
de
la
segunda
carta
de
San Pablo
a
los Corintio s:
(2
Co
5: 1–4):
Entre
tanto,
la teología calvinista
ayudó
poderosamente a que en
la
cultura
occidenta
l
moderna
haya cambi ado
el
signific ado
de
activid ad económica
y su
producto,
la riqueza,
de un concepto
bidimen sional, ético –religi oso
a
la
vez que
materia
l
y
em rico,
a un concepto
uni
dimen sional referido
a
la producci ón
y el
consumo de
bienes
y
ser vicios. En
su
consecuenci a, cambi os
más que
revolucionarios sufrieron los
conceptos
d
e
traba jo
y de
tecnología,
que evolucionaron
de
conteni dos
de
alto signi ficado religioso
y
de
ximo interés
ético
14
y
pasaron
a
representar un
simple valor ma terial
en el
mercado
15
.
En
este contexto
Schillebeeck x
,
en
la exposici ón
de su tratado de
la
Econoa Sacramen tal
de
la Salud,
no pued
e
sino ign orar la economía
de valores
materi ales
de mercado: porque ahora es
otro tema y pertenece a otro mundo.
En
lo
pri ncipal,
su tratado de
los sacra mentos
no
puede ser
sino teocéntrico
y su
vis ión
de
la
exis tencia
del
cristi ano
en este mundo es
la
de una
habi tación tem poral:
como una
‘c a
rpa
provisoria’
a
la
espera de
la ‘c asa
d
efinitiv a
’.
También
para el
andino,
lo
divi no
está
dentro del
Pacha
y no lo
trascie nde;
d
e
modo que
la vi da
del
Pacha
en que participa
también
el runa, es
divina. Su
razón de ser y
toda su
activid ad
económic a,
religiosa,
soci al, familiar
es
criar
en todo
la Vida
d
e
la Pacha. La act ividad económ ica
lograda,
digam os:
‘la feliz crian za
de
la Vida’,
implica
para el
andino
una
triple actitud:
técnica,
ritu a
l
y ética.
1.
Actitud técnic a: habilida d, prudencia
y
expe riencia empí rica
en
la ‘crian za
de
la
vida
.
2.
Actitud ritu al,
porque
la
tecnología
andi na
es
bidimensi onal:
tiene una
dimensi ón simbólico religio sa,
expresada
en
los rituales
de
producción
q
ue
acompañan
l
a
‘c rianza
de
la
vida’.
3.
Actitud ética
de
cariño
y
r
espeto,
res pons abilidad
y
solida rida d:
una ‘ética
cósmic a
(Esterm ann)
ante
la ‘crian za
de
la
vida
.
El senti do
de
la activid ad labo ral
del runa
es
la crianza
de
la vida.
Por
la
f
el i
z
crianza
de
14
Cf.
Gn 3:
‘Ca stig o
por el
pecado’;
c
f
.
Sa n Pablo : S acrifici o, expiaci ón
y
caridad ’; cf. San Benedicit o:
Ora et
Labora : Alabanz a
al
Creador.
15
Cf. Ada m Smit h y Carlo s Mar x: ‘un insum o para produ cir biene s
y
servici os,
por comprar
bajo
contrato’.
El Antoniano
130 /
junio
2015
73
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
la Vida
el runa
gana creciente prestigio
y
satis f
acc i
ón.
En cambio,
para
log rar la Salud
es
piritu a
l
y
la Vida
eterna el
cristi ano
debe
lle var
una vida
litúrgico sacr amental
en una
actitud
de
recept ividad activa,
a
l
a
vez que
vivir
una
mística
de
Amor
a
Dios
y
practic ar
una ética
de amor
al prójimo. Esto inclu ye la
constante
oración junto
a una
disposición
a
renunciar
a
los valores materi ales:
sacri ficar los
bienes
tempor ales
para no perder
los
bienes
celesti ales . M ás allá
del
valor
económico y
tempor al,
el
trabajo adquie re valor
esp
iritu a
l
de
expiación
y
sac rificio
per
sona
l;
y el
producto del
trabajo
más
allá
de su
valor
en
el mercado, puede
adquirir val or
esp
iritu a
l
de
ofrenda,
sea en el contexto del
culto,
sea
en el contexto de
limo sna
o
carid ad.
Co
n
todo, una
actitud bastante reservada,
hasta
negati va,
del
cristi ano
ante
los
valores
temporales
y
la v ida nat ural,
desestimados
todos como
‘ca rpa
a
la
espera de
la
casa
definitiva.
5. Burns: la economía espiritual del Cusco
Durante
la adminis tración colonial
ambos
paradigm as bidimen sionales ECV
y
ESS
se encontraron en
verdade ra confrontación.
Doctrineros
y
curas, conventos
e iglesias
tuvieron gran des ingresos ‘materi ales’
sin
desarroll ar
otra
acti vidad económica
que
la
de prestar
servicios
‘espi rituale s
.
Encontramos org ánicamente entretejidos la
producción, distribución
y consumo de
bienes
y
ser vicios espi rituale s
o
‘eterno s
, de
la Igle sia
con
la pro ducción, distrib ución
y
consumo de
los bienes
y servicios
‘materi ales’
o
‘tempor ales ,
ta
l
como lo
demostró
Burns
en el caso de
los
conventos
cuzqueños.
Por otra parte, el tejido
económico
colonial incorporaba
tanto
la
República
de
Indios
como
la República
d
e
Españoles.
La
econoa de Cuzco
estu diad a
p
or
Kathry n
Burns
16
es un ejemplo de una
economía
bidimensi onal ,
en
la
que el
dinero y los
biene s materi ales
tienen
—además de su
valo r
de mercado— un
val or ext ra ,
superior a lo
material ,
un
val or espiritu al,
que
ll a
mamos
meta económico
y que solamente se
puede
apreci ar
desde
la
cosmovisión
religio sa
de
la
época. En su
lib ro
Coloni a
l
habi ts:
Convents and the
spirit u
al
economy of Cuzco, Pe,
Burn s
presenta
la histori a económica , soci a
l
y
po tic a
de
los tres más
antiguo s
conventos para
monja s
del Cusco:
Sant a Clar a (fun dad o
en
1558),
Santa Cat alin a
(desde 1605) y Santa
Teresa (desde 1673) y expone su
pape
l
centr a
l
en el
sistem a
de control de los
españoles
sobre
la eli te inc a
y sobre el
sistem a
económico del Cuzco colonial.
Anali zand o
este
sistem a
económico,
la
autora lo
defin e
como una ‘econoa
espi ritual’ ,
‘porque genera
capit a
l
materi a
l
y
esp
iritu a
l
entretejiendo
acció n
fin a
nciera
y
religi osa
y
adquiriend o
bienes
es
piritu a
les
con
dine ro. Las monja s
recibían
subs tanc iosa s
l i
mosn
as,
donaciones
para
mayor esplendor del culto y
legados
d
e
personas
an ciana s
y
moribundas ,
con
e
l
compromi so
de orar por el descanso
d
e
sus
alm as ,
y
hace rles
cantar
perió dicament e misas
de requiem.
L
os
conventos
acumular on
as
í
considerables
bienes de
capital ,
mayormente en forma
de
tier ras
y
hacie ndas,
lo que les permitía
ofrecer préstamos
millona rios
a
autoridades,
mineros y
comercia ntes.
L
os
conventos eran
l a s
manos orantes
dirigi das haci a
el
ciel o,
en cualquier
desg raci a pública , cat aclism o
o epidemia.
E l
culto
litúr gic o
y
la oraci ón
de
la s
monjas
aseguraban
el
bienest ar públic o
y
procuraba
la bendició n
del
ciel o
sobre los
cultivo s, la agricultu ra, la minerí a
y el
comercio.
Burn s explic a
mo esta
economía
es
piritu a
l
ase gurab a
el bienestar
colectiv o
y
la po sició n
soci a
l
pre stigios a
de
las m onja s
a
la
vez que
l
a
salu d
espiritual
de sus
benefact ores. Finalment e
sala
aspectos de
cambi o
y
continuid ad
en
est
e
panorama en el momento de
la
form a
ción
del
Est ado republican o
liberal.
16
Burn s, Kathr yn (1999) . Col onial habit s: Con vents
and the
spiritua l
economy
of
Cuzco, Perú.
L
ondres:
Duke University.
El Antoniano
130 /
junio
2015
74
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
La
autor a atiend e continuament e el
contexto
históric o
de
control colo nial
(en
la
intersección
de género,
raza y clase )
sobre
la elit e y
pueblo
inc a y el
de
la polític a evangeli zado ra
y
transculturi zador a. La con quist a
de
Amé rica y
el
gobiern o col onial mismos
eran considerados
como
una
empresa
misione ra, una
misión
polític a y religi osa
a
l
mism o
tiempo, en
la
nea
de
l
as
Cruzada s
a
Tierra San ta y
de
l
a
reconq uista
de
Espa
sobre
los
musulmanes,
todo
para defender
y amplia r ‘e l Rein o
de
Dios ’,
que
Jesucrist o
f
undó
con su
marti rio
en
el
Cal vario y lueg o
recomen a
los
apóstoles
y
a
su vic ario
per
sona
l
en
la tie rra el Papa
de
“E l
pensami ento andino
no
es centrado en torno a una
reali dad
esp
iritu a
l,
sobre natural, fuera
de
la
Pacha , ni
tampoco en torno
al suj eto
humano, no es ni
teocéntrico
ni
antropocéntrico.”
Roma quien,
a
su vez, selló
el
famoso
pacto
con
la
corona
española :
en
particula r
con los
reye s católico s, Ferna ndo
e
Isabel , y
sus
sucesores.
En
este contexto
his rico
se comprende
que el concepto de
la economía también
es
‘premoderno’
y
‘bidimensi onal’,
y
sol amente explicable
desde el
sistema
vigente
de
valores metaeconómic os.
Del
estudio
de
Burns concluimos
que el
concepto
col onial
de
la economía
había
guardado
su
carácter bidimensi onal
y en
buena parte
también
su
identi dad
medieval.
Sin
embargo, a pesar de
la
resistencia
indígen a, desarrollada
en
la
semicla ndesti nidad
y el
camu
fla j
e
de
‘las
costumb res’
(de hecho,
los ritu ales
andinos
de
producción), la comunidad andina
tuvo
que acomodar su
economía
y su
pensamiento
económico
a
l
sistema
coloni a
l
dominante.
17
6. Estermann:
la concie ncia
natural del runa
La vi venci a
de
la cristi anda d
mediev a
l
y
el
pens amient o
de Tomás de
Aquin o
se
origin a
en una
concienci a sobren atural .
El
mundo
espiritu al,
Dios, los
sacramento s,
el
culto
litúr gic o
eran
la re alida d
verdadera y
form aban
el
fundamen to
del mundo
materi al, pasajero . La concienci a
espi r
itual’
es una
herenci a
de
la te ologí a
de San
Agustí n
(354–435
d.C.)
y su
filoso f
ía
neo
platónic a
y del
ide alism o
del mismo
Plat ón
(429347 a.C.), para quien el mundo de
la s idea s
representa
la
realidad verdadera y
eterna,
mientras
los seres y objetos
materi ales , cambiante s
y perecederos son
lo un mundo
irrea l
d
e
apariencias.
E l
centrado en torno a una realidad
esp irit ual , so brena tural ,
f
uera
de
la
Pacha,
ni tampoco en torno
a l
sujeto humano, no
es ni teocéntrico ni antropontrico.
Según José Esterm ann
18
, la
‘conciencia
natu ral’
del ser humano
an dino rec alca la
afini dad
y
complement ariedad
fun d
ament a
l
entre
naturaleza humana
y
la
naturaleza
nonhuman a,
entre el runa por una parte y
por otra su
chac ra
y su
ganado,
su entorno
natural
de
la sall q’a
y su entorno
espiritual
de
las wak’a s.
No
existe
más que
l
a
Pacha’,
e
l
17
Se a difíci l
decir,
en este momento, cómo, y
hasta
qué punto,
la s
dos
filos o
fía s
económ icas
se han
influenciad o
durante el
proceso
progre sivo
de
la
integració n
de
los
dos
sistema s econ ómic os.
E l análisi s
de
los testamento s
de
los kuraka s
y el estudio
etnohist órico corre spondient e
nos
enseñarí a
el camino.
18
Cf. Esterman n, José (1997 )
“E l
ementos
par a la reivindi caci ón
del
pensamient o coloniz ado” . En:
Cuadernos
IEC TA
12:
Filos oa Andina . Iquique : IEC TA.
12.
Tambié n
en:
Idem (2006) .
Filos o a Andina : Sabidurí a indígen a par a
un mundo nuevo.
L
a
Paz : ISE AT.
187ss.
El Antoniano
130 /
junio
2015
75
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
unive rso tem poral espacial, concebido
como
ayllu
univers a
l
con
sus
tres comunidades
‘naturales’
de
l
os
runa,
la sall q’a
y
los
wak’as.
En
el
Ayll uPacha, la posi ción pri vilegiada
del
ser humano no se debe a su
des
natu raliz ación (su
conciencia
sobrenatur al),
sino
a su
lugar
dentro del
sistema cósmico,
que se determina
relacio nalmente. En
éste el
hombre tiene
una
posición intermedia (y
mediadora),
como una
chakana
entre
los
acontecimien t
os
cósmicos
y el proceso
natura
l
en el ámbito
terrestre.
Si
el hombre se
desliga
de las
relacio nes divers as
del mundo
natural,
est
o
significa
entonces su
caíd a,
como
individuo
o
como
especie.
Sobreponerse a
la
‘co
nciencia
natural’
(como ocurre, entre otros, en el
tecnicismo,
pero
también
en el misticismo
cristiano)
es
finalmente
una orgullosa
impertine ncia
que
amena za la vida,
que
atomiza
y
‘abs o
lutiz a
(es
deci r: ‘suelta
de
la
s
relacio nes ) al
ser humano.
Efect o
de
la concienci a
natura
l
del
andin o
es que el runa no se
consider a
en
primer
luga r
productor, o hacedor, a
image n
y
semej anza
del Supremo
Hacedor, sino que es
cultiv ador
(es decir:
‘cuida nte ); la
f
uerz a
propiamente
productora es
la Pachama m a
que genera
vid a
en un
interc ambi o
con los
f
emenos
celeste s (sol , luna , lluvi a). Ell a
es
la
madre
de todo:
animale s
y
veget ales,
cerros y
pai saje s,
fenómenos
naturales
y eco
lógicos
e
inclus o
del runa: una cosmovisión
pacha –céntrica, parang ón
de
l
a
cosmo v
isió n
teocéntric a
de
la
cr
isti a
ndad
mediev a
l
y
la cosmo visió n
antropontrica
del mundo
occident a
l
moderno. Por lo
tanto el ser humano es en primer
lug ar
y
sobre todo
ag riculto r
y en toda su
act ivida d
humana
criad or
de
v i
da.
Una
relació n parecid a
de
cuid ado
y
profund o
respeto se muestra tambn
haci a
l
os
animal es;
muchos
animal es
son
para el hombre
andino
comperos de
camin o
y de
info rtuni o
que merecen
protección y
res
peto.
La doc trin a cristi ana
dice que este
mundo
es
pasajero,
dedicado
a
l
fuego ,
y
que el mundo venidero es un mundo
espi ritua l
y eterno; su mensaje es:
Vien e
el
reino
es
piritu a
l
de Dios, el nuevo
Jeru s
alén
espi ritual ;
su
principi o
ético es:
sa
crific a
r
los bienes
materi ales
y no
dis frut ar
de ellos
para
asegurarse
de los bienes espirituales.
E l duali sm o cris tian o
entre lo
espi ritua l
y
lo
mate rial ,
el
duali smo
occident a
l
entre lo
animado
y lo
inanim ado,
entre lo
viv o
y lo
inorgánic o
no tiene
importanci a
para el
hombre
andino . La Pachama ma
es una
persona que tiene sed y que siente dolor
cuando es
arañad a
(es
de cir: arada );
lla m
as
y
alpaca s,
pero
tambié n mananti ales
y
cerros tienen
alm a
y entran en contacto
con el hombre.
La ‘conciencia natu ral
es
expresión
y
consecuencia
del hecho
fund amental
de
la
relacio nalid ad
de todo ser, lo que debe ser
entendido e
interpretado
como primero y
más
importante principio
de
la
filoso f
ía
andi na.
Romper, o
sacri fica r, las
relaciones
coexistenciales intramund anas
es absurdo
y
fat al. Los dogmas
del Cuerpo
Místico
de
Cristo
y de
la
Comunión de
los
Santos
sancionan la conciencia s
obre–na
tura
l
del
cristi ano
y le
oblig an al desapego
de los
bienes materiale s, temporales,
y
s
acri f
icarlos
para
asegurarse
el
acceso
a
la V ida
(esp
ir i
tua l
,
eterna,
la
Salud).
7. Conclusión:
‘cuidar
el
jardín
E l
esquema 1 resume los términos y
conceptos
centr ales manejados
más
arriba:
Esque ma
1
MEDIO
CULTURAL
ECON OMÍA
CORRESPONDIENTE
VA LOR
ECONÓMICO SUPREMO
FUNDAMENTO
ME T
AECO
NÓMICO
Cris tiano
medieval:
Economía Sacrame ntal
de
la
Salud
Vida divina;
beatitudo
Cosmov isión
teocéntrica
Occidente moderno:
Econ omía
de Mercado
Bien estar (mater ial) Cosmov isión
antropocéntrica
Ayllu
tradicional:
Economía
de
Crianza
de
la Vida Sumaq kawsa y, vida
dulce
Cosmov isión
Pacha–céntrica
El Antoniano
130 /
junio
2015
76
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
En el
pensamient o
de Tomás de
A q
uino,
la solida rida d exis tencia l
de los cristianos
en pecado y
cul pa,
y en
Salu d
y
Vid a
se
prolong a
en un
sistem a
económico
solid ario
de los bienes
materiale s
con
práctic a
de
carid ad
gener a
l
y de mensa
communi s
(mesa común) en los
conventos.
Schillebeeck x
en
cambi o
vive
en un mundo moderno de
libr e
mercado y
una econoa
altament e com petitiv a
y
libera da
de toda
tuició n religio sa
y ética
cristi ana ; limit a
su
disc urso
a
la
econoa
sac r
ament a
l
de los bienes
espiritu ales .
El
alumn o
abandonó
la
idea de
la
econoa
“E l
pensami ento andino
no
es centrado en torno a una
reali dad
esp
iritu a
l,
sobre natural, fuera
de
la
Pacha , ni
tampoco en torno
al suj eto
humano, no es ni
teocéntrico
ni
antropocéntrico.”
bidimen siona l
de su maestro Santo
Thomás de Aquino.
La Economí a Sacr amenta l
de
la
Salud
mediev a
l
trata en
esenci a
de
la
Gracia
como
valor
esp
iritu a
l
supremo, per
o
aglutin a
y
magnetiz a tambié n
los otros
valor es esp irit uale s
y
l
os
valores
materi ales ,
como los
valore s
económicos
de los bienes y
servicio s pro ducido s
para
el consumo. En
cambio ,
en el concepto
andi no, la Economí a
de
Cria nza
de
la
Vida
(ECV )
se
refiere
a los
val ores
económicos
concretos que
su stenta n la vid a
y
la
supe rvive ncia , idealiz ada
en
la
Sumaq
Kawsa y (l a vida
dulce y
armo niosa ),
pero
siempre se tiene en cuenta su
apr
eciación
mitológico religios a,
o sea su valor
meta
económico ,
lo que
res ulta
en un
concepto
religios o
del
trab ajo
como
celebració n
de
la Vi d a’ ,
y una
étic a
del
trab ajo
normada por
la ‘concienci a
natura
l
y el respeto
absolut o
a
la ecologí a
del
medio natural.
Cuando
Schillebeeck x habl a
de
la
Economí a Sacramen tal
de
la Salu d
n
o
consider a
en
ningú n
momento
la
economía de
valores materiale s
de
mercado. Por lo demás,
la ES S
no es una
economía
cuantitati va; im posibl e
pensar
aqu í
en una
contabilid ad cuantitativ a
de
Graci a (valor )
y
Culp a (deuda) ,
sino que es
eminentemente
cu alitati va.
En esto
coincid e
tambié n
con
la
economía andina
de
la crian za,
que
per sigu e
el
brill o
de
la
Chacra y
l
a
vigo rizaci ón
de
l
a
Vida .
Por su
parte, el
cri stian o tradicio nal , igua l
que el
empresario moderno y el
cnico ,
están
disp uest os
a
sacr ifi c ar la vida nat u ral ,
para
los
biene s celesti ales’ ,
c.q. para
el
progreso’ .
Por otra parte, el Progreso
parecier a
ser el
ju stificati vo ad ucid o
por el
hombre moderno, cuando se recuerda el
encargo
defini do
por el mito
bíblico
1 9
del
orige n
de
‘cultiv ar
y
cui dar
el
j
ard
ín
(Gn 2:
15) y cuando sospecha que es responsable
de
la abominació n ec ológica :
Aho ra
la
tierra va a estar bajo
maldici ón
por tu
culpa
(Gn 3: 17).
Para el andino y
la a n din a
tradicional,
cristi ano/ a
a su
manera ,
el mito de
la
Bibli a
es muy claro sobre
la Vi d a
y
la
Muerte, el Hombre y
la
Tierra.
E l
runa
reconoce en esas
palab ras
la
confirm ació n
de su
Pach avivenci a
y su
ética
tradicio nal:
el origen del Hombre:
formado de
la
tierr a
y su
cas tigo :
en
tierra te
convertirá s
;
sobre el encargo
de
cuid ar
el
jardí n;
sobre
la
consecuenci a
del pecado:
por
tu culpa
19
Ver
8.
Anexo : Texto s blico s
del
mito
del origen”.
El Antoniano
130 /
junio
2015
77
Ec ono m ía
bidim e
nsi onal
la
tierra estará bajo
m a ldició n. E l
runa entiende el pecado
continuad o
contra
la
Vid a
y comprende sus
consecuenci as:
la
muerte del
pecador y
la m a ldició n
de
la
tierra
(entendida como el agotamiento de
la Pachama m a).
Pero le duele que el
misione ro
y el colonizador
contemporáneos
sigue n
despreciando el fruto del árbol de
la
Vid a
y comiéndose el fruto de
la
Muerte y de
la
Maldición
ecológica .
Porque haciendo memoria y
mirando su
ayll u , conclu ye
que por
ellos cada vez más éste se
alej a
de
l
Sumaq
K
awsa
y
.
8. Anexo: Citas
bíblicas
del mito del
origen
(las negrillas
son
nu
estras)
Génesis 2: 49 (Edén y el
Árbo l
de
la
Vida) : 4
Cuando Dios el Señor
hizo el
ci elo
y
l
a
tierra, 5 aún no
ha bía
plantas ni
habí a
brotado
la
hierba, porque
Dios el Señor
to daví a
no
habí a
hecho a nadie que
l
a traba jara. 6
S i
n
embargo, de
la
tierra
salí a
agua que regaba todo el terreno.
7 Entonces Dios el Señor formó
a l
hombre de
la
tierra
misma ,
y
sopló en su
nar iz
y le dio
vi d a . A s í
el hombre comenzó a
vivi r.
8
Después Dios el Señor plantó un
jardí n
en
la
región de Edén, en el
oriente, y puso
all í
a
l
hombre
q
ue
habí a
formado. 9 Hizo crecer
también toda clase de árboles
hermosos
qu
e
daban
fruto
bueno
para comer. En medio del
j
ard
ín
puso también el árbol de
la v id a
y
el árbol del conocimiento del bien
y del mal.
Génesis 2: 1015 (para
cuida r
el
jar dín) :
10 En Edén
nací a
un río
que regaba el
ja rdín ,
y que de
a ll í
se
di v
idía
en cuatro. 11
E l
primero
se
ll a
maba
Pisón ,
que es el que da
vuelt a
p
or
toda
la
región de
Havi la,
donde
hay oro. 12
E l
oro de esa región
es
fino ,
y también hay resina
fin a
y
piedra de ónice. 13
E l
segundo río
se llamaba Gihón, y es el que da
vuelt a
por to
da
l a
región de Cus.
14
E l
tercero era el río
Hide kel,
que es el que pasa
al
oriente de
Asi r ia . Y
el cuarto era el río
Eufrate s.
15 Dios el Señor puso
al
hombre en el
ja rdí n
de Edén para
que lo
cultiv ara
y lo
cuid a
ra.
nesi s
3: 1619
(Adá n
y Eva
desobedecen a Dios y lo pierden
todo): 16
A l a
mujer le
dijo :
(porque hiciste esto,) aumentaré tus
dolores cuando
tenga s hij os,
y con
dolor los darás a luz. Pero tu deseo
te
lle var á
a tu
marido,
y él tendrá
autorida d
sobre ti. 17
A l
hombre
le
dijo :
—Como le
hicist e
caso a
tu
mujer y
comist e
del fruto del árbol
del que te
di je
que no
comie ras,
ahora
la
tierra va a estar bajo
maldici ón
por tu
culpa ;
con duro
trabaj o la
harás producir tu
aliment o
durante toda tu
vida .
18
L
a
tierra te
dará
esp inos
y cardos, y tendrás que
comer
plant as sil vestre s.
19
T
e
ganar ás
el pan con el sudor de tu
frente,
hast a
que
vue lva s
a
la m ism a
tierr a
de
la
cua l fui ste
formado, pues
tierra eres y
en tierra te convertirás.
nesis
3: 23s.
(La Vid a c ortada ):
“23
Por eso Dios el Señor sa el
hombr
e
del
jardí n
de Edén, y lo
puso a
trabaja r
la
tierra de
la
cua
l
habí a
sido
f
ormad
o.
24
Después de haber
saca do al
h
ombre,
puso
a l
oriente del
jardí n
unos seres
alado s
y una espada ardiendo que
daba
vue ltas hac ia
todos
lados ,
para
evitar
que
algue n llegar a al
árbol de
la
v
ida .
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