El Antoniano
130 /
junio
2015
políticas — , sino, fundament ar
con
las
dive rsas
refere ncias relacion adas
a
est
e
cusqueñismo
una
nueva
propuesta política.
Escal ante fue
un
notable intelect ual,
con
ejercicio
en el
periodismo
y
la polític a,
por tanto, conocedor
de
las ideas
de
la
clase
política intelectual
cusque ña. Es
por
ello
q
ue en el
artículo
que
anali zamo s,
aun a
qu
e
asocia
el
cusqueñismo
a
las banderas
de
l
region alismo
y
al gallar do
serra nismo
del
indigeni smo
intelectu a
l
local,
contradictoriamente
lo
usa
para fundamentar
la
propuesta de un
nacionali smo,
que
esperaba,
vend ría
a superar
las
beligerantes
posici ones
del
cusq u
eñism o–regiona
list a
:
“Como una definición
de tendencias
cole ctiva s, co m o una for m a típica
y
espe cial
de
ver la cosas
y
actu a
r
en
l
a
vid a, como
un credo
de
reivindi caciones
y un
cuerpo
estructurado
de
pri n cipios
y de
éti ca so cial, como una
visi ó
n
del porvenir
y
una
fe
mas culina
en
el triunfo
y
en
el pre d ominio naci onalist a, exis te
ya, para
bien del país
y
tal
vez
del Continente,
el
cuzqueñismo.
No se
le confunda con
e
l
regio n
alismo,
bandera política
de
combate,
que
flameó,
como una reacc ión cív ica contra
las
concupis cencias del po der cent ral
y
la
amoralidad
de
los po líticos ca pital inos,
en
horas ya mu ertas del ayer
doloroso
preconi zando el de recho
de
las regiones lejanas
y
pretéritas
a
la atención
de
lo s
poderes
públicos…
Las cosas han cambiado
y
tanto¡ Obra
es
ello
de
nuestro reg ional ismo pol ítico
que
primero fue materia
de
coment a
rios
humorísticos…
Decía yo
en
aquella
r
ecor d
ada
oportunidad
del banquete
de
los estudiantes
que, en
los
últimos siete añ os,
se
había hecho
en
beneficio
del Cuzco más, mucho
más, que en
l
os
cien
años ante riores
de
nue stra vi da republicana.
Es
deci r, pues,
que
el poder públic o, el Esta d o,
el
Gobierno, han vue lto los ojos al Cuzco
para
redimir lo del clamoroso abandono
en que
yacía, dotándole
de
todos los
elementos,
mejoras
y
co ndicion es indis pensab les
que
l
e
permitan figu r ar
de coro samente entre
las
ciudades civilizad as
de
América. Fuera
un
inj usto desconte nto. Es Leguía, el
P
residente
Leguía, quien, como al conjuro
de una
formidable capacidad creadora,
ha
transformado el
Cuzco,…
Así, pue s,
se
expli c a
y se
comp rende m
i
empe ño
de
hondo se ntido pa triótico,
de
ale jar
a
la juventud, por lo mismo
que nuestros
idea les han sido comprendidos
y nuestras
necesida des satisfe chas… eso ya no tiene por
qué
l l
amarse
“
regiona lismo”.
L l
ámesele
serranísmo
o
mejor cuzqueñis mo, ya
que el
Cuzco
es
el corazón, el ágora sagrada al
taberná culo
de
la Sierr a
…
Y
“
cuzqueñis m
o
”
debe
llama rse
ese credo
nuevo. Porque
es
el C uzco cora zón
del
Con tinente,
el cof r e mirí fico
de
la
tradi c
ión
americana, el ara santa
de
la raza, el
templo
secular donde sólo
es
pos ible cons umir la
eucaris tía del ameri c anismo. Porque
es el
Cuz co
el monumento
que
las edades
han
levantado
a
la Gloria
de
aquel los
inigualados
guerreros
y
l
egisl a
dores
que pasearon,
magníf icos
y
gal lardos, sus pendones
victor i
osos por toda la
Amé rica m eridi onal. Por q ue
de
allí,
en
todo
tiempo, salieron hombres
que
irradiaron
i
deas,
brotaron semil las
y se
expandieron pe rfumes,
que
tienen
un
sello
inco nfundi ble
de
al ta belle za espi ritual
y de
neto
y
rotun do
peruanismo.
Region alismo, nó: parece tener
un sentido
de
uti lidad inmediata,
de
propós ito
comunal,
de
convivenc ia
de
pred io. And inismo,
tampoco,
porque el vocablo puede prestar se
a muchas
inter pretacion es
y
porqu e, desp ués
de
todo,
l
os
Andes no son exclusi vamente
nuestros.
Serranis m o, menos, por que tienen
el
concepto una lim itación
geográfica.
Peruanism o, mucho men os, porque
aun
cuando la palabra abarca toda la
naci o nalida d, ca rece
de
la si g nific a ción
pe
culiar
que
necesita pa r a definirse bien
este credo
nuevo
de
las genera ciones mo zas del
P
erú.
Cuzqueñis m o
y
nada
más que
cuzqueñis m o. Lo cuz queño no
se
refiere,
no