El
Antoniano 131
/
Diciembre 2016
Recepción:
06-09-2016
|
Aceptación:
29-09-2016
47
E
ALGUNO S RETOS DE
L A
ANT
ROPOL
OGÍA
MÉDIC A EN AMÉRIC A
L
A
TINA
n este texto presentaré
prim
ero
algunos aspectos
básicos,
posiblemente conocidos por todos los
presentes, sobre
l
a
trayectoria de
la
Antropología Médica, para luego
señalar
algunas serias limitaciones
metodol
ógicas
Eduardo
Lui s
Menéndez Spina
1
en los usos de esta disciplina,
y
concluir
analizando algunos
apo
rtes
2
.
Comenzando
por el principio
r
ecordaré
que la Antropología Médica,
la
Antropología de la Salud,
y
la
1 Profesor Investigador del Centro de Investigaciones
y Estudio s
Superiores en
A
ntropología
Social
CIESA S, Me xico.
B
achille
rato
en
antropoloa
en la Universidad Nacional de Buenos
Aires UNB A,
Argentina. Máster en Salud Pública —
Escuela de
S
alud
blica, xico, Doctorado en
A
ntropología
Social
UNBA .
Doctor Honoris Causa de la Universidad
Ro
v
i
r
a
i
Virgil i
,
España.
E-mail:
emenendez1
@
yahoo
.com.
mx
2
L
a
información que presento refiere sobre todo a xico.
48
El
Antoniano 131
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Diciembre
2016
Eduardo
Lu is
Menéndez Spina
Antropología de la Medicina constituyen
una sola especialidad
antropológicaque
tiene por objetivo el estudio de los
procesos de salud/ enferm
edad/
atención–prevención (de ahora
en
adelante procesos de
s/e/ap)
3
.
Y
si
bien
esas
denominaciones
se crean desde
las
décadas
de 1950
y
1960, dichos
procesos han sido estudiados desde
la
constitución de la Antropología
entre
mediados
y
f
inales
del siglo
X I
X
.
L
a
mayoría de esos procesos
fuer
on
inicialmente contextuales o
pensado
s
exclusivamente en términos de
r
itual
es
Bonfil l
expresa
una
tendencia
ct ica
que
se
observa en la
mayo
a
de los países de Arica
L
atina, y que las ‘nuevas
corriente s
ignoran, tal
vez
sobre todo por
el
teoricismo que domina sus
propuestas.
frecuentemente religiosos, pero
dur
ante
las
décadas
de 1920
y
1930 los estudios
antropológicos sobre los procesos
d
e
s/e/a-p,
comienzan a incrementarse
y
especificarse sobre todo en los
Esta
dos
Unidos, con un temprano impacto en
la
Antropología de algunos
países
latinoamericanos,
y
especialmente
de
México, debido en gran medida a
que
algunos de esos estudios se harán
en
nuestros países, como es el caso,
por
ejemplo, de las
i
nvestiga
ciones
de R. Red
Field
y
de otros
an
tropólog
os
estadounidenses
en
Y
ucatán
durante
las
décadas
de 1930
y
1940,que es
importante recordar
f
ueron
parte de
un
estudio integral de la salud en
Y
ucatán
dirigido por uno de los principal
es
epidemiólogos
norteamericanos
de
la
época (Menéndez
1981;
R
ed
Field
1940;
Shattuck et al
1933).
A
su vez, en las mismas
décadas,
varios
países europeos,
y
sobre todo los Estad
os
Unidos impulsarán la
denom
inada
Antropología Aplicada,
recordando
que el
proceso de
s/e/ap
serán uno de los tres
principales campos de trabajo de
dicha
orientación. De tal manera que
durante
estas
décadas
se desarrollan est
udios
sobre
la medicina tradicional,
sobre
embarazo/parto/puerperio,
sobr
e
alcoholismo, sobre el impacto directo
e
indirecto de la biomedicina en los gr
upos
étnicos, así como sobre problemas
de
salud mental, a partir de marcos
t
eóricos
funcionalistas, culturalistas
,
psicoanalíticos, pero que salvo
excepciones tienen un bajo nivel
t
eórico
de reflexión.
No obstante,
y
lo subrayo,
e
l
campo
de
la salud, incluye aportes teóricos
y
metodológicos relevantes desde finales
del
siglo
X I
X
,
aun cuando durante
mucho
tiempo
permanecieron
marginales
al
desarrollo de nuestra disciplina, como
son
por ejemplo el extraordinario estudio
de
Durkheim (1974
[1897]
)
sobre el
suicidio
,
que constituyó una de las principales
fuentes de mi propuesta de
epidemio
logí
a
sociocultural; o los trabajos de Ernesto
D
e
Martino (1961, 1975) sobre los
procesos
de
s/e/a-p
en el sur de
I
tali
a,
a los
cuales
aplicó
tempranamente
un
enfoque
gramsciano que sigue siendo vigente.
Ahora, si bien a nivel internacional
entre
1920
y
1950 se generan trabajos
sobr
e
3
Esta s y
otras
denominaciones
se han
generado
y
siguen
generando,
pero
yo
sigo utilizando Antropología dica porque ha sido
la más convalidada
y
utilizada, más allá de las críticas que podemos hacerle.
Y
además,
porque los otros rminos pueden ser
aún s cuestionados;
y
así por ejemplo la Antropología de la Salud, tiene que ver muy poco con lo que estudiamos los
antropólogos,
ya que investigamos
enfermedades
y
padecimientos, pero no la salud. Para
mi
salud” es un concepto
ideológico.
Algunos Retos de la Antropología Médica en América Latina
El
Antoniano 131
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Diciembre
2016
49
salud en las diferentes
antropo
logías
metropolitanas, será la Antropología
de
los Estados Unidos de América
(
Caudill
1953;
Polgar 1962), la que desarrolle el
mayor número
y
diversidad
de
investigaciones, lo que dio lugar a que
en
la
década
de 1960 se constituyera
como
especialidad,
y
pasara
en poco tiempo
a
ser una de las principales ramas de
la
Antropología Social.
T
an
así que
a
mediados de la
década
de
1990,
será
la
especialidad que en los Estados Unidos
de
América cuente con el mayor número
de
antrologos
activ
os.
Pero
además,
como ya señalé,
la
Antropología Médica
nor
teamericana
impactó temprana
y
f
uertemente
en
la
antropología latinoamericana
tanto en los
temas de investigación, como en los
marcos
teórico/metodológicos,
s
ien
do
una expresión de ello quien
es
considerado
el padre de la
Ant r
opología
Médica mexicana,
y
me refiero a Aguirre
Beltrán, quien se ‘apropió’ del
concepto
de
aculturación para
adaptarlo
a
la
realidad mexicana, así como
f
ue
el primer
antropólogo
latinoamericano en hablar
de
interculturalidad en salud entre principios
y
mediados de la
década
de
1950,cuando
prácticamente nadie
hablabade
interculturalidad en nuestra
región
4
.
Subrayo lo de ‘apropiación porque
en
los últimos años se han desarrollado
una
serie de corrientes
autodenominadas
de-coloniales,
pos
-colonial
es,
pos-accidéntale
y
otros nombres similares,
que proponen desarrollar orientaci
ones
críticas alternativas a las orient
aciones
hegemónicas
en Antropología Social
y
otras disciplinas, lo cual me parece
bien,
pero ocurre que estas tendencias,
y
especialmente las de-coloniales,
ignoran
o secundarizan que casi todo lo
que
proponen
y
critican, ya había sido
desarrollado en
f
orma
amplia
durante
finales de los años
1950,
y
sobre
to
do
durante los 60’
y
los 70’ por
antropó
logos
latinoamericanos,
y
a
que por lo
meno
s
una parte de los mismos no
aplicó
mecánicamente
las
concepciones
hegemónicas
metropolitanas sino que
las
‘apropió’ como en el caso de Aguirre
Beltrán
(
1976;
1986), o directamente
las
cuestionó como en el caso de Bonfil
Batalla
(
1962),
quien a principios de los
60’ genera un texto sobre el hambre
en
una comunidad de
Y
ucatán
donde
hace
una crítica teórica, metodológica
y
etnográfica a la producción
antropológica
aplicada
generada
especialmente por los
antropólogos británicos
y
estado
unidenses.
Pero,
y
lo subrayo,
Bonfill
expresa
una
tendencia crítica que se observa no
lo
en México sino en la mayoría de los
países
de América
L
atina,
y
que
las
“nuevas” corrientes ignoran, tal vez
porque no manejan bibliografía en el
campo de la salud, pero sobre todo por el
teoricismo —y subrayo
l
o
de teoricismo—
que domina sus
propuestas
5
.
A
partir de las
décadas
de los 60’
y
70’
hay un notable desarrollo de
la
Antropología Médica no sólo en los
Estados Unidos de América, sino en los
países europeos,
y
en menor medida
del
denominado
entonces
T
ercer
Mundo,
que
trata una gran variedad de
pro
blemáticas,
utilizando diferentes marcos
t
eóricos
incluidos las diferentes variedades
d
e
marxismo
y
de interaccionismo simbólico.
Ahora bien, una parte de
la
Antropo
logía
Médica de los
E
stados
Unidos de América seguirá
trabajando en
países de América
L
atina
desde la
década
de 1930 hasta la
actualidad,señalando
que algunos de los principales
concepto
s
acuñados
por esta disciplina como el
de
illness
/
disease
(padecimiento
/enfermedad)
se
genera
a partir de investigaciones
realizadas en México, así como
que
4 Este concepto era utilizado en las
décadas
de los 40
y
50 por
antrologos norteamericanos relacionado
con
e
l
proceso
de
aculturación.
Ver
Aguirre Beltn
1955.
Eduardo
Lu is
Menéndez Spina
50
El
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Diciembre
2016
algunos de los
l
íderes
teóricos de est
a
disciplina desde la
década
de 1940
como
es el caso de G. Foster (1958,
1974)
,
hasta la actualidad como ocurre
con
N. Shepper-Hughes (1984,
1997)
,
desarrollaron sus principales estudios
en
nuestros
países.
Si señalo la importancia de
la
Antropología Médica de los
E
stados
Unidos de América no sólo es
po
rque
parte de la misma se desarrolló en
países
latinoamericanos,
sino porque el
campo
de la
salud/enfermedad
ha sido
históricamente un campo secundario
en
términos teóricos dentro de
la
Antropología Social
latinoamericana,
aun
cuando fue muy importante para
las
instituciones indigenistas.
Y
si bien no voy
a desarrollarla, considero que es
una
problemática a analizar en cada uno
de
nuestros
países.
Antropologíadica:
críticas
a
algun
os
aspectos
m
etodol
ógic
os
Si bien los estudios de
los
procesos
de
s/e/ap
desarrollados por
antropólogos
latinoamericanos
desde
1940/1950
presentan aportes etnográficos, análisis
y
reflexiones críticas, necesitamos
recono
cer
que la mayoría de ellos hasta
la
actualidad,
se caracterizan por una serie
de aspectos que reducen
y
limitan
dichos
aportes,
y
f
recuentem
ente
contribuyen
a
una distorsión de la realidad
analizada
(Menéndez 1990 a,
2002).
Y
justamente
uno de nuestros principales retos, es
la
reflexión sobre dichas limitaciones,
y
la
necesidad de generar
alternativas.
Gran parte de la Antropología
Médica
actual sigue centrada en el estudio de los
pueblos originarios, lo cual es
necesario
especialmente en el campo de la
salud,
dado que es el sector poblacional
que
tiene
los
peores indicadores de salud
y
l
as
más bajas expectativas de vida
comparado
con cualquier otro sector
social, en todos los
p
aís
es
latinoamericanos.
Pero la
Antro
pología
suele reducir la investigación al punto
de
vista de
los
pueblos indígenas excluyendo
de sus descripciones
y
análisis a los
o
tro
s
actores sociales
significativos
que est
án
interviniendo en los procesos de
salud
analizados, se llamen mortalidad
materna,
alcoholismo o relación
curador/
paciente.
Y
si bien siempre debieron ser
incluid
os
los actores
significativos,
ello se
hace
ahora más evidente cuando, por
ejemplo
,
sabemos que el 80% de los
mapuches
chilenos viven en medios urbanos,
y
que
la ciudad de México es el lugar de
mayo
r
concentración de población indígena
en
dicho
país.
Otro aspecto a reflexionar es que
hasta
hace pocos os la Antropología
dica
latinoamericana
se
dedicaba
a describir
y
analizar exclusivamente las enferm
edades
tradicionales’ que padecen los
grupos
étnicos, a como los tratamientos de
l
as
mismas ejercidos por los
curadores
tradicionales, de tal manera que salvo
excepciones no
aparecen
incluidas
las
enfermedades aloticas ni
los
curadores
biomédicos, ni tampoco los
denominados
alte
rnativos.
s n, a tras de sus trabajos,
no
solemos enterarnos de las enfermedades
de
las que mueren la mayoría de los sujetos
d
e
los pueblos originarios, dado que
estos
autores suelen hablar de la muerte, pero
no
de la mortalidad. En
l
a
mayoría de los textos
no se presentan,
y
menos n se
analizan
las tasas de mortalidad general
y
etarias
que
se dan en dichos pueblos referidas tanto
a
enfermedades tradicionales
como
aloticas, e
inclusiv e los
autores
no
manejan
las tasas de mortalidad
infanti
l
aunque sus estudios traten de
l
a
muerte
del
angelito’. Son investigaciones
preocupadas
mucho s por la descripción de los
ri
tuales
de la muerte
y
por estudiar
la
s
cosmovisiones de las mismas, que por
l
a
mortalidad de los sujetos
y
grupo
s.
De tal manera que en México
t
enemos
interesantes descripciones de
rit
uales
mortuorios,
y
no
demasiadas
int
eresantes
Algunos retos de la antropología médica en América Latina
esperanza de vida estaba entre los 20
y
30 años de
edad.
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2016
51
reflexiones teoricistas sobre
l
a
muerte, sin
que se presenten datos
y
menos análisi
s
en términos de mortalidad.
Y
desde
nuestra perspectiva necesitamos
i
ncluir
tanto la descripción e interpretación de los
rituales mortuorios como una descripción
y
análisis de las enfermedades de
que
muere la población que utiliza —o
y
a
no
utiliza— dichos rituale
s.
Ahora bien ¿Qué significa que
un
investigador?, vaya a estudiar
grupos
originarios que tenían una mortalidad
de
400 o 500 niños sobre 1000 niños
nacidos
vivos
como ocurría en México
en
las
décadas
de los 20’
y
de los 30’,y
lo
se dedicara a estudiar los rituales de
esas
muertes sin buscar
y
menos
p
resentar
datos sobre el número
y
tasa de niños
muertos,
y
sobre el tipo de enfermedad
de
la cual murieron, Sin explicar por
qué
tantos niños morían de ‘muertes
evitabl
es’
.
Y
además,
sin reflexionar ¿para qué sirven
los rituales que
d
ocumen
ta
etnográficamente?,
y
a
que los mismos
no
pueden evitar ni reducir el número
de
niños m
uerto
s
6
.
Es decir, para esta Antropología
l
a
preocupación
no está
colocada
en
la
salud
y
mortalidad de los sujetos de est
as
poblaciones,
sino en el papel
y
signif i
cado
de la medicina tradicional,
y
/o
en el
papel
que los rituales pueden tener en
la
identidad
y
cohesión de los grupos
com
o
parte de la cosmovisión nativa.
Y
frecuentemente referida en forma exclusiva
a la visión
y
acción de los
curadores
tradicionales
y
no de la población,
y
a
que
por ejemplo en México la casi totalidad
de
los estudios sobre chamanismo se
basan
en el estudio del punto de vista de
l
os
chamanes,
sin incluir a los sujetos
y
grupos que son tratados por
esto
s
sanadores
(Menéndez
2015).
Por lo cual estas orientaciones
generan
dos tipos de sesgos, uno de
carácter
metodológico, resultado de
no
entrevistar/observar a los pacientes
y
sólo
dar cuenta del punto de vista de
curado
r
.
Y
otro de tipo epidemiológico, ya que
n
o
sólo nos debiera interesar el papel de los
rituales de sanación en la cohesión
e
identidad de los grupos, sino sobre
t
odo
observar su impacto en la salud de los
sujetos
y
grupo
s.
Por supuesto que esta orientación
t
iene
varias explicaciones desde
los
int
ereses
meramente folklóricos, hasta
l
a
carencia
de
habilidades técnicas
epidemiológicas
para describir
y
analizar padecimientos
no
sólo alópatas sino también tradicio
nales;
pasando
porque el núcleo de sus
estudio
s
refieren a la cosmovisión de
los
pueblo
s
estudiados ;así como por los intentos
d
e
revitalizar el papel de las
estrat
egias
indígenas de sanación como m
ecanismo
de
empoderamiento
y
de rehabilitación
de
los grupos étnicos. Como mecanismo
que
evidencie la
capacidad
y
potencialidad
de
los grupos originarios de producir
saberes,
y
hasta de manejar epist
emologí
as
alternativas a las utilizadas por la
ciencia
médica occidental. De demostrar
com
o
las estrategias de sanación nativas
son
mucho menos intrusivas
y
agresivas,
y
que
toman en cuenta al sujeto no lo
en
términos técnicos médicos, sino sociales
y
culturales,
y
en algunos
casos
psicológico
s.
Y
estos objetivos nos
parecen
necesarios,
pero siempre
y
cuando
incluyan en sus etnografías
y
en sus
análisis lo que está ocurriendo con
las
enfermedades en los grupos étnicos
y
por supuesto no étnicos— dado que en
la
actualidad los miembros de los
pueblo
s
originarios no sólo se siguen
enfermando
de
empacho,
mal de ojo o brujerías, sino
que se están muriendo —y los sujetos
y
grupos étnicos lo saben— de
diabetes
mellitus 2, de
enfermedades
cardiovasculares
y
de cánceres,
además
6
Generalmente
reflexionan sobre la función cohesiva de los rituales,
y
en menor medida sobre la funcn de consolacn,
y
de
justificación de la muerte, dada las altas tasas de mortalidad general
y
tareas dominantes en estas
sociedades,
donde
la
Eduardo
Lu is
Menéndez Spina
52
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Antoniano 131
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Diciembre
2016
de varios
padecimiento
s
infectocontagiosos,
para la mayoría de los
cuales la medicina tradicional resulta
ineficaz, como es el caso no lo de
las
enfermedades
crónico/degenerativas, sino
de las nuevas enf
ermedades
infectocontagiosas como el
VIH SI DA, y
últimamente el zica
.
Y
la inclusión de esta información
y
análisis es aún más necesaria, si los
objetivos son de tipo
ideológico—por
ejemplo empoderar a los
curadores
tradicionales—, dado que la exclusión
de
dicha información impide o limita
reconocer
y
entender los
actuales
comportamientos de los sujetos
y
g
rup
os
estudiados, así como conduce a
proponer
acciones destinadas al fracaso como
ha
ocurrido, por ejemplo, con la mayoría
de
las propuestas de salud
intercultur
al,
como luego
ver
emos.
Una parte de los
antropólogosque
focalizan exclusivamente la descripción
y
análisis de la medicina tradicional,
t
odavía
consideran que los grupos étnicos no
sólo
prefieren la medicina tradicional, sino
que
son reacios a utilizar la biomedicina;
más
aún sostienen que hay
una
incompatibilidad en término
de
cosmovisiones entre
los
pueblos
indígena
s
y
el personal de salud.
L
o
cual
no
negamos que ocurre, pero necesitamos
no
sólo demostrarlo sino sobre
todo
evidenciar cuáles son sus
consecuenc
ias
en términos de
sa
lud/enf
ermedad.
Y
esto,
además,
hay que
demostrarlo,
porque ocurre que los estudios sobre
l
os
procesos de
s/e/ap
que han descripto
la
auto atención
y
la trayectoria de
la
enfermedad a través de los relatos de los
pacientes de origen amerindio,
y
no
exclusivamente de los curadores,
han
encontrado
reiteradamente que
dicho
s
pacientes utilizan
simult
áneamente
productos medicinales tradicionales
y
productos de la industria
químico/farmaceútica,
sin que se
o
bserven
problemas de incompatibilidad
en
términos de cosmovisiones
(
Cortez
2015;
R
amírez
1980;
Menéndez 1981). Más
aún, se detecta una creciente
demandade
los productos de la
biomedicina
,
especialmente fármacos, que los
pacientes
articulan con sus propias creencias
y
prácticas
‘tradici
onales
.
De tal manera que podemos concluir
que una parte de los
antropólogos
han
confundido diferencia cultural
con
incompatibilidad cultural; mientras que
en
otros domina una orient
ación
metodológica e ideológica, que
sólo
busca
confirmar sus presupuestos
y
objetivos ideológicos sobre los
grupos
étnicos, en lugar de describir lo que
la
población
i
ndígena
hace
y
utiliza. Es decir
que, por lo menos, una parte de
las
incompatibilidades entre los
saberes
nativos
y
los saberes biomédicos
suelen
ser construcciones antropológicas y/o
de
intelectuales indianistas, que no incluyen
numerosos aspectos de lo que ocurre
en
la vida cotidiana de, por lo menos,
una
parte de los pueblos
nat
ivos.
Este tipo de investigación
antr
opológica
sostiene además que hay un
rechazo
reiterado a la biomedicina
y
especialmente al personal de salud
por
parte de los grupos étnicos, lo cual
sólo
en parte ocurre,
y
a
que lo dominante
no
es el rechazo a la biomedicina en términos
culturales
y
técnicos, sino que es el
rechazo al maltrato médico, al
escaso
tiempo de la consulta, al largo tiempo
de
espera, a la constante rotación
del
personal
médico, a la falta de claridad
en
las explicaciones del personal de salud,
a
que se sienten tratados como pacientes
de
segunda ya que los atienden pasantes
de
medicina
7
;
y
sobre todo a la
f
alta
de
médicos titulados en los centros
de
atención primaria comunit
arios.
7 Pasantes son estudiantes de medicina que han concluido la carrera pero que n no esn titulados, ya que necesitan realizar
tareas de servicio social a la
comunidad.
Algunos retos de la antropología médica en América Latina
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
53
En un estudio realizado entre 1978
y
1981 en una comunidad del
estado
(provincia) de
Y
ucatán
(Méxic o)
donde
más del 90% de la población
hablabay/o
entendía la lengua maya, la mayoría de
la
población prefería el médico privado
que
al médico del centro de salud;
y
además
prefería al médico especialista
radicado
en la capital de
Y
ucatán,
que a los
médicos
particulares de su
propia
comunidad. Más aún,
señalaban
que
para
las enfermedades graves, salvo en el
caso
de hechicerías’, preferían a los
médicos
alópatas que a los curadores
tradicional
es
(Menéndez
1981,
R
amírez 1980).
Y
recuerdo que estoy
hablando
de 1978
y
no de 2008.Es decir, hace casi
cuarenta
años ya observamos una notori
a
penetración de la biomedicina en la vida
cotidiana de los grupos étnicos, lo cual sin
embargo no era detectado por la
mayoría
de los
antropólogos
que sólo
buscaban
enfermedades
y
tratamientos
t
radicionales
como parte de las cosmovisiones
nativas.
Permanecer en el estudio
exclusivo
de
l
a
medicina tradicional conduce no sólo
a
no asumir la notable penetración directa
e
indirecta de la biomedicina en la vida
cotidiana de, por lo menos una parte,
de
los grupos étnicos, sino también a
no
entender el comportamiento actual de los
sujetos de dichos grupos, de tal
manera
que al aplicar una metodología
centrada
en un solo actor,
y
buscando sólo lo
qu
e
se considera que es lo propio de lo
s
grupos
étnicos, los investigadores
no
documentan lo que ocurre realmente en
la
vida cotidiana de los grupos
que
pretenden ayudar a rehabilitar
y
a
empoderar cultural
y
polít
icamente
8
.
Y
esto, por ejemplo ha ocurrido
y
si
gue
ocurriendo con un hecho tangible
en
todos
los grupos étnicos de los
que
tenemos información,
y
me refiero a
la
disminución continua del número
de
curadores tradicionales, lo cual
es
rechazado por autores que en México
se
niegan a aceptar este proceso, pese,
por
ejemplo, a que tanto en
Y
ucatán
como
en
Chiapas, dos de los estados mexicano
s
con mayor población indígena casi
han
desaparecido
los chamanes de
las
mayoría
de las zonas
indígenas.
Esta tendencia se ve además refor
zada
porque actualmente la mayoría de los
antropólogos obtienen exclusivamente su
información de las
representaciones
sociales que sus entrevistados tienen de
la
realidad; es decir lo que surge de
las
narrativas de los informantes, pero sin
que
frecuentemente
los
antropólogos
regist
ren
también las prácticas sociales de los
mismos.
Es decir, constituye una etnografía de lo
que se dice,
y
no de lo que se hace.
Y
esto se ve
f
avoreci
do
por dos
hechos,
llamémosle metodológicos; primero
porque
no sólo se ha reducido el tiempo
y
continuidad del trabajo de campo, sino
que cada vez se hace menos
observación
participante, la cual —no
o
lvidemos
posibilitaba obtener
representaciones
sociales, pero también observar prácti
cas
sociales. Más aún, los
actuales
antropólogos
y
a
no aprenden a
observa
r
,
y
están más
preocupados
por aprender los
últimos programas de descripción
y
análisis ‘etnográfico’ por internet, que
por
aprender a observar las prácticas social
es
de sus entrevistados. Considero que si
bien la observación participante constituye
todavía la principal técnica que identifica
al
trabajo
antropológico,
no
obstant
e
actualmente constituye sobre todo
un
indicador de diferencia profesional,
más
que de práctica
antropológica.
8 No cuestiono
e
l
estudio de las cosmovisiones, sino el enfoque utilizado que tiende a excluir los procesos que cuestionan su
vigencia
y
esencialismo. Por ello considero que los investigadores de las cosmovisiones, debieran
referir
los componentes de las
cosmovisiones a los comportamientos actuales de los sujetos que se supone portan dichas cosmovisiones. Es decir, no sólo
debieran entrevistar
y
observar a los curadores tradicionales más viejos —como suelen hacer— sino entrevistar
y
observar a los
jóvenes
y
también a los ancianos para tratar de entender porque, por lo menos, en varias regiones ingenas de xico los
jóvenes ya no quieren operar como curadores
tradicionales.
Eduardo
Lu is
Menéndez Spina
54
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
Y
el segundo aspecto metodogico
es
complementario
y
en parte justificador
del
anterior, ya que gran parte de los
estudiosos
consideran que las
representaciones
sociales
equivalen a las prácticas sociales, lo cual
no
ocurre sino sólo en ciertos aspectos
.Y
por lo
tanto implica otro desao a enfrentar
y
resolver que, por lo menos, nos
perm
ita
reflexionar sobre las
consecuencias
negativas de estas tendencias,
y
la
necesidad de modificarlas.
Aclaro, para evitar,
malas
interpretaciones, que no negamos
la
Observamos
que si
bien
algunos de estos
estudio
s
asumen y n
describen
estos procesos, sin
embargo no los refieren
a
la incompatibilidad
que
según ellos existe entre la
Medicina
Tradicional
y la
Biomedicina.
importancia de las ‘narrativas’, de
l
os
testimonios’, de las ‘historias de los
suj
etos
y
grupos subalternos —yno
subal
terno
s—,
pero considero que, por lo menos,
un
a
parte
de nuestros estudios, dados los
objetivos
y
problemas que tratan,
no
debieran trabajar lo con
representaciones
sociales,
y
menos cuando provienen de
un
solo actor
s
ocial
.
Ades de los aspectos
señalados,
esta
s
orientaciones no suelen incluir, por lo
menos
en xico, ciertos datos que son
básico
s
para entender el papel
y
vigencia de
la
medicina tradicional, como el hecho de
que
desde por lo menos la
cada
de los
40
una parte de los curadores
t
radicionales,
incluyendo los
chamanes,
utilizan r
macos
biomédicos,
y
en algunas
com
unidades
dichos curadores son dueños de far
macias
donde venden fármacos
biomédico
s
(
Cortez
:
2015).No
asumen que una
parte
de
los curadores tradicionales,
y
especialmente las parteras emricas,
han
recibido cursos
y
han sido utilizadas no
lo
por el Sector Salud sino por
organi
zaciones
no
gubernamentales
(
ONGs
).Y
que los
cursos
y
actividades tienen casi siem
pre
orientacn biomédica,
y
en el caso
de
algunas ONGs, también new
age
.
s n, observamos que si bien
algunos
de estos estudios asumen
y
aún describ
en
estos procesos, sin embargo no los
refier
en
a la incompatibilidad que sen ellos existe
entre la Medicina
T
radicional
y
la
Biomedicina.
Es
decir, no explican —o si
se
prefiere no interpretan— porque si est
as
cosmovisiones son incompatibles,
como
ellos señalan, la población ingena
utiliza
a
ambas,
y
cada vez más
fr
ecuentemente.
Pero
además,
esta forma de trabajar
co
n
los padecimientos, con los curadores
y
con
los grupos étnicos en funcn de objetivos
ideogicos o no, conduce frecuentemente
a
los
antrologos
a ignorar hechos
básicos
para una aproximación
antropológico
dica, como por ejemplo saber
¿Qué
cantidad, porcentaje y/o tasa de
mo
rtalidad
de neonatos
y
de madres existe en el
traba
jo
de las parteras
empíricas?¿Qué porcentaje
de sanación se observa en el caso de
las
intervenciones de los cur
adores
tradicionales?.¿Existen o no ‘mal
pcticas’
en los curadores tradicionales, tal como
las
hay en los curadores biomédicos?
P
ero
ocurre que este tipo de
i
nterr
ogant
es
no
se
hace, porque domina una especie
de
protección profesional del quehacer de los
curadores tradicio
nales
9
.
9 Considero que necesitamos describir
y
analizar la medicina tradicional en forma crítica, de tal manera de recuperar sus aportes
y
funciones, pero tambn salar sus aspectos negativos, como he tratado de desarrollarlo respecto de la biomedicina
entendida
como Modelo dico Hegenico (Menéndez
1978, 1983,1990
b).
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
55
Algunos Retos de la Antropología Médica en América Latina
Ahora bien, la defensa de la
medicina
tradicional en sí, ha tenido por lo m
enos
en
parte, como ya
l
o
señalamos,
objetivos
ideológicos, dado que se la ve
y
con
razón como uno de los exponentes
más
notorios
y
reales de los saberes de los
pueblos originarios,
y
que por lo
tant
o
puede ser una de las principales áreas
de
resistencia’ social
y
sobre todo cultural, lo
cual no
negamos,
pero sosteniendo
que,
como en toda una variedad de
procesos,
dicho papel hay que
demo
strarlo,
comenzando
por precisar el concepto
de
resistencia’, dado que no sólo
es
sumamente impreciso, sino que
p
ara
muchos autores, incluidos los que m
ás
han utilizado e impulsado este
concepto
,
como J. Scott (2000), casi
todo
comportamiento de los sectores
s
ocial
es
subalternos puede
l
legar
a ser
resistencia’,
l
o
cual banaliza
este
concepto.
El caso de la
salud
in
ter
cult
ural
Considero que el dominio de
en
foques
metodológicos e ideológicos como los
señalados,
explica, por lo menos en
parte,
lo que ha ocurrido en América
L
atina,
y
en
particular en México con, por ejemplo,
las
propuestas e intervenciones de la llam
ada
salud intercultural.
Como sabemos desde la
décadade
1980 se han impulsado no sólo los
estudios sobre
l
a
interculturalidad
en
salud,
sino políticas públicas
y
act
ividades
interculturales en varios países de América
L
atina.
I
nclusive
en México se han
creado
Universidades Interculturales donde
se
forman profesionales en salud intercultural
a través de carreras específicas
y
que
otorgan títulos de licenciados o
de
médicos en salud
int
ercult
ural.
Pero ¿Qué ha ocurrido con
estas
políticas
y
actividades de interculturalidad
en salud en un país como México,
pensando,
por ejemplo, en las
cuatr
o
principales acciones inter culturales que
se
han impulsado en dicho país ?En términos
generales podemos decir, que salvo
alguna
excepción —y subrayo lo
de
excepción—,
l
as
mismas han
fracasado,
han tenido un escaso desarrollo o
no
sabemos todavía cuál será su futuro.
Y
así
en el caso de los centros
y
hospital
es
interculturales o
mixtos,
se c
aract
erizan
por la escasa o ninguna
demanda
de
la
población
i
ndígena.
A
su vez,
las
alrededor de sesenta organizaciones
de
curadores tradicionales que funcionaban
a
principios del 2000 han
casi
desaparecido,
y
l
as
pocas que aún existen
ya no operan. Mientras en el caso de los
alumnos que se van a diplomar en el
área
de salud intercultural en las universida
des
Interculturales, no tienen claro ¿cuál
será
su futuro
ocupacional?,
o
¿quiénes
pueden
demandar
su trabajo?, ya
que,
por ejemplo, en el Sector Salud
que
podría ser uno de sus principales
empleadores
en el Sector Público—,
no
existen plazas que refieran al perfil de los
egresados.
Y
además,
porque los
profesionales recibidos en
dichas
universidades son
considerados
‘profesionales de
segunda
’.
Y
por último observamos que
la
dependencia
de la Secretaría de Salud
encargada
de la Salud Intercultural
ha
propuesto,
y
en algunos pocos casos
ha
impulsado acciones que hasta
ahora
también han
fracasado.
Y
así desde
hace
varios años viene impulsando el
part
o
vertical en hospitales con
resultados
negativos, como ya previamente ocurr
con el intento de otras instituciones
de
hospitalizar a población
i
ndígenaen
hamacas
y
no en camas
(
Campos:
2015)
.
Si bien el fracaso de varias de
las
propuestas interculturales puede
at
ribuir
se
a
la oposición o desinterés del Secto
r
Salud;
considero no obstante que
la
mayoría es producto de una
mal
a
planificación,
y
sobre todo de ignorar
toda
una serie de limitantes que operan tanto
a
nivel de la sociedad dominante como
de
los sectores subalternos, así como a
n
o
tomar en cuenta los
procesos
56
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
Eduardo
Lu is
Menéndez Spina
interculturales en salud que ya est
án
funcionando, dado que las acciones
de
interculturalidad en salud se
aplicaron,
como si no existieran
procesos
interculturales previo
s.
Estas maneras de pensar
la
interculturalidad se observa en el tipo
de
propuestas que han hecho,
y
en
algunos
casos aplicado, los interculturalistas
,
respecto del personal de salud
y
especialmente de los médicos,
y
que
van
desde proponer que los médicos
debían
utiliza r
la lengua de los pacientes
ingenas
hasta conocer
los
usos
y
costumbres
e
inclusive
l
as
cosmovisiones de los mismo
s,
sin asumir que los médicos han estudi
ado
Medicina
y
no Antropología; pero
además,
sin reflexionar que cada vez s los
antropólogos van al campo sin
manejar
—al igual que los médicos la lengua
de
los grupos que estudian.
Y
si
bien
ulteriormente los interculturalistas tuvieron
un
mayor principio de realidad,
proponiendo
que hubiera traductores en
los
servicios
de
salud que posibilitaran una mejor
relación
médico/paciente,
en el caso de xico est
o
ha funcionado muy
acotadamente
y
sobr
e
todo en forma deficiente, ya que la m
ayoría
de los servicios de salud no cuentan c
on
traductores ni facilitadores
socio
cultur
ales.
Ahora bien, hay toda una serie
de
problemáticas interculturales en las
cuales
el trabajo antropológico es decisivo,
pero
que no se ha desarrollado o existen muy
pocos estudios al respecto.
Y
así,
po
r
ejemplo, sólo conozco un estudio
e
n
México sobre el racismo en la
relación
médico/paciente
pese a la fuerte
presencia del racismo en toda América
L
atina
incluido dicho país,
y
pese a que
es
un tema central para uno de los
principales objetivos de las
políti
cas
interculturales, es decir mejorar la
relación
paciente
indígena/personal
de
salud.
Y
lo mismo podemos decir respecto de
las
plantas medicinales que utilizan
l
os
curadores tradicionales
y
la
població
n
ingena
y
no indígena, ya que
tenemo
s
estudios antropológicos sobre el uso de
esas
plantas; investigaciones bioquímicas
sobre
la sustancia activa de las mismas,
y
trabajo
s
sobre el papel de estas plantas en
las
cosmovisiones nativas, pero no
t
enemos
estudios sobre
l
a
eficacia de las mismas
al
ser usadas por la población
y
por los
curadores tradicionales para reducir
las
consecuencias negativas de la
enfermedad,
y
para reducir las tasas de
mortalidad.
En los últimos os varios antropólogos
y
deres indianistas han propuesto
como
cleo identitario de los grupos étnicos el
denominado
‘Buen
Vivi r,
pero en el caso
de
xico, por lo menos hasta ahora,
no
conozco investigaciones que señalen cual
es
el componente en salud de ese ‘Buen
Viv i
r
;
s n no consigo obtener
infor
mación
sobre
cuá
l
sea el proyecto de
salud
colectiva que surgiría de la medici
na
tradicional, de los líderes intelectuales,
y
especialmente de los que se dedican
a
estudiar el campo de la salud en los
pueblo
s
originarios
10
.
Algunas cosas
que
podemos hacer
Bueno, hasta ahora he sintetizado algunas
de las orientaciones
metodol
ógicas
dominantes en la Antropología dica
que
se han desarrollado en xico
y
en otr
os
países
latinoamericanos,
y
he
propuesto
críticas
y
alternativas a las
mism
as,
subrayando que la Antropoloa
dica
actual cuenta con enfoques
teóricos,
metodológicos
y
cnicos que
per
miten
observar
y
explicar los diferentes procesos
de
s/e/a-p
que operan en los
pueblos
originarios
y
no originarios
desde
perspect
ivas
diferentes no lo a
las
desarrolladas
por gran parte de los
estudiosos
de la Medicina
T
radicional,
sino
10 Gran parte de los intelectuales latinoamericanos que sostienen
e
l
concepto de ‘buen
vivi r
debean comparar sus propuestas
con
las
elaboradas
por una parte por el pensamiento alemán —incluidos los
antropólogos
entre
finales
del siglo
XI X y
mediados
de
1940;
y
por otra por los teóricos africanos de la negritud
y
del socialismo africano entre 1930
y
1960,
ya que
nues
tros
intelectuales reiteran lo formulado por estos
pensadores
occidentales
y
africanos.
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
57
Algunos Retos de la Antropología Médica en América Latina
que permiten proponer acciones que
no
surgen, por ejemplo, de los enfoques
e
intereses desarrollados por las
Ciencias
dicas, aun cuando
tenemo
s
convergencias con las propuestas de
la
Medicina Social Crítica.
Y
así en términos metodológicos hay
varios aspectos que
caracterizan
históricamente el trabajo
antropológico,
y
que necesitamos retomar
y
reimpulsar
pues
se han ido diluyendo,
y
de los
cuales
sólo señalaré algunos. En principio
necesitamos reimpulsar el trabajo
de
campo
basado
en el trabajo personal
del
antropólogo,
utilizando
di
ferentes
técnicas, pero sobre todo la
observación
participante, que no reduzca
la
información obtenida a las narrativas
de
los entrevistados .Considero que
l
a
fuerte
tendencia en varios campos al uso
casi
exclusivo
de ‘narrativas’
y
testimonios,
no
solamente se debe a razones teóricas
e
ideológicas, sino al hecho de que
la
mayoría de
los
antropólogos ya
n
o
realizan observación
sistem
ática
participant
e
11
.
Pero además considero que
la
investigación personalizada en el
trabajo
de campo
y
en el análisis e
int
erpretación
de la información obtenida, limita
las
peligrosas tendencias al teoricismo
que
domina en varias de las corrientes
antropológicas
actuales.
L
a
aproximación
antropológica se
caracteriza, como señaló hace años E.
Becker (1969), por ser el estudio de lo
obvio, de lo que está ahí,
y
no se ve; de
l
o
que está tan normalizado que lo
mi
ramos
como parte intrínseca de la realidad,
y
por
lo tanto lo excluimos sin darnos cuenta.
Y
justamente uno de los objetivos de
la
Antropología Médica debería ser el
estudio de lo obvio respecto de los
procesos de
s/e/a-p
a través
de
problematizar la realidad,
y
por
supuesto
la normalidad de dicha
realidad.
Y
al respecto voy a presentar un
solo
ejemplo de lo que quiero decir
co
n
problematización de la realidad.
L
as
décadas
de los 80’
y
90’ fueron
consideradas
por la Comisión
E
conómi
ca
para América
L
atina
y
el Caribe
CEP
A L
,
como dos
décadas
pérdidas para América
L
atina,
y
no sólo por el estancamiento
en
el desarrollo económico, sino por
e
l
notable incremento de la pobreza
y
la
extrema pobreza en la casi totalidad
de
los países
latinoamericanos.
Pero
ocurre
que durante dicho lapso se reducen
casi
todas las tasas de mortalidad,
y
especialmente la mortalidad general
y
l
a
Para
esta Antropoloa la
preocupacn no
es
colocada en la salud y
mortalidad de los sujetos
de estas poblaciones, sino
en el papel y significado
de la medicina tradicional,
y/o en el papel que los
rituale s
pueden tener…
mortalidad infantil, así como se
incrementa
la esperanza de vida en la mayoría de los
países
latinoamericanos,
l
o
cual constituye
una contradicción no sólo para los
experto
s
en Salud Pública, sino
también
para los especialistas en Antropo
logía
Médica
.Y
constituye una contradicci
ón,
porque lo obvio era que el incremento
de
la pobreza
y
de la extrema
pobreza
generara
mayor mortalidad,
o
por lo menos que la
tendencia
permaneciera
estable, pero no que
se
redujera.
11
Inclusiv e
pueden hacer observacn participante, pero prácticamente el 100% de su etnografía refiere a lo obtenido de la
palabra
de los informantes, sin consignar lo que es obtenido de la
observacn.
58
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
Eduardo
Lu is
Menéndez Spina
Por lo cual esta contradicción necesita ser
explicada e
interpretada,
y
podemos
hacerlo
a través de un enfoque que relacione
t
oda
una serie de procesos que
generalmente
observamos en forma
separada,
pero
tambn a tras de evidenciar lo obvio.
Y
así por citar solamente algunos
procesos,
podemos decir que intervinieron en el
descenso de la mortalidad el
constant
e
proceso de urbanización, el desarrollo
de
poticas focales de salud, la
aplicació
n
intensiva de una potica de
plani
ficación
familiar que buscó reducir significativamente
las tasas de natalidad, así como el
incremento de las remesas de
dinero
enviadas por los migrantes residentes
en
otros
pses.
Pero
además,
el estudio de
l
o
obvio
y
la
problematización de la realidad es lo
que
posibilita que el
antrologo
a tras de los
procesos de
s/e/a-p
pueda llegar a
detect
ar
conflictos
y
contradicciones no lo en el
campo de la salud, sino tambn en el
campo
de
l
o
político, de lo económico o
de
lo religioso con una
visibilidad
mayor que si
los estudramos directamente.
Y
esto,
no
lo a nivel de
los
actores sociales que
se
estudian, sino también de los
intelect
uales
que los estudian, incluido el
propio
antropólogo.
Es
dec
i
r
,
el
a
ntropól
ogo
necesita asumir que, como planteó
hace
años Giovanni Berlinguer, los procesos
d
e
s/e/ap
pueden ser “algunos de los
principales espías de las contradicciones
de
un sistema”.
Y
ese sistema puede ser el
sistema político dominante en Perú, o
puede
ser el sistema comunitario de vida de los
pueblos originarios, o pueden ser los
presupuestos teóricos e
i
deoló
gicos
d
el
propio
i
nvestigador (Mendez
2015).
Nosotros podamos analizar toda
una
serie de procesos de
s/e/ap
desde
la
cada
de 1960 hasta la actualidad
que
evidencien
l
o
que estoy diciendo, pero
lo
señala tres a manera de ejemplos.
Y
a
durante la
cada
de 1960 ‘se descubrió’
que el país s desarrollado del m
undo
actual, es decir los Estados Unidos
de
Arica, tea
l
a
tasa de mortalidad
infanti
l
s alta entre los países
capitalistas
desarrollados,
e
inclusive
s alta
que
países como Cuba, lo cual condujo
a
reconocer la existencia de amplios
bo
lsones
de pobreza
y
desigualdad,
así como
la
relación de los mismos no lo con
la
mortalidad infantil, sino con la desnutrición,
con graves problemas de salud mental,
a
como con el racismo en el ps que
lideraba
el capitalismo a nivel
mundial.
En la misma
cada,
los
dato
s
epidemiogicos referidos a
mortalidad
general e
infanti l y
a la desnutrición
evidenciaron un
f
uerte
deterioro
eco
nómi
co
y
de salud en las zonas musulmanas del sur
de la Unión de
R
epúblicas
Socialist
as
Soviéticas
URS S,
vaticinando
la
emergencia de fuertes conflictos políticos
y
étnicos que ulteriormente se dier
on.
Desde hace varios años sabemos que
la
denominada
guerra contra las drogas
no
lo ha
fr
acasado,
pues
siguen
incremenndose
los consumos
de
sustancias
consideradas
adictivas a
com
o
el narcotfico, sino que los expertos
no
pueden explicar en rminos
biomédico
s
porque varias de las principales
sustancias
adictivas’ más nocivas son legales, mientras
otras de muchas menores
consecuencias
son tratadas como ‘ilegales’. En rmino
biomédicos no puede explicarse porque
las
bebidas alcohólicas, que son las
que
generan las s altas tasas de
mor
talidad
son legales, mientras que la marihuana
que
genera una basima tasa de mortalidad
es
ilegal
(
Nutt
,
Kin g y Phillip s
2010).
L
o
evidente desde hace varios años, es que
la
guerra a las drogas ha tenido
y
sigue
teniendo funciones de control social, potico
e ideológico,
y
tiene que ver
muy
poco c
on
la
salud no sólo de los
ciudadanos en
general, sino de los considerados
‘adicto
s’
en
particular (Menéndez
2012).
Es
decir que la Antropología dica
a
través de sus
en
foques
teórico/metodogicos
puede detectar
y
explicar no sólo las contradicciones
y
conflictos, sino tambn develar los objetivos
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
59
Algunos Retos de la Antropología Médica en América Latina
que los diferentes actores sociales operan
en
la realidad. Pero
además,
puede
propo
ner
formas de acción que no lo cuestionan
las
interpretaciones
y
acciones del Sector Salud
y
de la biomedicina, sino que
proponen
alternativas viables de intervencn
como,
por ejemplo, ocurre en el caso de las
dro
gas
consideradas
adictivas
(R
omaní
1999)
.
Desde hace varios años, una serie
de
estudios antropogicos realizados
en
xico ha puesto en evidencia el
papel
estructural de la
autoatención
—no
del
autocuidado—
en la trayectoria de
la
atencn de los padecimientos, lo que
nos
ha
llevado a proponer una potica de
salud
que enseñe a las personas
y
microgrupos
a
autoatenderse
—e inclusive
automedicarse
mejor, dado que los
sujetos casi inevitablemente tienden
a
autoatenderse.
Y
al decir esto no lo
me
refiero a los sectores sociales
subalt
ernos,
sino al conjunto de los sectores
sociales
(Mendez
1983,1990a,
1990 b).
E l
alisis de estos procesos así como el
tipo de propuestas que estamos
señ
alando
,
son producto de una Antropología
dica
caracterizada
por su
profundidad
personalizada,
que posibilite el estudio de lo
obvio,
y
por supuesto de lo no obvio,
para
lo cual necesitamos
r
ecuperar
aproximaciones
metodológicas que se
han
ido perdiendo, en mucho casos aludiendo
a
una recuperacn del sujeto
y
su subjetividad
o del punto de vista del actor, como si los
mismos no se constituyeran
y
vivieran
d
entro
de relaciones sociales.
Y
si bien no
cabe
duda
que las orientaciones
antropoló
gicas
excluyeron al sujeto, ello no fue así en el
caso del interaccionismo simbólico,
de
algunas propuestas culturalistas.
y
de
l
as
orientaciones marxistas gramscianas
y
sartreanas
.
Para concluir, creo que los retos
actuales
de la Antropoloa dica lat
inoamericana
pasan por tres ejes principales; el primero
tiene que ver con los procesos
que
debeamos estudiar
y
por qué; el
segundo
refiere a como los estudiaamos a partir
de
problematizar la realidad;
y
el tercero a lo
que tendríamos que hacer en
térmi
nos
teóricos, ideológicos
y
prácticos. Pero en mi
texto he tratado casi exclusivamente los
aspectos metodológicos,
y
lo he
hecho
porque considero que cada investigador
y
cada equipo de investigación
deben
establecer sus prioridades de estudio
y
de
intervencn a partir de sus
int
ereses,
objetivos, recursos, situacn local,
e
tc.,
sobre lo cual es
difíci l incidi r
en
u
na
conferencia de cincuenta minutos. Mientras
tal vez pueda hacerlo en el
ámbit
o
metodológico,
y
s allá de que algunos
de
Uds. esn
preocupados
por el
papel
negativo
de la biomedicina; otros por el
incremento del
denominado
‘embarazo
no
deseado’,
y
varios por el buen
vivi r
de
las
cosmovisiones ingenas.
Y
,
como en
tantos
hechos, el tiempo tal vez evidencia, si
algunas de mis propuestas han servido
para
algo.
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