El
Antoniano 131
/
Diciembre 2016
Recepción:
19-09-2016
|
Aceptación:
22-11-2016
13
El INC A GARCILAS O DE
L A
VEG
A
EN
E L
MUNDO
D E LAS
IDENTI D
ADES
Oscar Paredes
Pando
1
RESUMEN
L
a
niñez
y
parcialmente la juventud del Inca Garcilaso
de
la
V
ega,
transcurr entre nobles subordinados
y
aventureros de poder creciente; hijo del triunfante
Capitán,
y
de la ñusta prima del Inca. Conforme crecía, su
forzada españolización
negaba e
l
mundo de su
madre.
T
oda
una vida muy compleja, siempre
acompañada de
contrariedades.
Fue testigo de la grandeza del Cuzco, a
la
vez, de su saqueo
y
destrucción; también conoc a los
responsables de la muerte de su tío Atao Wallpa.
L
as
deslealtades entre los castellanos, tal vez, le permitió
entender a los intrusos; era notorio
e
l
propósito
de
desindianizarlo, mucho más cuando aprendía a rezar
,
también el latín que le hacía soñar en ir a
Salamanca.
Seguramente conforme crecía, llegaban
algunas
preguntas,
elementales de formular, pero muy
complejas
de responder: ¿quién soy? ¿Inca?, no, no, ¿mestizo? tal
vez, tal vez,
¿español?,
imposible, imposible. Entre
afirmar
y
negar, siempre juntas, como entre
e
l
Capitán
y
la ñust
a
Isabel, aquel “ñuqanchis
y
“ñuqayku sería toda
una
ecuación cultural sin resolver, aunque nunca renunció
heredad alguna.
L
os
conflictos los llevaba a su interior
de
manera muy consciente, inclusive
palpando
las distancias
de aquel “español” antes de su partida, a indígena,
allá
lejos. ¿Entonces, el
pregonado
mestizaje donde
que
daba?
PALABR AS
CL A
V E
:
Inca Garcilaso de la
V
ega,
identidades
ABSTR A
CT
The Chilhood and a part of the youthfulness of Inca
Garcilaso
de la
V
ega
was among nobles subordinates and
adve
nturers
of increasing power. Captain triumphant’s son, and Inka’s
cousin son called Ñusta.
With
that forced hispanization
he
denied his mother’s world. He has a complex a lifetime,
always
accompanied
bysetbacks. He witnessed the
greatness
of Cuzco, at the same time their looting and destruction. He
also met the responsibles for the death of his uncle Atao
Wallpa. The
disloyalties
among the Spaniards,
perhaps,
allowed him to understand the intruders.
Also
was
noto
rious
the purpose
o
f
desindianizarlo”, much more when
he
learned to pray, also the
L
atin
language
that made him
dream
to travel to
Salamanca.
Surel y
as he grew, came to him
some
questions, basic questions but
very
complex to answer: Who
am I? Inka? No, no. Mestizo? Spanish? Impossible,
impossible. Moments of affirmation and
crisis;
both
together
,
why
deny them. Among the Captain and Ñusta
Isabel,
that
ñuqanchis and ñuqayku would be a cultural
equation
unresolved.
T
herefo
re
never quit that inheritance: He
kept
t
he
conflict s
inside him
in
a
very
consciously way, tough, he
was feeling distances around that Spanish
identity
before his
departure, indigenous
identity,
far away. So, where was the
proclaimed
miscegenation?
KEYWORD S:
Inca Garcilaso de la
V
ega,
identities.
1 Doctor en Mundos Indígenas, docen t e de la Escuela Profesional de
A
ntropología
de
F
acultad
de Derecho
y
Ciencias Sociales
de la Universidad Nacional de San
Antonio
Abad del Cusco.
E-mail:
oparedesp@
yahoo.com
El
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/
Diciembre 2016
Recepción:
19-09-2016
|
Aceptación:
22-11-2016
14
El
Inca Garcilaso de la
Vega
J
.
untamente que catorce universidades
del
mundo, desde la Presidencia de
la
Comisión de Cultura de la Municipalidad
del Cusco, el
2009,
me
correspondió
conducir el Programa de
Co
nmemoració
n
del Cuatricentenario de la edicn de los
Comentarios
R
eales
del Inca Garcilaso
de
la
V
ega
2
,
evento que por su
dimen
sión
internacional fue registrado
y
apoyado
por
la UNESCO, entidad que a la vez tuvo
la
gentileza de otorgarme la medalla “Simón
Bolívar”,
gesto que me compromete
a
estudiar
y
conocer mejor a quien sentó
las
bases de nuestro
ps.
De aquel Programa conmemorativo
la
alta
especialización de los ponentes,
me
permitió entender la dimensión de la
o
bra
del Inka Garcilaso de la
V
ega,
sin
embargo,
como
antropólogo
buscaba entender
al
hombre
y
persona que gestó
aquel
monumental
l
egado,
pues era evidente
las
complejidades sociales
y
culturales que tuvo
que enfrentar a lo largo de su vida,
gran
parte de todo ello, se reduce” en
la
cuestión de la identidad
y
lo identitario
,
aspecto inherente a la condición
humana.
Tal
vez, al contrastarnos con los
des,
nos conocemos
y
comprendemos
mejo
r
,
descubriendo nuestras
particularidades;
desde luego, como seres humanos,
todos,
somos iguales pero
diver
sos.
E l
punto de partida, sea la
naciente
estructura política surgida a partir de
1529,
años antes de lo ocurrido en Caxa
Marka
,
cuando se creó
y
adjudicó a
F
rancisco
Pizarro la
Gobernación
de Nueva Castilla
en Arica del Sur. Estaba
sancionada
la
decisión de los grandes cambios, siendo
tan
solo cuestión de tiempo, hasta que
l
le
noviembre de 1532
y
Atao Wallpa fue
muerto.
A,
la historia, nos
entregaba
una
peculiar partida de nacimiento cuya validez
ya se prolonga s de quinientos
os.
Una
y
otra vez tenemos que regresar
a
aquel tiempo
y
espacio, a manera
de
inicio para explicar muchos de nuestros
problemas,
además,
los procesos
sociales
son un continuum con diversas
velocidades, todo un reto para las
ciencias
sociales, como escribe Hugo
Neira
3
:
desde abajo estamos ingresando
co
n
nuevas capas emergentes a
la
globalización, donde la sociedad
peruana
se mueve más
rápidamente
que sus
antropólogos
”.
Aquellos tiempos
y
espacios, se
han
convertido en referentes obli
gato
rios,
aparentemente
con nuevos inicios,
resultantes de ciertas condiciones
histór
icas,
con otros actores, caso de los
a
ventureros
castellanos
y
europeos en general,
quienes,
luego de degollar o ahorcar al
I
nca
Atao
Wallpa, tomaron la determinacn
de
hacerse de la Gran ciudad del
Cusco,
mayor
metrópo
li
del continente; ciudad
que
simbolizaba a aquella sociedad, cultura
y
2 Dentro
de
l
Programa de
Conmemoracn
de aquel
Cuatricentenario,
como
R
egidor
-P
residente de la Comisn de Cultura de
la
Municipalidad Provincial del Cusco, promoví la re edición facsímil de “Historia General del Pe (Segunda Parte de los
Comentarios
R
eales),
tomando como fuente tambn otra reimpresión
facmi l
de
1722.
3 Neira, Hugo. ¿Cómo pensar esa tumultuosa
emergencia?,
Lima , El
Comercio, 29 de mayo de
2016.
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
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Diciembre
2016
15
también al poder en todas sus
expresi
ones,
para el efecto los aventureros
q
uisiero
n
otorgarle otro comienzo con el acto
de
fundación, pretensión que lastimo
samente
selló el inicio del conflicto, aquello, ocurriría
el 23 de marzo de
1534,
atrevimiento
que
buscaba negar la fundación mítica de
la
Ciudad “Cabeza de los
R
eynos del
P
erú”,
luego levantada por Pachacuti (Betanzos,
1999).
Si
bien somos parte de una
F
ormació
n
Social, el Cusco, es el Cusco, expresa
to
do
un proceso social, tiene otro principio
,
menos difuso
y
sin perderse
demasiado
en
la leyenda, su misma dinámica fue
distorsionada a partir de la mayoa de los
registros nacidos en el siglo
XVI ,
distorsiones
que nos exige un
replanteamiento, como
una
re lectura de todo lo ocurri
do.
L
os
castellanos ya en el Cusco,
dueños
de
solares e indios”, se
paseaban
sobre sus
caballos, habiendo convertido la
ciudad
sagrada
en un centro de
operaciones:
T
ranscurría
el tiempo, iban
y
regresaban,
entre triunfos
y
derrotas, uno de ellos fue el
Capin Sebastián Garcilaso de la
V
ega,
quien, en una
oportunidad,
constató en
las
proximidades del
Qorikancha,
ya
bauti
zado
como Santo Domingo, a un grupo de indios
nobles ataviados con decoro
y
hasta
con
lujo, ellos, tal vez buscaban
cierta
protección.
El
Capitán vio que sobresaa
un
rostro
juveni l
en aquel grupo compacto,
se
trataba de la ñusta
I
sabel
Chimpu
Oqllo
,
nada menos que prima de los incas Atao
Wallpa
y
Waskar; la jovencita empe
a
inquietar al aventurero, quien
luego
frecuentaría al hogar de la india noble,
la
hizo madre, así, nac el 12 de abril
de
1539,
el niño Gómez Suárez de
F
igueroa;
pasaron los años,
abandonó
aquel
no
mbre
para firmar
y
hacerse conocer por siem
pre
como Garcilaso Inca de la
V
ega.
Aquella
determinación, no fue simple cambio
de
nombre,
f
ue
un acto que se enmarca en
las
complejidades de la identidad.
¿Có
mo
surg
y
de desenvolvió en aquel
hombre?
,
en las siguientes
lí
neas
ensayaremos
algunas
respuestas.
El
nuevo escenario
e
imagin
ados
diálogos
Quienes llegaron de aquella
península
europea,
luego de haber pisoteado los
Mandamientos de Moisés,
participaron
como
calicos en el acto central de
aquel
protocolo, nos referimos a la celebracn
de
la misa o eucaristía, ritual conducido
por
Vicente
V
alverde
,
el mismo de la
acción
traidora para la celada en
Cajamarca
al
Inca Atao
W
allpa
.
Dicho ritual dejaa absorto a los
cusquos, sobre todo cuando el
religio
so
invocaba engullirse el “Cuerpo
y
sangre
de
Cristo”, su Dios, así, del conflicto
estrictamente lico, se
pasaba
al conflicto
s complejo, el
ideológico
4
.
E l
pedido de
V
alverde
de hacerse
del
Qoricancha,
precipitó la decisión
de
repartirse la ciudad en solares,
ex
propiació
n
que comprendió a sus
habitantes.
L
os
invasores se fueron
posesionando
y
afincando sus ideas, la
mi
sma
territorialidad tomaba otro perfil
como
rasgo fundamental de lo identitario.
L
uego
de milenios de
adecuado
funcio
namiento,
empezaba
a desestructurarse, el allin
kawsay
empezaba
a
desmoronarse,la
crisis se
generalizaba
llegando
hasta
nuestros tiempos.
El
Sapan Inca, desde el
V
alle
del Watanay, había logrado
ot
orgar
un genuino perfil a la institución m
ás
compleja de la política, logrando
un
Estado previsor
y
distributivo, distinto
a
aquel de
Occidente,
soporte de los
procesos de acumulación
y
desigualdades.
L
a
naciente estructura de
dom
inación,
fue gestando nuevas
j
erarquía
s,
co
n
ventajas para el aventurero, que
además
se mostraba como el “salvador frente
a
4 Ideología, término formulado por
Destutt
de
Tr
a
c
y
(1796), también ingresaa como matrizanalítica hasta nuestros días,
aunque
el contenido epistemológico
otorgado,
lo hiciera más
complejo.
El
Inca Garcilaso de la
Vega
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la situación de crisis promovida por ellos,
quienes culpaban de todo al conflicto
entre Atao Wallpa-Waskar,
soberanos,
tíos
legítimos de Garcilaso Inca de la
V
ega.
Sobre aquella inquietud que generó
la
joven ñusta Isabel Chimpu Oqllo,
al
Capitán
Sebastián Garcilaso Inca de
la
V
ega,
L
uis
Alberto nchez
(
1979),
im
agina
que en aquellas circunstancias habrían
de
darse pequeños diálogos: ¿Quieres ser
bautizada?,
si tayta
y
,
te llamas Isabel, si
Taytay.
Fue, ¿afecto o relacn
subalt
erna?,
en mis niñeces
m
e
contaban sus historias,
como cuentan las
fábulas
a
los niños. Después,
en
edad s crecida
me
dieron larga noticia de sus
leyes y
gobierno
s…”
lo cierto es que nac el niño mez
S
rez
de Figueroa, mientras tanto, continuaba
la
destrucción de la ciudad. Que
dichosos
fueron Martín de Moguer, Marn
B
ueno
y
el
escribano, comisionados del
Gobernado
r
,
primeros en llegar al Gran Qosqo en
1533,
fueron los únicos en conocer la grandeza
de
la ciudad, pero tambn los primeros
en
saquearla,
en desmontar el
Qorik
ancha
.
L
a
sociedad andina
empezaba
a
desestructurarse social
y
culturalmente,
había empezado el
despoblamiento,
l
a
dispersión, la matanza iniciada en
Caxa
Marka, eran ya notorios
los
efectos de
l
a
compulsión
bi
ótica.
En la frontera norte del
T
awantinsuyo
,
ya habían nacido
los
primeros “hijos
naturales”, fue en el valle de
T
angarará
,
a
orillas del río Chira, donde fundaron
a
mediados de julio de
1532,
la
primera
ciudad
española.
En el pueblo
pesquero
de
Colán, levantaron su primera iglesia.
Aquellos “hijos naturales de los
conquistadores”, no tenían relación
con
nobleza alguna, tal vez, con algunas elites
locales nada más. No fue el caso del niño
Gómez Suárez de Figueroa, también “hijo
natural”, pero de madre noble
y
cusqueña. Emergía una
nueva
generación,
nacían niños hijos
de
españoles que ha habido en indias, los
cuales andan perdidos entre los indios
[…], se recojan y en Mesoamérica…”,
de
ahí que en
1533,
fuera
sancionadala
R
eal
Cédula, que
disponía:
“El
Rey […] Yo he sido informado
que
en toda esa
tierra
hay mucha cantidad
de
alberguen todos en esa ciudad en los otros
pueblos […]y a los que no tuvieran
padres
hagáis poner en oficio
[…]” (R.
Cone
tzke
,
1953:671)
Fue el niño Gómez Suárez de
F
iguero
a,
el primero, por lo menos en el
Cusc
o,
hasta donde se tiene registrado, en ser
reconocido por su padre el
Capitán
Sebastián Garcilaso de la
V
ega,
y
sobre
todo, en recibir un nombre vinculado
dentro de la
ascendencia
paterna
a
humanistas como el poeta
to
ledano,
Gómez Suárez de
F
iguero
a.
Aquel niño sería el primer hijo de la
ñusta
Chimpu Occllo, s no del Capin,
que
sen el documento hallado por
R
afael
Aguilar
y
dado a conocer por
Aurelio
Mi
Quesada
Sosa, aquel aventurero, tuvo
o
tro
bastardo en su criada
Beatriz
de la
V
ega,
llamado Diego de
V
argas,
quien oficiaba
de
modesto sacrisn de una
capilla.
En el hogar de la ñusta, el niño
mez
Suárez aprena
y
hablaba
con
fluidez
el
El
Inca Garcilaso de la
Vega
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17
quechua
5
mamita
y
,
taytay t’anta,
ukucha
,
sea parte de su habla cotidiana,
mientr
as
que para el Capitán, de trataba de
madre,
padre, pan, o ratón.
As í
empezaa el
asunto
identitario con todas las complejidades
que
le
acompañaron
toda su vida.
El
mismo
recuerda sobre su
educación,
o m
ás
propiamente sobre su españolizacn,
tarea
encargada
de manera particular a Juan
de
Alcobaza; dice el hijo del Capitán,
que
compartía su instruccn con los hijos de los
hermanos Pizarro, posiblemente también
en
indias nobles, nos, que tuvieron otra
suerte
ingresando al mundo del
ano
nimato
.
L
astim
osamen
te
no se cuenta
co
n
investigaciones en la nea
desarrollada por
mi profesor Juan Marchena
F
erndez
(1992), cuyos resultados son
fundamentales
para entender la estructuración de la
nueva
sociedad surgida a partir del siglo
XVI .
Se
sabe que el mismo Francisco Pizarro,
en
Caxa
Marka al recibir de Atao Wallpa a Is
Huaylas
Y
upanqui
,
como
compera,
l
a
noble india le dio al
Gobernador,
dos hijos
(R
aquel
Chang-Rodríguez,
1996)
Fray
Vicente
V
alverde
,
primer Obispo
del
Cusco, entendió que la educacn
de
aquellos nos era fundamental para su
tarea
evangelizadora,
de ahí que en
1535
haa logrado de la corona la
aut
orizació
n
para fundar la Escuela parroquial,
y
en
donde el Canónigo Juan de Cuellar
se
encargaba
de formarles en gramática
y
lan,
deseando
hacer de todos ellos futuros
estudiantes de
Salamanca,
y
así contar
con
crigos
y
teólogos que se sumaran a
la
iglesia en su labor misional.
Antes de las tareas de Juan de Alcobaza
y
de Juan de Cuellar, aquel “hijo
del
conquistador”, en el hogar
materno,
empezaba
su desarrollo cognoscitivo con el
runasimi de su tío abuelo Cusi Huallpa
y
los
capitanes Juan Pechucta
y
Chauca Rimachi,
responsables de relatarle sobre el
pasado
glorioso de los incas, asunto
confirm
ado
cuando el Inca escribe:
“E n
este tiempo
t
uve
noticias de todo lo que vamos escribiendo
porque en mis neces me contaban sus
historias ,
como cuentan las fábulas a los
niños. Desps, en edad s crecida
me
dieron larga noticia de sus leyes y
gobiernos…”
Eventualmente también aquellos niños
con sus padres castellanos
aprenderían
algo
de su idioma. En el caso de Gómez Suárez
de Figueroa, hijo de Capitán, entre uno
y
otro espacio sociocultural alimentaa cierto
egocentrismo, pues, entre la madre india
de
nobleza
y
el soldado triunfante, la atencn
y
preocupación
por el niño, sería
al
go
particular, desde sus familias, aquello
que
buscaba,
siempre lograría, pues, estaba
al
centro, situacn que no compartían
t
odos
los niños, aun siendo “hijos
de
conquistadores”.
Como escriben, en la anchurosa
casa
paterna, solar que hasta 1542
había
pertenecido a Pedro de
ate,
I
sabel
Chimpu Occllo, atendía a los amigos
del
Capin,
oportunidades
cuando el niño
,
sea
asistido por su padre,
conoci
endo
ades a casi todos los responsables de
la
muerte de Atao Wallpa, primo de su
madre;
también dentro de su primera
j
uventud
f
ue
testigo de deslealtades entre
los
cast
ellano
s,
sobre todo, en las guerras
civiles,
de
los
que
di s tarde en sus escritos: “a qun
y
o
conocí”; contrariamente a
ot
ras
apreciaciones,
sobre Francisco Pizarro,
dice
que fue “caroso,
fiel
a su palabra
y
hombre de gran
verdad.
T
ambién
en el solar de Cusipata, el niño
Gómez Suárez, pa días de hambre
y
angustia mortal junto a su madre,
cuando
los conflictos se daban entre los
a
venturer
os,
por cuanto la casa solariega fue
cañoneada,
por aquellos
camaradas
de su
padre.
Cuando aprena latín, toda su
aspiración se hallaba puesta en ir
alguna
5 Fue tanta la
capacidad
de resistencia del mundo andino al prosito evangelizador de occidente, que en
1538,
el
II I
Concilio
Limense, dispuso el aprendizaje obligatorio de la lengua general (quechua o
aymara
)
por parte de los curas; asimismo
la
ensanza obligatoria del castellano
y
el lan en los Colegios
R
eales.
El
Inca Garcilaso de la
Vega
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18
vez a la Universidad de
Salamanca,
en
aquellas circunstancias, el joven se
sentir
ía
s ligado a la sociedad
y
cultura de su
padre, una especie de castellano
emergido
entre los indios, participando de
algunas
fiestas occidentales, caso de la
celebracn
del bautismo del Pncipe
Sayri
pac,
un
noble familiar directo suyo.
En todas aquellas prácticas del
que
participaba el joven Gómez Suárez no
había
como se supone intercambios
cul
tural
es,
muchos menos diálogos”, eran evidentes
las imposiciones, ades
f
ueron
t
iempo
s
cuando familiares de su madre,
desde
Vilcabamba continuaban con la resistencia
anticolonial, desde luego, sin propósitos
de
forjar discursos identitarios, pero si
evidenciaban reafirmaciones de
corte
potico, pues,
los
“Incas de Vilcabamba
expresaban autodefiniciones al interior
del
Estado
I
nca,
que luchaba por subsistir.
Garcilaso escribe: …estas
y ot r
as
semejantes pláticas tean
los
Incas
y
P
allas
en sus visitas,
y
con la memoria del
b
ien
perdido siempre
acababan
su
conversacn
en grimas
y
llanto, diciendo:
T
ros
enos
el reinar en vasallaje En estas pticas, yo
como muchacho, entraba
y
saa
muchas
veces donde ellos estaban
y
me holgaba
de
las r, como
holgaban
los tales de oír
fábulas (Comentarios reales, I, 1,
15
).
L
as
reconciliaciones simplemente
no
pertenecían a aquellos tiempos, la metrópoli
madrileña se puso de espaldas a
la
insinuación de Bartolo de las
Casas,
sobre
un posible reconocimiento a
la
autodeterminación
de los vilcabambinos
,
que entonces expresaa una
peculiar
estructura política de
excepcional
calificacn judica, donde los ingenas
al
volver
a ser gestores de su destino,
dejaban
de lado ser considerados objetos pasivos, tal
cual buscaba el Estado colonialista,
estaba
sentando sus bases con las
tareas
evangelizadoras
y
la imposición
ideogica,
acciones que tean como mira
la
desindianización, empezando con los
“hijos de los conquistadores”, situación
que
tambn debió enfrentar mez Srez
y
su
generación,
renunciando a su
herencia
cultural. Desde
l
uego,
él no
l
o
hizo muy
a
pesar que aquel
panorama
caracterizado
por la oposición “católicos
y
civilizados”,
frente a los “indios
paganos
que cada vez
radicalizaría el conflicto cultural.
Aquí
tiene lugar lo
señalado
por zquez
Medel (1998:5), que cada ser
humano
pertenece a un tiempo, a un
decurso
temporal.
A
su vez, esos espacios
y
ti
empos
le pertenecen. “Se trata de una doble
y
reproca per-tenencia: una tenencia
hasta
el final perfectiva”.
T
odo
ello sea el
modelamiento identitario, con
la
adecuación
o
acomodo
a las
nuevas
condiciones históricas
y
en la perspectiva
de
garantizar su existencia, como que
es
constatable la cultura andina de
estos
tiempos,
presentada
forzadamente a través
del discurso del mestizaje que busca explicar
los procesos de cambio cultural a m
anera
de tendencias mutuamente asimilables,
s
no explica, o lo hace rara vez, para decir
cl es la diferenciación cultural, tal
perspectiva sea una negación al mismo
discurso
.
Entre crisis y
afirmacn
ident
itaria
Obviamente,
el Capitán
Garcilaso,
mostraba intes por situar a su hijo en el
seno de la tradición castellana,
mi
entras
tanto
en el seno de la familia indígena de
la
madre acrecentaa su prestigio
y
jerarquía
frente a “los otros”, los indios aún de su
generación,
no
necesariamente
hijos de
una
ñusta de la
nobleza.
Aquella pretensión del padre, en el
fo
ndo
ahondaba
la situación
conflic tiva
de
mez
Suárez de Figueroa. Su madre de
un
a
sociedad
acosada,
sojuzgada pero
de
trayectoria gloriosa
y
digna, el
padre,
activista de la aventura
y
conquista,
quien
cada vez desde el Cusco tomaba
distancia
de los demás, así, los indios
f
ueron
quedando
en sus pueblos, mientras que
la
ciudad
cambiada
de
perfi l
urbano.
E l
Cusco
con solares, resultado de la distribucn
o
repartija”; otra de las consecuencias, fueron
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
19
las distancias sociales,
los
indios cada vez
desprovistos de sus derechos, pero con m
ás
obligacio
nes.
Se dice, manteniendo las
jerarquías
poticas, ecomicas
y
raciales, mientras los
naturales tributaran
y
sirviesen en
la
encomienda
y
en la mita, les era permitido
vivi r
de manera relativamente
autónom
a,
conservando algunas de sus instituciones
sociales a condicn de sujetarse a la fe
cristiana. Esta situacn se
daría
probablemente
al concluir la resistencia
en
Vilcabamba, por lo que no fue conocida
po
r
Gómez Suárez de Figueroa, debido a su
temprana ausencia, pero muy
bien
inform
ado
a pesar de la
distancia,
Obviamente fue en la morada de
la
madre india
y
noble,
y
la del
padre
castellano
y
dominante, que empezaa
la
natural inquietud por su identificación
e
identidad: ¿Quién soy?, ¿inka?, no,
no
¿mestizo? tal vez, tal vez,
¿españo
l?,
imposible, imposible. Preguntas
que
empezaba
a rondar su privilegiado
cerebro.
Sin duda, dea establecer
dif
erencias
para
definirse.
Tal
vez, también
buscaría
contrastarse con sus iguales”,
quienes
siendo hijos de los aventureros en indias
nobles, no merecían atencn alguna de sus
padres, como que él fue recibiendo.
L
a
estructura naciente sea muy
co
mpleja
,
otros nos, hijos de soldados sin
jerarquía
especial pero entre los mismos
conquistadores
y
en indias comunes”,
o
hijos de padres
desconocidos,
de
padres
muertos en batallas, en
fin
todo
un
enmarañado
social, sobre todo por la
l
ínea
paterna.
Bajo aquellas condiciones, a
mo
mentos
Gómez Suárez de Figueroa, habría
de
identificarse con su sentimiento de Sí,
cerca
al mundo de su madre.
Y
a
momentos con la imagen del “otro”,
o
sea,
su padre el Capitán,
so
ldado
triunfante, pero en circunstancias
perseguido, que
ll
egó
a ser Corregidor
y
Justicia Mayor del Cusco, de quien
aquel
“hijo natural”
f
ue
su “escribiente
d
e
cartas”.
L
a
escuela parroquial habría de ser
la
institucn donde se fue avizorando
o
representando
la composicn de
la
sociedad, seguramente en su
mayoría
quechua hablantes, cuyos
padres
pertenecían
a la esfera dominante.
Mientr
as
tanto, otros niños, también indios de
padres
desconocidos, sin posibilidad de acceder
a
la escuela, pero
seguramente
obligados
a
aprender las oraciones
y
cánticos
en
castellano, formas efectivas para
la
evangelización; desde luego el
mundo
dico dea encubrir toda
aquella
complejidad social en que fue creciendo el
futuro autor de
los
Comentarios Reales.
Merece recordar que sólo en
1550
(V
alladolid,
7 de junio), fue
aprobada
la
R
eal
dula “Sobre el Ensar a los Indios
el idioma
Castellano”:
El
Rey [], dar orden en su
instrucció n
y
conversión a nuestra santa fe católica […],
uno de los medios principales que
ha
parecido que se debea tomar para
conseguir esta obra y hacer en ella el fruto
que
deseamos,
es
procurar
que esas
gentes
sean ensañados en nuestra
lengua
castellana
[] (Méxic o
1968.
Libr o
4, fol.
239v)
Tal
vez la primera adversidad de
mez
Suárez, fue, cuando su padre rechaza a su
madre Isabel como esposa, la prefiere
como
concubina.
R
ecuérdese
que para
atenuar
ciertos conflictos en Mesoamérica
y el
Caribe,
bastante temprano, se conoc
l
a
R
eal
dula “Sobre Casamientos
de
Españoles con
I
ndios”:
T
oledo,
19 de marzo de
1525.
El
R
ey
.
R
everendo
in Cristo, padre obispo de
la
iglesia de Santa Maa de Antigua de Darién
que es en
tierr a
firme llamada
Castilla
de
Oro
[…], sería muy servido y vendría
mucho
provecho y paz a la dicha
tierr a
y
sosiego
[…] yo vos mando y encargo mucho
que
cada y cuando algunos de los dichos
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
20
espoles quisieran casarse ellos o sus hijos
e hijas con los dichos indios y los dichos
indios con los dichos españoles, les
ayudéis
y
favorezcais en todo []
(Méxic o
1968.
Libr o
4, fol.
23
9v)
Es
posible que aquella
R
eal
dula
se
haya
ampliado para todos sus dominios,
de
a aquel matrimonio de la princesa
incaica
doña
Beatriz
Clara
y
Martín García
de
L
oyo
la,
no tendría inconveniente alguno,
por
lo demás, de trataba de una boda
entre
nobles. Según la Dra.
R
ostworos
ki
(1989:153),
con este
mat
rimonio
emparentaron
entre sí
y
con la
R
eal
casa
de
los
Reyes
Yngas del Perú las dos casas
de
L
oyola
y
Borja…”, obviamente, entre
otros
efectos fue seguir
segmentando aquella
sociedad.
L
a
nobleza de Isabel Chimpu
Occllo
,
estaba fuera de toda duda,
y
aquellos
argumentos para
justificar
la resistencia
del
Capin a contraer matrimonio con
Isabel,
difundidos como que “haan órdenes
y
a
conservar sus posesiones de
la
s
encomiendas”, es inconsistente.
El
Capitán
contrajo matrimonio con
L
uisa
Martel de los
os,
abandonando
a la princesa inca,
pero
a no que la determinación
del
castellano,
sino que le impuso como
marido
a Juan de Pedroche, otro español, pero
de
baja condición”, la ñusta
l
e
dio dos hijas:
L
uisa
de Herrera
y
Ana
R
uiz.
Aquella circunstancia realmente sea muy
dura para mez Suárez, quien
deb
mirarse en el espejo, además de verse,
preguntarse: ¿qun era
rea
lment
e?
Identificacn, identidad e individualidad
ingresaban para siempre en el mundo
del
hijo del conquistador. No es que
sociedades
y
culturas se integraran
mecánicamente
para
un supuesto “mestizaje armonioso”.
El
mestizaje, desde un inicio, ha sido
y
es
un
discurso ideológico, muy eficaz por
ci
erto
para cubrir perfectamente diversos
conflictos,
aparenta
una relacn horizo
ntal,
donde
los
préstamos culturales”
com
o
difunde la teoría
antropo
lógica
conservadora,
nacida también de
acciones
colonialistas— concurran de
ambas
vertientes, que a la vez se constituyen
en
partes de un todo. En estos tiempos
e
l
mestizaje encuentra su proyeccn en el
discurso de la interculturalidad, desde
lueg
o
remozado, pues, nació de la necesidad
de
encontrar propuestas políticas a las
grandes
diferencias culturales existentes en el
mundo,
pero que debiera pasar
necesariamente por
las mediaciones políticas, económicas
e
históricas.
Dado el notorio énfasis de
la
interculturalidad, a partir de
1990,
su
propósito evidentemente es el
universalismo”
inclusive
monocu
ltura
l
propia
de la globalizacn,
también,
respondiendo a cierta ‘ola culturalista
promovido por la misma Naciones
Unidas,
apoyándose
para el efecto en
algunos
resquicios del Convenio 169 de la
OI
T
,
así
,
el debate, eta o clase social, surgido
n
en las Declaraciones de Barbados, poco
a
poco será dejado de
lado
.
Aquel mestizaje que bus situarse en
las
Ciencias Sociales a nombre de
una
armónica relacn no pudo encubrir a lo
largo de cientos de años, su propósito
de
negar la
capacidad
de la cultura andina a
la
resistencia
y
así conservar su
exis t
encia.
Expresiones como sincretismo”,
y
otras,
h
an
sido el soporte de
l
as
supuestas
relacio
nes”
entre culturas.
El
tiempo ha demostrado
que
tales relaciones son desiguales,
f
inalm
ente
constituyen la base de
l
as
estructuras
de
dominacn de una de las
partes.
Mientras tanto, el
enfo
que
multiculturalista, al buscar la reafirmación
de
la diversidad cultural, reconoce
la
capacidad
de las sociedades de gestar sus
diferencias e identidades,
fundam
ento
inclusive
en estos tiempos para
desar
roll
o
humano.
Estos
abordajes
son necesarios para
las
nuevas lecturas e
inclusive
para
un
replanteamiento
de la cuestn de
las
identificaciones e identidades, evitando
a
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
21
todo subjetivismo. Hoy, no debemos seguir
empantandonos
en estos temas
mediant
e
dudosas categorías, como lo es
la
aculturación”, que supone procesos simples
en la relación de dos o s culturas,
donde
determinados elementos culturas
fluyen
sin
dificultad alguna en uno u otro sentido;
así,
el resultado, sería tambn
l
as
mutua
s
adaptaciones,
l
o
que no es así, por
cuanto,
lo que existe es un
f
lujo
hegemónico en
un
o
u otro sentido,
y
que al
final
se forja
una
estructura jerquica, donde la cultura
subordinada
ingresa en un proceso
de
rdida de muchos de sus
element
os.
En casos extremos aquella “aculturaci
ón
deriva en etnocidio, es lo que sucedió
co
n
1/5 de los pueblos de nuestro continent
e,
que
han dejado de hablar su
lengua
ingena
o aborigen, o con los 44
pueblos
ingenas que utilizan como única lengua el
castellano. Desde luego, efecto
no
generalizable, pues, depende de
la
capacidad
de respuesta o resistencia
de
determinadas
sociedades,
de ahí que
luego
de 500 os de presencia de
occidente,
hoy, la base socio-cultural ingena
de
Centro
y
Sud Arica, está
represent
ado
por 420 lenguas indígenas en uso,
donde
ades 5 Naciones ètnicas superan el
millón de habitantes:
Quechua,
Nahualt
,
Aimara, Maya
y
Kic.
Si nuestro país, es
ho
y
,
una
sociedad
pluri
y
multicultural, muy a pesar
del
etnocidio
y
del genocidio de los quinientos
años transcurridos, es debido a
la
capacidad
de resistencia de
nuestras
culturas, muchas de cuyas
práct
icas
aparentan
un sometimiento a
l
o
ajeno,
pero
que en el fondo, son un modo
de
garantizar su existencia.
Gómez Suárez de Figueroa
y
su
generación fueron
gradualmente unos
más
que otros en la
búsqueda
del
quien
soy”, para así
f
orjar
una “conciencia
del
yo”. Obviamente en el caso de
nuestro
personaje, nacido en el Cusco, centro
del
mundo andino, aquel niño fue
creciendo,
atestiguando,
y
recibiendo la gr
an
herencia de una sociedad muy
bien
organizada.
Con los hechos ya conocidos
y
ocurridos
durante el siglo
XV I
,
todo empe
a
desgajarse,
naciendo las
preocupaciones
de:
—¿Quiénes
somos?
—¿Quiénes son los
o
tro
s”?
—¿Quiénes de los otros nos
reco
nocen?
Tal
vez, estas ecuaciones
cultur
ales
podrían ser resueltas por conceptos
andinos
como el “ñuqanchis”
y
el “ñuqayku”,
que
son mucho s que simples
co
njugaciones
gramaticales.
En aquel complejo mundo de
mez
Suárez de Figueroa
y
los “otros”
“no
reconocidos” pero con algunos nuevos
privilegios, sí o sí, participaan de los
pronominales
yo
-tu-él-no
sotr
os.
¿Lograba mez Suárez de
F
igueroa
aproximar las categorías “yoidad
y
otredad” entre aquel mundo de su m
adre
Chimpu Occllo
y
la del
Capit
án?
Para el Capin, ni Isabel, ni el niño
Gómez Suárez, sean su familia, pues, muy
poco aportarían para reverdecer el
blasón
de
los
L
asso
de la
V
ega
y
Gómez Suárez.
Isabel, muy a pesar de su
abolengo,
generaba
entre los curas la pregunta,
¿
tiene
alma?
Desde luego, el Capin había lo
grado
un entorno de seguridad con la familia de
la
noble
Isabel.
Ser, identidad
y
diferencia, unidad
y
diversidad son determinaciones plurales
en
estrecha relación estructural
y
que
seguramente acompañaron
toda su vida
al
Inca Garcilaso de la
V
ega.
E l
Capitán, falleció en
1559,
sus
bienes
pasaron a poder de las “hijas legítimas
quienes dejaron de
existir
muy
j
óvenes.
F
ue
entonces que el Estado colonial se
encar
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
22
de administrar los bienes del extinto
Capitán
y
Corregidor, aunque antes de morir
habí
a
heredado
la cantidad de cuatro mil
pesos
para su hijo Gómez Suárez de Figueroa,
a
fin
de financiar sus estudios en
E
spaña;
tambn en su disposicn testamentaria, le
here una chacra de coca
en
Havisca-Qosñipata,
parcelas
y cul tivo s
del
Inca Huayna
Capac,
todas ubicadas en
la
región de la
Alta
Amazonia
de
Paucartambo,
que también
l
e
pertenecerían
por ser descendiente del
Inca.
Gómez Suárez, no renunc a
ninguna
heredad,
de manera muy consciente
y
con
los conflictos llevados interiormente,
se
posesionará
de ellas, seguro de su
mundo
cultural
y
de su lugar en la
sociedad,
escribia en sus Comentarios Reales:
“[…] ,
a los hijos de español y de india,
o
de indio o de espola nos llamaban
mestizos por
dec
ir
que somos mezclados
de
ambas naciones: fue impuesto por los
primeros españoles que tuvieron hijos
en
Indias y por ser nombre impuesto por
nuestros padres, y por su significado me lo
llamo yo a boca llena y me honro con él
T
oda
una reafirmación identitaria
,
describiéndose, resaltando su condicn, tal
vez, presentado de diversas maneras, lo
elegi resaltar una sobre otras, sin que ello
suponga en ninguna circunstancia negar
a
las
des.
Debo indica que antaño
la
conceptualización de identidad cultural
f
ue
una pluralidad en la unidad, en
estos
tiempos, se va hacia la conceptualización
de
la igualdad en la diversidad. En palabras
de
Jo
L
.
Borges, es aquella “cosa rara
que
somos”, no lo la existencia
de
presunciones
fundamentales
com
partidas,
como el
yo
en la muchedumbre,
t
ambién
ciertas
ambigüedades.
El
profesor
Lisón
T
oloson
a
(1997:63)
reitera que ninguno de
esto
s
estados-limite, puede estar
f
uera
de
la
cultura, por cuanto, en circunstancias
aparece
como
ordenador
en
aquellas
culturas que perciben su cosmos
de
manera diferente. Dentro de todo
ello,
como
y
a
indicamos, el mismo
espacio
social, no es neutro, pues, a su interior
se
definen los procesos de
identidad.
El
manto protector
del viaje sin
retorno
Ha llegado la hora, Gómez Suárez
de
Figueroa, decide ausentarse del Cusco,
en
enero de
1569,
y
a los veintiún años
se
aleja de toda su
f
amili
a,
su destino es
l
a
península Ibérica, España le ofrecería
algo
nuevo. Polo de
Ondegardo,
se entera
de
aquella determinación, lo busca
y
en
un
ambiente semioscuro, le muestra
uno
s
bultos.
Brilla
en la penumbra
una
diadema de oro sobre la frente de una
de
las momias.
¡Tus
antepasados
los inkas!
¡Wayna
Qapaq,
tu abuelo!
T
upaq
Y
upanki…,
Pachacuteq,
W
iraqocha
…Un
o,
y
otro
y
otro.
El
joven, sin reacción.
Otro
momento de orgullo
inconmensurable,
pero
también de crisis identitaria
.
Definitivamente se va. ¿Acaso el
propósito de acceder a los tulos
de
Gómez Suarez de Figueroa, fueron
las
cubiertas de aquella crisis de
identidad?
Si bien el objetivo inicial
de
l
viaje fue ir
a la Corte, a solicitar las mercedes
que
consideraba
le
correspondían
a su
padre
por los servicios prestados, por
otra
,
buscar
la restitución patrimonial de su
madre.
El
tío paterno, le había advert
ido:
debes ir a la Corte bien
apadrinado
y
con algunos bienes…”
El
Consejo de
I
ndias
desestimó sus
pedidos, situación muy
difíc il,
por
un
momento pensó en retornar al
Cusco,
inclusive
y
para el efecto contaba con
la
R
eal
Cédula
(27.06.1563),
fi
nalmente
desistió, optando por
e
l
enraizamiento
en
aquellos lares,
alejándose
por siempre
de
su patria.
T
ambién
resolvió cambiarse
de
nombre, aquel mez Suárez
de
Figueroa,
llegado del Perú,
apareceuna
vez
y
con una partida bautismal
como
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
23
“Gómez Suárez de la
V
ega
”,
l
uego,
según
Miró
Quesada
(1959:
X II)
desde el 22
de
noviembre de
1563,
con el
orgulloso
nombre
heredado
del Padre
y
de su
deudo
el poeta toledano “Garcilaso de la
V
ega
”.
L
a
muerte de su madre la Palla
incaica
Isabel Chimpu Occllo a fines de
1571,
fue para Garcilaso la desaparición
del
vínculo más hondo que lo unía al
Cusco.
T
oma
sus decisiones, posiblemente
defi
ne
sus proyectos, consciente que en Españ
a,
aquella imagen de indio aún
nobl
e,
tendría muchos
límites;
mientras
tanto
,
con
la imagen de “el Otro”, hijo
del
conquistador, un Capitán, Corregidor
y
Justicia Mayor del Cusco, los límites
serían
menor
es.
No identificarse, sea
vivi r
en delirio
y
angustia, que a momentos tuvo
que
enfrentar. Qui a momentos a un paso
de
la
locura.
Con la presencia eventual de
F
eliciano
R
odríguez de
Villafuert e,
residente
en
Salamanca,
condiscípulo suyo en la
escuela
parroquial del Cusco, llegaban los
recuerdos:
¿os acoris señor? En
aquellas
circunstancias la identificación tiene
como
efecto el sentimiento inconsciente
o
consciente de estar
arraigado
a algo,
de
estar para alguien, para la mamitay,
no
para la mamá
I
sabel.
Se alista en el ejército espol, hasta
que
Felipe
II
le concede sendos
despachos,
el
Inca busca posicionarse en una
realidad
ajena a la suya, donde la negación a
las
mercedes que le correspondían, a su
padre
el Capin,
desembo
en una
gran
desilusió
n.
Fueron aquellas nuevas circunstancias
que le permitieron palpar las
distancias
que le
separaban
de los
demás”,
momentos en que se haría presente
l
a
reminiscencia de antaño
y
que estaba muy
lejos. Sería el momento de
búsqueda
co
n
“su otro”, en tal circunstancia
y
embargado
de nostalgia,
¿dó
nde
refugiarse?, ¿en el Cusco?, estaba muy
lejos, otra vez la crisis identitaria de
la
persona cuya infancia tuvo la aureola
de
la grandeza incaica de su madre,
y
a
momentos de su padre, sobre
t
odo
cuando fue primera autoridad del
Cusco.
De “aquel español en el Perú antes
de
su partida, con mucho coraje,
ingresaa
una
y
otra vez, tal ingena en
Espa.
As í
fue en
1590,
cuando
publica
La
traduziòn del Indio de los
tres Diàlogos de Amor de
L
n
Hebreo,
hecha de Italiano en Español por
¿Dónde refugiarse?, ¿en
el
Cusco?, estaba muy
lejos,
otra
vez
la crisis
identitaria
cuya infancia tuvo la
aureola de la
grandez
a
incaica de su madre, y
a
momentos de su padre,
cuando fue primera
autoridad del Cusco.
Garcilaso Inga de la Vega, natural de la
gran Ciudad del Cuzco, cabeza de los
Reynos y provincias del
P i
r
ù
Aq, no habla a boca llena
aquel
mezclado que se honra”, resurge lo
indio de
pasado
glorioso, capaz
de
dominar otras lenguas
y
hacer
traducciones.
¿Entonces,aquel pregonado mest
izaje
donde
quedaba?
L
a
traduzn del Indio…por Garcilaso Inga
de la Vega…”, no fue un simple
y
expresivo
tulo, retrataba tiempos
y
e
spa
cios
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
24
sociales suyos, ades la doble
per-tenecia
.
T
remenda
reafirmación identitaria cultural,
reduciendo sin desplazar por completo su
identificación social conseguida en
aquellos
lares. En la primera dedicatoria a Felipe II,
de su traducción (1586), figura por
primera
vez el apelativo “Inga”, escribe ades
con
firmeza: “para el deleite de indios
y
espoles, porque de ambas
naciones
tengo
prendas".
Estaba en Montilla, mostrándose en su
totalidad
y límite s,
tras todo lo visible,
a
manera de cuerpo social
y
cultural
supo
simbolizarlo. Garcilaso Inga, fue
constatando
las fronteras culturales
y
sociales como ámbitos de separación
y
que podrían ser enfrentados, había
que
evitar, ¿cómo? Una de las maneras
sería
hacerse soldado al servicio de su
majestad,
más tarde escribir
y
corregir
las
versiones dadas por los otros” de su
sociedad
y
que él conocía mejor
que
“aquellos”, finalmente, a los 60
años,
viste el hábito haciéndose sacerdote,
¿
otro
refugio
?
Garcilaso Inga de la
V
ega,
aborda
de
manera directa lo indio-hispano,
queda
atrás Gómez Suárez de Figueroa. Aquella
personalidad,
f
ue
secuencializada de
una
manera muy amplia, todos
enmarcados
en
los mismos
paradigmas
historiográficos, en algunos casos
tocando
algo del
R
enacimiento,
continuados en
la
Ilustración
y
prolongados
con
enfo
ques
aún
etnográficos de los siglos
X I X y
X X
;
inclusive dentro de los campos de
la
semiótica
y
la antropología cultural.
Sobre
el particular, Arnold
T
oynbe
e
(1966:
93),
puede auxiliarnos:
En el rol de vínculo entre dos culturas
dramáticamente diferentes, Garcilaso
es
un documento en sí mismo: uno de
esos
documentos humanos que pueden ser
más
iluminantes que cualquier registro
inanimado, sea que éste tenga la forma
de
hileras de nudos amarrados a lo largo
de
cuerdas, o de hileras de letras trazadas
sobre
papeles
Signific a
l
a
construcción de identidad
o
identidades individuales
y
colectivas,
sobre
todo dentro de una nueva fisonoa de
la
misma ciudad, e
inclusiv e
de
nuevas
jurisdicciones de expansn
y
tambn
de
apropiación
territorial. Dadas las
nuevas
condiciones del s.
X VI ,
aquella
emergent
e
frontera cultural, a momentos, daba
la
impresn de estar ante un espacio
de
actuacn compartida. Su esencia, fue el
cacter cotidiano de dicha relación,
del
todo desigual
y
heterogéneo.
T
odo
ello,
no
deja de ser una construcción simbó
lica,
intangible,
marcada
por el
com
plejo
proceso
de cambios, continuidad
y
hasta
confrontaciones a partir del establecimient
o
del cleo identitario
representado
por el
Cusco.
Desde
1534,
se fue ingresando a
un
nuevo
inicio del proceso de construcción
o
reconstrucción de la identidad local, o
en
todo caso, del replanteo identitario acorde
a
las innovadoras” condiciones hisricas,
sociales
y
también culturales, lo que
no
supoa
necesariamente
un terreno
de
armoa, pues las relaciones sociales
era
n
asitricas, era evidente la resistencia
po
r
una parte, por otra se persisa en
la
dominació
n.
¿Resistencia
y
dominación,
f
ueron
aca
so
el lei motiv de los
tiempos
c
olon
iales?
E l
otrora
T
awantinsuyo
,
sometido
a
procesos de cambios drásticos,
inclusive
de
desterritorialización
y
re
-territorialización
,
sea un nuevo escenario de
repro
ducción
cultural incluida la étnica,
y
embrionariamente
lo nacional. Fue con
las
decisiones verticales del
virrey
T
oledo
,
que
habría de surgir un constructo deforme,
n
o
por ello dejaron de forjarse
nuevas
identidades, en parte, por las
acciones
generadas
en el mismo Estado
Colo
nial.
Como indicamos a Gómez Suárez
de
Figueroa, no le es posible
volver
al Perú
–inclusiv e
contaba con
l
a
autorización
obtenida en Sevilla-, por cuanto la
represn
toledana contra todos los miembros de
la
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
25
realeza incaica, tambn le llegaría al hijo
del
Capin Garcilaso, quienes no se fueron
antes de su tierra, haan sido
deportados
y
para
siempre.
Que duro es suponer que las
fro
nteras
culturales
y
sociales
constatadas
por
mez
Suárez, hicieran de él a momentos
y
en
España, una persona “sin patria sin
proge
nitores”.
T
odo
el tiempo en Montilla, salvo
b
rev
es
viajes a
Córdoba,
Badajoz,
Sev illa y otr
os
lugares; largos años muy bien
aprovechados
por el Inca mediante lecturas intensivas,
aprendiendo
ades el italiano. Es
suficiente constatar el inventario de sus
bienes que fue
l
evantado
una
semana
desps de su muerte, en su bib
liot
eca
haan diversos textos: Plutarco,
Séneca,
Horacio, Julio sar, Maquiavelo, Boyardo,
Ariosto, entre otros, que le dieron un
gran
soporte cultural a partir de los cuales
podía
emprender actividades diversas.
Es t
aba
presto para su tarea de ínclito escrito
r
.
El
tiempo, sus actividades, las
mism
as
frustraciones, hicieron que su “yo”
se
redefiniera, buscando también situarse
en
términos de un “id” colectivo,
pues,
también había logrado forjar sus
redes
sociales.
El
Inca podía diferenciar
“eso”,
“esto” o algo que uno es”.
A
pesar de
las
adversidades, no pregonaría “soy lo
que
soy”. No podía escapar a identificarse
en
términos de per-tenencias. Su intento
de
asumir
y
conciliar sus dos
herencias
culturales,
f
ue
un reto que asumió
con
firmeza
y
orgullo, aunque
aquellas
herencias continuaban
sumament
e
diferenciadas
y
jerarquizadas,
una
dominante, otra
dominada
pero
con
existencia
garantizada
a través de
la
estrategia del
acomodo
que
podrí
a
significar hasta cierto
punto
subordinación, desde luego temporal, sin
interesar cuanto
t
iempo.
Con
l
a
muerte de su madre
I
sabel
Chimpu Occllo, el Inca deja las armas,
y
decide dedicarse a una labor
humanística.
Inicia así su nueva vocacn
y
destino
al
tomar el prototipo del
caballero
renacentista.
Y
a
iba
quedando zanjada
hasta su muerte su identificación, persistiría
tal vez el debate en su
y
o,
no por ello “los
otros” sean una manera
de
complemento”, con ellos, transcurría
l
o
cotidiano de su vida, de modo que
no
sean colocados fuera del campo de su
subjetividad, de a que en 1603 le
enviaron
desde el Cusco, una Carta Poder
eran
tiempos cuando
preparaba
la
publicación
de su libro “Historia de la Florida
y
jornada
que a ella hizo el
gobernador
Hernando
de
Soto”—, a
fin
que pudiera interceder
por
ellos, tal
cua
l
puede leerse en el siguient
e
texto:
Cusco, 20 de marzo de
1603
Poder:
Juan Cota Yupanqui y Juan
Amao
Chima, nietos y descendientes
de
Manco Capac Inga; Alonso
P
uzconm
de
Sinchi Roca;
Felipe Titu
Yupanqui;
Francisco
Guaretito, de Mayta
Capac
;
Diego Rimachi Mayta, de
Capac
Yupanqui; Benito Topa Yupanqui, de Inca
Roca;
Pedro
Benito Atao Yupanqui,
de
Yahuaruaca;
Francisco
Chalco
Y
upanqui
y
L
uis
Chaco Yupanqui, de Viracocha;
Francisco
Concha Tito, de
P
achacuti
;
Francisco Pilcotopa,
de Topa Inga
Yupanqui; Alonso Total Atao y Diego
Cusi Rimachi, de Guaynacapac; por
ellos y por los descendientes de los
Incas Emperadoes, diseminados en las
ocho parroquias de la ciudad,
dan
poder
especial y amplio al capitán
Garcilaso de la Vega Inga, vecino de la
ciudad de Badaoz, y a don Melchor
Carlos Inga, vecino de esta ciudad,
a
don
F
ernandes
de Mesa, vecino de
la
de
Toledo y a don Alonso Marquez, per
se et insolidum, para suplicar al Re y al
Conseo de Indias mercedes, libertades,
exenciones y privilegios que les
corresponden por su calidad y
descendencia real y para que no los
apremien con servicios
personales.
Fueron
testigos:
El Bachiller
F
rancisco
Navarro, Cristobal de
Aller
y Juan Pérez
Montañez; ante Miguel
Mendo,
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
26
escribano público.
El
traslado
esta
sacado
por Gaspar
Prado,
escribano
del
Rey y Público, (Audiencia de Lima,
472.
Archivo
Histórico,
Cusco,
1963).
E l
“hijo natural” del Capin
S
ebastián
Garcilaso,
f
ue
forjando su relevanci
a
identificadora, lo que venda a ocurrir
cuando
se hace escritor
6
, por lo demás, su
linaje ya era distinguido en la letras
españolas,
figurando nombres de
parientes
suyos, como el poeta mez
Manrique,
Jorge Manrique, el inmortal autor de
las
E l
Gran Inca
Garci
laso
de la Vega, no fue un hijo
más de la conquista,
un
hombre de vida destruida,
bastardo, o hijo
de
ocasn y pecado,
fue
parte de los primeros
peruanos de
quien
tenemos orgullo.
Coplas a la muerte del Maestre Do
n
R
odrigo
y
el gran poeta del
R
enacimiento
espol, Garcilaso de la
V
ega.
Con
e
l
reconocimiento de
los
“otros
,
condición que valida la
i
dentidad, en
aquellos rincones de soledad
y
pobreza”,
como denomina a Montilla.
L
uego
de la traducción de
L
os
Diálogo
s
del amor,
l
e
siguieron sus obras ya
conocidas, pero con la tarea de escribir los
Comentarios
R
eales,
para
aclarar
graves
malos entendidos por causa de la
incomprensn del quechua por parte de los
cronistas españoles, por no entender el
idioma que se le daba, o por no
entenderse
al otro, por la
dificulta d
del lenguaje; que el
espol piensa que sabe s de él, ignora
de diez partes las nueve, por las
muchas
cosas que un mismo vocablo significa, y por
las diferentes pronunciaciones que
una
misma diccn tiene para muy diferentes
significaciones por no haber referentes
europeos"
.
Como frente a la cultura andina
iba
emergiendo otra de fuerte
connotación
occidental a partir de la imposición de su
idioma
y
su religión entre otros
element
os,
que se perfilaban como dominantes, el
problema se tor en
ex
trem
ament
e
complejo a nivel de la sociedad,
pues,
fueron colisionando los espacios culturales,
como tal, fue evidente el
intr
incado
panorama
de las identidades,
entre
construcción, redefinicn o reajuste
e
inclusive
los propósitos de
negación.
Conclusi
ones
1.
L
a
primera generación
de
descendientes de los castellanos
o
,
hijos de los conquistadores, entre ello
s
el Inca Garcilaso de la
V
ega,
fueron
ctimas del complejo entrecruzami
ento
de categoas
y
narrativas identitarias
acerca de “él”, nosotros”,
“nosotros
mismos”
y
otros”.
2. En el caso de
I
nca
Garcilaso de
la
V
ega,
a tras de su nombre
y
de su
escudo,
se rastrea la invención de una
nueva
identidad del “Inca mestizo”. Se
detiene
especialmente en la significación
que
subyace
en la iconografía de ese escudo
la
expresión de su pensamiento
y
su
sentimiento,
cargado
de una
indudable
intención de alegato político contra
la
actitud de las nuevas estructuras
dom
inant
es
frente a los descendientes de los últimos
soberanos incas,
vivos
aún
y
que él
sería
uno de sus
ref
erentes.
3. Correspondió a José de la
Riva
Aero, uno de los representantes de
l
a
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
Antoniano 131
/
Diciembre
2016
27
Generacn
del 900, retomar la
atenció
n
sobre Inca Garcilaso de la
V
ega,
y
fue
en
1903,
a tras de su “Examen de la
P
rimera
Parte de
los
Comentarios Reales”; a
mi
smo
en
1916,
con motivo del tricentenario de
la
muerte del Inca Garcilaso de la
V
ega,
Jo
de
Riva
Aero, pronunc el discurso
Elogio del Inca Garcilaso”, discurso
que
gene severas cticas del
j
oven periodista
Jo Carlos Mariátegui
.
4.
A
partir de aquel loable gesto de Riva
Aero, se continuó con la
preocupació
n
por
conocer
y
difundir la obra
garcilasiana,
a,
Aurelio
Mi
Quesada
identificó el
testamento que la Isabel Chimpu
Occllo
(1571), donde un testigo firmó por
ella,
poniendo el nombre de Isabel Suárez,
parece
que la ñusta nunca lle, o no
quiso
hablar el
castellano.
5. Con las obras de Garcilaso, los
ingenas ganaron cierto espacio político,
y
contrariamente, también, con
l
a
voluntad
activa del Estado colonial que necesitó
de
un actor étnico, lo que se
visibiliz ó
con
las
crónicas principalmente de Juan
de
Betanzos
y
de Cieza de
L
n.
Sen
Christian Gros, bajo la apariencia
de
reconocer la comunidad indígena, el
E
stado
produce, reproduce
y
legitima una
f
rontera
étnica. No olvidemos que est
as
circunstancias se dieron desde muy
temprano,
a en
1542,
cuando
se
promulgaron en Barcelona las
L
eyes
Nuevas
inspiradas en las
apasionadas demandas
de
Fray Bartolo de las Casas, aboliendo el
trabajo
f
orzado
de la poblacn indígena
y
limitando los
privilegio s
de los
conquistador
es
y
encomenderos.
Evidentemente
l
as
diferencias
como
conjunto de repertorios culturale
s
interiorizados:
representaciones,
valores
y
mbolos, continuaan
y
a tras de los
cuales tales actores sociales fuero
n
demarcando
sus fronteras de distinción
identitaria como construcción
y
reconstrucción, a pesar de las imposicio
nes,
por lo que no hubo “intercambios”
so
ciales.
Fue la
grandiosidad
de la cultura
andina
que obligó a los aventureros, entre ellos
a
los curas, responsables de la
impo
sició
n
ideogica a aprender el quechua,
conocer
las costumbres, etc.
y
así disar
las
estrategias” de su proselitismo
i
deológico,
incluida la extirpación de
idolatrías.
6. Sobre las contradicci
ones
espoles-indios, que s allá de
o
posición
de clase, fueron de tipo cultural, asunto
que
no debe concebirse como un
femeno
independiente o ajeno a la estructura
de
clases de la colonia
y
aún la república, ni
las
clases deben
abordarse
sin considerar
la
dimensn sociocultural, como afirma mi
profesor Díaz-Polanco (1981). Este
asunto
nos debe llevar a entender la importancia
de
cómo determinados sectores de la
sociedad,
generan discursos
y
movilizando sus
propiedades
con efectos en la construcción
de las diferencias. No es entonces única
y
exclusivamente
l
a
diferencia cultural,
la
fuente de la etnicidad
y
multiculturalidad
,
sino la comunicación cultural que permi
te
trazar fronteras entre determinados
sectores
de la
sociedad.
E l
Gran Inca Garcilaso de la
V
ega,
no fue
un hijo más de la conquista, un hombre
de
vida destruida,
bastardo,
o hijo de ocasión
y
pecado,
fue parte de los primeros
peruano
s
de quien tenemos
o
rgullo
.
7. Si bien terminó la vida del
I
nca
Garcilaso de la
V
ega,
quedaron sus
obras, particularmente los
Comentari
os
R
eales,
texto que fue prohibido por
l
a
represión
española,
luego de la revolució
n
de 1781 de Túpac Amaru, por
cuant
o
fueron
consideradas
sediciosas
y
peligrosa
para los intereses colonialistas.
Obviamente
con aquella revolución,
fuertemente motivada por las lecturas
de
las obras de Inca Garcilaso de la
V
ega,
las comunidades indias
reaparecen
en
la
escena política reivindicando el status
de
pueblos
y
naciones. Estas
recomposiciones
sociales nos hablan de un
proceso
continuo
de renovación de
identidades.
Desde luego
l
a
respuesta colonial
f
ue
extrema, llegando al caso de prohibir el
El
Inca Garcilaso de la
Vega
El
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Recepción:
15-07-2016
|
Aceptación:
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