
. REVISTA UNIVERSITARIA 141 -
para solicitar a la población apoyo para nuestra
causa y reclamando el levantamiento de la
clausura. Desacostumbrada a sucesos de ese tipo,
la ciudad resultó realmente conmocionada. De
otro lado nuestras actividades no se limitaron
al Cusco, llegamos a enviar emisarios a Lima y
obtuvimos el apoyo de estudiantes amigos y de
otras universidades del país.
Entre los principales activistas de la huelga
recuerdo a Demetrio Corazao, a quien llamábamos
"El Viejo" por ser mayor que nosotros. Era un
hombre independiente, resuelto, decidido, muy
valiente, que llegó a participar con Samanez
Ocampo en revueltas armadas, era un furibundo
antileguiísta. Tenía una hacienda cerca al Cusco,
estaba casado y en esos años estudiaba Derecho.
Manuel Jesús Gamarra ya se había graduado por
lo que, propiamente, pertenecía a la generación
anterior a la nuestra. Al igual que Corazao
participó por simpatía. Decían que había nacido
en la selva, por lo que lo llamaban el "chuncho
Gamarra". Siendo un fervoroso federalista,
había escrito un libro, decomisado por la policía
cusqueña, en el que exponía sus ideas. También se
reconocía como un antileguiísta. Manuel Antonio
Astete, otro viejo alumno, antiguo participante
en pronunciamientos pierolistas, con Chaparro y
Víctor Guevara formaban el grupo de estudiantes
mayores. En cambio, Miguel del Castillo, un
joven muy tranquilo que no sobresalió como
universitario, entusiasmado por nosotros participó
en la huelga. Otros fueron Pío Benjamín Díaz,
estudiante de Derecho y Francisco Tamayo, uno
de los mozos más valientes que ha tenido el Cusco,
quien años después sería Ministro de Gobierno en
la Junta de Samanez Ocampo. También participó
Miguel Corazao, uno de nuestros más inteligentes
compañeros, que murió loco. Nuestras asambleas
populares y desfiles pidiendo la reapertura del
claustro tuvieron éxito, pues a fines de año se
resolvió reabrir la Universidad. La Asociación
Universitaria sugirió a Mariano Jacinto Medina
para ocupar el Rectorado, sin embargo no se tomó
en cuenta la sugerencia del alumnado. Cuando
se nos comunicó que llegaría al Cusco el nuevo
rector, no teníamos la menor idea de quien sería.
La Universidad se reabrió en marzo de
1910. Provisionalmente estaba de rector Juan
Antonio Escobar a quien el prefecto, presionado
por nuestras demandas, le había entregado las
llaves del local, José Gabriel COSÍO se desempeñaba
como secretario. A fines de marzo, las autoridades
de la ciudad y una comisión de la Asociación
Universitaria integrada por J. Cáceres, Manuel
Casafranca, Félix COSÍO y Alberto Pacheco
Concha se hicieron presentes en la estación del
ferrocarril para recibir al nuevo rector. Era un
joven norteamericano, miembro de la Misión
Bard, que el gobierno peruano había solicitado a
los Estados Unidos para efectuar reformas en el
sistema educativo. Su nombre era Albert Giesecke
y no llegaba a los treinta años.
Con Albert Giesecke como rector se produjo
la verdadera reforma universitaria en San Antonio
Abad. Renunciaron Aurelio F. Baca, Angel
Ugarte, Felipe Umeres y M. E. Montesinos, entre
otros, mientras se nombraba a profesores jóvenes
y de ideas positivistas o pragmáticas como Víctor
González Rivero, Miguel Corazao y José Angel
Caparó Pérez, aparte de Fortunato Herrera, a
quien me referí anteriormente.
Giesecke había nacido en Filadelfia, hijo
de un inmigrante alemán. Luego de estudiar en
la Escuela Municipal de su ciudad natal y en la
Universidad de Pennsylvania viajó a Europa,
donde permaneció como estudiante en las
prestigiosas universidades de Berlín y La Sorbona
de París. En Lausanne, Suiza, Giesecke fue
alumno de Pareto, por lo que contaba con una
apreciable formación en ciencias sociales. A su
retorno a los Estados Unidos estudió en Cornell
University y en el Carnegie Institute, donde se
especializó en asuntos comerciales. Posteriormente
retornó a Europa para dedicarse a la investigación
en el Museo Británico y en la Oficina de Asuntos
Extranjeros. En marzo de 1910, Alberto Giesecke
juramentaba ante Eusebio Corazao como Rector
de la Universidad del Cusco. Al inaugurar el
año académico la nueva autoridad universitaria
leyó un hermoso discurso, en el que se refirió a
la importancia de las vías férreas como medio
de comunicación, y al progreso y modernización
del Cusco, ideales por los que desde entonces
trabajaría como si fuera un verdadero cusqueño.
Fue indudablemente un rector notable,
transformó nuestra Universidad en una institución
democrática y moderna y en muy poco tiempo,
gracias a su buen carácter, estableció con los
alumnos una cordial relación. Aparte del excelente
nivel de los cursos que dictó, introdujo hábitos de
disciplina, interés por el estudio y conocimiento
de nuestra realidad regional y nacional. A los 8 o
10 meses de haber asumido el cargo pidió nuestro
concurso para fundar la Revista Universitaria.
Hubo una completa coincidencia entre los ideales