EL DIÀLOGO POSIBLE ENTRE EL INCA
GARCILASO DE LA VEGA Y FeLIPE
GUAMÀN POMA DE AYALA
*
Enrique Rosas Paravicino
En las postrimerías del siglo XVI el Perú era
un vasto escenario donde el proyecto colonial de
España empezaba a fraguar sin el obstáculo de
una oposición política organizada. Hacía poco
que el virrey Francisco de Toledo había destruido
por completo el microestado inca de Vilcabamba
(1572), y ya las reformas toledanas consolidaban
con dureza los códigos de convivencia entre
andinos y españoles. Es por esos años que
empiezan a tomar cuerpo los planes personales
de dos cronistas peruanos: el Inca Garcilaso de la
Vega y Felipe Guamán Poma de Ayala, cada quien
desde su propio lugar de residencia, sin que el uno
intuyera la existencia del otro. Ambos impactados
profundamente por lo que hubo significado la
conquista del Perú y las convulsiones internas que
se dieron tras el derrumbe del Tahuantinsuyo.
Establecer un paralelo cronológico de
las vidas de los dos cronistas constituye, ante todo,
una operación fáctica. Si bien Garcilaso de la
Vega nació en el Cusco un 12 de abril de 1539, del
nacimiento de Guamán Poma no se tiene fecha.
Es probable que haya sido en la localidad de San
Cristóbal de Sondondo, aunque no se descartan las
de Chupas y Siscamarca. Tampoco sabemos del
o de su muerte. Rolena Adorno considera que
pudo haber sido en 1616, es decir, el mismoo
en que el Inca Garcilaso falleciera en Córdoba.
Lo que sí queda evidente es que ambos cronistas
tuvieron destinos completamente diferentes.
Mientras Garcilaso vivió la mayor parte de su
vida en España, sufriendo en carne viva el exilio
y la nostalgia del "bien perdido'", Guamán Poma
asistiría en persona al lento desmoronamiento de la
sociedad inca, con la consiguiente instauración de
un sistema colonial que ponía "el mundo al revés".
Ambos personajes fueron testigos privilegiados de
su tiempo, indagadores de cuanto suceso debía
ser registrado por la crónica histórica, cada quien
desde una primera experiencia del acto de escribir:
Garcilaso empezó en la práctica de las letras
sirviéndole de secretario a su padre; Guamán
Poma como asistente del visitador eclesiástico
Cristóbal de Albornoz durante la represión del
Taki Onqoy
2
.
La infancia de Garcilaso hubo de
transcurrir en medio de costumbres propias de
la "gentilidad", dado que los descendientes de los
incas (hasta los cambios decretados por Toledo)
gozabann del privilegio de vivir con cierta
dignidad sus tradiciones culturales; a su vez,
Guamán Poma, según expresión propia, también
cultivaba el orgullo de descender de la dinastía
Yarovilca Allauca Huanaco por la rama paterna,
y por laa materna proclamaba su vínculo de
sangre con las dinastías cusqueñas.
1. De esta etapa de la vida de Garcilaso, Raquel Chang-Rodríguez anota lo siguiente: "En Montilla y en Córdoba leyó, se preparó e hizo suyas
avanzadas concepciones lingüísticas, filosóficas e historiográficas del saber renacentista. Su asimilación de esta cultura humanística fundamentó
una atrevida reinterpretación de la historia en la que era lícito parangonar al Incario con los grandes imperios de la antigüedad para así tender
un puente entre el Viejo y el Nuevo Mundo". (DELAL, p. 1913).
2. Estas son las actitudes contradictorias de Guamán Poma. En un primer instante es colaborador de la represión religiosa contra los rebeldes
Taquiongos, pero posteriormente se vuelve crítico de la conducta del clero, especialmente de los sacerdotes del ámbito rural. También había
participado en las llamadas "composiciones de tierras" (medidas que perjudicaron enormemente a las comunidades indígenas), sin embargo,
después aparece como cuestionador del sistema de encomiendas y, como tal, defensor de los comuneros quechuas.
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Garcilaso buscó hacerse de un espacio
en la sociedad española de su tiempo y de
formar parte de sus instituciones; Guamán Poma
pretendió subvertir el orden de la colonia, de ahí
que es duramente crítico de la institucionalidad
gubernamental. El primero se muestra a favor
de los encomenderos, mientras que el segundo se
declara enemigo de estos y los denuncia por sus
excesos y desmanes. Ambos impugnan y tratan de
corregir a algunos cronistas que les antecedieron;
les reprochan sus reiteradas imprecisiones. En ese
afán, proclaman su ventaja lingüística, dado que
su posesión del quechua como lengua materna
y su indiscutible ascendencia indígena les tenía
facilitado el acceso a las fuentes orales.
Sin embargo, donde la diferencia es rica
en matices de significados es en el nivel intelectual y
de "ilustración" de cada quien. Mientras Garcilaso
era una figura relevante del pensamiento ilustrado
del siglo XVI, con un bagaje cultural digno dels
cultivado humanista del Renacimiento (traductor
de León Hebreo y estudioso del neoplatonismo),
Guamán Poma era un exponente de la cultura
popular de su medio, con lecturas diversas, tanto de
crónicas de la conquista como de textos cristianos
clásicos, de los que hacía una interpretación muy
personal, a partir de su racionalidad andina.
El lenguaje de Garcilaso es pulcro y castizo, de
prosa artística matizada con vocablos quechuas y
latinismos diversos, mientras que el de Guamán
Poma es un híbrido de castellano y quechua,
con incrustaciones de "aymara", puquina, colla,
canchi, cana, charca, chinchaysuyo..." (Carrillo:
1992,65) y otras lenguas que aseguraba manejarlas
bien. En este cruce de sistemas lingüísticos hay un
cruce de saberes, una yuxtaposición de culturas
regionales, rasgo primordial que fortalece su
imagen de amauta andino.
Otra referencia merece el tema de las
fuentes en ambos cronistas. Garcilaso recurre a
toda una serie de ellas, que incluye los recuerdos de
su infancia, los relatos que escuchó de su parentela
noble, las informaciones que desde Cusco le
hacían llegar sus familiares a España, sus lecturas
de los cronistas, las versiones de algunos actores de
la guerra civil entre los conquistadores y su acceso
al conocimiento ilustrado europeo; mientras
que para Guamán Poma sus principales fuentes,
según Francisco Carrillo, son "sus observaciones
directas "a vistas de ojos" producto de sus 20 o 30
años de andanzas por el Perú y del contacto con
sus gentes..." (Carrillo, 1992: 40), pero también
empleó crónicas, catecismos, expedientes legales,
los libros de Luis de Granada, fray Domingo de
Santo Tomás y Pedro de Oré, entre otros, y La
Biblia que fue su fuente referencial indiscutible).
Garcilaso, al sistematizar su escritura, tiene un
manejo técnico y fluido de sus fuentes, mientras
que Guamán Poma incurre en algunas confusiones
al intercalar la fuente escrita con la fuente oral.
Este rasgo le acarrearía posteriormente lass
severas críticas. Porras Barrenechea, por ejemplo,
le reprocha su "incultura" o su falta de rigor
intelectual, observación que, sin embargo, deja en
mal pie al historiador limeño por su precipitación
en juzgar, con un sesgo endocultural, una obra
sustentada en la tradición oral andina.
En una conferencia dada en Venecia,
en 1988, para libreros y editores, Umberto
Eco manifestaba, entre otros aspectos, que los
libros tienen la facultad de dialogar entre.
Textualmente expresa que:
"Los libros constituyen una memoria propia,
porque hablan entre ellos
y,
como nos repite hasta
los límites de la paradoja Harold Bloom, cada
libro no es otra cosa sino la tardía traducción de
un libro anterior. Y, entonces, los libros producen
libros y multiplican el saber". (Eco 1989: 5)
Sirva de sustento este juicio para poder
establecer un puente fáctico entre los pensamientos
de los dos cronistas peruanos, el uno, mestizo (de
cultivado espíritu renacentista) y el otro, "indígena"
(dueño de una compleja escritura multilingüe);
voces contestatarias ambas y, por lo mismo,
evidencias ternpr ñas del mestizaje cultural, con
discurso original y vocación de nacionalidad.
Cada uno de ellos padeció la marginación
de la sociedad colonial en un grado parecido, y
cada quien encaró tal hecho con convicción plena
en la legitimidad de su cultura e historia. Ambos
pasaron serias peripecias antes de emprender la
escritura de sus libros. Garcilaso tuvo que integrarse
esforzadamente al modo de vida de la sociedad
española, no sin antes sufrir la postergación
destinada para un "indiano". A su vez Guamán
Poma descendió en la escala social hasta pasar a la
condición de "indio humilde", además de padecer
la conspiración de las autoridades locales, llámense
corregidores, jueces, curacas o párrocos. Las obras
de ambos son también testimonios autobiográficos
puesto que describen sus avatares personales y las
situaciones de marginación que encararon. En
suma, hays vasos comunicantes entre ambos
que diferencias acentuadas, como pretendieron
destacar los apólogos entusiastas de Guamán
Poma. Ya José Antonio Mazzotti fue pertinente
cuando anotó que:
El viejo tópico de un Garcilaso hispanizado y
de un Waman Puma genuino representante
del pensamiento indígena parece derrumbarse
simplemente en función de un nuevo aparato
conceptual capaz de hacer frente a los textos
respetando su especificidad y complejidad
precisamente como lo que son: "textos".
(Mazzotti 1996: 29)
Bien sabemos que durante el período colonial,
la población andina recurrió esencialmente a
la tradición oral para salvaguardar su memoria
histórica y su continuidad sociocultural. Martin
Lienhard considera que dicha práctica se ha venido
articulando con los sistemas de comunicación
impuestos por los sectores hegemónicos. Lo
destacable es que la oralidad ha jugado un rol
importante como fuente primaria para aquellos
cronistas que se embarcaron en la tarea de
reconstruir la historia de los incas lo mismo que
en la de describir su derrumbe y la consiguiente
instauración del sistema colonial. De todos ellos
loss aventajados fueron Garcilaso de la Vega,
Guamán Poma, Titu Cusi Yupanqui y Santa
Cruz Pachacuti por su especificidad cultural
andina y por su recurrencia al quechua como el
código apropiado para registrar los testimonios de
amautas, sacerdotes incas, quipucamayos, nobles y
otros informantes de garantizada competencia en
el relato oral.
Retomando el diálogo posible entre los
dos cronistas, diremos que tanto Garcilaso como
Guamán Poma destacan el valor informativo de
sus fuentes orales. Para ello, ponderan la seriedad
de sus informantes, a quienes describen como
personas de gran prestigio, ya sea por su rango
social o por su perfil ético, pero particularmente
subrayan su condición de testigos excepcionales de
sucesos acaecidos en el curso de sus propias vidas.
Ciertamente els afortunado fue Garcilaso,
quien en el Cusco tuvo la oportunidad de indagar
directamente ante loss solventes depositarios
de la memoria histórica
3
acerca de la sociedad
inca que hacía poco había sido avasallada. Por
línea materna Garcilaso perteneció a la panaca
de Túpac Inka Yupanqui, denominada Qhapaq
Ayllu. A estas fuentes de la oralidad se agregan
las propias experiencias vividas en su infancia,
particularmente lo sucedido durante la rebelión
de Gonzalo Pizarro, en la que su padre, Sebastián
Garcilaso de la Vega, j ugó tal rol que posteriormente
afectaría mucho en la estancia eusppea de su hijo.
Por otra parte, cuando el cronista mestizo hubo
partido del Perú la comunicación con sus paisanos
quedó naturalmente establecida. De ese modo se
explica la descripción hecha de sucesos como la
caída del reino de Vilcabamba, con la captura y
ejecución del último sucesor de Manco Inca, esto
es, Felipe Túpac Amara, y la gestión despótica del
virrey Francisco de Toledo.
Mientras tanto, Guamán Poma se ufana
de sus ancianos informantes. Así vemos que en uno
de sus dibujos aparece el autor, de pie, rodeado de
aquellos y en una actitud de diálogo. Para Guamán
Poma la condición de "vejez" es signo de memoria,
sabiduría y tradición. En algunos casos exagera la
edad de ciertos informantes; uno de ellos, Diego
Zatuni, aparece con 200 años de existencia
1
. Mas
el cronista es también un observador acucioso de
todo suceso destacable al que concurre. Fiestas,
ritos, danzas y cantos son algunas expresiones
que vio y oyó en sus peregrinaciones. Además,
su experiencia como colaborador en el proceso
de extirpación de idolatrías le conferiría mayor
competencia para tratar los asuntos de la
gentilidad prehispánica. Su intención como
cronista es salvar del olvido los hechos memorables
de los antepasados que, tal como intuye, corren el
peligro de ser borrados por los cambios que trae la
colonización, particularmente por la aparición de
crónicas deformadoras de la verdad histórica. Por
otro lado, por la variedad de sistemas lingüísticos
que contiene, la obra de Guamán Poma es el
indicio temprano de lo que siglos después sería el
moderno género testimonial.
En ambos cronistas hay un propósito
literario y estético, además de postular la
formulación de una historia orientada a revalorar
el pasado prehispánico, frente a un discurso
colonial que únicamente enaltece el "papel
civilizador" de la España Imperial. La diferencia
radica en que Garcilaso lo hace sobre la base de
una sólida cultura renacentista, por un lado y, por
otro lado, en función a su pertenencia a un mundo
americano que a los ojos de Europa aparecía
como bárbaro y nebuloso. Sus recursos expresivos
3. Muchos de ellos parientes suyos, como es el caso de suo Cusi Huallpa.
4. El mismo Guamán Poma se atribuye 80 años cuando concluye su recorrido por el virreinato.
. REVISTA UNIVERSITARIA 141 -
son los del humanista ilustrado que maneja con
propiedad no sólo el castellano culto, sino la
técnica de la crónica histórica y el orden lineal
del relato épico. El destinatario privilegiado de
su discurso es aquella colectividad heterogénea
que él ya intuye instalada en el futuro de un país
social y culturalmente complejo, tal como es el
Perú de hoy.
A su vez Guamán Poma escribe desde la
necesidad de reformular un saber andino, pero
utilizando el código propio del conquistador,
a fin de que su carta-informe tenga el debido
prestigio lingüístico y pueda llegar al Rey. Si bien
toma como sus modelos a cronistas como a De
las Casas, Zárate y al Palentín, sin embargo, en
su discurso predomina un acento de multitudes
andinas con una fuerte interferencia del runasimi.
Es una voz grave, multiplicada por la denuncia
social, una voz que contiene otras voces, de
etnias y comunidades, de gentes pobres y de
víctimas del abuso de las autoridades coloniales.
Predomina aquí el tono de nosotros los de abajo
(mitayos, labradores, artesanos, arrieros, es decir,
los "comunruna") frente al de ustedes los de arriba
(corregidores, curas, encomenderos, caciques y
procuradores). Y si presenta caídas en el empeño
de registrar, exponer, cotejar y denunciar, es por
ese mismo afán de conjugar dos racionalidades
(la andina y la occidental) quen se muestran
irreconciliadas en el contexto colonial. Al final se
impone en sus escritos la concepción indígena del
mundo, de la historia, de la vida y del saber. El
destinatario formal de su manuscrito es el monarca
de España —la encarnación del poder supremo,
s allá del poder de virreyes y encomenderos-
para que pudiese introducir cambios en su política
de Indias; pero el destinatario trascendente es
la conciencia colectiva de esa entidad llamada
Perú, que manifiesta ya los primeros latidos de su
gestación como proyecto de nación. De allí resulta
significativo que entre las 1,200 páginas de las
que consta la Nueva Crónica, 400 sean dibujos que
constituyen la primera iconografía de la dignidad
y la denuncia.
Garcilaso muestra una doble intención
en su discurso: por un lado, restituir la dignidad
histórica al imperio de los incas al que compara
con Grecia y Roma; y por otro lado, resolver su
conflicto interior de pertenencia a dos mundos
contrapuestos. Guamán Poma, a su vez,
considerado "indio ladino" por la mentalidad
discriminadora de la época, busca en la escritura
una compensación a las humillaciones que vivió
en su afán de proclamarse noble o "qhapaq".
Ambos dejan traslucir en sus escritos una faceta
autobiográfica par* revestir.'de mayor legitimidad
la información acopiada. Antonio Cornejo Polar
precisa que "...se trata de una autobiografía que
s que relatar situaciones personales tiende
a clarificar la índole étnica (y las posibilidades
discursivas) del autor" (Cornejo Polar 1994:84). En
ningún caso Garcilaso buscó recurrir a ilustraciones
que reforzasen sus ideas y descripciones porque el
uso de la palabra le bastaba como a humanista
cultivado que era; por su parte, Guamán Poma
no sólo apela al arte iconográfico, sino que
reivindica a los khipus como un sistema de saber
tan igual que la escritura europea. Los Comentarios
Reales gozaron de gran aceptación en el siglo que
siguió a su publicación, al punto que en 1625
fueron traducidos al inglés, en 1633 al francés y,
años después, al alemán, italiano, ruso, flamenco,
rumano y chino. En cambio, la Nueva Crónica de
Guamán Poma permaneció desconocida desde
elo de su conclusión (¿1615?) hasta 1908 en
que es localizada por Richard Pietschmann en la
Biblioteca Real de Copenhague. Paradójicamente
su primera publicación la haría una entidad
francesa, el Instituto de Etnología de París, en
i"936. Como documento la Nueva Crónica habría
resultado ofensiva para un funcionario real del
siglo XVII, hubiese merecido probablemente que
se queme, pero es posible que se haya salvado de
la hoguera por su bellas y sugestivas ilustraciones.
La pregunta sigue flotando en el aire: ¿La leyó
el rey? ¿La leyeron sus funcionarios? ¿Cómo el
manuscrito llegó a ser parte de una colección de
libros antiguos de Dinamarca?
Ambos historiadores abrazaron la
colosal tarea de registrar varios siglos de una
vida social andina, a partir de motivaciones
personales diversas. Cada quien tuvo su móvil en
sucesos familiares, en derechos conculcados, en
aspiraciones de honra y nobleza. Es el caso del
Inca Garcilaso de la Vega, mestizo él de la primera
generación -y mestizo de prosapia, tanto por la
a materna como por la paterna-, que a los 21
años partiera a España con la ilusión de abrirse
espacio en la pujante sociedad española, confiado
en la influencia social de sus parientes nobles por
la rama de los Suárez de Figueroa. Estandon
en el Perú, Garcilaso había experimentado varias
desilusiones. Quizás las traumática haya sido la
repentina separación de sus padres, debido a que el
conquistador don Sebastián decidiera casarse con
la española Luisa Martel, para poder conservar su
encomienda. A su vez, su madre, Isabel Chimpu
Ocllo, fue obligada por aquél a contraer nupcias
con el comerciante español Juan del Pedroche
5
.
Por su condición de mestizo, Garcilaso
tampoco podía tener espacio en una sociedad
en que las leyes estaban hechas en función del
privilegio de
4
los españoles, de ahí que la crisis
personal del inca tiene que ver con la crisis del
mestizo de la colonia, esto es, como colectivo
marginal desprovisto de derechos por la
legislación hispana. Años después, ya en su periplo
español, Garcilaso padecería otros sinsabores,
esta vez directamente de parte de la sociedad
metropolitana. En primer término, se dio con la
sorpresa de que sus parientes paternos cultivaban
un orgullo desmesurado y no tenían ningún interés
en ayudarlo. Excepción singular es el caso de suo
Alonso de Vargas que, en Montilla, se convierte en
su protector y de quien heredaría después muchos
bienes que le permitirían vivir con holgura.
Merced a aquel orgullo es obligado incluso a
renunciar a su nombre de bautizo, Gómez Suárez
de Figueroa, puesto que así resultaba siendo
homónimo de un Marqués, pariente suyo que vivía
cerca de Montilla. Otras dificultades le producen
frustración en sus expectativas de alcanzar honra
y prestigio, por lo que Garcilaso recurre entonces
al caudal de una riqueza interior que solo él posee,
es decir, a la revelación de una memoria que
registra la historia de una civilización de la cual es
parte por la rama materna. Conoce esta historia
desde niño. Escuchó a sus familiares cusqueños
el relato de grandes sucesos acontecidos muchos
siglos antes de la muerte de Atahuallpa. Puede
dar testimonio escrito de esta civilización: de su
cosmogonía, su arquitectura, su economía, su
organización político-social; en fin, el quechua es
su primera lengua. Por lo que procede a componer
lo que vendrían a ser los Comentarios Reales de los
Incas, su obra mayor. Antes de este afán ya había
concretado dos exitosos proyectos intelectuales:
la traducción de los Diálogos de amor de León
Hebreo y la escritura de La Florida del Inca. De allí
que, tal como anota Pablo Macera:
"Garcilaso terminaba por donde comenzó. Una
vida entera le había costado descubrir que no era
por laa de la asimilación a Etiiopa com£> podía
llegar a sí mismo, sino asumiendo su condición
de nacido en un imperio al que la invasión había
convertido en una provincia colonial". (Macera
1983: 325).
Y es a través de la memoria y la palabra, de
la crónica y la historia, que el mestizo americano
encuentra la clave de su realización personal, el
acceso a un lugar en las prácticas renacentistas de
España y a una tumba magnífica en la mezquita-
catedral de Córdoba. La dedicatoria que tiene
la segunda parte de los Comentarios Reales es
elocuente de la superación de sus conflictos
interiores: "A los indios, mestizos y criollos de
los reinos y provincias del grande y riquísimo
imperio del Perú, el Inca Garcilaso de la Vega,
su hermano, compatriota y paisano: Salud y
felicidad" (Garcilaso 1947:9).
Guamán Poma de Ayala, a su vez, tuvo
una vida que se pierdes en la leyenda que en
la biografía documentada. Aunque su crónica
está matizada de información autobiográfica,
sin embargo esta no es suficiente para detectar
y precisar el inicial estímulo intelectual que le
permitió abordar la escritura de su gran testimonio
historiográfico. Acaso lo hizo para reivindicarse
de su pasado como asistente del extirpador
Cristóbal de Albornoz, como insinúa Rolena
Adorno. Por versión del cronista sabemos de su
medio hermano mestizo Martín Ayala, quien le
enseñó a leer y escribir, suceso determinante para
que se le despertara la curiosidad por el mundo
del conocimiento
6
. Martín Ayala fue capellán del
hospital de Huamanga donde enseñaría religión y
humanidades a sus medios hermanos por madre,
entre ellos al futuro cronista Felipe.s adelante
la referencia que este hará de su hermano Martín
es cálidamente afectuosa. Merecen considerarse
también las lecturas de los cronistas indianos como
otro elemento de estimulación y de aprendizaje,
5. Sobre este punto Max Hernández precisa: "...en el abandono de su madre resonaban los ecos melancólicos de quienes vieron su reinar
trocado en vasallaje. Además se topaba con la innegable existencia de un padre conquistador y extranjero que se había encumbrado en una
posición quen no había sido claramente definida por la cultura andina. Nos referimos a aquel lugar que señala la ley del padre. Iz> inestable
del vínculo entre sus padres se hizo evidente cuando se separaron y cada cual se comprometió por su lado. La separación no podía dejar de tener
consecuencias. Y, por si esto fuera poco, la ubicua presencia de la destrucción y la muerte continuaba. Expuesto a tales conmociones, Garcilaso
hallaba solaz en su novela familiar y refugio en su mito individual" (Hernández, 1991: 167).
6. Guamán Poma en su crónica nos dice que se formó de niño en los palacios de los virreyes y los arzobispos. Sin embargo, su castellano
precario, cruzado de interferencias quechuas, nos revela a un autodidacta que desde el interior del pueblo indígena redacta la historia andina y
enjuicia a la colonia.
además de sus contactos con personajes como el
ya citado visitador eclesiástico y otros extirpadores
de idolatrías.
Igual que Garcilaso, también Guamán
Poma sufrió la hiél de la injusticia y la desilusión
de parte de la sociedad colonial. Alrededor de
1580 las tierras de su familia ubicadas cerca de
Huamanga, en una extensión de 300 hectáreas,
fueron invadidas y ocupadas por ciertos españoles
en complicidad con un grupo de yanaconas de
Chachapoyas. La propiedad sobre estos bienes
había estado legitimada a favor de los Guamán
Poma (en razón de su status de nobleza)n desde
los últimos incas, derecho que fuera avalado en su
momento por las autoridades coloniales. Sabemos
que el cronista recurrió a los fueros legales para
hacer respetar sus propiedades, pero todo en forma
infructuosa. Con el correr de los años el juicio se
fue enredando entre trámite y trámite, al punto
que otros interesados fueron convergiendo en la
disputa judicial. El litigio duró décadas, y en ese
lapso las tierras fueron cambiando de propietarios,
una y otra vez. A tal extremo que, según unos
expedientes de la familia Prado Herrera, en
1627 el padre Rector de la Compañía de Jesús
aparece otorgando escritura en beneficio de un tal
Andrés Salinas, quien a su vez inicia un proceso
legal para sacar de su propiedad a los ilegítimos
ocupantes. Fue un prolongado enredo judicial en
el que perdió la familia Guamán Poma debido
fundamentalmente a la actitud despótica y abusiva
del corregidor de Huamanga, Pedro de Rivera,
quien luego de llenar de humillaciones al cronista,
en 1594 confiere a los "invasores chachapoyanos"
el derecho de posesión sobre las tierras.
Tal vez este despojo, sumado a tantas
otras injusticias que vio en sus peregrinaciones,
determinó en él la idea de escribir una crónica en
la que se yuxtapusieran la historia de las sociedades
andinas prehispánicas y la situación crítica de
la colonia. Había perdido un bien material por
causa de los procuradores que oficiaban de jueces,
pero -al igual que Garcilaso- tenía en sí una
riqueza interior que ningún prevaricador podría
arrebatarle: la memoria de su pueblo almacenada
cuidadosamente durante décadas. Por su formación
en las disciplinas de la historia, la religión y las
letras se sentía en condiciones de abordar una
empresa de semejante envergadura. A ello se
añadía el registro de la oralidad acumulada: desde
los relatos de sus ancestros hasta las informaciones
obtenidas en sus arriesgados viajes.
Probablemente escribió su crónica entre
1600 y 1615. Acaso la hizo en los diferentes lugares
por donde pasó: desde Huamanga hasta Lima,
desde San Cristóbal de Sondondo hasta Cusco.
Quién sabe la compuso elkre su casa, las posadas
y los tambos. Los probable es que en Lima, por
1614, intentó entregarle el manuscrito al virrey,
sin poder conseguirlo. Quizás estaría ya cerca su
deceso. La última noticia que se tiene de él es a
través de una carta al rey de España, con fecha
14 de febrero de 1615. Allí consigna de nuevo sus
datos personales y le informa sobre las dificultades
que impidieron el envío del documento a la corte.
Sugiere que si el monarca ve por conveniente,
Guamán Poma se lo entregaría al virrey de Lima,
a fin de que este hiciere llegar a su Majestad. La
carta aparece firmada en el pueblo de Santiago de
Chipao, de la jurisdicción de Huamanga.
En suma, la crónica de Guamán
Poma estuvo motivada por la indignación y la
impotencia de quien ve padecer a su pueblo bajo
una administración colonial lesivamente injusta.
Cree que de todo esto el rey no conoce la verdad,
porque sus funcionarios incumplen con informarle.
La voz del cronista se hace dura cuando denuncia
los abusos de curas, corregidores, procuradores,
encomenderos y alcabaleros, entre otros. Así como
la Historia
General
del
Perú
del Inca Garcilaso fue de
postuma publicación, también corrió esa suerte la
Nueva Crónica de Guamán Poma, con la diferencia
de que el libro de Garcilaso salió en 1617, pocos
meses después de la muerte de su autor; en cambio
la crónica de Guamán Poma recién mereció al
beneficio de la imprenta en 1936, es decirs de
320 años después de ser concluida.
El discurso de Garcilaso influiría
posteriormente en la formación política de José
Gabriel Túpac Amaru a quien le sirviera además
de inspiración para su gesta revolucionaria. A
raíz de ello, las autoridades coloniales de la época
declararon libro subversivo a los Comentarios reales
y, por tanto, prohibieron a los indígenas acceder
a su tenencia. Paradójicamente en el siglo XX
el discurso de Garcilaso fue aprovechado por el
Grupo
Generación
del 900 -de tendencia hispanista
y conservadora para preconizar un proyecto
de nación sobre la base de una hipotética y
muy polémica convivencia histórica entre los
dos mundos: el andino y el occidental. Esta
tesis sobre el mestizaje peruano da pie a que el
escritor Miguel Gutiérrez interprete el tema del
paradigma garcilasista como el aprovechamiento
. 100 AÑOS
de la figura de Garcilaso por parte del estrato
señorial del país para su proyecto de dominación
social y política. No en balde, según Gutiérrez, el
primer apasionado garcilasista es José de la Riva
Agüero -els caracterizado representante de
la república aristocrática cuyas ideas centrales
fueron continuadas por sus seguidores Aurelio
Miró Quesada y Raúl Porras Barrenechea, en ese
propósito dé legitimación ideológica (Gutiérrez
1995: 33).
A su vez la carta-crónica de Guamán
Poma es el testimonio de un representante del
pueblo quechua acerca de una historia que fue y de
una realidad colonial marcada por la expoliación y
la injusticia. El cronista presta su voz a los sin voz,
esto es, la voz del testimoniante se vuelve polifónica
al conjugar el clamor de un vasto colectivo que
sufre en silencio la opresión del mal gobierno.
Guamán Poma, en su afán de dominar la escritura
y el saber canónico de su tiempo, inventa un nuevo
discurso colonial. Lo hace desde una perspectiva
netamente andina, donde el substrato quechua
atraviesa todo el tejido retórico castellano y donde,
paradójicamente, el acto de aconsejar al rey se
convierte en una denuncia muchos minuciosa
que la ejercida por Bartolomé de las Casas. Cierto
que la Nueva Crónica no ejerció influencia directa
en proceso histórico alguno, por la misma suerte
que corriera como documento, pero su contenido
enriqueció la forma de conceptuar la historia y
demostró que el relato del pasado no es tarea única
y exclusiva del letrado erudito, sino que también
los sin voz pueden aportar bien a su interpretación
y construcción. Que había entonces mucho por
decir de parte de las víctimas del colonialismo.
Que la mirada oficial sólo es unilateral y reduce el
relato a una sola versión. Que la historia es ante
todo recuento dialógico y no un simple monólogo
del sometimiento. Que su elaboración como tal
es un proceso muchos complejo y, por tanto,
resulta insuficiente la sencilla épica narrada por los
secretarios de los conquistadores. De allí que hoy
en nuestro tiemp la Nueva
Crónica
es una referencia
invalorable para los estudios que explicitan la
dinámica entre pasado y presente. Sus mismos
dibujos constituyen el excelso arte gráfico al que
recurren muchas publicaciones para ilustrar sus
páginas. Es pertinente señalar que ese vasto espacio
serrano por donde vivió y peregrinó Guamán
Poma, siglos después sería el núcleo del mundo
ficcional arguediano -donde fueron ambientados
muchos de los sucesos y personajes de la narrativa
de José María Arguedas—y,s adelante, el cruento
escenario de la guerra subversiva que ensangrentó
al país en la década de 1980.
Dos arquetipos de historiadores
tempranos, sin duda, pero Asimismo dos
personajes sobre los que se han tejido versiones
e interpretaciones diversas. Sobre la figura de
Garcilaso, dado el caso, se ha escrito y debatido
hasta el punto de polarizar las posiciones, esto es,
desde presentarlo como clásico entre los clásicos
del pensamiento americano hasta denunciarlo
como copista de los papeles del jesuita Blas Valera,
según elucubró Manuel Gonzales de la Rosa en
1910. Mientras tanto, la figura de Guamán Poma
de Ayala, por estar sombreada de intensas franjas
de misterio, se presta incluso a una interpretación
s libre que la de su contemporáneo. En 1999 se
realizó en Roma el
Simposio internacional Guamán Poma
deAyalayBlas
Valera. Tradición
andina
e historia colonial,
donde la estudiosa italiana Laura Laurencich
Minelli sustentó la tesis de que el verdadero autor
de la Nueva crónica y buen gobierno es Blas Valera
y no Guamán Poma de Ayala. Es lógico que tal
revelación haya generado un enorme revuelo en
el mundo académico internacional, pero también
es cierto que en su momento ella ha sido refutada
por estudiosos del nivel de Rolena Adorno, Pablo
Macera y John Rowe entre otros. La propuesta
de la Dra. Laurencich Minelli hoy no cuenta con
el aval de un reconocimiento concluyente, entre
otros aspectos porque no demuestra la veracidad
de los documentos que exhibe.
Garcilaso fue leído con interés por
Cervantes, Rousseau, Voltaire, Montaigne y otros
célebres intelectuales europeos. Bajo la influencia
de los Comentarios reales el francés Louis Baudin
escribió el sugestivo ensayo: El imperio socialista de
los Incas. Aurelio Miró Quesada encuentra vasos
comunicantes entre la obra cervantina y el discurso
garcilasista. A su vez Nathan Wachtel considera
que Garcilaso escribe desde su posición de mestizo
asimilado a la cultura occidental y esto desluce su
papel de intérprete de la civilización inca. Emilio
Choy hace un enfoque marxista de los Comentarios
reales y halla aquí indicios de un pensamiento
revolucionario que avizora el fin del absolutismo.
Luis Alberto Sánchez lo presenta como al primer
criollo del Perú, por ser el mentor espiritual de
la república fundada en 1821. Tampoco faltan
aquellos que le reprochan el haber idealizado
al incario, en menoscabo de su objetividad de
historiador. En fin, son múltiples las valoraciones
. REVISTA UNIVERSITARIA 141 -
hechas sobre Garcilaso, acaso el peruanos
estudiado de todos los tiempos. Nadie como
él estuvo tan virtualmente expuesto en la gran
vitrina de la historia ante la mirada universal.
Ello porque una obra vasta y compleja como la
suya está sujeta a toda una pluralidad de lecturas,
según las inquietudes sociales y humanísticas de
cada época, esto es, desde posiciones diversas y
*en muchos casos antagónicas, desde perspectivas
disciplinarias variadas y desde diferentes lugares
de enunciación
7
.
Por su parte, la figura de Guamán
Poma de Ayala convoca asimismo la atención de
estudiosos de diferentes latitudes del mundo. La
clarinada respecto a él la dio Richard Pietschmann
en 1912, con un enjundioso trabajo sustentado
en el Congreso Internacional de Americanistas
realizado en Londres, es decir, cuatro años después
del descubrimiento del manuscrito. El interés
por Guamán Poma se acentuarías a partir de
los años 70 del siglo pasado. En 1980 salen dos
ediciones importantes de la Mueva crónica en dos
capitales de Latinoamérica: la primera en México
con el sello editorial de Siglo XXI, bajo el cuidado
de John Murra y Rolena Adorno. La segunda
la realiza en Caracas la prestigiosa fundación
Biblioteca Ayacucho y su cuidado estuvo a cargo
del historiador Franklin Pease. Desde entonces
han proliferado los estudios sobre Guamán Poma,
al punto que hoy tenemos una copiosa bibliografía
a la vista. Aparte de la infatigable Rolena Adorno,
son especialistas en el tema: Sara Castro-Klaren,
Edmundo Guillén,Jorge Urioste, Elias Prado Tello,
Mercedes López-Baralt, Alfredo Prado Prado,
José Varallanos, Nathan Wachtel, Raquel Chang-
Rodríguez, Francisco Carrillo, Jan Sziminski, Raúl
Vallejo yjuan Ossio, entre muchos otros.
Tampoco han faltado los estudios
comparativos entre ambos cronistas. Este acto
hermenéutico de cotejar discursos se hizo desde
ángulos diferentes, con herramientas teóricas
variadas, bajo el influjo de simpatías, o no,
por alguno de los dos personajes. De todos los
especialistas que acometieron esta labor, acaso sea
Francisco Carrillo el que, con un grado de aguda
penetración, establece un paralelo entre Garcilaso
y Guamán Poma, particularmente cuando en
forma sintética anota lo siguiente:
[...] ambos cronistas tienen ambigüedades y
contradicciones porque su libertad de pensar, de
escribir y de sugerir soluciones a los problemas
de la sociedad peruana, estaba limitada por la
opresión española. Al fin, ambos se rinden ante lo
inevitable: la necesidad de conciliar al opresor y al
oprimido. Uno por el mestizaje y el otro porque,
dadas las circunstancias históricas, ya nadas se
puede hacer. El Perú de hoy en la puerta del siglo
XXI sigue oscilando entre la solución pacífica
que sugería Garcilaso y la violencia de Guamán
Poma. En cierto modo, la utopía mestiza de
Garcilaso ha sido guía en el Perú colonial y en
gran parte de la república. La violencia social que
describe Guamán Poma reaparece -o se ve con
s claridad en las últimas décadas del siglo XX
(Carrillo 2009: 92, 93).
En suma, tanto Garcilaso como Guamán
Poma vienen a ser los referentes ancilares de
nuestra tradición letrada —heterogénea, en el
decir de Antonio Cornejo Polar-, tradición que
nace como crónica y testimonio, en una época en
que no había una demarcación precisa entre los
significados de historia y literatura.s adelante, lo
fundado por el Inca Garcilaso se vería enriquecido
por un gran caudal de voces, que va, desde la
prosa de Concolorcorvo hasta los indigenistas
del siglo XX, desde el polémico Lunarejo hasta
César Vallejo, desde Narciso Aréstegui hasta José
María Arguedas; en fin desde Mariano Melgar
hasta la pluralidad de exponentes literarios de
hoy, llámense andinos, criollos, amazónicos o
afroperuanos. Procesadores de saberes distintos al
saber oficial de la colonia, tanto el mestizo ilustrado
como el amauta lucano, deciden hacerse cronistas
porque tomaron conciencia de la singularidad de
su tiempo y debido a la exclusión que cada quien
padeció -en grado parecido de parte de una
España duramente segregadora de mestizos, indios
y negros. En ambos la escritura fue una obligación
moral perentoria. A través de tales "primeras
piedras", lo andino entra a engarzarse con fuerza
en el gran tejido escriturario de occidente. Esto es,
las prácticas propias de nuestra cultura materna
pasan a convertirse en texto literario y, desde ahí,
7. Resulta pertinente lo expresado por José Durand: "Garcilaso Inca atrae y apasiona a lectores interesados en muy diversos aspectos: literarios,
etnológicos, de historia incaica y de la conquista, lingüísticos, de ideas. Ni el autor ni su obra pueden limitarse al campo que cubre una sola
disciplina. Aquí no se tratará la cuestión, por lo demás harto compleja, del valor historiográfico de su obra; importa en cambio Garcilaso como
encarnación y expresión de una época histórica, de la que fue testigo sorprendente: la época de la conquista y del originario mestizaje cultural y
racial" (Durand 1988: 8).
comparten un registro común con las prácticas
culturales europeas. Este fenómeno dio pie a que
Ángel Rama postulara su tesis de la literatura de
la transculturación, enfoque crítico que en el siglo
XX enriqueció notablemente los estudios de las
letras hispanoamericanas.
También sobre Garcilaso y Guamán Poma se
cimienta el imaginario social de la República, por
cuanto la Historia y la Literatura constituyeron,
desde los albores de la colonia, un ejercicio civil
de la memoria y la imaginación, además de
abonar a la formación de una conciencia de
nación, proceso este que sería continuados
tarde por González Prada, Mariátegui, Basadre y
Arguedas, entre otros. Hoy —en pleno siglo XXI
n seguimos empeñados en avizorar el camino
señalado por nuestros mayores, a pesar de los ríos
de tinta corridos y de los otros ríos —tan amargos
como erosivos que ciñeron de crespones nuestra
historia. De ahí la pertinencia de volver al Inca
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Garcilaso y a Guamán Poma, los iniciadores de
una primera forma de decir: "esta es mi voz y esta
mi verdad; todo cuanto esté dicho aquí obedece a
mi manera de ser, a mis raíces y a mi pertenencia a
esta tierra atormentada por la opresión colonial".
En fin, ahora que conmemoramos los 400
años de la primera edición de Comentarios reales
de los incas bien vale que los retrotraigamos para
revitalizar la especificidad de nuestro ser colectivo
en un contexto mundial en que parecieran
disolverse las fronteras culturales. Y así, en
este acto de mirarnos en el tiempo y la historia,
hasta podemos resguardar bien nuestra tradición
pluricultural ante al fenómeno avasallador de
la globalización. Precisamente la motivación de
este trabajo radica en eso: en que si volvemos a
indagar el pasado histórico es porque a la luz de
su interpretación podemos asumir mejor los retos
del presente. Esa misma herencia simbólica servirá
para faccionar la agenda nacional de mañana.
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