REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS AÑO LXXIII N° 13 / 2021 ISSN 2519-7592
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cientemente esclarecida y requiere todavía un análisis más sistemático, aun
cuando no cabe duda que el ayllu fue el núcleo de su estructura y la comuna el
patrón externo de referencia que la hizo posible” (1976, p. 182).
En ese sentido, podemos ir ensayando un concepto al manifestar que las
comunidades campesinas son el proceso histórico de un conjunto de familias (ay-
llus, reducción o haciendas), que en algunos espacios suelen denominarse campe-
sinos, en otros comuneros y en otros, simplemente pobladores, y que están rela-
cionados por lazos de parentesco, ocupando un determinado territorio para lograr
satisfacer sus necesidades básicas mediante el aprovechamiento de sus recursos, y
donde prima una organización social y estructural para mantener un orden entre
todos sus miembros para el cumplimiento de sus roles y funciones; es decir, “son
instituciones históricas del Perú” (Peña, 2013).
De la misma forma, no se debe dejar de lado lo mencionado por Mayer y
De La Cadena, que las comunidades campesinas al tener una organización social
“también cuentan con capacidades de resolución de conictos” (1989), y por ende,
más que ser una forma organizacional es “un estilo de vida” (Galvez, 1987) en don-
de la “tradición es importante” (Honda, 2006).
Si bien es cierto que el Ayllu tiene una antigüedad incluso preincaica, en
la actualidad no podemos hacer una comparación ídem con respecto a las comu-
nidades campesinas que conocemos, ya que aquél al ser considerado “como una
sociedad familiar formada por individuos que se consideran de un mismo origen”
(Silva, 1998), en las comunidades campesinas actuales existen diversos tipos de
procesos que van creando lazos de parentesco y que en algunos casos, por más
que no se tenga un vínculo de consanguinidad, suelen llamarse “hermanos a com-
paración de los miembros que se encuentran fuera del grupo” (Tamayo, 1992).
Desde el enfoque de la antropología se considera que las comunidades
campesinas comparten el idioma, las costumbres, la visión del mundo (cosmovi-
sión), los valores, las creencias, la ubicación geográca (país, ciudad, barrio, veci-
nos) roles, estatus social, los problemas y/o los intereses, más allá de una forma
estructural o no, las comunidades campesinas como fenómeno social tienen una
existencia propia y los mismos individuos que comparten cultura van creando su
propia identidad común, lo que les hace diferentes entre sí.
Lógicamente, no es la única forma de denirlas, pero al menos nos ayudan
a tener algún acercamiento a ellas. Y aunque existan algunos rasgos fundamentales
para la denición de las comunidades campesinas como: “a) la propiedad colectiva
de un espacio rural que es usufructuado por sus miembros de manera individual
y comunal; b) la organización social basada especialmente en la reciprocidad y en
Para Entender a las Comunidades Campesinas en el Bicentenario: Una Descripción Local