REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS AÑO LXXIII N° 13 / 2021 ISSN 2519-7592
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UNIVERSIDAD, IDEOLOGÍA Y POLÍTICA:
CUZCO, 1828-2018
UNIVERSITY, IDEOLOGY AND POLITICS:
CUZCO, 1828-2018
Oscar Paredes Pando
(1)
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, Perú
Resumen: En el tiempo de existencia de la UNSAAC, aproximadamente dos si-
glos de gestión fueron subordinadas a las orientaciones losóco-ideológicas del
clericalismo y la escolástica, que inclusive dejaban de lado las disposiciones de la
república, que desde 1828, hizo de la universidad, una institución pública; y sólo
las últimas décadas del siglo XIX con la introducción del krausismo que impulsaba
la “libertad de doctrina”, luego con la formación de los “librepensadores” a cargo
de jóvenes cuzqueños formados en Paris, empezó el clericalismo a ser desplaza-
do, situación que se ahondó con la difusión de los postulados anarquistas, en-
cumbrándose tales nuevas orientaciones con la primera Reforma Universitaria
(1907-1909); años después, la socialdemocracia y el socialcristianismo, hicieron su
presencia, aunque el marxismo desde los años sesenta fue más activo, logrando
una “politización” generalizada, hasta que la coyuntura internacional adversa la
condujo a una inercia, muy bien aprovechada por el “pragmatismo” como cubierta
para la vigente ideología neoliberal.
Palabras clave: UNSAAC, Ideología, Política, Movimiento estudiantil.
Summary: Along of UNSAAC’s existence, approximately two centuries of
management were subordinated to the philosophical-ideological orientations
of clericalism and scholasticism, until leaving aside the provisions of the Republic,
that since 1828 made the University a public institution, and only the last decades
of the 19th century with the introduction of The Krausism the university pro-
moted “freedom of doctrine”, then with the formation of “freethinkers” in charge
of young ‘cuzqueños’ trained in Paris, clericalism began to be displaced, a situation
(1) Docente principal del Departamento Académico de Antropología y Sociología. Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales. UNSAAC. oscar.paredes@unsaac.edu.pe
Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas • UNSAAC
Noviembre 2020 - Octubre 2021
ISSN 2519-7592 / EIssn: 2709-8540 • Nº 13 • Págs. 119 - 150
Recibido 28/07/2021 Aprobado 14/10/2021
Universidad, Ideología y Política: Cuzco, 1828 - 2018
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that deepened with the diusion of anarchist postulates, those new orientations
were raised with the rst University Reform (1907- 1909); years later, The Social De-
mocracy and The Social Christianity made their presence, although Marxism from
the 1960s was more active, achieving widespread “politicization”, until the adverse
international situation led it up to a state of inertia, very well exploited by “ prag-
matism ”as cover for the current neoliberal ideology.
Key words: UNSAAC, Ideology, Politics, Student movement.
Oscar Paredes Pando
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1. Introducción
En los siglos XVII y XVIII, el Cuzco, fue la única ciudad del “Nuevo Continen-
te” con dos universidades, máximas expresiones de la academia, abordada siem-
pre desde la perspectiva historiográca. Nacidas bajo el amparo de la Iglesia, cuya
orientación hegemónica fue la escolástica, con la república el inujo de nuevas
ideas también llegó a dichas instituciones, caso del krausismo, anarquismo-liber-
tario, positivismo, socialdemocracia y socialcristianos, marxismo y el neoliberalis-
mo, todo este abanico aún no fue estudiado.
La academia en general fue una prolongación de las instituciones europe-
as, surgiendo con Studium Generale, por acuerdo en el Cuzco de la Orden Domini-
cana, del 1 de julio de 1548.
Implementar las instituciones fue una tarea que llevó tiempo, superando
las dicultades, entre las que se encontraba la oposición de Lima. Finalmente, los
colegios, seminario y la Universidad San Ignacio de Loyola, como la Universidad
San Antonio de Abad, pusieron en marcha sus tareas, cuyas orientaciones fueron
eminentemente clericales, inicialmente con el Manual Educativo Ratio Studiorum
aun de 1586, donde lo central fue la losofía y la teología.
En el Cuzco, la academia, enfrentó dos grandes etapas: una primera, total-
mente escolástica, y la segunda, desde 1828, cuando se hizo pública, como sucedió
con la universidad. Esta decisión política no afectó la orientación ideológica,
desplazada solo con la Primera Reforma Universitaria (1907-1909).
Fue la universidad, el escenario preferido de las orientaciones ideológi-
cas señaladas, las mismas, para ser estudiadas, demandan de una perspectiva
diacrónica, cuyo punto de referencia es el pensamiento de Tomás de Aquino, o
“pensamiento tomista” a través de su obra “Summa teológica o Summa Theologiae”,
convertido en una especie de “segunda biblia”.
El tema desarrollado fue acompañado de la hipótesis, que la academia,
sobre todo superior y representada por la universidad se desenvuelve dentro de
una determinada ideología, no necesariamente pregonada, de manera que rara
vez la gestión institucional pueda estar al margen de una visión o concepción de
la sociedad.
Aquello que Destutt de Tracy (1796), concibió como la “ciencia que es-
tudia las ideas”: ideología, es un continum, desde luego con más relevancia en
determinados tiempos, fundamentalmente políticos, como ocurrió con la “caída”
del Muro de Berlín que simbolizó el colapso de una opción ideológica. A propósito
de lo señalado, en 1998, Jean Pierre Faye, difundió su planteamiento de que el
“siglo de las ideologías”, estaba reservado para el siglo XIX, tiempos de grandes
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movimientos sociales y de pensamiento; luego Francis Fukuyana, funcionario del
Departamento de Estado-US, publicó su polémico libro “Fin de la Historia” (1992),
donde armaba que la lucha entre las ideologías “había concluido”, y que teníamos
por delante un “pensamiento único”, o que o “ las ideologías ya no son necesarias”.
Antes de los citados autores, Daniel Bell (1956), trató el tema, señalando
que las “ideologías se estaban agotando”. El liberalismo, el conservadurismo y
el marxismo agonizaban y, en su lugar, aparecerían otras, pero de carácter “muy
limitado”; y que la ideología política se volvió irrelevante para la gente sensible.
Mucho más puntual fue García Cotarelo (1975), al precisar el “n de las ideologías”
se daba en sociedades industriales avanzadas, debido al exceso de uso en todos
los órdenes de la vida.
Trasladadas aquellas abstracciones a instituciones de la academia con si-
glos de existencia, como la Universidad San de San Antonio Abad, son pocos tras-
cendentes, por cuanto, es posible identicar toda una “ruta” ideológica iniciada en el
siglo XVI, cuando llegan a derivar en “interpretadoras” de una determinada realidad.
Luego de Destutt, preocupados sobre aquella temática estuvieron Con-
dillac (1951), Saint-Simon (1803), Fourier (2007), Proudhon (2015), Lukács (1942),
Althusser (2003), Gramsci (1949), Adorno (1992) y, Slavoj Zizek (1992), entre otros;
así mismo los teóricos de la Escuela de Frankfurt, también se comprometieron con
el estudio debate y reexión sobre la ideología, caso de Habermas (1968). Fue Hun-
tington (1998) quien indicaba sobre la subvaloración de lo ideológico, entre nales
del siglo XX, e inicios del presente siglo.
Además de las posturas ideológicas, son evidentes desde estas, la acción
política como ocurre en estos tiempos con la misma iglesia, que en el Tedeum
-Canto de la liturgia católica para alabar y dar gracias a Dios-, del 28 de julio de cada
año y conmemorando las estas patrias, donde la clásica homilía, como comen-
tario que sigue a la lectura de la Biblia, ha desembocado en un mensaje político,
como observó Pásara, (2014) sobre el obispo arzobispo Cipriani.
Más allá del seno de la academia, en el Cuzco se dio la práctica ideológi-
ca en el “mundo obrero” de las primeras décadas del siglo XX, llegando, muy
limitadamente a la juventud, por lo que optarían a autoproclamarse de “librepen-
sadores”, y de posición anticlerical, tiempos en que fue ingresando el positivismo
de Augusto Comte con su premisa: “el único medio de conocimiento es la expe-
riencia comprobada”, bastante bien acogida en los estudios de jurisprudencia,
reforzada por la “antropología criminal” del Dr. Antonio Lorena.
Años después, el anarquismo, el pensamiento libertario y el positivismo,
fueron disminuidos en su ímpetu académico por el marxismo a través de algunos
textos de F. Engels, así como del propósito de desarrollar el curso de Materialismo
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Histórico y Dialéctico, tarea encomendada al Dr. Luis E. Valcárcel. Esta tendencia se
mantuvo por décadas, hasta que el autoritarismo de Manuel A. Odría intervino en
las universidades disminuyendo su autonomía, la respuesta de las comunidades
académicas terminó en movimientos de Reforma (Cuzco: 1957-1959).
Nuevas orientaciones ideológicas ingresaban a la universidad, caso de
la socialdemocracia y socialcristianismo, de corta duración, debido a los efectos
de las revoluciones socialistas en el mundo, otra vez, facilitando la expansión del
marxismo, aunque panetario y dogmático, práctica que se prolongó por más de
una década de hegemonía.
2. Prolongación de la Escolástica
La evangelización y tarea misional, fue formalizada por el Papa Julio II,
mediante la Bula “Universalis Ecclesiae” (28-07-1508), precisando la cuestión Del
“Real Patronato”, mediante el cual se reconocía a los monarcas el derecho de
presentación, de obispos y beneciados, a cambio estaban obligados de nanciar
la tarea eclesiástica y la labor misionera.
Por su parte, Adriano VI, otorgó al rey español, el derecho de seleccionar y
enviar misioneros a América, tarea que sería cumplida por el Real y Supremo Con-
sejo de Indias (1524).
Pasaron los años, y como los sacerdotes eran muy pocos para evangelizar
masivamente a los indios, aún en Mesoamérica una de las primeras soluciones, fue
enviar a los hijos de los caciques a España. De esa manera, en 1526 se había dado
una Cédula Real, aunque no fue implementada, donde se ordenaba que veinte
hijos de caciques fuesen enviados a la península, “al volver a sus pueblos serían
buenos evangelizadores”.
Así mismo, en esta tarea estuvo comprendida la encomienda y los en-
comenderos, donde los legos, retribuidos por dicha institución fueron los encar-
gados de llevar la “palabra de Dios” a los naturales, desde luego, conforme se
sumaban los curas de las diferentes órdenes religiosas juntamente que los aven-
tureros, conocidos eufemísticamente como “conquistadores”, asumían la tarea
evangelizadora, llevando aquel primer “rito de paso”, el bautizo, pensando que
debía ser una práctica universal.
El indio “convertido”, ya era vasallo del rey, sus obligaciones empezaban
con las oraciones, que venían siendo traducidos por los misioneros del latín o cas-
tellano a los idiomas étnicos, sea en quechua o el aimara.
Mientras aquellas prácticas tomaban forma en Mesoamérica, hacia el año
de 1526, ocurrió la muerte del Inka Wayna Qapaq, infectado por la viruela traída
por los castellanos, dando origen a una crisis de descendencia.
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Ya en el Cuzco los aventureros se hicieron de la ciudad, y en 1536, el cura
Vicente Valverde, puso en marcha la primera Escuela Parroquial de Sudamérica,
Valverde que además participó en asuntos profanos, como ahorcar al Inka Atao
Wallpa en Caxa Marka, también fue protagonista de la “fundación española” del
Cuzco (24-III-1534), como se puede leer en la siguiente acta:
“[…]en el nombre de dios padre, padre hijo espíritu santo, tres per-
sonas un solo Dios y Señor verdadero […], yo Francisco Piçarro, caballero de
la horden de Santiago criado y vasallo de la S.C.C.M. el emperador rrey con
Carlos nuestro señor […] ,porque asi conviene al servicio del Dios nuestro
Señor, […] y repartirles las tierras […] ,tomando mi acuerdo y parecer con
el reverendo padre Fray Vicente de Valverde religioso de la orden de santo
domingo por su magestad enviado para la conversión y doctrina de las natu-
rales destos reynos y con Antonio Navarro contador de su magestad […] Yo
hago fundo y asiento […] ,colocó en medio de la plaza la picota sobre unas
gradas de piedra sin labrar; sacó de su cinto el puñal, rayó las dichas piedras
y desbarató uno de los lados de la picota e hizo lo que indicado en señal de
posesión. Fueron testigos el capitán Gabriel de Rojas, Francisco Godoy, el
capitán Juan Pizarro y Gonzalo Pizarro, el Bachiller Juan de Balboa, Alonzo
de Medina, Antonio Navarro y Fray Vicente de Valverde […], señaló para so-
lar la iglesia una casa que estaba en la delantera de la plaza […] y dio por
titular del templo a Nuestra Sra. de la Asunción […]. Se presentaron 88, entre
ellos Diego de Almagro, Hernando de Soto, los dos hermanos del Gobernador,
Juan y Gonzalo, el tesorero Alonso Riquelme y el contador Antonio Navarro
[…]” (Eguiguren, L. A.1940).
Una década después la Orden de los Dominicos, con el provincial Tomás
de San Martín a la cabeza, hicieron el balance de su acción misionera, el resultado
fue negativo, argumentaban la insuciencia de clérigos y el desconocimiento del
idioma de los “naturales”.
Para avanzar en su tarea misional y estar cerca al ejercicio del gobierno,
tomaron el acuerdo de solicitar a la metrópoli madrileña y romana, la creación del
Estudio General, Lima se hizo de la idea y logró la Cedula Real para poner en funcio-
namiento aquella institución a imagen y atribuciones de la prestigiosa Salamanca.
La tarea evangelizadora mal que bien, avanzaba, siempre insistiendo en
que la fe está por encima de la razón, tesis fundamental de la escolástica y bajo
la cual en 1571, se fundó en el Cuzco, el Colegio “La Transguración de nuestro
Señor”, donde por vez primera se empezó a ofrecer las “Cáthedras de Philosoa y
Theología”, formando curas y seglares preparados para enfrentar el reto evange-
lizador donde los “naturales” no eran simples “bandas” u organizaciones tribales,
sino la gran civilización Inka, que había logrado además del bienestar social o allin
kawsay.
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De manera que no se trataba simplemente de “salvar el alma de los in-
dios”, con la biblia entre manos, y el soporte losóco-teológica, debían enfren-
tar el complejo mundo superestructural o la milenaria cosmovisión de andinos,
amazónicos y sociedades del litoral.
El reto de imponer aquel modo de entender el mundo y la sociedad, o
reexionar sobre el mismo hombre, incluidas sus acciones subordinadas a la fe,
obligó a la escolástica, a que se forjara toda una infraestructura, traducida en levan-
tar capillas, iglesias, conventos, así como textos escritos en quechua y aimara. Tal
vez lo más representativo de aquel esfuerzo colonizador en Cuzco -y proyectado
a todo el virreinato- fue la edición del libro: “Ritual Formulario e Institución de Cu-
ras…” tarea del cura de Andahuaylillas Br. Juan Pérez de Bocanegra, impreso en
Lima [1631]. Valioso documento que el 2012, en la UNSAAC, llevamos adelante una
re-edición facsímil.
De esa manera, los mismos colegios San Bernardo, San Francisco de Borja y
el Seminario San Antonio de Abad, avanzaban en la misión acompañados de la “cas-
tellanización”, iniciada en 1536, por decisión del Obispo Vicente Valverde, discípulo
de Francisco de Vitoria, autor de: “De Indis y de Jure Bellis… Ius Gentium”. Fue
el Colegio-Seminario Conciliar San Antonio que ofrecía la enseñanza de Gramática,
Lógica, Filosofía, Teología Moral y Eclesiástica, “defendiendo con gran fuerza i cielo
la doctrina del doctor angélico Santo Tomás” (César A. Ugarte, 1917:4); y mediante
el Colegio Real San Bernardo, se ofrecía las asignaturas de Teología, Filosofía, Lati-
nidad, Retórica y Moral. Posteriormente con motivo de la fundación de la Audiencia
del Cusco, empezó a desarrollarse la cátedra de Derecho Canónico.
El apego a la teología por parte de la escolástica, tuvo como efecto el
abandono de las demás áreas del conocimiento o ciencias, no así en la Inglaterra
protestante, donde en Cambridge, en 1771, crearon la Cátedra de Investigación
Cientíca, buscando aproximarse a los procesos tecnológicos que acompañaron a
la primera revolución industrial.
El desarrollo civilizatorio tanto en Mesoamérica como en los Andes debió
haber generado una crisis en el razonamiento occidental, por cuanto la escolástica
pregonaba sus valores “universales”, a través de su gura más descollante como
fue San Anselmo de Canterbury, de diversidad de obras, oraciones y meditaciones,
por lo que fue canonizado en 1494 y proclamado doctor de la Iglesia en 1720.
A partir de su “Argumento Ontológico” -en su obra de 1078, Proslogion-,
denió a Dios como “aquel del que nada más grande [que él] puede ser pensado”,
que este ser debe existir en la mente, incluso en la mente de la persona que niega
la existencia de Dios. Sugirió que, si el mayor ser posible existe en la mente, tam-
bién debe existir en la realidad (Anselm of Canterbury:2012).
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El inicio de las clases tanto de Philosofía como de Theología, más allá del
dogmatismo, posiblemente generó alguna reexión al interior del mismo cris-
tianismo, que viera con San Agustín y Tomás de Aquino, el medio para entender el
“misterio revelado por la fe”, razonamientos que se proyectaron hasta inicios del
siglo XX, como, cuando una de últimas tesis doctorales abordaba el tema: “Infalibi-
lidad del Papa” (31- VII-1903), a cargo de Fermín M. Flórez, que en síntesis señalaba:
“Al Sol, hace 82 [1821] años fue testigo que nuestros padres, lanza-
ron el grito de la libertad e independencia le saludaremos con anhelo patrióti-
co y votos fervientes, y ante todo al Dios de los Ejércitos, al Dios de la Libertad
y al Dios de la causa de todas las cosas. Hace 82 años que, los nobles vástagos
de los hijos del Sol, sellaron con su sangre pura, nuestra Libertad y juraron al
Supremo hacedor ser libres, ellos y sus hijos…
El romano pontíce es infalible. Supuesta la existencia de un Dios, creador
de cielos y tierra, como el ser necesario en todos los estados y condiciones en que
se encuentra el hombre y la institución divina de la Iglesia, como medio necesario
también para realizar nuestros futuros destinos, es lógico, es indispensable el
privilegio de la infalibilidad, que cure la primera y la mayor de las dolencias hu-
manas que es la falibilidad de la razón.
Para este n instituyó Dios su Iglesia inmortal e infalible; con este objeto
le dio el carácter distintivo de declarar la guerra, el error, a la ignorancia, a las pa-
siones desencadenadas y de triunfar por la fe, por la resignación y por la pacien-
cia…Vemos a Jesucristo empezar su carrera cual gigante y perfeccionar su obra
con el poder y la ecacia de un Dios.
Lucha en la aurora de la Iglesia contra la torpe idolatría y lo sensual, es cos-
tumbre de los pueblos paganos […]. Luchan en la Edad Media, contra la irrupción
de lo bárbaro del norte que convirtieron en hordas salvajes a los pueblos civiliza-
dos; y la Iglesia salva con autoridad ponticia al mundo y en sus monasterios los
elementos de civilización, ciencias y artes, fuentes o focos de nuestro actual pro-
greso[…] .Este depositario e infalible doctor de la verdad revelada es el Romano
Pontíce; en él se sobrepondría la razón humana a la divina, la conciencia rompería
los lazos de la ley y del derecho, divino y humano, para entronizar el error y el vicio.
De donde se deduce que la cabeza de la Iglesia debe ser infalible…” Desgra-
ciada humanidad si estuviera solamente a merced de sus legisladores y lósofos…”
También en abril de 1906, se presentó la tesis: “El alma humana en una
sustancia espiritual” (Alejandro Pacheco Concha, para optar al grado de Doctor en
Filosofía y Letras).
Este proceso de prolongación de la escolástica, trascendió a las mismas de-
cisiones políticas de la naciente república, tal el caso de las disposiciones de Simón
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Bolívar, que precisaban sobre “los estudios de Theología continúen en el Seminario
San Antonio de Abad”, y que los “de Philosofía, en el Colegio de Ciencias y Artes”.
3. Perspectiva historiográca
Sobre la información de la academia representada por la universidad an-
toniana, la información pareciera iniciarse con aquella “Probanza para que conste,
a su majestad de la necesidad que hay de una Universidad en la ciudad del Cusco,
petición de D. Pedro del Pesso de Vera”, publicada en 1963; luego con el artículo
“Expediente promovido por el Señor Rector del Colegio Seminario Dr. D. Maria-
no Guevara sobre la restitución de la Universidad conforme a la Ley del Soberano
Congreso de 1828”. Décadas después, don Manuel de Mendiburu (1874-1878), en
su “Diccionario histórico-biográco del Perú”, fue registrando información sobre
las instituciones de la colonia, entre ellas la Universidad San Ignacio de Loyola y
la Universidad San Antonio Abad; esta tendencia fue seguida por Pedro Pascual
de Farfán de los Godos, con su separata “Apuntes para la Historia del Seminario”.
Décadas después, aquella tarea fue reiniciada por César A. Ugarte con “Evolución
de la Enseñanza Universitaria en el Cuzco” (1912) donde reere a la “Bula de Erec-
ción de la Universidad de San Antonio”, información obtenida -según indica- del
folleto elaborado por D. Pedro Pascual Farfán; posteriormente en un amplio en-
sayo trató sobre las “Las Universidades Menores”, publicadas secuencialmente
entre 1917 y 1918. Asimismo, el sumario de la Revista Universitaria N.º 6 de 1913,
consigna un artículo intitulado “Universidad de San Antonio Abad”, cuya autoría
correspondería al catedrático Dr. Fortunato L. Herrera.
En 1918, con una visión más integral sobre la universidad, José Luis Busta-
mante i Rivero, en su tesis doctoral intitulada: “La Crisis Universitaria”, optando el
grado de Dr. en nuestra institución; a su vez el Dr. Félix Cosío Medina, en 1922,
escribió “La Universidad de San Antonio Abad del Cuzco frente al problema re-
gionalista”, trabajo que buscaba aproximar a la institución con su entorno local,
regional y nacional.
Otra investigación de gran valía, es la elaborada en 1924 por el Dr. José
Gabriel Cosío: “La Universidad del Cuzco”, y en 1945, escribe la “Somera Sinopsis
de su Historia”; a su turno, el Dr. Julián Santisteban Ochoa, académico preocupado
por conocer la historia institucional; el 5 de noviembre de 1946, dio lectura a su
texto “El CCL Aniversario de la Universidad de San Antonio Abad del Cusco” , docu-
mento muy bien sistematizado, y sobre la base de fuentes primarias -levantadas en
Archivos de Sevilla y otros-, dando línea a futuras investigaciones. De igual manera,
en 1948, la Revista “Letras”, publica su artículo “Algo de nuestra Historia sobre la
Universidad”; y, continuaría esta noble tarea con los documentos encontrados en
España, cuyos resultados fueron publicados en la Revista del Archivo Histórico del
Cusco (1963), también en la Revista “Continente” (Nº 20, Santiago de Chile), donde
se editó su artículo “Síntesis Histórica de la Tricentenaria Universidad del Cuzco”.
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La Revista del Archivo Regional del Cuzco, logró incluir algunos artículos
sobre nuestra Universidad, así en 1951, publicó los artículos de Cristóbal García
Yáñez (Lima, 1 de noviembre de 1623) referente a la supresión de las facultades de
Derecho y Medicina.
Especial mención le corresponden las investigaciones del maestro Dr.
Horacio Villanueva Urteaga, en 1960 y por intermedio de la Revista del Instituto
Americano de Arte, publica su artículo “Dos Capítulos de la Historia de la Universi-
dad del Cuzco”, y en 1963: “La Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuz-
co” (Revista del Archivo Histórico del Cuzco, Nº. 11), investigación bastante amplia,
acompañada de 14 documentos, desde la trascripción de la Bula de Fundación de
la universidad, hasta la reorganización de 1901; luego vendría su libro “Fundación
de la Universidad Nacional de San Antonio Abad”; en 1992 con motivo del Tricen-
tenario de la UNSAAC, se reeditó el texto de 1963: “La Universidad Nacional de San
Antonio Abad del Cuzco”. Finalmente, existe un artículo del Dr. Villanueva, “La Real
y Ponticia Universidad de San Antonio Abad del Cusco”, resultado de su discurso
pronunciado en el homenaje rendido por la “Asociación de Catedráticos Jubilados
y Cesantes” (14.02.1992).
Toda esta etapa por conocer la historia de nuestra respetada universidad,
concluye con el discurso central del Dr. Manuel Jesús Aparicio Vega, en el homena-
je al tricentenario de la fundación de la UNSAAC (01 de marzo de 1992), intitulado:
“Suma de Compendio de la Historia de la Real y Ponticia Universidad de San An-
tonio Abad del Cusco”. Asimismo, el año 2000, publicó el artículo “Dos Capítulos
de la Historia de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco” (Tomo
IV, Maestros Antonianos), siendo su último aporte el libro “Centenario de la
generación la Sierra” (2012). Finalmente, merece especial referencia el artículo del
Dr. José Tamayo Herrera: “Aportes para la historia de la Universidad de San Antonio
Abad el Cusco” (Revista. Universitaria, Nro. 141, 2012). Por nuestra parte publica-
mos una separata en conmemoración del centenario de la Primera Reforma Uni-
versitaria (1907-1909), editado por la Municipalidad Provincial del Cuzco (2009),
luego en versión del libro, también sobre el tema (2011).
4. La fe, seguida de la razón a través del clero
El discurso de la libertad de pensamiento en parte fue creciendo gracias
a la labor de la Reforma protestante, movimiento religioso-cristiano iniciado por
Martín Lutero, en Alemania del siglo XVI; la práctica de la Inquisición continuaba
con “supresión de la herejía”, máxima expresión de lo dogmático del cristianismo,
llevado a la enseñanza del saber y conocimiento como “indiscutibles”, aunque ya
venía siendo cuestionada, lo que fue gradualmente afectando la hegemonía
clerical; por otra parte se fue asociando a los jesuitas con los movimiento anticolo-
niales, nalmente fueron expulsados y suprimida dicha Orden hasta 1814.
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Los efectos en el Cuzco fueron muy grandes: cierre de la Universidad
San Ignacio de Loyola, y debilitamiento del Colegio San Bernardo, perdiendo sus
propiedades, hasta que se adjudicó el local de la Compañía de Jesús a la universi-
dad antoniana, acción que continuaría hasta un siglo después de aquella expul-
sión, como se puede leer a continuación:
Lima, a 21 de diciembre de 1866 Señor Prefecto del Departamento del Cuzco
En acuerdo de hoy, S.E. Jefe Supremo, ha decretado:
Apruébase la medida propuesta por el Prefecto del Cuzco, de planicar el Colegio
Universitario de dicho Departamento, en el primer Departamento de la compañía,
trasladando al 2° cuartel de Vigilantes; a cuyo efecto se le autoriza a hacer los gastos
de refacción que sean necesarios, dando cuenta de ellas para en aprobación al Supre-
mo Gobierno”. -Que transcribo a US, para su inteligencia y demás efectos.- Dios guarde
a US.- J.S. tejada” (Registro Ocial del Departamento, Cuzco 12 dinero de 1867. Tomo
XVIII, Nro. 2).
Fue la Revolución del Cuzco de 1814, dirigida por los hermanos Angulo,
que también afectó al clericalismo, después vendría la decisión del primer Congre-
so de la República, desde luego, en clero seguí al frente de la Universidad, hasta
que el 19 de setiembre de 1863, a los doctores Julián Mendieta, y Mariano Espi-
noza, como rector, y secretario respectivamente; y dos años más tarde se dio la
reorganización a manera de intervención.
Aun en las condiciones adversas la práctica clerical fue una constante en
nuestra universidad, de ahí que el 50% de rectores, fueran obispos, aun en tiempos
de la república, por lo que los estudios sobre la ideología en nuestra universidad,
necesariamente nos conducen a historiar aquel proceso, por cuanto, la institución
nació en tiempos de hegemonía católica y del gobierno absoluto del Vaticano,
cuando el Papa se hizo de la autoridad suprema y dominante en el mundo
Occidental, de ahí que en 1493, sancionó las bulas Inter Coetera I y II , además
de Dudum Siquidem (Alejandro VI), entregando a la Corona española los territo-
rios “conquistados o por conquistar, descubiertos o por descubrir”, a condición de
evangelizar y civilizar a los indios.
Aquí nos encontramos con dos grandes propósitos ideológicos, que en
nuestro abordaje constituyen metodológicamente, variables:
La evangelización y la civilización, la primera, entendida como un acto
de predicar la “palabra de Jesús”, difundiendo el cristianismo; desde luego, por el
carácter de dogma de tales evangelios, nadie podía cuestionar la validez de sus
contenidos, aunque en tiempos recientes, investigaciones bastante serias como
las de Bárbara Walker (1983), quién escribía: “[…].Los mismos temores y culpas
impuestos por la formación religiosa son responsables de algunas de las guerras,
cruzadas, pogromos y persecuciones más brutales de la historia, incluidos cinco
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siglos de terrorismo casi inimaginable bajo la Inquisición europea y el asesinato
legal impensablemente sádico de casi nueve millones mujer. La historia no dice
mucho de Dios”.
Si la acción evangelizadora, buscaba entre las personas que “abrazaran”
una nueva concepción de la existencia humana, sin duda, se estaba ante un acto
eminentemente ideológico. Podemos decir, que en el Cuzco, también con la
celebración de la primera Misa o Eucaristía (noviembre de 1533), se formalizó el
propósito de corregir con la “Palabra de Dios”, aquellas “creencias de los natu-
rales”. Aquí entramos en el terreno antropológico del relativismo cultural, como
insinuarían Altarejos (2018), o Bohannan (2007), presentadas a menudo como
opuestas y contradictorias, aunque los sistemas morales o éticos al variar de cul-
tura a cultura, son todos igualmente válidos en sus contextos, y ningún sistema
socio-cultural es en realidad “mejor” que otro, o sea, no es posible jerarquizarlos.
De manera que al no existir un estándar denitivo del bien y del mal, todo aquello
es un producto de la sociedad donde emergió y es totalmente válida para ella.
Desde luego, durante la Edad Media, Occidente consideraba “buenos” o
“malos” los sistemas culturales ajenos, consecuentemente, debía imponer lo suyo,
aquí tiene su lugar la otra variable: “civilizar”, pues como Cristóbal Colón, al llegar
a las islas caribeñas constató que estas eran pobladas por sociedades simples o
tribales donde las relaciones de parentesco eran fundamentales y, la práctica de
las reciprocidades no permitían procesos de acumulación o la generación de exce-
dentes, situación incomprendida y totalmente ajena a la lógica occidental.
Ante tales circunstancias, Occidente se veía asimismo como una socie-
dad compleja, de “rasgos denitorios” en términos de organización, como de sus
estructuras, desde luego su religión, considerada la verdadera. Aquel imaginario
de “indios panteistas”, “próximos al humano” que habitaban el “Nuevo Mundo”, se
generalizó en Europa. No olvidemos el gran debate del 3 de julio de 1549, cuando
el Consejo de Indias, a instancias de Carlos V, mandaba detener las “acciones de
conquista” frente al debate entre Juan Ginés Sepúlveda y fray Bartolomé de las
Casas, referente a la condición del indio, la legitimidad de la conquista y el derecho
de someterlos.
En aquel proceso civilizatorio, la evangelización fue el soporte, todo a
cargo de las órdenes religiosas, quienes de modo alguno podían dejar de lado
su prédica ideológico-cristiana, sobre todo, tratándose de instituciones donde
aquel conocimiento tenía como núcleo la Philosofía y la Theología, disciplinas que
habían sido bastante bien modeladas, por San Agustín de Hipona. Así, esta línea
fue seguida por los dominicos, desde luego muy eles a Santo Tomás de Aquino,
mientras tanto los franciscanos del Colegio de San Buenaventura, también en el
Cuzco, lo hacían teniendo como referente al platonismo.
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Estas Órdenes evidentemente garantizaban los dogmas cristianos entre
los estudiantes de la escuela parroquial, de los colegios San Bernardo y San Francis-
co de Borja, el Seminario San Antonio de Abad, y en las Universidades San Ignacio
de Loyola y San Antonio de Abad, así aquel sistema educativo, a partir del siglo XVI
no salía de los márgenes establecidos por los evangelistas y los doctores de la Igle-
sia, donde se encuentra y de manera especial Santo Tomás de Aquino, fraile, teólo-
go y lósofo católico de la Orden Predicadores, representante de la enseñanza es-
colástica, designado “Doctor Angélico, Doctor Común y Doctor de la Humanidad”.
Si vamos tratando aquí de los personajes de la iglesia, en gran parte
canonizados, surge la pregunta: ¿Por qué la designación al Colegio-Seminario con
el nombre de “Antonio de Abad” ?, ¿fue suciente que haya sido un “monje cristia-
no -nacido en Heracleópolis Magna-Egipto el 12 de enero de 251- y fundador del
movimiento eremítico, que modelo de piedad cristiana, capaz de renunciar todos
sus bienes y retirarse para llevar una vida ascética?
s no se podría decir de aquel monje, aunque en algunos documentos
de la universidad se registra o denomina como “Antonio de Magno”, ¿es sinónimo
de Antonio de Abad?
Dentro de esta línea, aún décadas después de la fundación de la república,
el clericalismo seguía contando con el apoyo ocial y permanente, es el caso de la
Constitución de 1860: “La nación profesa la Religión Católica, Apostólica, Romana;
el Estado la protege y no permite el ejercicio público de otra alguna”, texto que
venía repitiéndose desde 1823. Tal vez se olvidó que N. Maquiavelo (2008), padre
de la teoría de la política, señalaba que la política es el arte de lo posible y que “no
tiene nada que ver con preceptos religiosos o morales”, aquella advertencia fue
muy dura para el Vaticano.
5. El carácter público de la universidad
Fueron el liberalismo europeo y el emergente capitalismo inglés, que -
nalmente nos impusieron en nuevo sistema político, o sea la república, con ella se
fueron afectando determinados intereses clericales, caso de la Universidad San An-
tonio de Abad, que, por ley del Congreso, en 1828, se hizo “Universidad Pública”,
en los siguientes términos:
Ley del Congreso Nacional de 10 de junio de 1828
“El ciudadano Manuel Salazar y Baquíjano,
Vice-Presidente de la República. Por cuanto:
El Congreso ha dado la ley siguiente:
El Congreso General Constituyente del Perú Decreta:
Artículo Único. - La Universidad del Colegio del Cuzco, que el general Bolívar trasladó
al de Ciencias y Artes que manó fundar en dicha ciudad se restituye al mismo Colegio
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San Antonio, con la calidad de pública.
Comuníquese al Poder Ejecutivo, para que se disponga lo necesario para su cumplimien-
to, mandándolo imprimir, publica y circular. -Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a
11 de junio de 1828.- Manuel Salazar y Baquijano, P.O. de S.E.-José Mario Galdeano”.
El clericalismo luego de haber logrado una incomparable hegemonía al
interior de la sociedad, tenía delante de sí al nuevo Estado, por lo que dieron mayor
atención al gobierno, y por tal razón se resistieron a dejar de conducir la univer-
sidad, de ese modo, según Pedro Celestino Flores, a 1834, la organización de la
Universidad San Antonio Abad, fue la siguiente:
Cancelario : D.D. Hermenegildo de la Vega
Rector : D.D. Pedro Pascual Bernales
Vicerrector : D.D. Gregorio Montesinos
Catedráticos:
Prima de Teología y Regente de Estudios : Miguel de Orosco
Prima de Cánones : D.D. Hermenegildo de la Vega
Derecho Civil : D.D. Miguel Vargas
Latinidad : D.D. Mariano Montesinos
Secretario : D.D. Juan Larrauri.
6. Primera intervención del Estado republicano en la universidad
A una década de reaperturadas las facultades que habían sido recesadas
por la participación en el Revolución de 1814 y la universidad “declarada públi-
ca”, en absoluto no se dio ningún cambio, asunto que fue de conocimiento del
Mariscal José de Santa Cruz, por lo que sancionó el siguiente Decreto Presidencial
(10-VI-1836), primera disposición del Estado Peruano, algunos de los siete artículos
señalan:
1836: Nro. 2-D.P. 10 de junio de 1836 Reorganización de la Universidad Mariscal
Andrés de Santa Cruz
Considerando:
1.- Que la Universidad de San Antonio Abad de esta capital, célebre en otro tiempo por
los hombres eminentes y por las ventajas que ha producido para las ciencias, se halla
sin ejercicio, por falta de fondos para la enseñanza de las ciencias y artes que debían
dictarse en ella y de estímulos que despierten la noble ambición de saber
2.- Que estos objetos útiles se consiguen estableciendo en ella la enseñanza de las
ciencias y las artes que antes de ahora se ha dictado en diferentes colegios…
3.- Que es deber del gobierno proteger este establecimiento conservador
de los conocimientos útiles y propagar la ilustración.
Decreto:
Art. 1º-En la Universidad de S. Antonio Abad de esta capital, se enseñará Gramática
Castellana y Latina, Matemáticas, Filosofía, Derecho Natural, Público, de Gentes y
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Patrio, Economía Política, Escritura Sagrada, Teología dogmática, moral y pastoral y
Cánones e Historia eclesiástica.
Art.5º-Se conferirán en la Universidad los grados siguientes: de Bachiller, Licenciado
y Doctor en Derecho, en Economía Política, Teología Dogmática, Pastoral y Moral y
Sagrada Escritura, y el de Maestro en Filosofía.
10º-El que no siendo Doctor hubiese ganado por oposición alguna de las Cátedras
de la Universidad o de las Canonjías de ocio, deberá graduarse de Doctor, antes de
tomar posesión de la Cátedra o de la Canonjía.
15º- En el último claustro del años se jará, en la puerta de la Universidad, una tabla en
que estén registrados los nombres de los Bachilleres, Licenciados, Maestros y Doctores
señalados por el Rector y Conciliarios, para pronunciar en cada mes una disertación
sobre la materia designada por los mismos. Los Doctores que deban impugnarla serán
señalados del mismo modo: Para éste año se hará esta designación en el primer claus-
tro […].- Andrés Santa Cruz.- A.M. Torrico.
Aquel propósito de Santa Cruz, tampoco tuvo efecto alguno, el clero se
aferraba a sus principios, de ahí que en 1851, sancionan la disposiciones sobre el
“Patrón San Antonio de Abad”, como “El Gran Patriarca San Antonio Abad”, cuya
festividad se celebrará el 17 de enero con “una misa solemne, pronunciando el
panegírico uno de los doctores eclesiásticos […]”.
7. Controversias del idealismo remozado: krausismo
Como señalamos, fue el Dr. José Teodosio Rozas, titular de las cátedras de “Fi-
losofía Trascendental” quien promovió en la universidad aquel pensamiento y por lo
novedoso de sus enfoques, se generalizó su debate como “ideológica del krausismo”.
El Dr. Rozas, accedió a todos los grados académicos y de manera secuen-
cial: bachiller, licenciado y doctor en Letras y Filosofía, para el efecto había presen-
tado las siguientes investigaciones:
- “No hay más que una esencia innita, absoluta, increada. Por consigui-
ente, todo ser particular es innito en cuanto a su esencia, y nito en cuanto no
posee la realidad de los otros seres particulares” (Tesis de Bachillerato: 03.05.1876);
-Licenciado, presentando su tesis (03.05.1876): “La desnudez y la debilidad
física del hombre son el origen de su progreso”;
-Tesis Doctoral (03.05.1876): “La libertad moral se conquista por medio de
la educación”.
El krausismo es una doctrina idealista que se funda en una conciliación
entre el teísmo y el panteísmo, según la cual Dios, sin ser el mundo (panteísmo) ni
estar fuera de él (teísmo), lo contiene en sí y de él trasciende. Dicha concepción se
denomina panenteísmo.
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La mayor difusión del krausismo se debió a la obra de Julián Sanz del Río,
así como sobre la “Libre de Enseñanza”, promovida por Francisco Giner de los Ríos,
discurso que llamó la atención de la juventud del Movimiento de Reforma Univer-
sitaria (1907-1909), primero en el Perú y auroral en América del Sur, debido a que
se mantenía la hegemonía religioso-católica, y en vista que ya llegaba de Euro-
pa -vía los puertos argentinos- una vasta bibliografía con otras orientaciones, se
generalizó el “reclamo” de la “libertad de pensamiento” para que de esa manera
se permitiera a los estudiantes y docentes de aquellos tiempos acceder a nuevos
enfoques, sobre todo de las humanidades.
Aquellas inquietudes planteadas en 1907, fueron reiteradas por la “Aso-
ciación Universitaria” (18-III-1909), que había acordado, dirigir un nuevo tele-
grama el senador Dr. A. Correa, referente al memorial dirigido al presidente A. Le-
guía, y en cuyo contenido, entre otros pedidos se señalaba muy elocuentemente:
“13°.Que se cohíbe la libertad de pensamiento con un pretendido cu-
erpo de doctrinas, que no lo tienen los catedráticos a causa de su ignorancia,
desechando algunas tesis cuando quieren perjudicar a algún alumno.”
De esa manera el discurso krausista, que defendía la tolerancia académica
y la libertad de cátedra frente al dogmatismo, fue logrando receptividad; y bajo
aquellas condiciones de cuestionamiento permanente del dogma clerical, cada
vez se ampliaba el abanico por las “libertades” en el pensamiento.
Mediante la escuela, los colegios, el seminario y las universidades
cuzqueñas, encargadas de difundir la “Palabra” contenida en las sagradas escritu-
ras, dándole un carácter indiscutible. Desde luego, gran parte de los aventureros y
tal vez los curas desconocían asuntos como aquella corrección de los Evangelios,
hecha en el Concilio de Nicea (335 d.C.), cuando recurrieron al “milagro” de entre
las 270 versiones, y que nalmente resultaron “verdaderas” e “indiscutibles.” las
versiones de los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Es dentro de aquel escenario que curas y teólogos de colegios, seminarios
y universidades contaban con la “licencia” de poner en marcha toda acción opues-
ta a sus propósitos, de modo que el etnocidio estaba autorizado, así en el siglo XVI
y XVII, fueron comunes aquellas prácticas, incluidas los incendios de los códices
mayas y, seguramente también los khipus, cuyo uso se prolongó un siglo más de la
muerte de Atao Wallpa (Pérez de Bocanegra, 1631: 112-114).
8. Anarcosindicalismo
Si bien la presencia de obreros muy larvariamente tuvo sus orígenes en los
obrajes y chorrillos donde recibían a cambio un salario denigrante, la relación entre
el capital mercantil y la fuera de trabajo, se hizo más evidente con el surgimien-
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to de las fábricas textiles en el Cuzco (Velarde, 2018). Hasta la fecha, no hemos
logrado establecer una relación directa entre el anarcosindicalismo, y los obreros
textiles, pero sí, existe poca duda que aquel discurso fuera bastante difundido por
los intelectuales cuzqueños que se formaban sobre todo en París.
Entiéndase que el anarcosindicalismo es un movimiento de organización
y lucha de los trabajadores a través de sindicatos autónomos del poder político, re-
sultado de la síntesis del anarquismo y la acción sindical revolucionaria. Entendido
de esa manera, queda fuera de toda duda, por ejemplo, la inuencia de aquella
corriente entre los asalariados de las grandes haciendas azucareras del norte pe-
ruano, así como su incidencia en la formación del APRA (Klaren, 1970).
No se debe olvidar que, durante la primera década del siglo XX, en la UN-
SAAC, entre las lecturas preferidas de los estudiantes, se encontraban los textos de
Proudhon, Bakunin y Kropotkin, cuyas ideas son compatibles con los planteamien-
tos de la revolución anarquista, “de abajo hacia arriba”, y no estar sujeta a ningún
tipo de liderazgo individualizado. Si bien el objetivo revolucionario anarcosindi-
calista es el control o conquista de los medios de producción, tampoco hemos
encontrado tales propósitos entre los obreros textiles del Cuzco de las primeras
décadas del siglo pasado.
Como señalamos a nales del siglo XIX, también el pensamiento posi-
tivista de Augusto Comte, hacía su presencia, fundamentado en: “la objetividad,
es la voluntad del cientíco”. La escolástica ya se veía emplazada, con su ten-
dencia a la sustracción de la subjetividad, también con la hipótesis de la postura
“objetiva imparcial”. Objetividad íntimamente vinculada al sujeto, concepción
que dista mucho de la materialista que sostiene que una verdad, una teoría o
una ley es objetiva cuando representa, reproduce o reconstruye la realidad, dice
Sánchez (1975), aunque para Kelle y Kovalzon 1972), “objetividad y objetivis-
mo”, son dos cosas iguales, si el primer término se emplea para caracterizar el
conocimiento cientíco, el segundo determina la posición del teórico, a saber,
“la posición de imparcialidad” en el conocimiento de la vida social, la posición del
observador pretendidamente objetivo y desinteresado de los procesos sociales.
9. Del marxismo apasionado al dogmatismo
I.- Muy a pesar que tanto en Los Grundrissi y El Capital, Marx y Engels,
hacen importantes referencias a los Inkas y Aztecas (1986), en la prolongada vida
institucional de San Antonio de Abad, el pensamiento marxista, en la mayoría de
los casos, fue en el mejor sentido de la palabra “panetario”, pero con inuencia
decisiva, sobre todo en el movimiento estudiantil.
Todo aquello a manera de temprano pensamiento socialista de inicios del
siglo XX, en realidad había quedado estancado con las obras analíticas de Luis E.
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Valcárcel y José Gabriel Cosio. La misma formación del Partido Comunista en el
Cuzco, fue mucho más tarea de “trabajadores manuales”; la comunidad universi-
taria, estaba al tanto de la revolución cubana, de ahí que muchos antonianos em-
pezaron a formarse política e ideológicamente, para “empuñar las armas”, ellos
fueron reprimidos y encarcelados sobre todo durante el gobierno de Manuel A.
Odría, los estudiantes como José Sotomayor, Juan Figueroa Serrano, Manuel Gón-
gora Prado, o encarcelados en el cuartel de la Guardia Republicana: Porrio Hilares,
Nicolás Arriola y Arístides Valer Lopera; asimismo otros internados en la colonia
penal “El Sepa” los catedráticos Dres. Luis Nieto Miranda, Olinto Velasco, Segundo
Villasante Ortiz, Hernán Cornejo Foronda, acompañados de los estudiantes Vladi-
miro Valer Delgado, Fausto Cornejo, Ruben Acurio Moreno, Alejandro Vila Oliver,
presidente de la FUC, Rosendo Catacora, Urbano López, y el poeta Ángel Avendaño
Farfán. Gloria eterna para estos dignos antonianos, que consecuentes con sus ide-
ales, pusieron en riesgo su existencia.
Así se llegó a la década de los sesenta del siglo pasado, aunque el movi-
miento de mayo de 1968 de los estudiantes de Francia, no tuvo inuencia, a pesar
que las ideas de Jean Paul Sartre, exponente del marxismo humanista, cada vez se
difundía con entusiasmo.
Los sectores conservadores buscaban desesperadamente contraponer
con Alberto Camus. Las universidades mediante el estamento estudiantil acom-
pañaban la ideologización. En San Antonio Abad del Cusco, con Plejanov, Afana-
sev, Konstantinov, y Martha Harnecker, creímos tener la explicación de todo, in-
cluido el mundo superestructural. ¿Pero qué sucedió?, ¿por qué no se accedía a
los clásicos directamente? A pesar de aquella situación, se fue imponiendo el radi-
calismo en todas sus vertientes, apostando por el cogobierno, práctica nalmente
deformada y hasta degenerada, pues, ciertos dirigentes pasaban por tesorería de
la universidad y decían tener derechos por su función de “representación”. En tales
condiciones fue muy fácil la aplicación del D.L. 17437 promulgado en 1969, por el
gobierno del General Juan Velasco Alvarado.
Los mismos socialdemócratas, también se preocuparon por formar sus
cuadros políticos en la Universidad de Puerto Rico. En tanto, los “marxistas de cora-
zón”, apostaron por enviar a sus hijos a la Universidad Patricio Lumumba en Rusia,
a la larga, algunos de aquellos becarios fueron confundiendo la consigna de “salvo
el poder todo es ilusión”, por el de “salvo el dinero, todo es ilusión”. Se olvidaron
del viejo Estado burgués, unos increíblemente, se integraron como militantes de
sectores conservadores y de derecha, caso del fujimorismo o el partido “morado” a
manera de candidatos al Congreso de la república, etc.
II.- La UNSAAC fue intervenida por la Comisión de Gobierno y Reorgani-
zación- COGOIRE, presidida por el Ing. Pacheco Garmendia, docente de la Facultad
de Agronomía y Zootecnia, quien años atrás había sido expulsado. Pacheco, como
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militante del socialcristianismo, fue muy consecuente con su anticomunismo, lle-
gando inclusive a coordinar con el Opus Dei que había captado a ciertos docentes.
El telón de fondo de aquella polarización entre la Comisión de Gobierno y
la mayoría de la comunidad universitaria, tuvo un carácter ideológico, el sector más
conservador de la iglesia, decíanse los “cursillistas” contra las orientaciones marxistas,
todo ello ha sido novelado por Ángel Avendaño, en su obra “Cuervos de San Antonio”.
La expresión ideológica de aquella intervención gubernamental se tradu-
jo en el cierre de los estudios de Filosofía. ¿Y por qué cerrar los estudios de Filo-
sofía? Se trataba del espacio académico de la reexión, doctrinas, ideologías; y,
funcionaba a manera de escuela de cuadros políticos de dirigentes estudiantiles y
también de docentes, dentro de las diversas corrientes, algunos de ellos, caso del
Dr. José A. Tamayo Herrera, socialcristiano que llegó a conducir la Comisión Nacio-
nal Estatutaria durante la dictadura militar.
Cerrada la Escuela de Filosofía, el espacio humanista en nuestra universi-
dad se redujo sustancialmente, tendencia que continúa en estos tiempos. Olvida-
mos que el MIT (Massachusetts Institute of Tecnology), hoy considerada entre las
primeras en el ranking mundial, tiene como representante académico al lólogo
de orientación libertaria Noam Chomsky. De igual manera, en la Universidad de
Turín, garante de alta tecnología de la FIAT, su máximo exponente, hasta hace
poco, fue Humberto Eco, teórico de la semiótica.
Dos décadas después con motivo del tricentenario de la Universidad An-
toniana, el Dr. Horacio Villanueva, reclamó y solicito la reapertura de los estudios de
Filosofía, los mismos que dieron origen a nuestra universidad en el siglo XVI. Aquel
anhelo lo retomamos el 2013, en nuestra condición de decano de la Facultad de Cien-
cias Sociales. Fue en el contexto de la Ley Universitaria 23733, que se puso el énfasis
en crear nuestras especialidades profesionales, en la mayoría de ellas sus programas
de estudios no contemplaban, asignaturas referentes al campo losóco-reexivo,
próximos a asuntos de las ideologías, tendencia que reforzaba aquella “antipolítica”.
La dinámica universitaria marchaba al compás del movimiento estudian-
til, secundado por gran parte de la docencia, los estudiantes habían optado por lle-
gar a ser militantes del “Partido Comunista del Perú”, o “Patria Roja”, organización
que proveía de documentos, a manera para “formar” sus “cuadros”. Esta práctica, si
bien garantizaba una relación permanente, también forjaba lealtades, sin embar-
go, tuvo un efecto adverso con la limitación en las lecturas de las fuentes primarias
del marxismo, que en aquellos tiempos permitía su acceso a partir de ediciones
populares a bajo costo.
Tal vez hubo cierta excepción en la práctica panetaria, representada por
la dirigencia, protagonistas de eventos como los Congresos de la Federación de Es-
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tudiantes del Perú-FEP, donde se estructuraba las directrices ideológico-políticas.
Escribe Manuel Góngora Prado, presidente por entonces de la FUC-UNSAAC, que
nalmente terminó en el Frente Obrero Campesino Estudiantil del Perú-FOCEP,
Góngora, señalaba:
“[…], de nuevos dirigentes con ideología marxista-leninista, se em-
prende un vasto i serio trabajo para devolver a la Federación de Estudiantes
su verdadera imagen de organismo de masas; con arraigo i prestigio en el
pueblo, i en los sectores progresistas i revolucionarios de la Universidad […].
“Quienquiera que vea a las Jornadas de Agosto al margen de la lucha de
clases, sufrirá errores de concepción y no podrá comprender su real signica-
do histórico […]. Hasta ahora la humanidad no conoce ninguna revolución
desarrollada en la superestructura, que haya logrado transformar radical-
mente la estructura económico social; pensar que esto se logre, sería anti-
marxista i caer en el idealismo delirante y la confusión […],con la ideología
de José Carlos Mariátegui, debo indicar que al escribir, estoy lo más lejos
posible de la técnica profesoral y del espíritu académico […], en la actuali-
dad, la Universidad no puede existir para el imperialismo, la gran burguesía i
los terratenientes, si ésta no sirve a sus intereses; no forma profesionales con
la losofía del humanismo burgués y con mentalidad tecnocrática, egoísta
individualista Del mismo modo, la clase obrera, los campesinos pobres, los
pequeños burgueses revolucionarios, no pueden concebir la Universidad,
si ésta no sirve a los intereses de las clases populares, no usa la losofía del
marxismo-leninismo para adquirir conocimientos cientícos, para servir a la
causa de la Liberación Nacional”.
Aquel presidente de la FUC, al analizar la situación de la organización es-
tudiantil, había llegado al siguiente diagnóstico:
a.- Separación de la teoría con la práctica;
b.- Separación del trabajo ideológico político del trabajo orgánico;
c.- Malos métodos de dirección que obedecen a la falta de dirección
colectiva, plan general de trabajo i planes concretos;
d.- La inexistencia del centralismo democrático, lo que ocasionaba el
burocratismo, el amiguismo i el paternalismo;
e.- Falta de funcionamiento de las juntas directivas en íntima ligazón
con las bases; la superposición de este defecto sirvió para educar
i preparar a nuevos cuadros de dirección i al mismo tiempo para
educarnos;
f.- Existencia de dirigentes errantes, solitarios; por lo que era necesario
desaparecer este vicio i terminar con los dirigentes sueltos;
g.- Falta de control entre los dirigentes i las bases; la scalización de to-
dos los dirigentes por las bases era i es importante; en última instan-
cia, son las bases las responsables del trabajo de sus dirigentes.
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10. La antipolítica ideologizada
I.-La intervención militar en la universidad antoniana a través de una
comisión reorganizadora, buscó fundamentalmente “despolitizar” la institución,
aunque la Resolución Nro. 1531-74-CONUP/14-I-1974, señalaba que:
“[…], es particularmente ostensible por el menosprecio constan-
te de la legislación universitaria […], la crisis institucional ha alcanzado nive-
les incompatibles con la tradición y seriedad de la universidad como puede
apreciarse del hecho de ser la única universidad del sistema que no ha cum-
plido con presentar su plan de reestructuración académica, administrativa y
económica en cumplimiento del Decreto Ley Nº 17437 […], ha permitido que
la institución desenvuelva sus actividades al margen de la ley y sujetándose al
caprichoso arbitrio de sus autoridades con lo que no sólo se ha deteriorado su
nivel académico y menoscabado su prestigio y tradición […].
Las expulsiones de estudiantes, separación de docentes, desde luego tuvo
algún efecto, sobre todo psicológico, aunque fueron tiempos en los que se care-
cieron de líderes estudiantiles.
II.- La Constitución Política de 1993, en su artículo 18, señala:
“La educación universitaria tiene como nes la formación profe-
sional, la difusión cultural, la creación intelectual y artística y la investigación
cientíca y tecnológica. El Estado garantiza la libertad de cátedra y rechaza
la intolerancia. Las universidades son promovidas por entidades privadas o
públicas. La ley ja las condiciones para autorizar su funcionamiento. La uni-
versidad es la comunidad de profesores, alumnos y graduados. Participan en
ella los representantes de los promotores, de acuerdo a ley. Cada universidad
es autónoma en su régimen normativo, de gobierno, académico, administra-
tivo y económico. Las universidades se rigen por sus propios estatutos en el
marco de la Constitución y de las leyes”.
Con normas complementarias, fue desvirtuado aquel alcance, al nal,
el telón de fondo es la tecnolatría que se expresa en las escuelas profesionales
particularmente “prácticas”. Un conjunto de expresiones da testimonio que en el
fondo tienen una fuerte connotación ideológica, como: “Yo soy técnico y no un
político”, “Este es un asunto técnico no político”. ¿Esta última problemática acaso
no es la resultante de un modelo económico acompañado por una ideología sobre
el tipo de desarrollo vigente en nuestra sociedad?
A partir de la década del noventa del siglo pasado, se ha venido dando
una gloricación de la tecnología, la misma que ha desembocado en la tecnolatría,
como práctica ajena a los contextos sociales y políticos que son constantes y con-
substanciales a la humanidad.
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Es meritorio señalar aquella preocupación de Otto Hahn -Premio Nobel de
Química en 1944 por el descubrimiento de la sión nuclear del uranio-, frente a la
pregunta: ¿Por qué se dan las guerras?, respondió: “Ignoro, pero aseguro que, si las
naciones fuesen gobernadas por hombres de ciencias, el mundo ingresaría en una
paz permanente”. Todo un alcance aristotélico; sobre aquella respuesta, podemos
preguntarnos ¿dónde se desarrolla la ciencia?
Si la tecnología es el aprovechamiento o la aplicación del conocimiento
cientíco en las diversas acciones humanas, aquel aprovechamiento o aplicación
responde a determinadas decisiones, y las decisiones pertenecen al mundo de la
política.
De esta manera existe toda una dimensión política y cultural de la tec-
nología, por lo que es preciso reconocer los valores y la visión que alimentan cual-
quier innovación e investigación.
III.-En este siglo del conocimiento, hay una tendencia por otorgar par-
ticular atención a la tendencia tecnocrática, que como doctrina se desenvolvió
paralelamente al proceso de industrialización, y surgió de alguna manera con las
reexiones iniciales efectuadas por Saint-Simon (Rouvroy, 2020), pensador francés
del socialismo utópico. Por su parte, Cournot había previsto la evolución de la hu-
manidad hasta la fase de total mecanización, una especie de utilitarismo universal,
donde las distinciones morales, de tradiciones y de grupos humanos se pierden
delante de la supremacía de todo lo que fuera regulado por la inteligencia, por tal
razón anunciaba la sustitución de la historia por la estadística: números, hoy por
la tecnología; la expresión extrema de toda esta situación de va traduciendo en
estos tiempos en la “educación digital”. El comentario “Fifteen Million Merits” (15
millones de méritos) de Black Mirror, sobre los escritos por el creador de la serie
“Charlie Brooker”, episodio dirigido por Euros Lyn (Channel 4/11-XII-2011), vale la
pena “visionar” en los tiempos actuales de “educación virtual”, “educación remo-
ta”, etc, motivado por la pandemia de COVID-19.
Fue W.H. Smith, un ingeniero de Berkeley-California, quien utilizó por pri-
mera vez el término de tecnocracia, allá por 1919, para designar “un nuevo sistema
y una nueva losofía de gobierno”, esta expresión tomó fuerza durante los años
treinta, cuando un grupo de cientícos liderados por H.Scott, (Aleteiaa, 2018) a
partir de la “Alianza Técnica”, proclamaban: “Tenemos que hacer frente al hecho
de que el mundo está comprometido en una crisis que es en esencia, de técnica,
y que para ella no hay solución, sino de carácter técnico, elaborado según planes
puramente cientícos”.
No estaban tan lejos tales tecnócratas de la explicación de los fenómenos
sociales a partir del entendimiento de la dinámica de las fuerzas productivas, cla-
ro en aquella visión reducida solo a la técnica, por cuanto aquel desarrollo está
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acompañado de todo el conocimiento humano y en todos los tiempos históricos,
desde que el homo sapiens toma conciencia de su existencia, de manera que en
toda sociedad se fueron innovando las prácticas en la relación hombre-naturaleza,
el primero, con sus necesidades por atender, y el segundo con los recursos que nos
ofrece.
El problema se da cuando la actitud tecnocrática es vinculada a posiciones
falsamente “no ideológicas”, “no políticas” pero sí “prácticas”. Así, no interesan los
costes sociales, e inclusive ambientales.
El discurso de la tecnolatría, además de insinuar, busca y consigue una ac-
titud avalorativa del conocimiento humano, pone en conocimiento de espaldas a la
sociedad, privilegia procesos de acumulación extrema del capitalismo. En el fondo
expresa una ideología hegemónica de una minoría monopolizante del conocimien-
to humano más renada sobre el “resto” transformado en “consumidor marginal”.
Aquella tecnolatría también ha estado acompañada por la tecnoestructu-
ra, expresión consagrada por J. K. Galbrait (1967) para designar al “grupo empre-
sarial responsable por las decisiones”. Recordemos que los feroces regímenes au-
toritarios de los años setenta y ochenta implementados en Chile y Brasil, buscaron
como soporte el modelo denominado Autoritario-Burocrático: AB, que no era otra
cosa que reclutar tecnócratas sin la mínima sensibilidad social, bajo la misión de
lograr a como de lugar crecimiento económico, que no es lo mismo que desarrollo
humano.
Toda esta tendencia política bastante ideologizada va dando paso a las
tecnoestructuras que al amparo de una frondosa normativa propicia distancia-
mientos; también conduce a visiones reduccionistas de querer entender todos los
asuntos “como estrictamente técnicos”.
Aquel reduccionismo niega a la sociedad afrontar los problemas, que
justamente, se dan en el seno de sus propias creaciones, y recreaciones. Todo ello,
en nuestra opinión, constituye el estilo de actitud subalternizante del capacitado
que busca monopolizar el conocimiento, siendo esta la tendencia de la academia
negando la posibilidad de cultivar el pensamiento crítico del que nos hablaba Jürg
Habermas (Fernández, 1997).
En el Cuzco, hace dos décadas y media, hemos conmemorado el tricente-
nario de la universidad, fue la oportunidad para repensar la institución, no lo hici-
mos. Pareciera que hablar de tricentenario, fue acudir a un escudo protector frente
a nuestras frustraciones y dicultades, dejando todo al azar, o “a lo que venga”.
IV.-A partir de la caída del muro de Berlín, las entidades que estrictamente
se dedicaban al sistema nanciero, como el Banco Mundial, Banco Interamericano
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de Desarrollo, Fondo Monetario Internacional, entre otros, orientaron su preocu-
pación hacia el mundo académico. Desde la perspectiva teórica, el neoliberalis-
mo, tendencia política surgida posterior a la Segunda Guerra Mundial -cuando el
keynesianismo fue la orientación ideológica dominante en el mundo occidental-,
fue rearmada intelectualmente por Friedrich Hayek, exponente de la Escuela Aus-
triaca, (1944) y Milton Friedman –uno de los fundadores de la Escuela de Chicago-,
quienes abogaron por la reducción del Estado y el retorno al liberalismo clásico -o
liberalismo neoclásico-, sin dejar de aceptar algunos aspectos del liberalismo social.
Ni Hayek, ni Friedman utilizaron el término “neoliberalismo” para referirse
a sus ideas, sino que utilizaron el término “liberalismo clásico”. A partir de aquellos
propósitos de reducir las funciones del Estado, y ampliar el quehacer del mercado y
de lo privado, empezó a implementarse políticas públicas, para el efecto, había que
generar opinión a partir de documentos bastante difundidos, como aquel intitu-
lado “Construir sociedades de conocimiento, nuevos desafíos para la educación
terciaria” (BIRF-BM,2003), donde se señala:
“La acumulación del conocimiento y su aplicación, que se han
convertido en factores preponderantes del desarrollo económico, determi-
nan cada vez más la ventaja competitiva de un país en la economía mun-
dial […]. Lo positivo es el papel de la educación terciaria en la construcción
de economías de conocimiento y sociedades democráticas el que es más
fuerte que nunca. De hecho, la educación terciaria es fundamental no solo
para crear la capacidad intelectual de la cual dependen la producción y la
utilización del conocimiento, sino también para promover las prácticas del
aprendizaje continuo necesarias para actualizar en forma permanente los
conocimientos y destrezas individuales […]” (BIRF-BM,2003).
Lo señalado se puede sintetizar en la dicotomía, entre instrucción para el
mercado o educación para el desarrollo humano.
11. Otros alcances en discusión
I.- Tal vez por la fuerte connotación humanista de las academias creadas
durante el virreinato, entre ellas las universidades, que fueron espacios donde se
dieron a manera de “continum”, no propiamente del tipo de ideológico, pero sí
de la imposición ideológica. Así, al quiebre de la escolástica ya en tiempos de la
república, contribuyó como señalamos el pensamiento del alemán Cristian Krause.
En la universidad antoniana su sorprendente aceptación llegó al extremo de ser
formalizado en el plan de estudios de 1866 la cátedra de “Filosofía Trascendental”.
Mientras tanto las élites regionales enviaban a sus hijos a Europa, a su retorno tales
jóvenes formaron el Grupo “Librepensadores”, entre los que podemos enumerar a
Ángel Vega Enriquez, Alberto Secada , Gliserio Tássara, Luis María Robledo, Miguel
Ángel Nieto, Luis Felipe Aguilar, Benjamín Mendizabal, Ángel Gasco, J.G.Tresierra.
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Empezaba a germinar un ambiente de cambios, los mismos univer-
sitarios antonianos, se vieron motivados a estudiar con énfasis a Spencer,
Durkheim, Comte, Lamark, Darwin, Engels, Rousseau, Voltaire, Montesquieu,
Macchiavello, Saint Simon, Proudhon y otros; en tales condiciones surgieron
sus organizaciones estudiantiles.
De manera que aquellas generaciones iban ingresando a nuevos modos
de interpretar, analizar y modelar un tipo de representación de la realidad.
II.- Más allá de este propósito de sistematizar analíticamente el asunto
de las ideologías, viene la demanda teórica, que en nuestro caso, buscamos el
soporte en los planteamientos de Louis Althusser (1982), referente a los “aparatos
ideológicos del Estado”, así como el debate sobre la “neutralidad de la ciencia”,
desarrollados por Cortina (2000), Ferrer (1998), Kadrow (1967), Queré (1994), entre
otros.
De este modo vamos desembocando en un conocimiento de procesos
aparentemente secuenciales, pero que en el seno de cada uno de ellos va emer-
giendo su propia crisis, para dar paso a otras concepciones, desde aquel dogma
de fe indiscutible promocionado por Tomás de Aquino, con la “fe sobre la razón”,
hasta convertir el conocimiento en una mercancía más, en tiempos como el pre-
sente, donde campea aquella “Ideología del n de la ideología”, asunto bastante
bien estudiado por el profesor de la Universidad de La Habana José A. Toledo, por
lo que pareciera que la mayoría de las universidades públicas, incluida la UNSAAC,
se debaten entre la instrucción para el mercado, o la educación para el desarrollo
humano; pareciera que ambas orientaciones tienen el propósito de tomar distan-
cia sobre los enunciados doctrinales.
III.- La perspectiva republicana de la universidad antoniana, responde
a la decisión del novísimo Congreso Nacional, que, por la Ley de 11 de junio de
1828, declaró: “Pública la Universidad”, también conocida, con su misión esen-
cial de dirigir la enseñanza pública de todas las ciencias y artes liberales;
y formalizada la república, la vida académica fue orientada por la Constitución
Política, aunque algunas la obviaron por completo, como se puede notar en las
siguientes líneas:
- Constitución Políticas de1823, artículo 184: “No puede dejar de haber
universidades en las capitales de departamento […]”
- Constitución de 1826, con 150 artículos, de modo alguno reere a la
educación, menos a la Universidad, mientras tanto indica en su artículo 143: “To-
dos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito, y publicarlos
por medio de la imprenta sin censura previa; pero bajo la responsabilidad que la
ley determine”.
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Las Constituciones de 1828, 1834, 1839, 1856, 1860, tampoco tratan los
asuntos de la universidad.
El tiempo transcurría, y el gobierno de Mariano Ignacio Prado, en 1866,
sancionó el Reglamento la Educación Superior, en consecuencia, se dispuso la re-
organización de la universidad antoniana, tiempos cuando las cátedras de mayor
atención fueron: Derecho Filosóco, Natural y Político, Derecho Romano, Derecho
Canónico e Historia Eclesiástica, Filosofía Trascendental, Fundamentos de la Re-
ligión. La Constitución de 1867, en su Art. 24º, señalaba: “Son completamente li-
bres la enseñanza primaria, media y superior, y la fundación de Universidades […].
Fue el presidente Manuel Pardo quien promulgó el Reglamento
General de Instrucción Pública (18-III-1876), cuyos antecedentes se encuentran
aún en las disposiciones del presidente Castilla. De esa manera, con el objeto de
preparar técnicos y especialistas en las diversas profesiones de la administración
pública, facilitó la creación de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas
de la Universidad de San Marcos; así mismo creó la Escuela de Ingenieros Civiles y
de Minas (hoy UNI), también la Escuela Normal de Mujeres de Lima.
Fue mediante aquella norma que las universidades empiezan a tomar sus
propias decisiones, surgiendo la autonomía. La Constitución de 1920 (Art.53°), dis-
ponía que “El Estado difundirá la enseñanza, secundaria y superior y fomentará los
establecimientos de ciencias, artes y letras”. Aquel año, Leguía, promulgó la Ley
Orgánica de Instrucción, 21 años después Manuel Prado, dictó la Ley Orgánica de
Educación Pública Nº 9359:1941, mediante la que se crea el Consejo Nacional de la
Educación, con “un delegado de las universidades ociales”, de ese modo fue inte-
grado a las universidades dentro de las responsabilidades educativas del Estado,
como cuando dispuso (Art. 4°), que para ser director de Educación Artística y Exten-
sión Cultural “se requiere contar con grado académico de la universidad ”;o el Art.
48: […] la educación normal se imparte en la Facultades de Letras y Pedagogía de
las universidades. Esta ley destinó un total de 186 artículos a la Universidad de San
Marcos, los que debieran hacerse extensivos a las “universidades de Cuzco, Trujillo
y Arequipa”, “[…]donde funcionarán las Facultades de Derecho, Letras, Ciencias y
los Institutos o Secciones, [...], las secciones pedagógicas funcionarán adscritas a las
Facultades de Letras, tendrán por objeto la formación de profesores y preceptores
normalistas […].
Resulta muy particular e interesante de aquella ley, que disponía la
creación de las cátedras de “Arqueología-Histórica” en las Facultades de Letras (Art.
589); además integró el Instituto Arqueológico a la Facultad de Letras de la Univer-
sidad del Cuzco (Art. 590).
Sobre el gobierno universitario, además de las autoridades no hubo al-
cance alguno referido a la representación estudiantil.
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IV.-El primer Congreso Nacional de Estudiantes del Perú (Cuzco, marzo de
1920), jugó un papel importante en los nuevos liderazgos políticos, sobre todo en
el Apra, cuyo dirigente Víctor Raúl Haya de la Torre, ingresaría a la arena política,
siendo memorable su discurso “En el Cuzco nació el verbo…”
Así, la universidad estaba presente en la acción política, hasta que los
regímenes autoritarios de Leguía, Sánchez Cerro, Benavides y el primer gobierno de
Manuel Prado, empezaron a alejar a las universidades, imponiéndoles un cienticismo,
además, surgieron nuevas especialidades como las Ciencias Económicas y Comercia-
les, y también las cátedras que darían origen más tarde a las Facultades de Ingeniería.
Con el malogrado régimen democrático del presidente José Luis Busta-
mante y Rivero -quien en 1918 había logrado su doctorado en Filosofía en la UN-
SAAC-, las organizaciones estudiantiles fueron formalmente reconocidas, por lo
que su conducción signicaba acceder a una porción del poder universitario:
- Constitución de 1930, cuyo artículo 80, señalaba: “El Estado garantiza la
libertad de la cátedra”, desde luego dicho alcance ya respondía a los movimientos
de reforma universitaria gestados dentro y fueron del país.
- Constitución de 1979, el artículo 31, prescribía: “La educación univer-
sitaria tiene entre sus nes la creación intelectual y artística, la investigación
cientíca y tecnológica y la formación profesional y cultural. Cada universidad es
autónoma en lo académico, normativo y administrativo dentro de la ley. El Estado
garantiza la libertad de cátedra y rechaza la intolerancia. Las universidades nacen
por ley. Son públicas o privadas […].
V.- Una de las propuestas más creativas y originada en los movimientos
de reforma universitaria del Cuzco, fue el Estatuto Universitario sancionado por el
gobierno del presidente Luis Bustamante y Ribero, juntamente que su ministro de
Educación Dr. Luis E. Valcárcel, ambos antonianos. Aquella Ley o Estatuto -como
generalmente se denominaba- del 24 de abril de 1946, contemplaba el cogobier-
no, con representantes de los alumnos y graduados. Todo un avance en la gestión
universitaria, lastimosamente no entró en vigencia por la interferencia del régimen
militar-autoritario de Manuel A. Odria, que impuso una nueva Ley Orgánica de
Educación Pública (1952) dejando de lado la representación estudiantil, hecho
que fue reformulado con la Ley Universitaria 23733, promulgada por Fernando
Belaunde. Otras normas intervencionistas, fueron el D.L. 17430, aprobado por el
gobierno militar de Velasco Alvarado, luego el D. L. 822 de Alberto Fujimori. Así
llegamos a la actual Ley Universitaria Nro. 30220.
VI.- Luego de la escolástica, anarquistas y libertarios, librepensadores,
positivistas, y marxistas, ideológicamente partidos políticos orientaron su que-
hacer en las universidades, particularmente luego del autoritarismo odriista con
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el movimiento de Reforma Universitaria: 1957-1959, encabezado por dirigentes
vinculados a la socialdemocracia, o más concretamente a la Alianza Popular
Revolucionaria Americana, representado por los líderes Mario Cama Miranda,
Flores Ochoa, Chuquimia Cervantes, Ardiles, entre otros, Reforma que en reali-
dad fue aprobada por el Ministerio de Educación de aquellos tiempos, a cargo
del Dr. Jorge Basadre.
Luego el “turno” correspondió al socialcristianismo, con los líderes Valentín
Paniagua Corazao y José Tamayo Herrera, prominentes dirigentes del Frente Único
Reformista Institucional-FURI. Aquellas tendencias continuaron hasta mediados de
la década del sesenta, cuando se conoció del proyecto reformista promovido por
la bancada parlamentaria aprista. Ese momento marcaría también, el inicio de al-
gunos fenómenos que han caracterizado a la universidad peruana en lo sucesivo,
como el directo control ejercido sobre ella por los partidos políticos de apelación
ideológica “emancipatoria”, llegándose en algunos casos a la formación y control
de cuadros y hasta de recursos materiales para su proyecto, subordinando a su
cumplimiento las tareas de orden académico.
También a nales de la década del sesenta la organización Frente de Refor-
ma Universitaria-FER, toma una posición más radical, algunos de sus dirigentes
participaron en los movimiento guerrilleros, otros fueron connados en “El Sepa”
y “El Frontón”, en tanto en la universidad, los estudiantes enterados de la muerte
de líder vietmanita Ho Chimin, se rearman en el “pensamiento marxista-leninis-
ta-maoista”, cambiando el nombre de la organización por “Frente Revolucionario
Estudiantil”-FER, vinculados a la organización por política “Bandera Roja” y “Patria
Roja”, con aplastantes triunfos en las elecciones estudiantiles, sobre todo en tiem-
pos de la dictadura militar de Velasco Alvarado.
Reconstituido el orden civil en el país, el año 1983, un Congreso con fuerte
presencia del APRA y la izquierda marxista aprobó la Ley Universitaria Nº 23733,
que en parte institucionalizó, aunque tardíamente, los postulados del movimien-
to reformista de los años veinte; desde luego, la agenda de la educación superior
había cambiado en el mundo como consecuencia de la revolución tecnocientífca y
la conguración de la denominada “sociedad del conocimiento”.
12. Conclusiones
1.- La idolatría de los indios, contrario al monoteismo cristiano, fue uno
de los leimotiv de la evangelización como acción ideológica de aquellos “dueños
de la verdad”, optando por “civilizar” a los indios, para “salvar sus almas”. Hoy las
investigaciones vuelven a traer al debate, el asunto de la simbolización de Jesús a
la religión cristiana. Camacho (2019), señala que aquello sería una recombinación
de varios relatos míticos y religiosos, la mayoría orientales, aunque también se
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aprecian inuencias clásicas y egipcias. Asimismo, lo de la “verdad”, también va
siendo demostrado que correspondió a los resultados del Concilio de Nicea (313
d.C.), logrando la aceptación de que el christianismus, sea la religión fundamenta-
da en la vida, enseñanzas y milagros de Jesús de Nazaret, cuya gura histórica es
puesta en debate. Aquel Jesús que conocemos, pareciera ser la representación de
varios personajes míticos y reales, que se fue forjando durante los primeros siglos
del pasado milenio y que fueron el cimiento del clericalismo llevado a la academia.
2. Constituye uno de los testimonios sobre la preocupación de la evangeli-
zación y el avance de la escolástica, la obra “Ritval formulario; e institución de cvras
para administrar a los naturales de este reino, los santos sacramentos …” del Br.
Juan Pérez de Bocanegra (Andahuaylillas,1631), publicación de contenido sobre la
sociedad de siglo XVII.
3. A partir de 1828, la UNSAAC ingresó a una época de transición entre el
clericalismo confesional y el mundo laico, hasta que en 1866, cuando fue nombra-
do el primer rector civil, Dr. Enrique Gamboa, anteriormente los obispos-rectores
gestionaron la universidad con las “Constituciones Eclesiásticas”, aún de 1699.
4.- Fueron los movimientos de Reforma Universitaria: 1907-1909; 1927-
1931; 1957-1959, los que permitieron la emergencia de compromisos y militancia
anticlerical, ingresando a temas de la realidad como el “Problema del indio” (1909),
“Regionalización y descentralización”, entre otros.
5.-La frondosa normativa universitaria, se puede resumir en el Reglamen-
to de Instrucción Pública del 07.04.1855, sancionado por el presidente Ramón
Castilla, modicado el 18.03.1876, por el gobierno de Manuel Pardo; luego ven-
drían las Leyes orgánicas de Educación de los presidentes Manuel Candamo
(1902), José Pardo y Barreda (1914), A.B.Leguía (1918 y 1919, 1920); Luis Sánchez
Cerro (1931), Bustamante Rivero (1946), Manuel Prado (1960), todas estas normas
se pueden considerar de reforma; así mismo se dieron disposiciones que afectaban
la autonomía universitaria en sus diversos aspectos, dispuestas a determinaciones
gubernamentales como las leyes de 1928 (Leguía), 1935 (Benavides), 1941 (M. Pra-
do), 1949 (M. Odría), 1969 y 1972 (Velasco Alvarado); 1977 (Morales Bermúdez),
1991-1996 (Fujimori). Finalmente, las Leyes Universitarias de Reforma Moderada,
fueron las sancionadas por Belaunde, (1983) y Humala (2014).
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Oscar Paredes Pando