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REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS AÑO LXXII N° 12 / 2020 ISSN 2519-7592
LENGUAS DOMINADAS
IDEOLOGÍA Y VIOLENCIA LINGÜÍSTICA EN EL MAPUDUNGUN
DOMINATED LANGUAGES
IDEOLOGY AND LINGUISTIC VIOLENCE IN MAPUDUNGUN
CHICHAM DEPETKIMU. ANEGTAIMSA NUIGTU WAITKANIAMU
CHICHAMNUM MAPUDUNGUN
(1)
Javier Álvarez Vandeputte
(2)
Cristián Lagos Fernández
(3)
Universidad de Chile
Resumen: Este artículo propone elementos para el desarrollo de una sociología de
las lenguas minoritarias. Plantea la necesidad de un diálogo entre ciencias sociales y
lingüística para la caracterización y la situación de dominación lingüística. Para ello
propone la complementariedad entre las perspectivas de las ideologías y violencias
lingüísticas. En términos metodológicos, el artículo sistematiza la literatura sobre
ideologías lingüísticas desarrollada por Krotskity y Silverstein y los trabajos de
Pierre Bourdieu sobre violencia y habitus lingüístico. Ambas conceptualizaciones
son revisadas a la luz de evidencia primaria y secundaria sobre la situación de la
lengua de los mapuches, el mapudungun, en Chile. El artículo concluye con una
discusión sobre las posibilidades sociológicas de una liberación lingüística de los
pueblos indígenas y mapuche.
Palabras clave: Mapudungun, ideologías lingüísticas, habitus lingüístico, violencia
lingüística descolonización lingüística.
(1) Traduccion: Clelia Jima Chamiquit. Lengua indígena: Awajun
(2) Sociólogo de la Pontificia Universidad Católica. Magister en Ciencias Sociales por la Universidad
de Chile. Investigador del Centro de Saberes docentes de la Universidad de Chile. Especialista en
estudios de etnicidad, interculturalidad, modelos de evaluación. E-mail: pablo.alvarez.v@uchile.cl
(3) Antropólogo Social por la Universidad de Chile, Magister en Lingüística, Doctor en Filología
Hispánica. Académico en las áreas de Lingüística estructural y etnolingüística del Departamento de
Lingüística de la Universidad de Chile. E-mail: kinelagos@uchile.cl
Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas • UNSAAC
Noviembre 2019 - Octubre 2020
ISSN 2519-7592 Vol. 4 • Nº 12 • Págs 179 - 201
Recibido 30/04/2020 Aprobado 05/10/2020
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Abstract: This article proposes elements for the development of a sociology of
minority languages. It raises the need for a dialogue between the social sciences
and linguistics for the characterization and the situation of linguistic dominance. For
this, he proposes the complementarity between the perspectives of ideologies and
linguistic violence. In methodological terms, the article systematizes the literature
on linguistic ideologies developed by Krotskity and Silverstein and the works of
Pierre Bourdieu on violence and linguistic habitus. Both conceptualizations are
reviewed in the light of primary and secondary evidence on the situation of the
Mapuche language, Mapudungun, in Chile. The article concludes with a discussion
on the sociological possibilities of a linguistic liberation of the indigenous and
Mapuche peoples.
Keywords: Mapudungun, linguistic ideologies, linguistic habitus, linguistic
violence, linguistic decolonization
Chicham tsatsamáamu: Juka takatak emáamui batsatkamunum chicham
imanchau disbauwa nui. Atsumnaawai dekas chichasbau amaina nunu,
batsatkamun augtin nuigtu chicham aidaun jiitus augtin aina nunujai. Antsajik táaji
wajuk takat emamainaita duka mai chichaman apáaju amain ainawai maak takat
weti tabaunum. Wajuk takat ematasa anegtaimjamuita duka, Juu papíin augtin
aidau chichakbauwa nunu aintsa emamaui Krotskity nuigtu Silverstein antsag takau
aidau Pierre Bourdieujai. Jui wantinui waitkaniamu nuigtu wajuk chichainawa nunu
Mapuchenmaya mapudungun chilenum. Juka papik augtusbauk anentainum
júukmakam jugawai, jiyanittsa diyamu, wajuk tuinakjia iinbau chicham antsag
Mapuchesh agkan chicháamush amainaita nunu.
Chicham Etéejamu: Mapudungun, Anegtaimsa emat chicham, Tuké Chichát,
Ajáatusa Diyashbau chichát, Tajitbau Depetamkatatau, Agkagbaebau íina
chichámechunum.
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1. Introducción
Las situaciones prolongadas de interacción lingüística afectan interna
y externamente a las lenguas en situación de contacto/conicto. En su ámbito
interno, las lenguas, sobre todo las minorizadas, pueden experimentar proceso de
modicación estructural en el nivel morfosintáctico y fonológico. Externamente,
la interacción entre lenguas distintas produce fenómenos como el cambio de
código, préstamos lingüísticos y la transformación de las valoraciones de estas y las
signicaciones asociadas a su uso (Bailey, 2007). En general, la lingüística, dada su
preferencia por modelos inmanentistas y formalistas, funcionales a una perspectiva
colonialista del contacto/conicto lingüístico (Errington, 2008), no ha podido por
si sola caracterizar toda la gama de fenómenos externos de modicación de las
prácticas lingüísticas. En particular la caracterización de situaciones de dominación
lingüística y de bilingüismo en situaciones coloniales requieren de un profundo
diálogo interdisciplinario (Stroud, 2007).
Los antecedentes de este diálogo los encontramos en la idea de
racionalizaciones secundarias sobre la lengua, evidenciada primero por Frank
Boas (1911), aunque paradojalmente proscritas por él en la labor etnográca, que
son la puerta de entrada para atender a las conceptualizaciones que hacen las
propias comunidades hablantes sobre sus propias lenguas, aspecto que Whorf
(1941) reimpulsó posteriormente en sus reexiones sobre “representaciones
metalingüísticas”. Uno de los desarrollos más interesantes, que explora fenómenos
como la estigmatización y marginalización de lenguas, así como la construcción de
lenguas hegemónicas, son las ideologías lingüísticas [Silverstein (1979), Irvine (2000),
Kroskity (2010), Hauck (2014), Ojeda & Álvarez (2014), Lagos (2016)]. Desde esta
perspectiva se analizan fenómenos como las actitudes y lealtad frente a la lengua,
así como la construcción social de esquemas de percepción y valoraciones sobre
ellas. Estos estudios caracterizan la acción ideológica como productora de lenguas
hegemónicas, minorizadas, ilegítimas, variedades de bajo prestigio, entre otras.
Sin embargo, a la luz de la evidencia sobre formas post ideológicas de
dominación simbólica y lingüística, se hace urgente avanzar hacia una construcción
social de las lenguas dominadas que incorpore, por ejemplo, los conceptos de
habitus y violencia lingüística desarrolladas por Pierre Bourdieu (1981, 1991, 2002).
Esta perspectiva aporta una mirada que entiende la situación de dominación
lingüística como una forma de violencia simbólica expresiva de estructuras
globales de dominación.
La situación del Mapudungun, lengua del pueblo nación mapuche que
habita las regiones centro sur de Chile, ofrece evidencias importantes para la
caracterización sociológica de la dominación lingüística.
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2. Metodología
Este trabajo es de carácter exploratorio y reexivo. Se basó en la
sistematización de fuentes primarias y secundarias. Respecto de las fuentes
primarias, se realizó una revisión de alcance de la literatura o scoping review
(Arksey & O'Malley, 2018) sobre los siguientes criterios: a) ideologías lingüísticas b)
violencia lingüística c) ideologías lingüísticas en Chile y el Mapudungun. La revisión
de literatura se realizó consultando las siguientes bases de datos: Web of Science
(WoS), SCOPUS, SCIELO y Google Scholar. Respecto de las fuentes primarias, estas
provienen de la revisión de material etnográco propio levantado en el contexto
de dos estudios: Fondecyt Iniciación 11110362 “Caracterización etnolingüística
de producción y reproducción de la lengua mapuche rural en comunidades
pehuenches de Pitril y Caillaqui, Alto Bío-Bío” y el trabajo de tesis para el magister en
Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, realizado en una comunidad mapuche
de la zona del Lago Lleu Lleu (Octava región de Chile) (Alvarez, 2015). Este artículo
explora preguntas planteadas en un artículo anterior (Ojeda & Álvarez, 2014) sobre
la construcción social de la lengua mapuche.
3. Ideologías lingüísticas y Mapudungun
La teoría de las ideologías lingüísticas (IL) entronca con el trabajo de la
sociolingüística y el estudio de las actitudes lingüísticas (AL). Hereda la preocupación
respecto de las valoraciones que los hablantes tienen sobre sus prácticas
lingüísticas y las que circulan en la sociedad. Una actitud lingüística es típicamente
una referencia a la propia lengua y en segundo lugar a otras lenguas o variantes.
Se construye de la experiencia de contacto por una lógica decontrastante -nuestra
lengua o variante/otras lenguas o variantes- como sintaxis binomial que reescribe
en cada dimensión de la lengua o variante la idea desfavorable/desfavorable. Por
ejemplo, una actitud típica es asumir que una lengua es estéticamente superior
a otra como resultado de sus características internas, gramáticas, fonéticas, etc.
Así, una actitud lingüística de un grupo social y culturalmente posicionado acerca
de una práctica lingüística, propia o externa se ubicará en la gradiente que va
de los favorable o desfavorable (Edwars, 2009). El modelo epistemológico de las
actitudes lingüísticas es la psicología social. El concepto de actitud busca explicar
el paso de la mente a la acción. Para que suceda se tienen que dar tres condiciones:
emociones (componente afectivo), creencias (componente cognitivo) y una
predisposición afectiva (componente conductual). (Edwars, 2009). En el caso del
Mapudungun se han estudiado las actitudes lingüísticas positivas de los docentes
interculturales mapuche a cargo de la educación bilingüe respecto de su lengua
(Olate y Henríquez; 2010).
La perspectiva de las ideologías lingüísticas busca analizar desde la historia
y dotar de sentido político las variaciones favorabilidad/desfavorabilidad frente a
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una lengua en relación con la posición e intereses sociales de quienes las enuncian.
Atiende fundamentalmente a los procesos de minorización, marginalización y
estigmatización de lenguas, dialectos y variantes, y su relación con la legitimación
de otras. Adicionalmente, las ideologías lingüísticas toman los desarrollos de la
Antropología lingüística con el objeto de ampliar los contextos que afectan a las
prácticas lingüísticas. De ambas tradiciones se hereda una base epistemológica
enraizada en las teorías del conocimiento y el enfoque cognitivo.
El enfoque de ideologías lingüísticas” ha adquirido un desarrollo
importante en las últimas décadas (Irvine & Gal 2000, Silverstein 1979, Hill 1985;
Jae 2003; Makihara & Schieelin 2007; Kroskrity 2010, 2017), con una amplia
utilización en los estudios sobre lenguas en contacto en Europa y Estados Unidos,
pero solo recientemente aplicada la realidad chilena y sus lenguas en contacto/
conicto (Makihara y Schieelin 2007, para la lengua Rapa nui; Abarzúa 2016, para
la lengua aymara; Lagos 2015, 2017; Lagos & Espinoza 2013; Lagos et al 2013; Ojeda
y Álvarez 2014; Pérez de Arce 2016; Cisternas 2017; Olate et al 2017; Quiroga 2018,
para la lengua mapuche). La noción de “ideología lingüística es el resultado de
la evolución de los planteamientos originales de F. Boas (rescatando la existencia
de elaboraciones secundarias en los hablantes sobre sus lenguas) y B. L. Whorf,
y los posteriores aportes de D. Hymes y J. Gumperz. Puede ser entendida como
el conjunto de creencias, sentimientos y concepciones, planteadas de manera
explícita o manifestadas en prácticas comunicativas, acerca de la estructura y uso
del lenguaje, que a menudo responden a los intereses políticos de los hablantes
individuales, grupos étnicos y de otros intereses y los Estado naciones” (Kroskrity
2010: 192), poniendo así de maniesto la naturaleza social e históricamente situada
de la cultura acerca del lenguaje. De esta manera, corresponden a racionalizaciones
que todos los hablantes -especialistas cientícos” del lenguaje e integrantes de las
comunidades lingüísticas en general- realizan sobre las lenguas, sus funciones, su
estructura, sus hablantes, sus conictos, etc. La incorporación de la variable cultural
que implica su uso permite que el análisis lingüístico se conecte con las relaciones
de poder económico y político que juegan un rol central en la construcción social
de las ideologías lingüísticas que los actores sociales -nosotros- hacemos sobre todo
lo que nos rodea (incluidas las lenguas), factores que cobran gran relevancia cuando
nos situamos en el terreno de las lenguas en contacto/conicto (Errington 2008).
Kroskity (2010) señala que el primer impulso de la teoría de las ideologías
lingüísticas tiene esta matriz -que llama análisis ideológico neutral- focalizado
en las creencias y prácticas lingüísticas en su anclaje al contexto sociocultural en
que operan. En la actualidad, algunas de las deniciones de ideología lingüística
utilizadas contienen directamente esta idea. De los Heros (2007) dice que las
ideologías lingüísticas son las creencias sociales compartidas que se reeren al uso
y al valor de las lenguas. Hirsh et al (2006) señala acerca de las ideologías lingüísticas:
el lenguaje y la signicación son inseparables de la materialidad y la acción.
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En un segundo momento, según Kroskity, se incorpora elementos
de la lingüística crítica y, con ella, la teoría marxista. Se analiza la función de las
ideologías lingüísticas para la construcción de hegemonías lingüísticas en el
marco de relaciones de clases en una sociedad. Ambas líneas -análisis ideológico
neutral/análisis crítico de las ideologías- son validadas y están presentes en las
operacionalizaciones que hoy se hacen del concepto de IL. En suma, se trata de un
concepto multidimensional en el que se superponen cuatro capas de signicación
que lo dotan de poder explicativo y rendimiento analítico:
1. Las ideologías lingüísticas representan valoraciones acerca del
lenguaje y los discursos construidos en función del interés de un grupo
social especíco. Aquello que es “verdadero”, “moralmente bueno”, o
estéticamente agradable acerca del lenguaje se vincula directamente
a la posición social de los grupos que las producen y difunden. En tanto
los grupos sociales y culturales se oponen entre ellos según su posición
de clase social, género, etnia, cultura, lengua; sus representaciones
y actitudes respecto de las lenguas no pueden desinteresarse de
esa o-posición. Las ideologías lingüísticas dominantes: estándar,
monoglósica, monolingüe son producidas por élites políticas y
económicas en diferentes partes del mundo. El poder de esos
grupos aumenta la capacidad de difusión ideológica, haciéndolas
hegemónicas. La sanción institucional favorable a una lengua estándar,
por ejemplo, es el resultado de un trabajo de miticación de las
prácticas lingüísticas del grupo dominante conseguido mediante el
control institucional, educacional y mediático. La función ideológica
de esas instituciones es difundir y legitimar el reconocimiento y la
valoración del lenguaje estándar junto a otros aspectos de la cultura
dominante, al mismo tiempo devaluar las expresiones culturales
lingüísticas divergentes. En esta dimensión la teoría de las ideologías
lingüísticas se acerca al marxismo en su interrogación respecto de la
relación entre capitalismo, estado e ideología.
2. Las ideologías lingüísticas son siempre múltiples, en tanto múltiples
son las formas de estructuración social (clase, género, etnia,
generación, religión, etc.) en las sociedades capitalistas. Al interior
de un grupo sociocultural existe el potencial de producir ideologías
lingüísticas divergentes. No hay introyección insalvable e inmediata de
las ideologías lingüísticas dominantes en los dominados. Existe dentro
de los hablantes una amplia variedad de ideologías lingüísticas como
facciones y subgrupos entre ellos. Tampoco los dominados están
condenados a la falsa conciencia, a la legitimación del orden que los
domina mediante la operación ideológica urdida por el poder. Todos
los grupos producen ideologías, que es conocimiento existencialmente
arraigado por medio del cual traducen sus intereses en contextos de
interacción social con otros grupos.
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3. Los miembros de un grupo sociocultural pueden presentar diferentes
grados de asimilación de la ideología lingüística. Si bien la ideología
lingüística tiene la pretensión de hacerse universal/natural en todo el
cuerpo social, su efecto es más fuerte en el entorno social inmediato
donde es producida. Esta capa signicativa del concepto apunta a un
modelo de transmisión de discursos ideológicos mediante su difusión
en instituciones y medios. La efectividad del mensaje tiene que ver con la
exposición en la radio, la escuela, la iglesia, el ejército, etc. Lógicamente,
los primeros consumidores de esos discursos son los mismos grupos
que la producen. Orgánicamente vinculados a esa ideología lingüística,
la naturalizan en mayor grado. Su efectividad siempre será menor
donde se encuentra en abierta contradicción con la realidad.
4. La ideología lingüística es producida y reproducida en contribución
del cuerpo de cientícos lingüísticas y su inuencia sobre el sistema
educativo. En el campo académico de la lingüística se introducen
ideologías políticas que movilizan creencias y representaciones acerca
de las otras clases, etnias y culturas que se traspasan a sus análisis acerca
de las lenguas y variantes lingüísticas del territorio nacional. Este punto
remite a la función de las lingüísticas en el proceso de estandarización
codicación y aceptación, dentro de una comunidad de hablantes, de un
conjunto de normas que denen los usos correctos: ortografía, gramática
y diccionario (Moreno Fernández 1998). Luego, el sistema educativo
contribuye a la perpetuación de esta ideología lingüística estándar.
Así, en sus usos lingüísticos los distintos grupos sociales adhieren a la
norma lingüística denida por el cuerpo de lingüísticas que reproducen
ideologías políticas dominantes.
El cuerpo de lingüísticas reproduce ideologías políticas, por ejemplo,
sobre la comunidad nacional mono-cultural. Desde ese prisma, la diversidad y la
variación se perciben como una desviación (Milroy, 2001). En ese sentido, el campo
de la lingüística reproduce ideologías políticas que se especican por ejemplo en
las tecnologías de estandarización lingüística. Como señala Siegel (2006) “El proceso
que media entre la estandarización y la construcción de una lengua hegemónica es
ideológico. Estos conceptos, comunidad cultural y monolingüismo son ataduras
ideológicas que vienen de la consolidación de los Estados Nación entre el siglo
XVIII y XIX. (de los Heros, 2007 y 2008).
Para entender la situación de dominación histórica del Mapudungun
respecto del español se deben revisar dos construcciones ideológicas:
monolingüismo y español estándar. Las representaciones y creencias ancladas en
ambas remiten a las prácticas lingüísticas de las élites blancas, descendientes de
españoles y europeos que construyeron el Estado chileno y monopolizan el poder
económico y cultural. Élites cuyo inujo ideológico será contrarrestado recién con
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la propagación de ideologías contra-hegemónicas entrado el siglo XX (Salas, 2006).
El monolingüismo se enarboló enmascarado en una epistemología racionalista
propia de la doctrina liberal de las élites controladoras del estado. En esa lógica,
el español sería un instrumento de comunicación para participar en plenitud de
la vida social, cultural y política del país. Los grupos indígenas, especialmente los
mapuches, debían abandonar su lengua si pensaban entrar en alguna clase de
debate político. El sistema educativo debía impedir la formación de dialectos. El
control político sobre el territorio nacional y la población impone la lógica del
control lingüístico del territorio nacional.
El español-chileno como lengua estándar moviliza la creencia de que la
lengua estándar es más dinámica y adecuada para la modernidad que los dialectos o
variedades marginales. Esto tiene efectos muy precisos en las comunidades hablantes:
“Hablar el estándar es así como marcador de una educación
apropiada, de un mayor nivel de empleo y de acceso a ocasiones formales.
Las variedades marginales sólo son apropiadas para conversaciones
casuales, bromas y ocasiones informales. Representa a la variedad
estándar como una forma más sosticada y superior de habla que por lo
tanto debe ser promocionada para ciertos usos y contextos, sobre todo los
formales y académicos. (Siegel, 2006, p.159)
En síntesis, la ideología del español estándar constituye una fetichización
de las prácticas lingüísticas de las élites dominantes chilenas, y que ha variado
(poco) conforme nuevos grupos han accedido al poder. Es esencialmente la
reproducción de prejuicios respecto de las variedades populares del español,
urbanas y campesinas, así como de las lenguas indígenas.
4. Violencia lingüística y Mapudungun
¿Cómo caracterizar las prácticas lingüísticas de un grupo social dominado?
El fenómeno de la dominación, por el cual uno o varios grupos devienen subalternos,
alcanza, en la situación colonial, todas o casi todas las dimensiones de la vida social:
política, económica, cultural, lingüística, etc. Las ideas de los grupos dominantes,
sus operaciones ideológicas, cumplen una función capital en la legitimación de
la dominación. No obstante, la extensión subjetiva de ese proceso no se agota en
el plano de las ideas y las ideologías. Las teorías que examinan los procesos de
simbolización de la vida social han demostrado que esas construcciones solo son
parcialmente conscientes; que tienen vida colectiva y que no emergen de sistemas
de conocimiento elaborado. De hecho, se trataría de procesos inconscientes y
colectivos a la vez.
Nuestros gestos, actitudes, hábitos, en los que rara vez se repara, no
pueden ser explicados al margen del colectivo que las pone a circular. Tampoco
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nuestra percepción y apreciación del gusto, la belleza, el orden, etc. El conjunto de
esas prácticas culturales (simbólicas), que van desde hábitos hasta elaboraciones
complejas como la religión y el lenguaje, no contienen su realidad última en el
pensamiento de algún individuo. Se producen y reproducen colectivamente y
se anidan en el sentido práctico de las personas, que encarnan y corporizan. Y es
justamente ese el ámbito donde se encuentra el último eslabón del proceso de
dominación. Se debe, en consecuencia, diferenciar entre estos dos ámbitos de
dominación: las ideas -vía ideologías-; las prácticas culturales -vía violencia simbólica-.
Teóricamente las ideologías lingüísticas constituyen un momento
dentro de ese complejo que es la relegación social de una lengua o una variante
a la marginalidad. Momento que tiene que ver con la articulación de creencias y
representaciones anidadas en la conciencia de los hablantes y su circulación en el
espacio social. Más allá de las ideologías, en lo profundo de la subjetividad de los
hablantes que se despliega en las interacciones lingüísticas, está el ámbito de la
violencia simbólica: categorías con que percibimos, apreciamos y jerarquizamos
nuestra propia lengua.
¿Qué papel juega el lenguaje -práctica cultural elemental- en los procesos
de dominación? ¿De qué manera se ejerce dominación por intermedio de las
prácticas lingüísticas?
Las preguntas planteadas señalan una dirección: existe un correlato de la
violencia simbólica, la violencia lingüística. Bourdieu (2002) propone una estructura
general en la que se desarrollan las prácticas lingüísticas cuya caracterización
permite distinguir en qué orden se aplica la violencia lingüística. Propone el
siguiente modelo: toda práctica lingüística es el resultado de la interacción entre
un habitus lingüístico y un mercado lingüístico. La ecuación es la siguiente:
Habitus lingüístico + mercado lingüístico = expresión lingüística.
Para acercarse al fenómeno de la violencia lingüística se requiere
analizar el lenguaje más allá de su función comunicativa. El contacto cultural y el
bilingüismo no explican, por sí mismos, cómo una lengua deviene marginal. Por
ejemplo, condenar al silencio, callarse” porque no se sabe “hablar correctamente
es en sí una práctica lingüística. Está condición conecta con un esquema general de
valoraciones sobre las lenguas en contacto. En ese esquema, las lenguas o variantes
minoritarias son construidas como un marcador de estigma social. Este esquema
permite conceptualizar las prácticas lingüísticas que se dan en situaciones de
contacto asimétricas.
Tradicionalmente la lingüística ha integrado al análisis el condicionamiento
social de los hablantes por medio de dos conceptos: situación y contexto. Señala
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Bourdieu (2001) que la “situación introduce un contexto reducido que no alcanza
a reejar lo social en las prácticas lingüísticas. Aquello a que apunta la situación
lingüística, una interacción social especíca, por ejemplo una conversación, no da
cuenta de la posición social de los hablantes, de toda la carga simbólica que esas
prácticas lingüísticas pueden estar reejando.
“Las relaciones lingüísticas de fuerza transcienden la situación, son
irreductibles a las relaciones de interacción tal y como se pueden captar en
la situación (Bourdieu, 2002, p 151).
Para Bourdieu una interacción lingüística, desarrollada en un contexto, es
también un intercambio económico (más adelante se explicará a qué se reere)
que se lleva a cabo en una cierta relación simbólica de fuerzas entre un productor,
provisto un cierto capital lingüístico, y un consumidor al interior de un “mercado,
apto para procurar un cierto benecio material o simbólico.
“Dicho con otras palabras, los discursos no son únicamente (cuando
son sólo excepcionalmente) signos destinados a ser comprendidos,
descifrados; son también signos de riqueza destinado a ser valorados,
apreciados y signos de autoridad destinado a ser creídos y obedecidos
(Bourdieu, 2001, p.40).
La práctica lingüística informa sobre la manera diferencial de comunicar, es
decir, sobre el estilo reexivo que percibimos apreciado en referencia al universo de los
estilos de vida aparentemente competitivos, con gran valor social y ecacia simbólica.
Ese estilo de comunicar” es expresión del habitus lingüístico que a su
vez es una dimensión particular del habitus que expresa una simbolización de la
posición social: sentido práctico, encarnado, opera como sistema de esquemas
generadores de prácticas y de percepción de esas prácticas, competencia
inseparablemente técnica y social (a la vez capacidad de hablar y hacerlo de una
determinada manera, socialmente marcada)” (Bourdieu, 1982). El habitus se
estructura multidimensionalmente en los diferenciales de capital (económico,
cultural, social, político y lingüístico) que denen las coordenadas de posición
social en el espacio social
(4)
. El habitus lingüístico pone en marcha esquemas de
apreciación y percepción de la lengua que son objetivas a la posición de cada
grupo social. Se adquiere en los intercambios familiares, en la vida al interior de un
barrio y la escuela; son modelos y sanciones acerca de la lengua que aprenden los
miembros jóvenes del grupo por mimesis práctica, pre-reexiva, por una suerte de
encarnación.
(4) Quienes ocupan una posición dominante en el espacio social se caracterizan por la acumulación
de capital: político económico y cultural. tienden también a concentrar otros tipos de capital simbólico
(tasa de convertibilidad del capital).
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En consecuencia, el habitus lingüístico expresa la concentración de capital
simbólico (lingüístico) desigualmente
(5)
distribuido en el espacio social. Soporte
de lo que en lingüística se llama competencia (talento para escribir, leer, hablar,
escuchar, entender el contexto plurilingüe y pluricultural). El capital lingüístico
corresponde entonces a la posesión de competencias más o menos alejadas del
uso legítimo de la lengua.
¿Cuál es la característica del habitus mapuche y más especícamente de
su habitus lingüístico? A partir de nuestra experiencia etnográca con mapuches
bilingües y monolingües en español de las zonas del Lago Lleu Leu y de la zona de
Ato Bío Bío, consideramos los siguientes elementos:
La característica de ese habitus lingüístico es su adecuación objetiva
a la posición social que lo genera; posición económica, política y culturalmente
dominada. En consecuencia, la primera particularidad del habitus lingüístico
mapuche, el repertorio de competencias lingüísticas que despliega, es la distancia
respecto del habitus lingüístico dominante poseedora del español estándar y de
las competencias gramaticales, escriturales y discursivas que se reconocen como
la norma lingüística. La posesión de esas competencias es la posesión de un capital
simbólico-lingüístico.
Dado que los distintos habitus lingüísticos tienen un valor simbólico
diferencial en relación con la posición social donde se generan, Bourdieu considera
adecuada la idea de “mercado lingüístico
(6)
. Con ella el autor quiere reconstruir
la lógica global de la interacción lingüística en una sociedad enfatizando las
desigualdades de capital lingüístico en su interior. ¿Por qué hablar de mercado?
Un mercado siempre es una relación de fuerzas. El campo económico, de prácticas
propiamente económicas, es un espacio de lucha por la apropiación de bienes
económicos y la acumulación de capital económico. Así, la idea de mercado
nos permite entender la circulación y valoración de los productos lingüísticos
como sistema de relaciones de fuerza lingüísticas fundada en la desigualdad
(5) Bourdieu advierte no hacer una lectura mecanicista del habitus: El habitus es histórico,
genera disposiciones durables pero no perpetúas. La función del habitus es la adaptación, procesa la
contingencia de cada nueva situación, en consecuencia experimenta transformaciones significativas.
No obstante, mientras la posición social de cada grupo, en términos de concentración de capital, no
se transforme, el habitus históricamente construido seguirá aportando los esquemas de percepción y
apreciación idóneos a esa posición. Así sin transformación social las adaptaciones del habitus no pasan
ciertos límites. “La situación es la condición que permite la realización objetiva del habitus. Aun así, los
ajustes que impone la necesidad de adaptarse a situaciones nuevas e imprevistas pueden determinar
transformaciones duraderas en el habitus, pero éstas no rebasarán un cierto límite, entre otras razones,
porque el habitus define la percepción de la situación que lo determina (Bourdieu, El mercado
lingüistico, 2002).
(6) Habla de mercado lingüísticos y no utiliza la noción de campo por varios motivos: la idea de
campo lingüístico puede generar confusiones respecto del campo académico del cuerpo de lingüistas.
La idea de campo en Bourdieu siempre expresa una situación de mercado en tanto refiere a procesos
de circulación, distribución, acumulación y concentración de bienes. Los campos son espacios de lucha
por la acumulación de capital simbólico.
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de distribución capital lingüístico. En ese mercado lingüístico se valorizan las
diferentes competencias lingüísticas ancladas a cada habitus lingüístico. Todas
las interacciones lingüísticas son tipos de micro mercados que están siempre
dominados por las estructuras globales” (Bourdieu, 2002).
El capital lingüístico es el poder sobre la formación de precios lingüísticos
respecto de los productos lingüísticos circulantes. En contraste, el habitus
lingüístico producido en la comunidad mapuche no constituye ni se transforma
en capital lingüístico redituable. ¿Por qué el habitus lingüístico mapuche no puede
transformarse en capital lingüístico? El mapuche, su lengua y su variante del español
poseen escaso valor real en el mercado lingüístico chileno. Tiene escasa legitimidad
lingüística. Subsiste en mercados delimitados (espacio rural, ritual, académico). En
verdaderos islotes socioculturales por fuera de las leyes del mercado.
Respecto de la situación colonial, propia de las comunidades mapuches, la
idea de mercado simbólico y mercado lingüístico resulta especialmente adecuada.
Bourdieu, siguiendo a Polanyi
(7)
, sostiene que un mercado (de prácticas económicas)
capitalista es siempre una realidad construida por la acción de un Estado nacional
moderno. La imposición de un mercado es un proceso de dominación política. El
mercado capitalista se impuso en territorio mapuche mediante la acción colonial
chilena. Se buscaba la incorporación de ese territorio y la mano de obra a los
esquemas productivos nacionales
(8)
. Resulta de esa anexión colonial del territorio y
su población la unicación del mercado económico y su apertura a los mecanismos
de formación de precios en la economía. Se introducen los criterios dominantes
del valor económico: jación neutral de los precios y conductas instrumentales
mercantiles asumidas como universales. Contrario a lo que sostienen muchos de los
modelos utilizados por economistas, la unicación del mercado económico dista
de ser un arreglo o ajuste entre individuos y mercado. En realidad, la intervención
del Estado crea y asegura mercados para los capitalistas nacionales. Colocados
en esa situación, los bienes económicos mapuches, por ejemplo, su producción
agraria y ganadera es inmediatamente devaluada por la unicación del mercado
económico. Además de la usurpación, expoliación y destrucción de sus medios
de producción, la fuerza de trabajo mapuche incorporada al mercado del trabajo
se posiciona estructuralmente devaluada, condenada a circular como mercancía
barata (Bengoa, 1985). Toda la producción agrícola y ganadera mapuche reducida
a economía de subsistencia.
La idea de unicación del mercado lingüístico es útil para examinar la
situación de las lenguas indígenas en contextos poscoloniales latinoamericanos.
(7) Ver la gran transformación de Karl Polanyi (2018).
(8) Cronológicamente primero se impuso un tipo de capitalismo agrario, con elementos de
economía hacendal. Desde los últimos decenios del siglo XX se produce progresiva capitalización y
modernización vía inversión nacional y extranjera en la figura de la industria forestal.
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Los productos culturales de los grupos sometidos, como el mapuche, corren la
misma suerte. El sometimiento político y económico implica al mismo tiempo la
unicación del mercado de bienes simbólicos. Así, la producción y circulación de
bienes culturales mapuche (religión, arte, valores, creencias, lengua), antes dirigida
a su propio mercado, son forzados a una apertura al mercado cultural chileno y
llevados a su rápida devaluación. Ese mercado impone y generaliza sistemas de
valoración cultural ajenos a la cultura mapuche, por la acción de campos como
el educacional, político y los medios de comunicación. En otras palabras, a los
grupos indígenas se les arrebata la capacidad de valorar sus bienes simbólicos.
En contrapartida, ese mecanismo valoriza los productos culturales de los grupos
dominantes que a su vez se encuentran concentrados por ellos. Es en la práctica,
la condena progresiva a la obsolescencia del habitus mapuche, sus prácticas
económicas y culturales junto con sus productos económicos y culturales (lógicas
de trabajo y acumulación, estrategias de intercambio matrimonial, organización
religiosa, arte, etc.).
El sometimiento político, económico y cultural del territorio mapuche
implica, en esta lógica, la unicación del mercado lingüístico, y la imposición de unas
relaciones de fuerza lingüística en su interior. La anexión del territorio mapuche
signicó la anexión lingüística de la población. Cada interacción lingüística expresa,
desde este punto de vista, una relación de fuerzas lingüísticas. El resultado es el
desplazamiento funcional del Mapudungun en tanto no participa de los mercados
linguisticos regulados por el Estado; la escuela, las institituciones estatales, medios
de comunicación, por nombrar algunos. En eso descansan las condiciones de
dominación lingüística del español sobre el Mapudungun. La legitimación de esa
situación vía ideologías que naturalizan (ámbito de las ideologías linguisticas), la
relación español-nación chilena.
La acción ideológica de la escuela es fundamental en tanto impone
el reconocimiento universal del español. Ahí se cautela el aprendizaje y uso de
la lengua correcta mediante el somentimiento universal al examen y sanción
lingüística. Más importante, el sistema escolar chileno logró legitimar la distribución
desigual del conocimiento del español estándar y al mismo tiempo legitimar la
distribución mucho más homogénea del reconocimiento de la legitimidad de
esa lengua. Eso sucede porque la escuela naturaliza una variante del español, su
pronunciación, léxico, construcciones gramaticales, como la norma lingüística
estándar. En efecto, su acumulación constituye capital lingüístico. ¿Cómo afecta
la posesión de ese capital lingüístico en la interacción lingüística, especialmente
donde hay diferenciales signicativos de capital lingüístico? El hablante poseedor
de capital lingüístico (dominio de la norma), es normalmente representante de los
grupos dominantes, moviliza el reconocimiento de su modo de comunicar y con
ello refuerza el mensaje de su comunicación. Es decir, que la violencia lingüística
tiene ecacia simbólica.
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Siguiendo a Bourdieu (2002), la violencia simbólica es aquella que se
ejerce sobre una persona predispuesta (en su habitus) a sufrirla. Implica una
forma de complicidad que no es coerción física ni sumisión pasiva. La violencia
lingüística en particular es aquella que se origina en el proceso de simbolización de
las relaciones de fuerza lingüística donde se inserta la comunicación. Se produce
en tanto el habitus lingüístico dominado, devaluado, se predispone a aceptar y
legitimar esa posición en cada interacción lingüística en particular en aquellas
donde concurren portadores de la norma o capital lingüístico. Así, aunque se
valore sinceramente el Mapudungun y opere efectivamente en micro mercados
lingüísticos de la comunidad mapuche, la práctica lingüística más frecuente del
hablante del Mapudungun o del bilingüe es la autocensura de sus expresiones
(9)
. El
habitus lingüístico mapuche produce esquemas de cálculo espontáneo, categorías
de percepción y apreciación de la lengua que origina prácticas lingüísticas que son
anticipaciones respecto de las interacciones lingüísticas donde debe concurrir. El
mapuche no puede pensar su propia lengua sin aplicar los instrumentos que el
español pone en circulación para legitimarse.
Tratándose una producción simbólica, la conexión que el mercado
ejerce mediante la anticipación de las posibilidades de benecio remiten
naturalmente la forma de una censura anticipada, de la autocensura, que
no sólo determina la manera de hablar, la elección del lenguaje, como es
el caso del cambio de código en situaciones bilingües. En cada interacción
se revela quién es el poseedor de la norma lingüística. Las situaciones de
bilingüismo permiten observar en forma casi experimental las variaciones
de la lengua empleada en función de la relación entre los interlocutores y de
su instrumento de expresión, en la estructura de la distribución del capital
propiamente lingüístico y otros tipos de capital”. (Bourdieu, 2001, p.51)
A partir de esta perspectiva se puede plantear: ¿Qué expresa la pérdida
de vitalidad del Mapudungun en las comunidades mapuche? ¿Qué expresa su
desplazamiento funcional, su restricción a un puñado de micro-mercado (familiar,
coloquial, ritual productivo)? Desde la perspectiva de la violencia lingüística,
expresan la desintegración cultural y social a la que ha sido arrojada la sociedad
mapuche a partir de la mal llama la pacicación de la Araucanía. En menos de
cien años se pasó de una situación mayoritariamente monolingüe vernácula
a la virtual extinción de esa lengua. El resultado, un bilingüismo históricamente
desincentivado por la escuela, instituciones y medios de comunicación que tiene
por efecto la interrupción de la enculturación del Mapudungun.
La baja vitalidad del Mapudungun (Lagos 2005; Gundermann et al, 2008),
expresa esa situación en la medida que han sido los propios colectivos mapuche,
(9) El silencio es una práctica lingüística que difícilmente puede ser captada por los instrumentos
que aplica la sociolingüística (encuesta y análisis de datos) y que sin embargo tiene una relevancia
fundamental para esa comunidad de hablantes.
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agentes determinantes de su desplazamiento funcional en favor del español.
Las sucesivas generaciones fueron desincentivadas del aprendizaje y uso del
Mapudungun, en favor del aprendizaje del español. El habitus lingüístico mapuche
se funda en la estigmatización del Mapudungun resultando un bilingüismo en
retroceso (Zúñiga, 2007); y un español mapuchizado muy alejado del estándar y
desvalorizado. Así, sin poder hacer otra cosa que subvalorar su lengua vernácula
y sus competencias en español. El habitus lingüístico mapuche comporta
anticipaciones y sanciones sobre dónde, cómo, cuándo y con quién hablar. Es
esquema de percepción y apropiación de la propia competencia lingüística lleva a
la autocensura y la desvalorización de formas expresivas. El cálculo inconsciente de
un óptimo entre formas expresivas y comunicativas desvalorizadas lleva a que con
el tiempo, la propia función comunicativa se vea afectada. El silencio.
5. Ideologías lingüísticas contra-hegemónicas
El siguiente apartado tiene por objeto introducir una propuesta teórica.
Reexionar sobre un objeto que ha sido escasamente estudiado por la teoría de las
ideologías lingüísticas y en general por el análisis de los procesos de dominación a
través del lenguaje. Nos referimos a la puesta en marcha de operaciones ideológico-
lingüísticas, por parte un grupo cuya lengua se encuentra dominada. Procesos de
descolonización política y cultural que se especican en la defensa de las lenguas
vernáculas y las prácticas lingüísticas. Es cierto que la teoría de las ideologías
lingüísticas, por su matriz en las teorías del conocimiento, no cae en el automatismo
de la teoría marxista de la ideología -ideología de los de arriba para dominar a los
de abajo- Sin embargo, no se ha explorado, salvo contadas excepciones, las ideas,
creencias y representaciones generadas por los grupos subalternos para defender
y promover su lengua. La sociolingüística laboviana usó la noción de prestigio
encubierto (covert prestige) para explicar por qué algunas formas no estándar
persisten en el tiempo a pesar de los esfuerzos por estigmatizarlas y erradicarlas
(Schiman, 1997). Ese prestigio encubierto sería robusto al punto que para ciertos
grupos el cambio a una variedad estándar es una traición a la identidad grupal. Edward
(2009) habla de una función de solidaridad del lenguaje. Kroskity (2010) se limita a
señalar que el fenómeno del activismo lingüístico -language renewal- corresponde
a una confrontación que se da en el orden ideológico en tanto ese es el marco que
envuelve toda interacción entre el Estado y por ejemplo los grupos indígenas.
Como se ha señalado en este trabajo, todos los grupos sociales fundamentan
sus actitudes respecto de los otros grupos sociales. Esa construcción, anidada en la
conciencia de los sujetos, es una construcción ideológica. La fuerza de las ideologías
depende del control sobre los medios de producción ideológica; medios de
comunicación, escuela, religión, entre otros. Una ideología contra-hegemónica se
dene entonces como aquella que debe contrarrestar la función propagandística que
los dominantes utilizan para difundir sus ideologías. Debe, por lo tanto, asegurar que
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las creencias, representaciones y opiniones que circulan en ese grupo correspondan
objetivamente a su posición social e interés colectivo. Para ello, hay que exponer que
la ideología dominante sirve al interés de los grupos dominantes.
La noción de contra-hegemonía proviene de la reexión neo gramsciana
de autores como Laclau, Tony Neri y Michael Hart (Eagleton, 1997). La contra-
hegemonía es el movimiento que busca desanclar las construcciones ideológicas
que legitiman una situación hegemónica. Busca dar cuenta de las condiciones
de posibilidad para la construcción de una conciencia política autónoma de
los sectores y saberes subalternos. Desnaturalizar los conceptos, creencias y
representaciones que ha erigido la ideología dominante para así multiplicar
los escenarios de disputa. Es un movimiento de articulación orgánica entre las
prácticas culturales y los intereses especícos al interior de las capas subalternas,
dispersas y contradictorias, en un cuerpo ideológico consistente con capacidad
real de disputarle la conciencia de los sujetos a la ideología dominante.
Respecto de la situación mapuche, el análisis debe apuntar a la idea de
construcción de ideologías étnicas. Se ha propuesto que en aquellos sistemas
interétnicos estructurados a partir de una situación colonial -contextos de
cción étnica- la gramática general de identidades (mecanismo de construcción
de identidad por contraste a una otredad) yuxtapone los marcadores culturales
de la diferencia étnica junto con marcadores de la posición social en la que los
grupos han quedado como consecuencia de su incorporación a la estructura social
capitalista del grupo colonialista. Es decir, la superposición de las identidades de
etnia y de clase
(10)
.
Así, la sintaxis binomial de identidades nosotros/ustedes superpone
marcadores culturales -nosotros esta lengua/ustedes esa- jerarquizados en
función de la estructura de relaciones de fuerza étnica -nosotros indios/ustedes
occidentales- de posición de clase nosotros campesinos-trabajadores/ustedes
empresarios- políticos. Dice Cardoso de Oliveira(2007) que las representaciones a
partir de las cuales se construye la identidad étnica integran valoraciones sobre la
diferencia étnica; de hecho opera un etnocentrismo natural en tanto denimos al
otro a partir de nuestras características puestas en una situación de interacción.
En contextos de cción étnica, donde la identidad deviene ideología, esas pautas
de valoración se traducen en representaciones interesadas fundamentadas en la
defensa de la posición de clase en la estructura social. Para el autor, los grupos
oprimidos, como los indígenas amerindios, siempre arriesgan la posibilidad de
desarrollar una ideología étnica alienada en tanto su control sobre la cultura de
(10) Hay que recordar que las identidades son múltiples y siempre refieren a una situación de contacto
que impone la necesidad de identificarse, identificar al otro y ser identificado por el otro. Ver capítulo
Posestructuralismo en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”. Barth concepto de
identidad étnica. (Alvarez, 2014)
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contacto es reducida, por lo cual tienden a incorporar las representaciones de la
sintaxis binomial producidas por la otredad dominante: el grupo colonizador.
Pues bien, el caso inverso, la construcción de una ideología étnica
contra-hegemónica supone una relajación en el control sobre la cultura de
contacto por parte del grupo dominante. Esto pasa por la diferenciación funcional
que experimentan dichas instituciones como consecuencia del desarrollo del
capitalismo. Es decir que las instituciones educativas y académicas, los medios
de comunicación, así como los movimientos políticos urbanos cuestionan el
modo de relacionamiento con el indígena y ponen a circular nuevos conceptos y
representaciones de esa relación.
Al respecto es importante revisar los efectos que ha tenido la instauración
del programa de educación intercultural bilingüe en algunas escuelas de Chile, así
como la extensión del enfoque intercultural en la relación Estado-comunidades
indígenas (Richards, 2019). En el ámbito especíco de las ideologías lingüísticas da
cuenta de tensiones que De los Heros denominó pluralismo igualitario e igualdad
de oportunidades.
“La ideología del pluralismo igualitario, y la ideología de la igualdad
de la oportunidad. Las dos ideologías son muy similares, pero enfatizan
elementos diversos. Mientras que la del pluralismo igualitario enfatiza la
igualdad de las lenguas, y el estándar como un recurso de escala social, la
de la igualdad de oportunidades destaca el rol de la escuela y la adquisición
del estándar para poder hacer que la sociedad sea más justa dando a sus
miembros igualdad de oportunidades para triunfar en la vida” (De los
Heros, 2008, p.100).
Esta tensión dentro de las ideologías dominantes entronca con los propios
procesos de construcción de ideologías étnicas en las comunidades mapuche. Un
desarrollo relevante en esa línea es el control territorial” desarrollada en algunas
comunidades mapuche vinculadas a la acción política de la Coordinadora Arauco
Malleco (Pairicán, XXX; Álvarez, XXX) caracterizada por la defensa del territorio y las
acciones de ocupación de territorio en manos de forestales y terratenientes. Se trata
de una construcción etnoideológica que se nutre de ese excedente de signicado
que caracteriza a la mayoría de las culturas indígenas. Las creencias religiosas, ritos,
lengua, arte, historia, prácticas económicas, entre otros. Ese material simbólico
otante es rescatado y subjetivamente escogido como signicante de la identidad
étnica. Para la ideología mapuche el pasado guerrero (weichafe) constituye un
elemento central. Cómo veremos más adelante el rescate del signicado del
Mapudungun como “lengua de la tierra es utilizado en un sentido similar.
Una ideología lingüística contra-hegemónica aparece en el contexto de la
movilización política de un grupo social que porta una lengua dominada. Es decir,
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como uno, de entre varios repertorios de disputa con los grupos dirigentes. Sin
que se cumpla esa condición parece poco probable que ésta pueda manifestarse.
Así, una operación ideológico-lingüística es una especicación en el plano de la
lengua de una construcción ideológica contra-hegemónica general. En esa disputa
se enfrenta a las ideologías lingüísticas dominantes que a su vez son parte de
construcciones ideológicas mayores.
¿En qué consiste una operación ideológico-lingüística contra-hegemónica?
Reere a la articulación de un conjunto de creencias, representaciones y
conocimientos acerca de la propia lengua para contrarrestar la ideología lingüística
dominante que legítima la lengua estándar y el abandono de la lengua o variante
dominada. Opera como un repertorio de consignas para la defensa de la lengua.
Dijimos más arriba que las comunidades mapuches han experimentado procesos
de construcción de una ideología étnica contra hegemónica. Y que el material de esa
construcción es el conocimiento tradicional resignicado a partir de conocimientos
importados desde los centros urbanos. La defensa del Mapudungun mediante una
operación ideológica se nutre primeramente del modelo romántico de lenguas
que circula en la mayoría de las sociedades occidentales. Es decir, un reclamo a
favor de la lengua en tanto comporta un medio de expresión fundamental para la
identidad de un grupo. La imposición de la lengua estándar es entendida como vía
de exclusión social de esa identidad.
Sabemos que esta idea romántica de la lengua tiene un origen académico,
vinculado al trabajo del cuerpo académico de lingüistas y gramáticos. Es una idea
esencialista y folkloristante que se ajusta muy bien a la demanda por la defensa de
la lengua. El romanticismo lingüístico permite la re-signicación de las creencias
y representaciones vernáculas acerca de la lengua mapuche que es muy rica
y diversa. Al respecto, los rasgos etnocéntricos y cosmológicamente fundados
(Course, 2012) de la concepción tradicional del Mapudungun como “lengua de la
tierra o “lengua del territorio” movilizan signicados útiles para la elaboración de
la lengua mapuche como una etnolengua. La puesta en escena del Mapudungun
como marcador central de su identidad es también una operación ideológica
de descolonización lingüística, así como una expresión de las epistemologías
multicultural, intercultural y plurilingüística que se han ido instalando en Chile.
Ahora bien, ¿Cuál es la capacidad de una ideología lingüística de
resistencia para contrarrestar las ideologías lingüísticas dominantes? La historia
reciente conoce procesos exitosos de revitalización lingüística como el País
Vasco y Cataluña. No obstante desvincular dichos procesos al éxito de la política
nacionalista que han impulsado sus comunidades sería una ingenuidad. En esos
casos el desplazamiento funcional de su lengua se ha revertido reposicionándola
en el espacio público y educativo. Respecto de los pueblos indígenas en América
Latina, y del mapuche en particular, los avances son mucho menores. Si bien parece
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haberse constituido una tendencia ideológico-lingüística de resistencia al interior
de muchas comunidades, donde los lingüistas mapuches han jugado un rol central,
no parece revertirse signicativamente la pérdida de vitalidad del Mapudungun. La
causa de aquello probablemente esté en la persistencia de la estructura de dominio
político y económico sobre las comunidades mapuche. En esas circunstancias, el
habitus lingüístico mapuche sigue desenvolviéndose en un mercado lingüístico
que concede escaso valor al Mapudungun. La estructura de relaciones de fuerza
lingüística sigue actuando de modo que las prácticas lingüísticas desarrolladas al
interior de las comunidades se adapten a la utilización generalizada del español.
La violencia lingüística contra el mapudungun se sigue ejerciendo toda vez que
introduce en el habitus lingüístico del mapuche la predisposición a dejar de
hablarlo, relegarlo a contextos especícos, micro mercado lingüístico.
Más aún, la puesta en marcha de una ideología lingüística para la resistencia
del Mapudungun parece replicar los mecanismos de violencia lingüística que
aseguran su dominación. Para muchos intelectuales y lingüistas del mundo mapuche
la preocupación fundamental es atraer capital lingüístico a su lengua. Reproducir
toda la lógica del mercado lingüístico del que quiere escapar. Y para lograrlo se busca
desmantelarla de los contextos donde aún subsiste. Existe una disputa que lleva
décadas sin resolución entorno a la elaboración de grafemarios, estandarización
del Mapudungun y terminar con su condición ágrafa. Aquello demuestra la
incapacidad de pensar la propia lengua sin referir a la situación del español como
modelo. Esa disputa reproduce la idea de que el Mapudungun es aún una lengua
atrasada, incompleta; un instrumento de comunicación imperfecto. Un análisis
relevante al respecto es el rol de las ideologías lingüísticas mapuche desarrollado
en las comunidades Pewenche, sobre el efecto de segregador que tendrían para los
jóvenes mapuche que no son hablantes de la lengua (Dinamarca & Henríquez, 2019).
Finalmente hay que decir que las ideologías lingüísticas de resistencia
comportan otro riesgo. La ideología lingüística de resistencia concede estatus
y valoración a quienes son hablantes; por lo tanto se legitima su adscripción a
posiciones dirigenciales. Por ejemplo, entre los Tapaties la revalorización de la
lengua ha conducido a un enfrentamiento entre los miembros adultos y jóvenes
de la etnia (Hirsch, González, & Ciccone, 2006). La defensa e incentivo de la lengua
ha conducido a que se establezcan estatutos donde quienes no la hablan quedan
excluidos de la participación y de la toma de decisiones políticas. Así, una operación
ideológico-lingüística puede deslizarse por toda la estructura social y política de
una comunidad indígena y replantear los vínculos de relación en su interior: etario,
género, status, religioso, etc.
6. Discusión: revelar el arbitrario
La lingüística no debe ignorar que la dominación lingüística, la
construcción de lenguas dominadas/estigmatizadas/minoritarias es parte de un
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contexto general de dominación. No puede, por ejemplo, analizar el bilingüismo
impuesto por una situación colonial sin introducir una perspectiva de cómo
ese proceso, político, económico y cultural afecta la subjetividad y las prácticas
culturales del grupo colonizado.
La dominación lingüística es una realidad terrible. Ocurre cuando los
dominantes imponen al dominado la disolución de sus expresiones lingüísticas.
La difuminación de su palabra, de sus formas de comunicar y nombrar al mundo.
Cuando se lo condena al silencio. Es decir, cuando el control social es tan profundo
que busca formatear la identidad del dominado.
La escuela funcionó para el mapuche como un aparato ideológico del
Estado hasta nales del siglo XX. Los espacios de movilidad social y su incorporación
a la carrera docente han modicado en algo esa situación. Recientemente, con
los programas de educación intercultural bilingüe, la política de transformar al
mapuche en chileno parece haberse relajado. Sin embargo, gran parte de la vida
mapuche contemporánea se explica por la prolongación de las relaciones coloniales
para con este pueblo. Aquello justica y hace necesario el estudio de las ideologías
lingüísticas incluida la que hay detrás de la educación intercultural bilingüe. Esta
última, denida desde el Estado, contiene una ideología de la gestión participativa
de la realidad multicultural y plurilingüística chilena. No constituye por sí misma,
una forma de ideología lingüística contra-hegemónica. Por el contrario, producida
desde arriba, en el ministerio de educación, debe ser leída como una ideología
lingüística dominante.
De ahí la importancia de rastrear las codicaciones/operaciones ideológicas
desplegadas para contrarrestar las ideologías lingüísticas dominantes. Observar la
reintroducción en el ámbito de la lengua, de la ideología étnica mapuche que se
construye, con distintos matices, por todo su territorio. ¿Qué tan efectivo resulta ese
despliegue ideológico para contrarrestar la violencia lingüística del español sobre
el Mapudungun? Probablemente muy poco. La ideología lingüística de resistencia
probablemente genera grietas en el imaginario que el mapuche tiene sobre su
propia lengua. Pero la violencia lingüística que ejerce el español hegemónico sobre
todas las interacciones lingüísticas responde a la situación estructural en que se
encuentran sus hablantes. Los procesos de simbolización de la vida social, naturales
a la vida humana, no pueden dejar de referir a esa matriz. El punto es que la ideología
no asegura que el habitus lingüístico mapuche deje de conducirlo al silencio.
Solo la movilización política por la defensa de la lengua, escoltada por
una movilización general para conseguir la autonomía política y recuperar la tierra.
Es decir, en la transformación de las relaciones sociales, políticas y económicas
entre chilenos y mapuches cambian las relaciones de fuerza simbólica y el poder
simbólico que los primeros ejercen sobre los segundos. Ese proceso, signicado
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en construcciones ideológicas que le den fuerza y capacidad de difusión puede
hacer frente a cien años de colonización. Y aun logrado eso, muy probablemente
se mantengan y deslicen modos de sometimiento social y cultural.
Hoy se requiere alianzas amplias y generosas no solo con las clases
populares, sino con sectores medios y empresariales (aquellos que se benecian
del etnoturismo por ejemplo). Muy especialmente con el cuerpo de académicos
críticos, sociólogos antropólogos y lingüistas. Estos últimos son los llamados
a incorporar los efectos de dominación en sus análisis y desde ahí, proponer
estrategias de resistencia lingüística que sean históricamente viables.
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