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REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS AÑO LXXI N° 11 / 2019 ISSN 2519-7592
Con la necesidad de mucha mano de obra en las industrias, algunas mujeres pasaron
a salir de casa y asumir puestos de trabajo, principalmente como obreras. Ese es el
caso de las esposas y amas de casa blancas que transeren los servicios domésticos
a la responsabilidad de trabajadoras domésticas, categoría mayoritariamente
compuesta por mujeres negras
(4)
, sometiéndolas a pésimas condiciones de trabajo
manteniendo la lógica racista (González, 1983).
No es posible, por lo tanto, despreciar la variable racial en el trato de las
luchas de las trabajadoras domésticas. Hacerlo sería dejar de lado un factor decisivo
en la construcción del imaginario prejuicioso y perjudicial atribuido a esa categoría.
Al añadir la categoría de raza a la discusión y una mirada interseccional a las vidas
de las mujeres, conseguimos percibirlas de forma plural y desde sus alteridades.
Se trata, pues, de entender cómo los roles ejercidos por grupos sociales distintos
pueden resultar en la garantía o no de oportunidades (Ribeiro, 2017).
El concepto de interseccionalidad, cuñado y difundido en estos términos
por Crenshaw (1991, 2002) sintetiza la idea de opresiones de naturalezas distintas
actuando simultáneamente y busca conceptualizar esa dinámica de interacción,
coalición e incidencia de esos ejes de opresión en una misma persona. En este caso,
las diferentes dimensiones de dominación (raza, género, clase, orientación sexual)
son vistas, simultáneamente, en primer plano. Es necesario huir del impulso de
simplicar el caso de las mujeres negras, pues, para entender y, principalmente,
interferir en esa realidad, hay que comprender que el racismo y el sexismo se
interseccionan en ellas y que no deben ser tratados como problemas análogos,
sino entrelazados, actuando en esas personas, incluso, de forma combinada en
muchas situaciones (Collins, 2012; Crenshaw, 1991; Kerner, 2012).
Tratar de la categoría trabajadoras domésticas es, indiscutiblemente,
hablar de mujeres negras, no exclusivamente porque son mayoría en números,
sino por motivos de colonización de esos cuerpos y construcción de imágenes que
nutren estereotipos. La intención es no incurrir en el equívoco de la superinclusión
prevista por Crenshaw (2002) y no disolver un problema interseccional dentro
de lo que se comprende, genéricamente hablando, como forma de opresión de
género.
Este trabajo presenta parte de los resultados de una investigación hecha
entre los años 2016 y 2017 en la ciudad de Salvador, capital de la provincia de
Bahia, Brasil. Fue desarrollada junto con mujeres negras trabajadoras domésticas
(4) Los datos de la Encuesta Nacional por Muestra de Domicilios (Pnad) realizada por el Instituto Bra-
sileiro de Geograa e Estatística (IBGE en 2005 y divulgada en septiembre de 2006 apunta que el 93,2%
de las personas que trabajan con servicios domésticos son del sexo femenino, lo que corresponde a
aproximadamente 6,65 millones de mujeres, de éstas, casi el 60% son negras y reciben salarios bajísi-
mos, el 30% recibe hasta medio salario mínimo y el 44,3% recibe una cantidad entre medio y un salario
mínimo (IBGE, 2005).
Lucha y Resistencia Contruyendo Ciudadanía
Mujeres Negras, Trabajadoras Domésticas y Protagonistas de la Conquista de sus Derechos