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REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS AÑO LXXI N° 11 / 2019 ISSN 2519-7592
LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LA MUJER EN LA
PLANIFICACIÓN DE LA CIUDAD
THE POLITICAL PARTICIPATION OF WOMEN
IN CITY PLANNING
Yeinis Cantillo Peralta
(1)
Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Resumen: La planicación de las ciudades ha sido el principal instrumento
de organización para las ciudades, mas, sin embargo, no se incluyen en él las
repercusiones y problemáticas que estas transformaciones urbanas provocan en el
género femenino. Por ello, se considera fundamental analizar y desnaturalizar las
construcciones discursivas de dominación masculina que afectan a las mujeres en
el empoderamiento a cargos públicos relacionados con la planicación estratégica
de las ciudades y en la materialización de instrumentos jurídicos que tengan en
cuenta la perspectiva de género.
Palabras claves: Género, urbanismo, democracia participativa, derecho
emergente, política.
Abstract: The citys planning has been the main instrument of organization for
the cities, but the repercussions and problems that these urban changes have
had for the feminine group are not taken into acount. Therefore, it`s important
to analyze and desnaturalize the patriarchal discourse that aect women in the
empowerment of public oce related to the city strategic planning, and in the
establishment of legal instruments that takes into account the gender perspective.
Key words: gender, urbanism, participation democracy, emerging human rights,
politics.
(1) Abogada de la Universidad del Rosario, Bogotá. Colombia. Cursando la Maestría Planicación
Urbana y Regional en la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas • UNSAAC
Nov. 2018 - Octubre 2019
ISSN 2519-7592 Vol. 4 • Nº 11 • Págs 89-105
Recibido 16/06/2019 Aprobado 20/08/2019
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La Participación Política de la Mujer en la Planicación de la Ciudad
1. Introducción
La incorporación de la perspectiva de género en la producción del
hábitat urbano en los países a nivel mundial no ha sido homogénea. En los países
anglosajones la discusión de género lleva más de 30 años mientras que en nuestros
países latinoamericanos ha sido no solo tardía sino parcial, aun así, encontramos
una similitud en ambos y es que en este momento y en todo el mundo, existen
mujeres que cada vez más ocupan cargos importantes, sin embargo, las decisiones
en cuanto a la planicación urbana es principalmente de los hombres.
De esta manera las mujeres son doblemente excluidas como ciudadanas
y portadoras de un derecho emergente como el derecho a la ciudad, en tanto que
son invisibilizadas de las necesidades que ellas requieren y de los demás colectivos
marginalizados, como también en la tarea de planicar.
Si bien es cierto que, las mujeres han sido participes de los procesos de
construcción de sus ciudades, aportando a mejorar las condiciones de hábitat,
particularmente los movimientos sociales quienes han demandado al Estado,
vivienda, servicios, transporte, en la construcción y mejoramiento, no son
ellas las que al nal del día toman la decisión presente y futura en las políticas
públicas de la ciudad. Por lo que se presenta un primer desafío, el de vincular la
planicación no como un proceso técnico sino también un proceso político. Así
mismo, reconocemos que la Comunidad Internacional ha realizado numerosas
Recomendaciones sobre temática de género y hábitat urbano, pero, todavía falta
el apoyo sistemático y abarcativo de un derecho real y participativo de las mujeres
en la ciudad en cuanto a las planicadoras urbanas, y en general a las mujeres
relacionados en estos cargos.
El propósito de este artículo busca exponer, así como sensibilizar, la
incorporación de las representaciones de las mujeres en el Derecho y en el poder político
por la importancia en el desarrollo y en la construcción de las ciudades sostenibles.
El artículo se compone de una reexión corta de la mujer en la historia según
Lipovetsky (2007), para ahondar en las dicotomías geográcas como lo público-
privado, movilidad-inmovilidad, las representaciones espaciales de lo femenino
y lo masculino como construcciones ideológicas que afectan directamente el
ordenamiento urbano. Una segunda reexión muestra la representación política
de las mujeres en la actualidad para posteriormente hacer unas breves reexiones
acerca del Derecho a la ciudad y nalmente un acápite nal de conclusiones.
2. La Mujer moderna y sus tres paradigmas según Lipovetsky (2007)
El lósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky considerado el heredero
de Tocqueville y Louis Dumont” (Luc Ferry) o la estrella de los analistas de la
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contemporaneidad (Vicent Verdù). Expone las tesis de su último libro: “La Tercera
Mujer: permanencia y revolución de lo feminismo. Este autor hace un recorrido de la
historia de la mujer en la humanidad dividiéndolo en tres paradigmas para explicar
a la mujer actual y su rol político.
Durante el periodo más largo de la historia de la humanidad la mujer fue
considerada como un mal necesario, un ser inferior, sistemáticamente despreciada
por la sociedad. Desde el momento en que los trabajos se dividieron en roles
denidos para hombres y para mujeres, esta distribución no fue equitativa ni
simétrica, sino que se dotó al hombre de valores superiores y positivos resaltándolos
en sus cargos políticos y sus funciones en la guerra; mientras que las labores
femeninas se consideraron inferiores y negativas, señalándolas solo por su función
procreadora y direccionándolas a la maternidad. Sin embargo, es el hombre el
único dador de vida y la mujer la cuidadora.
En este primer paradigma, la mujer es un reejo de la fuerza del mal
que agrede el orden social. Se le describe como seres engañosos, inconstantes,
envidiosos (Daros, 2014) que permanecen en la sombra y en el olvido. Su
participación en la ciudad y en las calles es deshonrosa incentiva al hombre a
“pecar” al deleite de las pasiones por lo que es necesario limitarse a convivir en una
vida privada, para dedicarse a los futuros hombres que tendrán una gloria inmortal
y honores públicos.
Un cambio cultural e histórico muy importante ocurre después de la
segundad edad media a partir del Código del amor cortesano que rendía culto
a la dama amada y exacerbada a sus perfecciones morales y estéticas. Según el
autor a partir del siglo XII, el Renacimiento lleva a su apogeo este paradigma
donde Dante idealiza a Beatriz, Don Quijote dedica sus hazañas a su hermosa
dama Dulcinea. En los siglos posteriores, la Ilustración continua con la exaltación,
alabando los méritos de las mujeres y sus aportes al mejoramiento del buen
vivir. La mujer es acá idealizada, alabada y sacralizada (Daros, 2014) aunque esta
situación no cambiase la realidad de la mujer que siguió connada a su espacio
privado, sin independencia económica y sin desempeñar papel alguno en la
política.
Ya en los siglos XVIII y XIX es la esposa, madre, y educadora a de los niños
a la que ponen en pedestal lósofos, ideológicos y poetas. De acuerdo al análisis
de Lipovetsky esa es la segunda mujer no reconocida como sujeto igualitario y
autónomo pero cuyos roles son reconocidos socialmente.
Se da entonces un tercer paradigma: la mujer indeterminada o pos mujer.
Desde mediados del siglo XX, la mujer ya no es denida por la mirada del hombre.
Ahora, la mujer se lanza a la posibilidad de ser lo que ella desea ser. Se abre las
puertas a la mujer que adquiere derechos tales como; el sufragio, el divorcio, a la
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libertad sexual y al control sobre la procreación. Así, la mujer tiene el poder de
inventarse a sí misma, aunque esto no supone la desaparición de desigualdades
entre los sexos, tampoco al reconocimiento de la igualdad de derechos, ni mucho
menos a un estado de intercambio de roles y lugares.
A pesar del apogeo de la mujer en su reivindicación de derechos, la
feminización de las carreras y el aumento de empleo para y hacia las mujeres, el
poder económico y político permanece mayoritariamente en manos masculinas.
Si continuamos la lógica de que lo privado está asociado a la mujer y lo público al
hombre, esto nos conlleva indiscutiblemente a ver las consecuencias en la ciudad.
Una ciudad denida por hombres, donde los valores públicos están priorizados
por ellos, donde el territorio se dene conforme a las necesidades del hombre y
sin tener en cuenta las prioridades de la mujer del siglo XXI, de aquella que percibe
el espacio como medio de transición entre lo público y lo privado, que requiere
de él para mantener su empleo acortando la distancias entre su casa y la ocina,
acercando el jardín de niños con su empleo o priorizando al peatón con amplias
veredas donde se pueda caminar con el coche del bebé.
3. La planicación urbana con perspectiva de género
El espacio construido a través de las prácticas sociales, por la lucha y
apropiación de una porción del territorio se da en un espacio determinado, en un
momento determinado e histórico. Por eso el modelo espacial actual, responde
todavía a la economía capitalista, basada en una división tradicional de roles de
sexos y en una estructura social tradicional. En donde –como hemos mencionado
lo privado es de la mujer mientras que lo público es del hombre lugar de trabajo
y desarrollo económico. Por tal motivo prevalece todavía en la mayoría de las
ciudades latinoamericanas la atención al vehículo privado, la segregación de usos
del espacio, los desarrollos de vivienda dispersa y sin cohesión social, la perdida,
en denitiva, de los valores tradicionales de la ciudad como espacio colectivo rico y
diverso en posibilidades de intercambio social” (Garcia Nart, 1996).
En un ensayo clásico de 1980 llamado ¿Cómo sería una ciudad no sexista? La
urbanista estadounidense Dolores Hayden, pone a consideración los problemas
logísticos que enfrentan las mujeres empleadas en Estados Unidos, problemas que
no se pueden considerarse del ámbito privado y no sucumben a las soluciones del
mercado (Hayden, 1981) es decir, los problemas distancia-tiempo, las guarderías de
los niños y la renta de la vivienda no son cuestiones privadas o de nanciamiento
son problemas de corte urbano y de gestión de la ciudad
(2)
.
(2) “If architects and urban designers were to recognize all employed women and their families as a con-
stituency for new approaches to planning and design and were to reject all previous assumptions about
‘womans place’ in the home, what could we do? Is it possible to build non-sexist neighborhoods and
design non-sexist cities? What would they be like?” (Hayden, 1981)
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Si los arquitectos y los diseñadores urbanos reconocieran a
todas las mujeres empleadas y sus familias como constituyentes para
los nuevos enfoques de planicación y diseño y rechazaran todas
las suposiciones anteriores sobre “el lugar de la mujer” en el hogar,
¿Qué podríamos hacer? ¿es posible construir vecindarios no sexistas y
diseñar ciudades no sexistas? ¿cómo serían? (Hayden, 1981)
Por ello, la aportación con enfoque de género en el planeamiento
y políticas urbanas territoriales, tienen una importancia fundamental en la
construcción de las ciudades en un doble sentido. En primer lugar, reconociendo
que el espacio históricamente no es neutro (Muxi, 2011) por lo que requiere de
la reivindicación general del Derecho a la ciudad como espacio de convivencia
que permita y garantice unas condiciones adecuadas a la calidad de vida para
todos incluyendo vivienda, equipamientos, servicios, entorno y medio ambiente
saludable etc. (García, 1996), dejando a un lado la visión androcéntrica que se
tiene de la ciudad, donde arquitectos como Le Corbusier reconocieron que era
indiscutible la necesidad de trabajar la ciudad a escala humana, pero escala
medida sobre 6 pies de altura o 1.82 metros promedio superior a las mujeres
(Guardian, 2014).
En segundo lugar, porque si el n de la planicación urbana es garantizar
una adecuada calidad de vida, propiciar a una “justicia social” o por lo menos
intentar integrar las interrelaciones, espaciales, socio-culturas, económicas y
ambientales de las ciudades en soluciones a problemas urbanos complejos a partir
de políticas urbanas, programas territoriales e instrumentos de planicación, es
evidente que para ellos es preciso analizar y conocer los problemas, necesidades
y demandas concretas de cada grupo social sin las presiones patriarcales (Muxi,
2011).
La antropóloga urbana Caroline Moser, “hace la distinción entre las
necesidades prácticas de género, como las sillas altas para bebes o baños y las
estratégicas como la representación política, o instalaciones recreativas solo para
mujeres” (Guardian, 2014)
A este primer punto, damos como ejemplo la diferencia sustancial en el
uso de los medios de transporte en ambos sexos. Por ejemplo, el estudio Gender,
Travel and Job Access; evidence from Buenos Aires del Banco Mundial declara que
en un 25% de los viajes que realizan las mujeres en Buenos Aires son a pie y, en
la mayoría de las ciudades de la región, las mujeres son las principales usuarias
del transporte público. En cambio, los hombres son los principales usuarios de
los automóviles (Bank, 2014). Las mujeres se ven obligadas a movilizarse a pie
por el costo de comprar un automóvil o tomar taxis todos los días, los sistemas
no responden a sus necesidades de movilidad y por último por que el transporte
público no suele llegar a donde las mujeres quieren ir (guarderías, centros médicos
o áreas donde ellas trabajan. (Monjesilva, 2016)
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El desajuste entre la organización territorial y las necesidades de
accesibilidad, y movilidad de las mujeres, incrementa las dicultades para
compatibilizar los tiempos domésticos familiares y laborales remunerados,
impactando en su calidad de vida y condicionando las decisiones personales
(Rainer & Marisol, 2011). Asunto no menor este, si se tiene en cuenta que en América
Latina en el 2005, un 13,1% correspondía a un hogar de tipo monoparental, de los
cuales el 86,8% estaba encabezado por mujeres (Cepal, 2014). Desde un punto
de vista socioeconómico y cultural, el incremento de hogares comandados por
mujeres es importante teniendo en cuenta que América Latina es una de las
regiones más desiguales del mundo –en términos económicos, étnicos y sociales-
(Cepal, 2014) y que este rasgo tiene gran incidencia en la manera del uso y goce
de la ciudad.
Así mismo el Banco Interamericano de Desarrollo considera que las mujeres
líderes que atienden asuntos urbanos tienden a tener un estilo de negociación
y liderazgo más inclusivo y menos jerárquico que sus homólogos masculinos;
segundo, porque las mujeres son más conscientes de “planicar y diseñar espacios
públicos más seguros para todos los grupos sociales requiere no solo elementos de
hardware (iluminación, paisajismo, mobiliario urbano, señalización, entre otros,
sino también elementos de software o políticas públicas que tomen en consideración
las necesidades y preocupaciones de las mujeres) (BID, 2016); y tercero porque
las mujeres están más ligadas a avances en campos tales como la educación, la
infraestructura y la salud a nivel local.
La perspectiva de género entonces, nos permite incorporar factores
claves a los análisis y políticas urbanísticas-territoriales, todos ellos con el reto
fundamental que se plantea para el futuro de conseguir unas ciudades más
sostenibles, considerando como tales las ciudades que tengan una visión
integral de los problemas y satisfacer las necesidades que incluyen vivienda,
equipamientos, transportes etc., como parte de un todo para garantizar derechos
fundamentales.
4. Las mujeres en las tomas de decisión
La reivindicación de derechos de las mujeres en la ciudad y la conciencia
de la perspectiva de género, no residen en tomar conciencia del lenguaje y en el
conocimiento del derecho porque el principio de visión dominante no es una simple
representación mental, un fantasma, una ideología, sino un sistema de estructuras
establemente inscriptas en las cosas y en los cuerpos” (Bourdieu, 2010, pág. 57).
Así pues, es necesaria la presencia de las mujeres en los procesos de toma de
decisiones que pueden resultar clave para la defensa de la equidad de género,
movilidad urbana e integración de las necesidades de ellas en los planos nacionales
de ordenamiento territorial, en los planes estratégicos de la ciudad y hasta en la
norma de uso del suelo.
La Participación Política de la Mujer en la Planicación de la Ciudad
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No se trata solo de una ideología sino de “poder estar” presentes en
las decisiones que afectan la vida cotidiana de las mujeres. La tercera mujer de
Lipovetsky (2007) asume cargos públicos por causa que conduzcan a un sentido
progreso para los otros, que expresen un ideal común [en vez de] sacricarse por
funciones económicas marcadas sobre todo por el gusto del poder por el poder.
(Lipovetsky, 2007 , pág. 252)
Las mujeres políticas son más pragmáticas y menos arribistas que los
hombres, se muestran menos fascinadas que ellos por el juego del poder, no les
preocupa tanto alcanzar puestos como imponer sus ideas y realizar avances concretos”
(Lipovetsky, 2007 , pág. 260). El poder para la mujer según el lósofo francés, se
contempla como un medio más que como un n en sí mismo.
Para ello, existe un marco jurídico en donde la comunidad internacional
ha subrayado la importancia de darle prioridad a la problemática de género y
de reconocer la existencia de unos derechos y obligaciones para los Estados en
la planicación de políticas y estrategias de desarrollo. Las ultimas conferencias
como; la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo
celebrada en Rio de Janeiro en 1992 abordó explícitamente aspectos relativos al
género en la Agenda 21, Plataforma de la Cumbre de la Tierra para Futuras Acciones.
También en la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos en Viena 1993, se
lograron importantes adelantos en el reconocimiento de los derechos de la mujer,
rearmando que los derechos de las mujeres y niñas son parte integral, inalienable
e indivisible de los derechos humanos universales. Este principio fue asimismo
uno de los objetivos básicos de la Conferencia Internacional sobre Población y
Desarrollo, celebrada en el Cairo en 1994.
En la cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de Copenhague en 1995,
la problemática relativa al género fue el eje de todas las estrategias para el
desarrollo social, económico y la conservación del medio ambiente. Por último,
la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en 1995 en Beijing,
donde se adoptó la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing en materia
de eliminación de todos los obstáculos para lograr la igualdad entre hombres
y mujeres y asegurar la participación activa de todas las mujeres en todas las
esferas de la vida.
Estos esfuerzos internacionales y nacionales han dado como respuesta la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la
Mujer 1997 (CEDAW, por sus siglas en ingles), cuando establece que los Estados
partes deben de garantizar que las mujeres participen en “la formulación de las
políticas gubernamentales y en la ejecución de éstas, y ocupar cargos públicos y ejercer
todas las funciones públicas en todos los planos gubernamentales” (CEDAW, 1997)
reconociendo en la Recomendación General 23 que:
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La Participación Política de la Mujer en la Planicación de la Ciudad
“Ni siquiera las democracias históricamente estables
han podido integrar (…) las opiniones y los intereses de la mitad
femenina de la población. No puede llamarse democrática una
sociedad en la que la mujer este excluida de la vida pública y del
proceso de adopción de decisiones. El concepto de democracia
tendrá significación real (…) cuando hombres y mujeres
compartan la adopción de decisiones políticas y cuando los
intereses de ambos se tengan en cuenta por igual”. (CEDAW,
1997)
Actualmente, la presencia política de las mujeres latinoamericanas
ha alcanzado los más altos indicadores con senadoras, diputadas,
ministras, alcaldesas, concejales. El mapa de la UIP-ONU sobre las Mujeres
en la Política, contiene la clasificación mundial relativa a las mujeres en
el poder ejecutivo y en la rama legislativa de los gobiernos al 1 de enero
de 2019, en donde se muestra que la proporción de ministras mujeres se
encuentra en un nivel alto sin precedentes (ONU M. , 2019) con el 20,7%,
2,4 puntos porcentuales más con respecto a 2017. También se muestra que
se diversificaron los tipos de cartera de los cuales son titulares las mujeres
ministras.
El siguiente cuadro muestra todos los países de Latinoamérica con su
rango a nivel mundial y el porcentaje de mujeres ministras.
Tabla 1. Mujeres latinoamericanas con cargo ministeriales
Rango a nivel
mundial
País % mujeres Mujeres Total de ministros
60 a 69,9%
2 Nicaragua 55,6 10 18
5 Colombia 52,9 9 17
6 Costa Rica 51,9 14 27
40 a 49,9%
13 Uruguay 42,9 6 14
16 México 42,1 8 19
30 a 34,9%
30 Chile 34,8 8 23
33 El Salvador 33,3 5 15
36 Honduras 32 8 25
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25 a 29,9%
43 Venezuela 29,4 10 34
53 Haití 27,8 5 18
53 Perú 27,8 5 18
60 Panamá 26,7 4 15
64 Argentina 25 3 12
64 Cuba 25 7 28
20 a 24,9%
83 Ecuador 22,2 6 27
90 Paraguay 21,4 3 14
15 a 19,9%
111
República
Dominicana
16,7 4 24
10 a 14,9%
123
Bolivia
(Estado
Plurinacional)
14,3 3 21
5 a 9,9%
149 Brasil 9,1 2 22
160 Guatemala 6,7 1 15
Fuente: elaboración propia tomado de MAPAS ONU-Mujeres
(3)
Hemos de resaltar que respecto a mujeres parlamentarias entre los 10 primeros
países a nivel mundial se encuentran 5 países latinoamericanos en el siguiente
orden: Cuba (2), Bolivia (Estado Plurinacional De) (3), México (4), Costa Rica (8) y
Nicaragua (9) sin embargo, no ahondaremos en esto por cuanto consideramos
que el cargo de senadora o parlamentaria asume un abanico de temas que no se
sujetan exclusivamente a temas urbanos.
Con respecto a las 1412 carteras en 188 países de las que son titulares las
ministras y en cuanto a asuntos relacionados a temas de Planicación Urbana y
Regional, encontramos que a nivel mundial se encuentran 53 en obras públicas/
planicación del territorio, 25 en vivienda/asuntos urbanos y 19 en transporte, que
solo representa el 7%.
(3) Infografía. Disponible en:https://www.ipu.org/resources/publications/infographics/2019-03/
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La Participación Política de la Mujer en la Planicación de la Ciudad
Ilustración 1. Carteras de las que son titulares ministras a nivel mundial
Fuente: Mapas ONU-Mujeres
(4)
Por lo que continúan ocupándose cargos tradicionales como la Educación,
la salud, asuntos de género, cultura y asuntos sociales, sin desconocer que en
este momento más mujeres desempeñan cargos que tradicionalmente eran
desempeñados por hombres con respecto al 2017 por ejemplo, existe un 30% más
de mujeres ministras que desempeñan el Ministerio de Defensa, un 52% más de
mujeres en el Finanzas y un 13,6% más de mujeres en el de Relaciones Exteriores
(ONU M. , 2019).
Es innegable que la participación de las mujeres además de ser minoritarias
en la política se le añade que se les restringe a sectores considerados femeninos
“raras son las ministras que ejercen las funciones de regalías (Lipovetsky, 2007, pág.
235), frente a esta limitación de la representación política una de sus explicaciones
es por el regreso a la mujer protegida considerada limitada para ejercer dichos
asuntos complejos. Adriana Salvatierra de 29 años, Presidenta de la Cámara de
senadoras de Bolivia, la mujer más joven en ocupar este cargo en su país Bolivia
y en América Latina explica que (ONU, 2019): “todavía es difícil para las mujeres
participar en la política hoy, especialmente si eres una mujer joven, debido a todos los
perjuicios que enfrentamos (…) Hay una sobreprotección de las mujeres, que en última
instancia nos subestima y nos subvalora”.
Así pues, podría armarse que la incursión femenina en la esfera pública
continúa siendo principalmente mediante la movilización comunitaria, trabajando
por el desarrollo y luchando por los derechos de los grupos más desfavorecidos
(4) IBID.
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Yeinis Cantillo Peralta
(Tello & Silvia, 2009). Lo que ha contribuido en fortalecer las relaciones entre el
Estado y la sociedad civil, en las cuales las mujeres han ejercido un gran poder
de inuencia en las políticas públicas, en la incorporación de las problemáticas
identicadas en las ciudades a las agendas de los gobiernos, lo que ha repercutido
en una gradual conciencia de género y de circunstancias socio-económicas
particulares. La lucha de Jane Jacobs, por proteger el village en el Bajo Manhattan,
es un claro ejemplo de lo que logra el activismo social donde ella buscaba no solo
preservar un paisaje urbano sino también evitar la expansión descontrolada de
las urbes, la construcción de grandes autovías, la separación de los barrios y el uso
del automóvil como principal modo de transporte, hasta condensar su esfuerzo
en el libro más reconocido The Death and Life of Great American Cities publicado en
1961.
Esta manera de participar en la política pública, apuntala a dos tipos de
activistas. Aquellas que, de todas maneras, colocan su participación en la lucha
por una construcción democrática sin llegar a decidir en ella (Ranaboldo & solano,
2008). Y otras que les ha servido como punto de partida y vehículo para los sistemas
políticos formales. Lo anterior quedo demostrado en la investigación realizada por
(Tello & Silvia, 2009) donde el 76,2% de las alcaldesas y concejalas latinoamericanas
manifestó haber participado en organizaciones no gubernamentales o con nes
apolíticos con anterioridad a sus carreras.
Así mismo, la descentralización y la desconcentración del poder se han
señalado como el mecanismo idóneo en las relaciones ente Estado y sociedad por
lo que se abren nuevas oportunidades para la participación social contribuyendo a
que disminuya el desafío de la democracia real en promover la participación de las
mujeres, en reconocerlas como sujetos de derechos y puedan ser incorporadas en
las instituciones donde se toman las decisiones (CEPAL, 2007).
En este sentido, son los municipios los principales espacios idóneos de
organización gubernamental capaz de captar las problemáticas e idear métodos
apropiados para responder a las especicidades de cada segmento social a ser
atendido (Tello & Silvia, 2009). Es el municipio quien identica y soluciona los
problemas menos complejos y con mayor alcance que los que se dan en el ámbito
nacional.
De manera que la posibilidad de las mujeres de trabajar en las
administraciones públicas hace que tengan una incidencia efectiva en las políticas
públicas, en la inclusión, deliberación y corresponsabilidad diferenciada, en llegar
a pensar la vivienda en relación a la calidad del tejido urbano para construir
mejores ciudades. Así se llega a una gran red comunicacional conformada por
una relación ciudad-mujeres-planes urbanos, para que su gestión tenga un efecto
multiplicador.
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5. Trayendo a colación el derecho a la ciudad
Mucho se ha hablado acerca de los derechos humanos emergentes o
los derechos de cuarta generación, entre ellos el Derecho a la ciudad. En este
último apartado queremos hacer una breve reexión acerca del reto que trae el
derecho a la ciudad como medio para la participación de las mujeres en la toma
de decisiones.
Se entiende como derechos emergentes aquellos derechos que
surgen de la evolución de las sociedad, algunos nuevos (derecho al espacio
radioeléctrico), otros que ya se encuentran positivizados en el Sistema
Internacional de Protección de los Derechos Humanos pero que habían sido
olvidados o su contenido se ha ampliado y concretado (Guillén Lanzarote,
2011). Además, otra característica de los Derechos Humanos es su aplicación a
colectivos que anteriormente no disfrutaban de un derecho concreto como la
participación política de los inmigrantes.
Los Derechos Humanos Emergentes tienen como nalidad la de formar
parte de los derechos fundamentales, no obstante este derecho no forma parte
del sistema ni a nivel estatal o supraestatal, solamente se encuentran reconocidos
en textos políticos o no jurídicamente vinculantes como la Carta Mundial sobre
el Derecho a la Ciudad o son reconocidos de forma transversal como en la
Constitución brasileña de 1988 y la Constitución colombiana de 1991, que fueron
los primeros documentos constitucionales latinoamericanos que otorgaron
derechos fundamentales a los derechos urbanos, con la salvaguarda de derecho a
la vivienda y al derecho al acceso de agua potable. En efecto, la Corte Colombiana
ha reiterado la tutela del derecho a la vivienda a través de la conexidad con otros
derechos fundamentales como la vida, la dignidad humana y la salud. En cuanto
al derecho al agua lo ha reconocido como un derecho fundamental y un servicio
público donde el municipio debe garantizar el acceso efectivo al agua potable,
salubre y de calidad
(5)
.
La doctrina ha hecho una distinción entre los derechos a la ciudad y los
derechos humanos en la ciudad. Estos últimos son aquellos derechos que se dan
en un espacio geográco determinado mientras que los derechos a la ciudad son
acciones de las autoridades locales, es decir, cuando reivindicamos el derecho a la
ciudad estamos revindicando un espacio colectivo donde se respeten los derechos
humanos, estamos reivindicando los derechos humanos en la ciudad. (Guillén
Lanzarote, 2011)
(5) Según la jurisprudencia actual de la Corte Constitucional (T118/08, T616/10, T1089/12 entre otras)
el derecho fundamental al agua puede ser amparado a través de la acción de tutela de manera indepen-
diente cuando el acceso de una persona a este recurso, para su uso personal o doméstico, se ve afectado
en alguna de las condiciones mínimas establecidas por la Observación General No. 15 del CDESC.
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La conceptualización así entendida nos lleva a una dicultad, y es que, el
derecho a la ciudad es ideológico
(6)
(Guillén Lanzarote, 2011), amplio y abarca a una
serie de derechos constitucionales y convencionales que solo pueden ser ejercidos
en la ciudad, y que en últimas se direcciona a una falta de claridad dogmática.
Por ello, el derecho a la ciudad complejiza la participación de las mujeres
al no ser claro en la manera en que complementa la participación de las mujeres
en la toma de decisiones, llegando a un vacío jurídico normativo. Si bien el derecho
a la ciudad busca ampliar la calidad de vida de las personas a escala urbana, los
mecanismos de protección, promoción y salvaguarda de ellos deben ser claros,
para los Estados partes y poder unir la universalidad de derechos que tienen las
mujeres en la ciudad, ya sea la capacidad de gestión urbana con perspectiva de
género, la reivindicación del espacio público para los colectivos o la participación
de las mujeres en la política sectorial.
Por el momento el Derecho a la ciudad, es un paradigma que permite
evaluar el grado de la democracia participativa y las condiciones en que se dan
los derechos colectivos para permitir ubicar la condición humana en un valor
moral superior”. (Guillén Lanzarote, 2011).También es cierto que, la articulación
de la ciudad como derecho humano no tiene mucho tiempo de existencia, sin
embargo, recalcamos que su codicación o proceso para ser parte del Sistema
de Protección de los Derechos Humanos requiere abarcar el Derecho de forma
integral, multiescalar y multidimensional.
6. Conclusión
La ciudad ha sido desarrollada a partir de la asimetría entre hombres y
mujeres, según una visión androcéntrica, en donde el espacio cobra importancia
como escenario activo de las relaciones para la reivindicación de los derechos y la
herramienta esencial para facilitar, o por el contrario obstruir, las necesidades de
cada grupo poblacional.
El derecho a la ciudad tiene una estrecha relación con los derechos a la
vivienda, espacio público, movilidad, visibilidad del tejido urbano e identidad de
los lugares como símbolo de apropiación.
De este conjunto de análisis se puede apreciar que las mujeres Ministras
que ocupan cargos relacionados con la planicación y el desarrollo urbano
solo representan el 7% del total de Ministras en el mundo. Por lo que ¿construir
ciudades, o descontruirlas, con nuevas viviendas, calles, ocinas serian o se sentirían
(6) Por eso para Lefebre el urbanismo no podía llegar hacer un sistema porque es una ideología
donde existen diferentes actores cada uno con pensamientos distintos sobre la ciudad. “por eso existen
diferentes urbanismos: el del racionalismo ilustrado, el de los humanistas, el de los promotores el de los
tecnócratas [… ] (Gonzalez, 1998)
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diferentes si más mujeres estuvieran a cargo de diseñarlas? No lo sabemos, pero
lo que si creemos es que en ningún lugar del mundo las mujeres tienen el poder
político o el acceso al capital para una planicación urbana de género, que al
nal siguen siendo solo recomendaciones para un sector político conformado
en su mayoría por hombres que decidirán en un papel protector los temas que
consideran importantes y los que no.
Si esto suena utópico, el derecho a la ciudad entonces, tiene un largo
camino por recorrer al necesitar reconocer que las capacidades no se construyen en
abstracto, que es necesario la implementación de directrices para la titularidad de las
mujeres y una participación efectiva en el ejercicio pleno de la ciudadanía universal
o política, para que las problemáticas analizadas y visualizadas por los movimientos
sociales y las mujeres tengan una dirección más productiva para la discusión
política entorno al espacio construido, así seguramente, no se pierda de vista
resolver problemas tan urgentes como la inasequibilidad y el aumento de vivienda
o la distancias entre hogar y lugar de trabajo. En este sentido, la participación de las
mujeres será una condición sine qua non de la gobernanza (Echegoyemberry, 2017)
y un disparador de políticas multiplicadoras a favor de las mujeres.
Hemos de aclarar que, evidentemente, aún quedan muchos interrogantes
por resolver y realidades que documentar, en esta reexión solo hemos bosquejado
un trazado introductorio a estas temáticas que se espera que la academia, políticos
y sociedad civil profundicen más en ella.
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