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REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS AÑO LXXI N° 11 / 2019 ISSN 2519-7592
capitalista requería de pensar en procesos educativos a largo plazo (Puiggros,
2003:48). A partir de entonces, entre 1869 y 1890 llegaron desde Estados Unidos
65 docentes (61 eran mujeres) para formar parte del proyecto de formación de
docentes en las Escuelas Normales, empezando por la provincia de San Juan y
posteriormente implementado en Córdoba, Catamarca y otras provincias.
Estas mujeres, llamadas “las hijas de Sarmiento”, representaban una
condición de mujer que se posiciona diferente en la sociedad argentina de
mediados de siglo XIX. No sólo su condición de extranjeras norteamericanas,
sino también por tener formación y desempeñarse laboralmente en el espacio
extradoméstico. Sumado a esto, 60 de ellas profesaban el protestantismo y traían
estilos de vida más liberales
(7)
, lo que generó marcada resistencia por parte de las
familias católicas de las provincias. Este es un punto ha quedado como anecdótico
en los relatos ociales de la historia de la educación. Sin embargo es necesario
notar que en un contexto de cuestionamiento del monopolio de la educación que
estaba hasta entonces en manos de la Iglesia Católica Romana, en el que se están
disputando proyectos de educación pública y masiva para la población, quiénes
son formadoras de docentes también traen una formación cristiana, pero que al no
tener una presencia institucional en dicho contexto histórico
(8)
, es minimizado. Al
mismo tiempo, desde una mirada interseccional, no podemos dejar de poner en
relieve el lugar de mujeres “blancas”, con formación, en posición de educadoras lo
cual las ubica simbólicamente en un lugar de referencia tanto para las maestras en
formación criollas como para el resto de la población.
La implementación del sistema de formación de maestras normales
signicó la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral remunerado.
Anzorena (2008) en sus análisis sobre la feminización de la tarea docente sostiene
que al otorgar a las mujeres cualidades naturales e innatas de cuidado y educación,
se suponía que no requerían grandes procesos de formación, por lo tanto, al hacerlo
por vocación maternal, se constituyeron en mano de obra barata y exible. Por lo
tanto, “la feminización de la docencia produjo una redenición del rol femenino: de
maternidad biológica a maternidad social como desarrollo de los atributos maternales
con los/as hijos/as no propios. En consecuencia, se creó una imagen del magisterio
(7) Yornet en sus registros reere que Clara Gillies, oriunda de Saint Luis, estaba divorciada y los
registros la recuerdan como una mujer vigorosa y enérgica. Clara llegó a Argentina en 1883 y fue vice-
directora de la Escuela Normal de San Juan y después fue trasladada a Rosario donde se volvió a casar.
La autora también reere que hubo conictos suscitados por las diferencias de credos, en el que relata
que la señorita Howard fue destinada a Córdoba y dejó en sus memorias relatado que una mañana
encontró inscripto en la escuela “Esta es casa del diablo y puerta del inerno” (De Massi, 2007). En otras
oportunidades, referentes del catolicismo como obispo Fray Esquiú debió mediar para que las familias
católicas aceptaran que sus hijas/os asistieran a la escuela con estas docentes herejes (Yornet s/d).
(8) Si bien la presencia de protestantes de diferentes denominaciones data incluso de los procesos
de invasión y colonización, en Argentina las primeras congregaciones formales aparecen en este perío-
do de entresiglo XIX-XX, la libertad de culto es reconocida en la Constitución de 1853, con sostén del
Estado al culto católico apostólico romano.
El Ideal Modélico de Mujer-Madre en la Construcción del Imaginario Social del Estado Moderno en Argentina